Imagen: cicloinfinito.files.wordpress/pinacoteca roerich, 1943
Gérard Guasch
Ya avanzado en edad y cansado de las riñas y desacuerdos que reinaban en el país, un día Lao-tse se decidió a dejar China. Sentado en un búfalo, llegó a la puerta del oeste. Allí, el guardián de la frontera lo detuvo y le pidió no ir más lejos sin haber dejado por escrito lo esencial de sus enseñanzas. El resultado fue un tratado de unos 5 mil caracteres sobre el Tao y el Te (la Vía y su Virtud) que conocemos con el nombre de Tao-te ching (Daode jing). Así nos presenta la leyenda al “viejo de las orejas largas” –“viejo” tiene aquí cierta connotación de afecto, y “las orejas largas” es un símbolo de conocimiento y sabiduría. Pero ¿quién fue realmente Lao-tse y que aportó a Occidente?
El viejo maestro
Poco se sabe de la realidad histórica de Lao-tse (Laozi). Se dice que vivió en China en el siglo VI AC, bajo el reinado de los Chou (Zhou), que desempeñó el papel de astrónomo y archivero de la corte y que conoció personalmente a Confucio, pero toda su vida está bañada de leyendas.
Su nombre mismo no dice mucho. Lao significa “viejo, anciano, venerable”, y tse es un título honorífico conferido a grandes sabios; de ahí lo de “viejo sabio” o “viejo maestro”.
A pesar de esto, se trata de un destacado filósofo y de una gran figura, íntimamente asociada al tao, respetada por millones de personas. El Tao-te ching, que muchos han tomado como guía para su camino es, después de la Biblia, el libro más traducido en todo el mundo.
¿Tao o tao?
De uso común en chino, la palabra “tao” (dao) tiene muchos significados, entre los cuales figuran camino, vía, dirección, curso (de un río, por ejemplo), manera de proceder. El carácter, compuesto de los radicales cabeza y pie, indica un movimiento hacia algo.
Cada escuela filosófica tiene su tao, su propia doctrina en la que se habla del modo en que ha de ser ordenada la vida. Para la escuela taoísta –la familia de los seguidores del TAO– esos tao no son más que reglas de conducta, no son el verdadero, el gran TAO. En su primer capítulo, el Tao-te ching, dice:
El tao al que se le puede decir tao no es el eterno tao.
El nombre que se puede decir no es el eterno nombre.
Vacío, de Cielo y Tierra es el origen.
Lleno, de los diez mil seres [= toda la creación]
la madre.
Así, desde la constante vacuidad del ser se puede
vislumbrar su sutileza,
Desde la constante plenitud del ser sólo percibir
su límite.
Ambos de lo mismo brotan, aunque con distinto
nombre.
Ambos igualmente son misterio, del misterio lo más
misterioso.
De todas las sutilezas, la puerta.
Padre y madre a la vez, el tao es fuente de vida. Anterior al Cielo y a la Tierra, de él todo deriva. Vía, camino, flujo, proceso de formación y de transformación, principio no creado, “tela que no tiene tejedor”, así es el TAO. Es el modo en que la naturaleza trabaja, aquello sin lo cual las cosas no podrían ser lo que son. Así lo consideran los taoístas.
Seguir el tao
El TAO es la meta; seguirlo, una manera de vivir, una vía de realización personal en la cual todo cabe, pero con medida. El sabio taoísta evita los excesos, acepta el libre fluir de la vida y de la energía, no se aferra a nada. Las virtudes que cultiva son la simplicidad, la naturalidad, la espontaneidad, la frugalidad, la falta de pretensiones, ambiciones y deseos exagerados.
Se cuenta que Chuang-tse (Zhuangzi), el segundo gran exponente del taoísmo después de Lao-tse, estaba pescando cuando llegaron dos embajadores del rey a solicitarle que fuera su primer ministro. Chuang-tse, que no tenía deseo alguno de involucrarse en los asuntos de Estado, les contestó: “He oído decir que el rey de Chu posee el caparazón de una tortuga sagrada que murió hace tres mil años. Y he escuchado que el rey que los envía guarda este caparazón para sus adivinaciones en su palacio, ricamente envuelto en paños de seda. ¿Qué hubiera preferido esta tortuga, morir para que sus huesos fueran tan honrados o seguir viviendo arrastrando su cola en el lodo?” “Ciertamente hubiera preferido vivir arrastrando su cola en el lodo”, respondieron los mensajeros. Chuang-tse les contestó: “Váyanse, pues. Yo también seguiré arrastrando mi cola en el lodo.”
El gran poeta Li-po (Libai), como respuesta a un enviado del emperador que le rogaba darse prisa para volver a la corte, en un poema de sólo veinte sílabas escribió:
¿Me preguntas por qué habito
en estas colinas verde jade?
Yo sonrío. No hay palabras para expresar
el sosiego de mi corazón.
¡Qué fascinante la flor del durazno
arrastrada por la corriente de agua!
Aquí vivo en otro reino
más allá del mundo de los hombres.
Inspirándose en esas grandes figuras, todo taoísta busca no separarse del tao y cultiva una actitud de respeto frente a los otros, la vida y la naturaleza. Ésta, llamadawuwei (literalmente “no acción”), invita a no realizar ninguna actividad calculada o forzada y a no actuar fuera de las leyes de la naturaleza. Tal sabio es retratado por el poeta Li-feng en los siguientes versos:
Frío como el hielo su corazón taoísta.
Ninguna vana contienda hacia la meta,
el Tao surge de sí mismo.
Quieta su mente,
disco de luna clara, reluciente, inmaculada.
Un camino de equilibrio
Con varios miles de años de existencia, el taoísmo es la más antigua de las “tres enseñanzas de la China”, siendo las otras dos el confucianismo y el budismo. La denominación “escuela taoísta” aparece por primera vez alrededor del año 100 AC, bajo la pluma del historiador Se-ma tsien, quien dice: “La escuela taoísta invita a los hombres a la unidad del espíritu, enseñándoles que todas las actividades han de estar en armonía con lo invisible, con una abundante liberalidad para con todas las cosas de la naturaleza. […] Actúan poco, pero realizan mucho.”
Como el mismo TAO, el taoísmo es uno en su esencia, diverso en sus manifestaciones. A medida que las épocas cambian, el tao también se transforma. En él se acostumbra distinguir tres aspectos que, aunque relativamente independientes, se enlazan: el filosófico, el místico y el religioso.
Estatua de Lao-tse en Maoshan, China
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La escuela filosófica o Taochia (Daojia) reúne la enseñanza de los grandes maestros, desde Huang-ti (Huangdi) el mítico Emperador Amarillo, fundador de la civilización china y primera gran figura del taoísmo, hasta Lao-tse, Chuang-tse, Lie-tse y sus sucesores. Además integra aportes diversos, algunos muy antiguos, como los de la escuela de I-Ching o del Yin-Yang.
La religión taoísta o Taochiao (Daojiao) integra la herencia de los antiguos chamanes y de la vieja religión popular con la mayor parte de sus creencias y prácticas, en un amplio y original sistema religioso. Después de una época de silencio y persecución, hoy en día está reviviendo.
En cuanto a la vertiente mística del taoísmo que procede de las anteriores, se ilustra esencialmente por las prácticas de meditación, contemplación, cultivo personal y alquimia interna, sin omitir numerosas prácticas de larga vida, tanto externas como internas.
Algo más sobre el Tao
Un estudio de la gran sinóloga francesa Isabelle Robinet: Lao Zi y el Tao, José J. de Olañeta ed., Palma de Mallorca, 1999.
Entre las numerosas traducciones del Tao-Te chingse sugiere, por su fidelidad al original, la de José Ramón Álvarez, saga ediciones, 2004.
También se puede consultar la página de Facebook, El Tao del Corazón.
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En Taiwán, la mayor parte de los templos son taoístas. En la China Popular, donde sufrió mucho durante la Revolución cultural, asistimos a un verdadero renacimiento de los templos y monasterios, con la concurrencia de muchos adeptos, hombres y mujeres jóvenes. Además, a través del mundo, a un lado de corrientes que podríamos llamar “neo-taoístas”, vinculadas con la filosofía del TAO, la acupuntura, las prácticas de larga vida, las artes marciales y curativas, existen, hoy en día, algunos maestros taoístas regularmente ordenados en una u otra de las grandes corrientes taoístas: la Escuela de los Maestros Celestes (sobre todo representada en Taiwán) o la Escuela de la Completa Perfección, especialmente a través de la corriente de la Puerta del Dragón [a la cual pertenece el autor, n. de la r.].
La vía del TAO es una vía de sabiduría y equilibrio. Compatible con cualquier creencia, tiene algo que ofrecernos para nuestra vida de cada día.
Un legado valioso
Lao-tse y los otros maestros del taoísmo dejaron un legado de gran valor: textos y prácticas para desarrollar una actitud de respeto frente a la vida en todas sus formas, la naturaleza y el Cosmos, buscando siempre equilibrio, paz y armonía. “El que en su conducta sigue al TAO, se une al TAO”, dicen, y en el Nei-jing (atribuido al Emperador Amarillo) podemos leer: “Los que están en armonía son como un eco, siguen el TAO y no necesitan dioses o demonios, pues son libres e independientes.”
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