Thursday, March 26, 2015

René Zúñiga, poesía





Tríptico Típico


a Juanamaría
I
Parece un sueño, tu ausencia significativa

lacerante,

tu silencio .

La tarde fría

las noches más

las mañanas

gélidas

como las confusiones.

Espero

como se espera la muerte

en silencio.

Mientras tanto

afuera

en la calle:

El bullicio, la gente de compras y la estridencia

Shakira y Paulina Rubio

amenizando la ansiedad, la locura colectiva

Yo

Aprovecho el tiempo



deshojo

la cebolla de cristal

que cumple funciones específicas

ya de oráculo

ya de trompo

ya de transmisor

interestelar.

Percibo otros tiempos

enfrentando la memoria

que se niega a la seducción

a veces aromas, súbitamente sabores

que generan risas

suspiros

finalmente

la razón arbitraria:

debo dormir, se hace tarde para soñar.








II


Que es la muerte ?

acaso el sueño, imágenes que se pierden

¿ colores que se diluyen al regresar al prisma que los generaron ?

He tratado infructuosamente de cerrar el círculo

me encuentro entre la conciencia y un estado de sopor...

de total sopor...
¿ esto es la muerte ?

a quién debo preguntarle ¿ a Dios ?

¿ quién es Dios ?

Es acaso el que programa desde una dual core

o una Mac para ser más precisos

o acaso es aquel que formó la tierra y el universo en pocos días

algunos dicen que en seis

otros más solamente guardan silencio

y se pierden en sus pensamientos.
Yo no

Transito

quiero decir camino

me traslado entre el cuestionamiento

y el me vale madre,

¿ es posible esto ?

¿ no es una fantasía ?

¿ a quien debo recurrir ?

¡ a quién !

era predecible...a nadie, no hay nadie.

Todos se encuentran en el festín de las fieras

en la locura colectiva.

El loco soy yo... si, tienen razón

Caminando un día, hace mucho, mucho tiempo, alguien me dijo:

disfruta a ser dios, disfruta ser niño

después de eso perderás el don de " ver " y serás hombre.



III

Para festejar solamente el silencio

fiestas de guardar, aullidos famélicos

que ensordecen y provocan el espanto

contenido en la razón y en los ojos que se cierran.


No me atrevo ahora a predecir y a colorear el destino del mundo

es una atribución propia de los dioses,

no del hombre esquivo y desnudo

que le canta a la vida.

Dormiré, solamente dormiré

seguro de que mis ángeles guardianes

me acompañaran en mi muerte

cuando recorra esas praderas de paz y de silencio,

por ahora sólo dormiré, cerraré los ojos

y en la oscuridad absoluta,

solamente pronunciaré tu nombre.


René Zúñiga



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Imágenes de Internet

Thursday, March 19, 2015

Un rayo en cielo sereno

Aquel 18 de marzo de 1938

Adolfo Gilly
Foto
El presidente Lázaro Cárdenas del Río lee el decreto de expropiación petrolera en el balcón central de Palacio Nacional, durante la magna manifestación de apoyo, el 23 de marzo de 1938Foto AGN/Fondo Enrique Díaz
Este relato de los sucesos del día de la expropiación petrolera en México, 18 de marzo de 1938, es el capítulo 5 de mi libro El cardenismo - Una utopía mexicana , Era, México, 2001, 384 pp. (2ª reimpresión: 2013), pp. 57-64. Para facilitar su lectura en La Jornada , se omiten aquí las referencias y notas al pie de página que aparecen en el volumen de Ediciones Era. A.G.
A Carmen Aristegui, en solidaridad.
L
a reunión de gabinete en la cual el presidente Lázaro Cárdenas anunció la decisión de expropiar a las empresas petroleras y obtuvo su aprobación tuvo lugar el viernes 18 de marzo de 1938 a las 20 horas. Eduardo Suárez, el secretario de Hacienda, refirió en sus memorias su participación en esa reunión. Dice que días después de su conversación con el Presidente, a la salida de la entrevista que tuvieron el 7 de marzo con los representantes de las empresas petroleras, precisamente el día 18 de marzo,
el señor Presidente me citó para que me presentase en su domicilio particular en Los Pinos. Esperé un poco en la antesala y vi salir al señor licenciado Lombardo Toledano, secretario de la Confederación de Trabajadores de México, y a los líderes del Sindicato Petrolero. Enseguida el señor Presidente me invitó a que lo acompañara en su automóvil a que diéramos algunas vueltas por el Bosque de Chapultepec, para ponerme al tanto de lo que había determinado que debía hacerse y para que nos reuniésemos posteriormente con los miembros del gabinete presidencial, a quienes tenía reunidos en el Palacio Nacional.
Durante el trayecto me pidió que explicara en su nombre al Consejo de Ministros todos los esfuerzos que se habían hecho para llegar a un acuerdo con los trabajadores de la industria petrolera y con las empresas; que la huelga estaba ya causando muy serios trastornos a la economía nacional y que no podía continuar así por tiempo indefinido pues, como yo sabía, la industria y los transportes de México se movían principalmente con productos del petróleo y que la huelga, de prolongarse algunos días más, tendría la consecuencia de paralizar la economía nacional; que en vista de la intransigencia de las compañías para negociar, no le quedaba más remedio que expropiar los bienes de las compañías petroleras en su integridad, y que ya había dado instrucciones a la Secretaría de Economía Nacional para que se preparasen los efectos correspondientes.
Llegamos a Palacio, y en el salón de Consejo de la Presidencia de la República el señor general Cárdenas me dio la palabra para exponer lo que habíamos hablado en nuestro paseo por el Bosque de Chapultepec. Todos los ministros aprobaron la resolución tomada, y el decreto de expropiación fue firmado ahí mismo por el señor Presidente y refrendado por el señor don Efraín Buenrostro, secretario de Economía Nacional, y por mí, en mi carácter de secretario de Hacienda.
En ese momento, 18 de marzo a la tarde, eran por lo menos tres los secretarios de Estado al tanto de la decisión del Presidente: uno, el general Múgica, con quien la discutió el 9 de marzo y a quien encargó al día siguiente preparar el manifiesto a la nación que sería leído esa noche; los otros dos, informados ese 18 de marzo con anterioridad a la reunión de gabinete, el secretario de Hacienda, Eduardo Suárez, encargado de presentar el informe en dicha reunión, y el secretario de Economía, Efraín Buenrostro, encargado de preparar las medidas administrativas. Parece lógico suponer que a esa altura el secretario de la Defensa Nacional, Manuel Ávila Camacho, también estaba al tanto de la decisión que Cárdenas comunicaría en esa reunión.
El viernes 18 de marzo Cárdenas anotó en sus Apuntes estas pocas líneas:
En el acuerdo colectivo celebrado hoy a las 20 horas comuniqué al Gabinete que se aplicará la ley de expropiación a los bienes de las compañías petroleras por su actitud rebelde, habiendo sido aprobada la decisión del Ejecutivo Federal.
A las 22 horas di a conocer por radio a toda la Nación el paso dado por el Gobierno en defensa de su soberanía, reintegrando a su dominio la riqueza petrolera que el capital imperialista ha venido aprovechando para mantener al país dentro de una situación humillante.
Cárdenas no registra discusión alguna en esa reunión: simplemente, poco antes de leer el manifiesto redactado por Múgica, comunicó al gabinete que sería aplicada la ley de expropiación y su decisión fue aprobada. El decreto de expropiación fue redactado mientras el Presidente leía el mensaje a la nación. En su formulación participaron el secretario particular del Presidente, Raúl Castellano el secretario de Hacienda, Eduardo Suárez, el jefe del Departamento del Trabajo, Antonio Villalobos, y el consejero de la Presidencia, Enrique Calderón.
* * *
Era viernes en la noche. El Presidente mexicano había ganado un fin de semana de ventaja. En sus cálculos entraba la sorpresa, y por lo tanto una respuesta más lenta que lo necesario de la otra parte. El anuncio, en efecto, tomó desprevenidos a los corresponsales extranjeros, a las embajadas y a los gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña. Betty Kirk, corresponsal de The Christian Science Monitor, lo refería pocos años después:
La noche de las expropiaciones agarró durmiendo a los corresponsales extranjeros. Habíamos vivido semanas de intenso trabajo informando, hecho por hecho, el gran juego del Capital Extranjero versus México. Habíamos cubierto las huelgas, las manifestaciones obreras, las decisiones de la Suprema Corte, el desafío y las amenazas de las compañías, la audacia coherente del Presidente. Pero a las seis de la tarde del 18 de marzo de 1938, pensamos que el juego estaba concluido cuando las compañías sacaron un último viraje y aceptaron pagar los 26 millones de pesos de aumento decretados por los tribunales. Esto era una aplastante victoria para el gobierno, que registramos en nuestros despachos, y luego, distendidos, nos fuimos a jugar.
Algunos fueron al cine, otros a su casa, pero la mayoría de nuestro grupo tenía un coctel de despedida ofrecido por Mig y Sheldon Tower en la terraza del Hotel Majestic. No sé quién tuvo primero la noticia, pero recuerdo vívidamente que Johnny McKnight, de la Asociated Press, abandonó la fiesta misteriosamente después de una llamada desde su oficina. Eran unos minutos después de las diez. A las diez el presidente Cárdenas había anunciado por radio que su gobierno estaba expropiando a las empresas por necesidad nacional. La política de apaciguamiento por parte del capital extranjero había llegado demasiado tarde.
* * *
En su autobiografía Josephus Daniels, el embajador de Estados Unidos, dice que se enteró de la expropiación a través de los corresponsales extranjeros:
Estaba yo sentado en mi estudio en la embajada en la tarde del 18 de marzo de 1938, cuando representantes de la prensa estadounidense y mexicana llegaron a la embajada y pidieron verme. Estaban excitados y sorprendidos, y yo también quedé sorprendido cuando me dijeron que esa misma tarde, momentos antes, el Presidente Cárdenas había anunciado por radio un decreto expropiando las propiedades de las compañías petroleras estadounidenses y británicas en la República, acusándolas de conspiración contra México.
Las memorias de Daniels, salvo en el elemento sorpresa, no coinciden exactamente con los recuerdos de Bobbie MacVeagh, empleada de la embajada y esposa del segundo secretario, John MacVeagh. En marzo de 1946, antes de que Daniels publicara sus memorias, Bobbie MacVeagh le envió una extensa carta recordando lo que pasó en la Embajada en los días de la expropiación petrolera. En las últimas horas de una tarde, escribe Bobbie, su esposo Jack respondió al teléfono y, con cierta sorpresa,
escuchó decir a Jim Stewart, el cónsul general: Por favor, enciendan la radio y díganme qué está pasando. Una de mis empleadas consulares me acaba de telefonear que encendió su radio y escuchó al Presidente Cárdenas expropiar las compañías petroleras. Yo no tengo radio pero sé que ustedes tienen. Enciéndanlo. Jack corrió a hacerlo y, por supuesto, el Presidente Cárdenas estaba pronunciando un discurso anunciando la expropiación de las compañías petroleras.
Jack rápidamente telefoneó al embajador Daniels y le dijo que encendiera su radio en tal número del dial, sin tener en cuenta el hecho de que el señor Daniels hablaba poco español y que Cárdenas estaba casi al final de su discurso.
El señor Daniels, sin embargo, sintonizó justo a tiempo para escuchar la totalidad de la excelente traducción inglesa del discurso del Presidente Cárdenas que el gobierno mexicano había tenido la buena idea de ofrecer. Este fue el primer conocimiento que tuvo la embajada de que la suerte realmente estaba echada, y yo siempre he pensado que esa empleada consular merecía una medalla por su devoción a la radio en ese momento.
La versión del embajador aparece más elaborada y oficial –dice que estaba en su oficina cuando llegó la noticia–, pero el que coincide con el testimonio de la periodista Betty Kirk es el relato vívido y coloquial de Bobbie MacVeagh. Éste se corresponde, además, con el texto del cable urgente que esa misma noche el embajador envió al Departamento de Estado para informar sobre la expropiación:
El propio Presidente Cárdenas dio a conocer esta noche una declaración, que también fue difundida por radio en inglés, analizando el impasse en la controversia petrolera e indicando que las propiedades petroleras serán incautadas bajo la ley de expropiación. Todavía no se ha publicado el decreto pero se espera esta noche o mañana. Mañana a la una se realizará una reunión extraordinaria del bloque del Partido Nacional Revolucionario en el Congreso. Daniels.
De Ciudad de México. Sin fecha. Recibido 19 marzo 1938, 02:53 a.m.
* * *
Cuatro horas después, a las siete de la mañana de ese sábado 19 de marzo, llegaba un escueto telegrama de respuesta del Departamento de Estado a Daniels. Preguntaba si las compañías tenían plazo para apelar y pedía que en la información sucesiva se tomara en cuenta la posibilidad de actividades alemanas, italianas o japonesas, tales como negociaciones para comprar petróleo.
En esa primerísima reacción, tal como lo habían previsto diez días antes Cárdenas y Múgica, la preocupación del Departamento de Estado en Washington era ubicar las consecuencias de la medida mexicana dentro de la situación internacional. Hilando más fino el significado de esa reacción, es posible imaginar que la mentalidad de los funcionarios de Estados Unidos se resistía a aceptar la posibilidad de que el gobierno de un país como México se hubiera lanzado solo a la aventura expropiatoria sin tener previas seguridades de alguna otra gran potencia. De uno u otro modo, la pregunta era lógica.
Ese sábado 19 de marzo Josephus Daniels envió sucesivos telegramas al Departamento de Estado informando sobre los antecedentes y el desarrollo de la situación. El domingo 20 de marzo a las 13 horas, en respuesta a las preguntas de Washington del día anterior, telegrafió:
En mi opinión, la medida en que el Presidente y el gobierno se han comprometido al hacer esta expropiación prácticamente elimina la probabilidad de un arreglo en el futuro cercano. Las compañías sienten que la única posibilidad de arreglo sería si la expropiación de sus propiedades por el gobierno condujera a una quiebra económica tan seria que el Poder Ejecutivo de este gobierno cambiara de manos. Esto último no parece probable.
El domingo 20 de marzo Josephus Daniels dio una conferencia de prensa. Según refiere Bobbie MacVeagh:
Los periodistas volaron desde Estados Unidos para engrosar las filas de los corresponsales permanentes y se le pidió al embajador Daniels que diera una entrevista a la prensa. Al hacerlo deduzco que se esforzó por tomar la situación en la forma más calmada posible. Su actitud probablemente fue un tanto malentendida por periodistas ansiosos de encabezados llamativos y esto, combinado con la conocida simpatía del señor Daniels por México, llevó a los reporteros a describir al embajador como si simpatizara con la acción de Cárdenas.
* * *
Esos periodistas, en efecto, esperaban del embajador una declaración de enérgica condena a la expropiación. No la hubo. Al día siguiente, The New York Times tituló la información de su corresponsal Frank Klukhohn: “Embajador dice que México agarró a Estados Unidos dormido –Daniels declara que el Departamento de Estado no sabía de las expropiaciones– Un rayo en cielo sereno”:
El embajador Josephus Daniels afirmó que a Estados Unidos lo había agarrado completamente dormido el plan del gobierno mexicano para expropiar las compañías petroleras extranjeras. Preguntado si era correcta la impresión mexicana de que Washington había aceptado de antemano la expropiación, el señor Daniels respondió: Ni el Presidente Roosevelt ni el secretario de Estado Cordell Hull ni yo sabíamos sobre la expropiación. La impresión general aquí era que habría una incautación (receivership) por parte del gobierno. La expropiación fue un rayo en cielo sereno.
Mientras tanto, por instrucciones del gobierno los trabajadores y el sindicato estaban tomando las instalaciones a su cargo en todos los campos y oficinas petroleras. Pese a algunos primeros informes alarmistas y a ciertas inevitables fricciones, la operación se desarrolló con calma y diligencia. Los estadounidenses y extranjeros en general han encomiado mucho el trato que recibieron de los trabajadores en relación con su partida y el retiro de sus efectos personales, informó uno de los funcionarios de la Huasteca Petroleum al cónsul de Estados Unidos en Tampico.

Tuesday, March 17, 2015

Aristegui y la desesperación de los mediocres



Víctor M. Toledo

“No se dan cuenta de que no se dan cuenta… de que no se dan cuenta, de que no se dan cuenta, de que no…” Cada día que pasa los que encabezan la élite política y económica que domina en México agregan una nueva cuenta al collar de su inconciencia, una perla más a su esquizofrénica incapacidad para reconocer la realidad. No se dan cuenta de que con sus actos van modelando y haciendo realidad los personajes supuestamente ficticios de la sátira cinematográfica La dictadura perfecta. Ya no se trata de actos calculados de una política opresiva o de gestos autoritarios pero pensados, sino de meras reacciones que nacen de un mundo de seres humanos disminuidos. Ello abre una nueva puerta para explorar otra dimensión de la crisis nacional. No se trata solamente de la corrupción, de la complicidad entre el Estado y el capital, de la ignorancia y el autoritarismo, de la ausencia de cultura política o del eterno desdén mexicano.
Con sus actos descubrimos que estamos en las manos de seres mediocres, soberbios y, casi por lógica elemental, corruptos. Son los enanos del poder. Los mediocres se creen poderosos, imbatibles y perfectos. Cada mañana que se miran al espejo inventan una fantasía en torno a su persona. Acostumbrados hora tras hora a lamer los pies a los de arriba, ahora que están en la cumbre quienes los rodean, todos y todas les rinden una pleitesía que es absoluta y permanente. Se trata de una tradición patológica entre los que hoy detentan el poder. Ello explica por qué el Presidente de México es incapaz de salir de las jaulas de la adulación, sean empresariales, militares, sindicales o partidistas. Esta desconexión con la realidad los lleva finalmente a sobrevalorarse y, en consecuencia, se vuelven incapaces de reconocer la verdadera estatura de los otros. Su complejo de inferioridad oculto tras el poder adquirido los vuelve soberbios, pero también temerosos, timoratos e impotentes, y es lo que tarde o temprano los lleva al fracaso.
Y entonces no se dan cuenta. Sólo a un mediocre se le ocurre enfrentarse y desafiar al papa Francisco, al presidente de Uruguay, que es hoy por hoy el político más respetado del planeta, a los multilaureados cineastas Alfonso Cuarón y Alejandro González Iñárritu, además de encarcelar al doctor Manuel Mireles, el mexicano que más ha arriesgado la vida por sacar al país de su pantano. No se dan cuenta de que su poder, sea político o económico, no mengua las opiniones de quienes son figuras reconocidas en la escala nacional e internacional por su liderazgo moral, su talento artístico, su filosofía y congruencia o su prestigio periodístico. Y tan no se dan cuenta que hoy se han lanzado contra Carmen Aristegui, ícono del periodismo crítico a escala internacional. El nuevo intento burdo y soez por silenciarla obedece a ese patrón. Sólo a unos mediocres como los de MVS (¿Mentiras Visuales para la Sociedad?) se les ocurre correr a una gigante de la comunicación, a quien siguen 4.6 millones en Facebook y 3.52 millones en Twitter. Como sucedió con el Excélsior de Julio Scherer, el equipo de investigación periodística de Carmen Aristegui re-surgirá con más fuerza y libertad (no resulta descabellada la construcción de un medio radiofónico de alcance nacional por Méxicoleaks).
¿Qué les sucede a los mediocres? Sucede que esta casta que domina ya no es autosostenible: es anacrónica, torpe y disfuncional. Su sectarismo los hunde: los mediocres siempre se rodean de mediocres; forman cofradías de cómplices, tribus de corruptos, clubes de imbéciles, sectas que repelen a los inteligentes, a los honestos y a los justos. El país que toleró, resistió y padeció a los mediocres ya no existe. Hoy lo que la mayoría de los mexicanos exige es la modernización de la política, de la sociedad, de las empresas y de las instituciones. Es decir, inteligencia más decencia. Y esto se observa en todos los ámbitos, en todas las dimensiones sociales y en todas las regiones geográficas.
La desesperación de los mediocres del poder proviene de la insurgencia ciudadana que brota en las ciudades, en los medios, en los centros donde se crea el conocimiento, la información, los negocios, los servicios y la cultura. Todo lo cual se suma a los movimientos sociales de resistencia que avanzan en cada estado: Guerrero, Chiapas, Oaxaca, Michoacán, pero también Chihuahua (frente cívico), Sonora (movimiento unificado), Morelos (60 comunidades organizadas) o Puebla (98 comunidades articuladas y frente de resistencia en la capital).
Los mediocres temen un descalabro gigante en lo electoral y una pérdida de control de amplios territorios del país. Los mediocres pronto tendrán que irse. Tienen los días contados.


Monday, March 16, 2015

Cesa MVS relación laboral con la periodista Carmen Aristegui

No podemos aceptar condicionamientos ni ultimatutos, señala...
 
Periódico La Jornada
Lunes 16 de marzo de 2015, p. 9
Ayer por la noche, MVS Radio dio por terminada su relación de trabajo con la periodista Carmen Aristegui Flores e informó que la empresa no aceptó el ultimato de la conductora que fijó como condición para resolver el problema que enfrentamos: la reinstalación de Irving Huerta y Daniel Lizárraga, éste último coordinador de la Unidad de Investigaciones Especiales, quienes fueron separados de la empresa el pasado jueves.
En un comunicado en su portal, la empresa informó de la terminación de su relación de trabajo con Aristegui, y subrayó que los colaboradores fueron separados de sus cargos por haber comprometido el nombre de MVS, sin contar con facultades para ello y sin haberlo consultado previamente con la administración.
Agregó que lamenta la posición de la conductora, “pero como empresa no podemos aceptar condicionamientos y el ultimato de nuestros colaboradores. El diálogo no se atiende imponiendo condiciones, sino escuchando a las partes y tratando de alcanzar acuerdos”.
La empresa sostiene que en MVS Radio “trabajamos en equipo. La cultura de nuestra organización gira en torno a ese concepto, por lo que las actitudes individualistas no tienen cabida en nuestro proyecto. No podemos permitir que alguno de nuestros colaboradores pretenda privilegios en menoscabo de sus compañeros, y mucho menos que se pretenda imponer a la administración condiciones y ultimatos”.
Subraya el comunicado que la libertad de expresión se ejerce cabalmente en MVS Radio, tal y como ha quedado demostrado en el caso particular de Carmen Aristegui.
Luego que se difundió el comunicado de MVS Radio en su portal, elombudsman de la audiencia de noticias de esa radiofifusora, Gabriel Sosa Plata, tuiteó cuatro mensajes:
“Como ombudsman MVS veo con preocupación y molestia que las miles de peticiones de los radioescuchas no fueron escuchadas ni atendidas”. En el segundo mensaje destacó: Es una noche triste para el periodismo y la libertad de expresión. Por más que convocamos al diálogo, imperó la cerrazón.
En un tercer mensaje, el ombudsman escribió: Las condiciones impuestas a la periodista eran simplemente inaceptables por dignidad profesional y por cambio unilateral a su contrato. En el último tuitaseveró: “La audiencia de @NoticiasMVS tienen razón de estar molesta porque en este diferendo fue ignorado totalmente”.
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La conductoria había propuesto la reinstalación de los dos reporteros de su equipo despedidos la vísperaFoto Marco Peláez
En otro momento, ayer por la tarde, el mismo ombudsman había informado que los lineamientos que MVS Radio aplicará desde el lunes 16 de marzo modifican unilateralmente las condiciones del contrato y acuerdo firmado el primero de enero de 1999 con la periodista Carmen Aristegui y no son producto de una acción consensuada.
En un posicionamiento dado a conocer este domingo, el defensor reconoce el derecho de la empresa a hacer públicos los lineamientos a los que se sujetarán sus conductores de noticias, al considerar que se trata de una práctica que abona a la transparencia de la relación entre la empresa y los periodistas.
Sin embargo, advierte que la defensoría no fue consultada para emitir opinión previa sobre tales lineamientos.
Del análisis de esos lineamientos, Sosa Plata concluye que se estáfrente a una decisión de empresa de llevar directamente, a través del director de Noticias MVS, la agenda informativa de los noticiarios, coordinar la unidad de investigaciones especiales (que estaba bajo la dirección de la periodista Carmen Aristegui) y nombrar (en conjunto con los conductores) a sus colaboradores.
También señala que la decisión empresarial implica “modificar segmentos, mesas de debate, participación de comentaristas o secciones con base en los estudios de empresas especializadas, insertar libremente contenidos en las emisiones (sin acuerdo con los conductores), prescindir de los corresponsales extranjeros ‘para optimizar recursos financieros’ (lo que tendrá implicaciones en la calidad de la información internacional que se ofrece a la audiencia) y ordenar la transmisión de los noticiarios desde cualquier localidad que se indique”.
Resalta el derecho de la empresa a establecer las normas de la relación con sus empleados, siempre y cuando dichas reglas no violen la ley ni los derechos fundamentales de los contratados.
Al respecto, menciona las condiciones de contratación de Carmen Aristegui, “en cuyo Anexo B ‘sobre política editorial y reglas de conducta ética’, se establece una serie de lineamientos, entre los cuales destaca que ‘los titulares de cada una de las emisiones serán responsables finales del contenido y dinámica de sus espacios’, quienes ‘desarrollarán su tarea en un pleno ejercicio de libertad de expresión’”, por lo que los nuevos lineamientos estarían contraviniendo al contrato firmado en 1999.

Friday, March 13, 2015

UN PRESIDENTE COMO LOS DE ANTES


Soledad Loaeza

La firme determinación del presidente Enrique Peña Nieto de insertar a un magistrado de su preferencia en la Suprema Corte de Justicia representa más de 10 pasos atrás en el proceso de cambio político. El Presidente les ha hecho la tarea doblemente difícil a quienes insisten en defender su supuesto ánimo reformista, pues tendrán que encontrar nuevos argumentos para convencernos de que estamos ante un presidente transformador. Lo que se rehúsa Peña Nieto a cambiar es la forma autoritaria de ejercer el poder que era característica del México del siglo XX.
La actuación presidencial en este asunto de renovación del Poder Judicial es sorprendente en primer lugar porque no corresponde a los tiempos que estamos viviendo. En este mundo de crueles encuestas de opinión, politización extrema de amplios segmentos de las clases medias, rabiosos editorialistas, comunicadores verbalmente incontinentes, aceptada irreverencia, redes sociales, jóvenes y brillantes mentes analíticas, Enrique Peña Nieto se da el lujo de actuar de espaldas a la opinión y de frente a su soberbia. Pocos ejemplos hay en la historia de tal arrogancia presidencial.
Lo que está en juego en la designación que hizo el Presidente es la independencia del Poder Judicial, y el papel que debe jugar como contrapeso al Poder Ejecutivo. Pocos se atreverían a apostar a que en caso de controversia entre los poderes, el flamante magistrado votará en contra de su buen amigo Enrique Peña Nieto. La función del Poder Judicial está comprometida, así como la reputación de magistrados pundonorosos que ahora han quedado empaquetados en la arbitrariedad presidencial. Una de las consecuencias más desastrosas de este lamentable proceso es que el presidente Peña Nieto ha extendido el descrédito que aqueja a su gobierno, ahora al Poder Judicial, y además ha agravado la debilidad del Senado, que aparece como en el pasado autoritario, un simple instrumento de la voluntad presidencial.
Enrique Peña Nieto sabe que el poder presidencial es formidable y así lo utiliza, pero tendría que recordar que el peso de ese poder sirve no sólo para construir, o reformar que dirían algunos, sino también para destruir. Y todo sugiere que el nombramiento de Medina Mora ha tenido un impacto destructivo cuyo alcance todavía no podemos medir. Me pregunto si acaso el Presidente ha calculado los riesgos que entrañan decisiones que generan tal resentimiento público, porque lo que hace y lo que dice no sólo irrita a una opinión que reclama su derecho a ser escuchada, sino que socava la confianza pública en su gobierno y en las instituciones. La forma en que Enrique Peña Nieto impuso a su magistrado, en medio de una amplia protesta, es reveladora de lo que piensa de los ciudadanos, y por eso es comparable a un presidente de mucho antes de la transición democrática, de unos tiempos en que los funcionarios que sólo respondían de sus acciones ante algo tan lejano y nebuloso como puede ser la historia o el juicio final.
Eduardo Medina Mora se ha defendido con el argumento, utilizado por muchos panistas en su momento, de que cuando fue procurador él no era responsable de problemas generales del país: la debilidad institucional y estructural, la descomposición (no nos dice de qué, pero seguramente espera que los panistas le completen la frase). Y sostiene que contribuyó a resolver esos problemas, pero todos los demás pensamos que quizá los agravó. Como si no supiera que cuando una cree lo opuesto de lo que la mayoría piensa, entonces una se pregunta si acaso no está equivocada. Pero a Eduardo Medina Mora no parecen conmoverle 52 mil firmas que cuestionan su nombramiento –que no elección, porque ya sabemos que los priístas no eligen, sólo ejecutan las decisiones del Presidente–. Tantas firmas en un país donde las peticiones de esa naturaleza tienen un eco limitado tendrían que haber frenado a Medina Mora: por lo menos tendría que haberse detenido a hacer un examen de conciencia, como los que recomendaba Tomás de Kempis. Aunque me imagino que ahora el beato Kempis estará muy contento de que la Corte vuelva a ser refugio de católicos enemigos del laicismo y defensores de la tradición y del derecho a la vida.
Si Medina Mora hubiera retirado su candidatura hubiera sido muy generoso con su ofuscado amigo que ha perdido de vista los límites de su autoridad. En su juramento como magistrado dijo que se comprometía a demostrar que México puede ser un país de leyes. Conste que dijo puede ser, no es. A la mejor de esa manera reconoció lo que su nombramiento es.

La realidad se escribe con otras letras

Eduardo Galeano 


Román Cortázar Aranda



MATERIAL EXCLUSIVO WEB

El año pasado Juan Gelman, muerto hace poco, publicó Hoy,su último libro. Ahí le dedica un poema a su amigo Eduardo Galeano. Las afinidades entre ambos son indudables. Se reconocieron siempre en la militancia política pero lo mismo puede decirse de sus ideas del arte y la literatura. A partir de octubre de 1973, los números de la legendaria revista Crisis, que dirigía Galeano, salieron con Gelman como secretario de redacción. Aunque es muy de Galeano el enfoque que en sus páginas se le da a la cultura, no le es exclusivo su centro de gravedad: las ideas, las artes y la crítica girando alrededor de la memoria. El carácter de la revista era el carácter de sus hacedores. Ernesto Sábato los definió como “una dirección marxista”. Pero la verdad es que su hostilidad hacia la realidad no provenía sino de una moral y una pasión. Crisis no se preocupó sino por expresar nuestra cultura. Su verdadero culto. Hace no tanto, Gelman me confió que valdría la pena situar a Galeano: “su literatura demuestra que él nunca estuvo encerrado en la literatura”. Y también que un soplo poético recorre su obra. Hay que decirlo: antes sus libros la crítica ha cerrado los ojos. Poco se salva. De ahí estas páginas.
Es bastante absurdo que me ponga yo aquí a hablar de que los escritores no tienen rostro porque su obra es su rostro. Y sin embargo, al poner manos a la obra, van apareciendo las facciones de un Galeano que siempre dudó de la realidad, que no se propone tanto conquistar lo asombroso como descubrir el mundo que las apariencias esconden. Quiere ir a sus huesos. Una cosa sabemos: el lenguaje poético es más que armadura. Su función es simultánea: vistiendo desviste. Pero ¿qué? No sería pretencioso decir que la vida. Creo que fue Tomás Segovia quien dijo que si la poesía no ayuda a vivir entonces es indigna de mí y no vale la pena. Poesía y pensamiento. La obra de Galeano es indivisible. Para entender este lenguaje debemos entrar en la corriente que lo circula. Cada fragmento es alusión de una secreta totalidad y reacción a lo que está enfrente. En apariencia, cuenta lo que vio y vivió, y lo reduce a su imagen, sin embargo, la extrañeza del mundo no es invención del autor: es imagen de la realidad. Composiciones que son, simultáneamente, descomposiciones y recomposiciones.

LAS VENAS ABIERTAS DE EDUARDO GALEANO
La poesía mueve hacia lo desconocido porque entabla un diálogo con el mundo. El íntimo deslumbramiento lleva a la revelación y a la comunión. En realidad, parece que esto lo supo Galeano siempre. En 1976, cuando su nombre fue incluido en la lista del escuadrón de la muerte y se exilió en España, su palabra cobró plena significación; o más exactamente: para vivir de veras la vida debió afirmar el nosotros. Ante la bancarrota de la libertad, enDefensa de la palabra, Galeano anotó: “Uno escribe a partir de una necesidad de comunicación y de comunión con los demás, para denunciar lo que duele y compartir lo que da alegría. Uno escribe contra la propia soledad y la soledad de los otros. Uno supone que la literatura transmite conocimiento y actúa sobre el lenguaje y la conducta de quien la recibe; que nos ayuda a conocernos mejor para salvarnos juntos”. Antonio Machado se dio cuenta de que el poeta moderno se canta a sí mismo porque no encuentra temas de comunión. Pero la obra de Galeano ofrece una vía: desemboca en la historia.
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Eduardo Galeano
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El libro que le dio fama a Galeano fue un ensayo, testimonio de su disidencia. No es extraño que la poesía lo haya provocado. La llamo poesía porque, como bien lo señaló Octavio Paz, ella cristaliza en situaciones extremas: una, de soledad; otra, de comunión. La actitud de Las venas abiertas de América Latina puede reducirse a la postura de su autor frente a la realidad. Se acerca la hora del cambio. “La causa nacional latinoamericana es, ante todo, una causa social: para que América Latina pueda renacer de nuevo, habrá que empezar por derribar a sus dueños, país por país. Se abren tiempos de rebelión y de cambio. Hay quienes creen que el destino descansa en las rodillas de los dioses, pero la verdad es que trabaja, como un desafío candente, sobre las conciencias de los hombres”. En el interior de cada palabra lo más importante no es lo dicho sino lo que siempre está a punto de decirse. Así los significados reverberan. Creo que ésta es la clave para entender la fuerza vital que se pasea por Las venas abiertas de América Latina. La rebelión, íntima discordia, llaga incurable, lleva a la revolución, los otros que somos nosotros. No obstante, para convivir con la otredad hay que vivir el amor, y viceversa. El amor, su densidad, nos descubre la forma más alta de la libertad. Motor de la subversión, es un punto de partida, peligroso y radical. Y así se inicia una vasta transformación de la realidad. Hernández, arrasado por relámpagos, lo pone en claro en un emotivo poema: Después del amor. El final enciende, con su vibrante factura, el rescoldo de la proximidad escondida: “Después del amor, la tierra. / Después de la tierra, todo”. Pues bien, si el ser humano, alzado sobre sus rodillas de humo y sitiado por el sí mismo, no puede transformar su propio monólogo, aturdido por el desamor, el resultado es el silencio y la conciencia se disuelve en el aire.
La obra de Galeano es una exploración. Acerca su oído a las historias que caminan en la espalda de la historia. No le preocupa sino contarlas. Costumbre de poeta: anda a la caza de nuevos significados.
Rodeada por los vencedores, Elisa cava con sus uñas una fosa para Solano López.
Ya no suenan los clarines, ni silban las balas, ni estallan las granadas. Las moscas acribillan la cara del mariscal y le acometen el cuerpo abierto, pero Elisa no ve más que niebla roja. Mientras abre la tierra a manotazos, ella insulta a ese maldito día; y se demora el sol en el horizonte porque el día no se atreve a retirarse antes de que ella termine de maldecirlo.
Esta irlandesa de pelo dorado, que ha peleado al mando de columnas armadas de azadas y palos, ha sido la más implacable consejera de López. Anoche, al cabo de dieciséis años y cuatro hijos, él le dijo por primera vez que la quería.
Este texto sobre Elisa Lynch, como tantos otros, pretende resolver la oposición entre historia y poesía, hecho y mito. Quiere redimir el lenguaje para que no se estrelle en la nada. Según Ricoeur ficción es, en el fondo, hecho. Fingir es hacer. El mundo de la ficción es ―¿por qué no?― el mundo de los hechos. No siempre su escapatoria. El más allá también está más acá: es memoria de los hechos. Esto lo tenía presente García Márquez cuando observó que en América Latina y el Caribe los artistas han tenido que inventar muy poco, su tarea ha sido otra: hacer creíble su realidad. Galeano no se resigna a la palabra sin ojos en la nuca. Porque sin historia la poesía no podrá cantar para trasmutarla. Es natural que, ante el quehacer despótico de los hechos y la injusticia del orden imperante, la actividad poética, para no degradarse hasta los andrajos, hurgue en las catacumbas del orden. Conmovedora traición: se reconcilia con lo intocable. Es decir, tropieza consigo misma. Rebelde, acumula fuerzas en el subsuelo de la historia. Su corazón espera, como escribió Machado, “otro milagro de la primavera”. En 1980 Galeano escribió Diez errores o mentiras frecuentes sobre literatura y cultura en América Latina. Este ensayo prolonga aquél de 1976. Vistos de cerca, ambos constituyen un manifiesto. Mientras que el primero se inclina por una literatura que enciende conciencias y revela la realidad bajo palabra, el segundo tiene un proyecto: la conciencia de las palabras, con todos sus esplendores y rarezas, lleva a la conciencia de uno mismo.
A la palabra prendida de este vértigo le brota un albor en medio de la tiniebla. Armado de la conciencia, con el sol en los labios, el poeta rehúsa las apariencias. Galeano expresa este estado: “Revelar la realidad no significa copiarla. Copiarla sería traicionarla, sobre todo en países como los nuestros, donde la realidad está enmascarada por un sistema que obliga a mentir para sobrevivir y que cotidianamente prohíbe llamar a las cosas por su nombre”. Liberación y sometimiento: la creación consiste en sacar a la luz la parte más secreta de nosotros mismos y, simultáneamente, someter la naturaleza a un orden que le es extraño. Esto lo sabía Aristóteles. Y también la crítica ―sobre todo literaria― que petrificó el dialecto de Aristóteles. Su filosofía, que explota principalmente la distinción entre el ser y los entes, fue degradada hasta una totalidad insoportable. Esta exageración culminó en su revisión. Según explica García Bacca en su introducción a la Poética, “imitar no significa ponerse a copiar un original”. La alteración de las causas eficiente y final por obra de la técnica pone a circular en el mundo nuevas entidades. Los entes son idiomas del ser. El oficio del poeta, al derramarse en lo visible y lo invisible, se encuentra fatalmente entre dos extremos: termina lo natural y empieza lo humano. El modelo del poeta es la realidad, pero no copia nada al pie de la letra. En rigor, la imitación es creación original. No es eso todo. En el espléndido Poesía de soledad y poesía de comunión, apogeo de su reflexión apasionada, Paz advierte que en nuestra época “la poesía no puede vivir dentro de lo que la sociedad capitalista llama sus ideales: las vidas de Shelley, Rimbaud, Baudelaire o Béquer son pruebas que ahorran todo razonamiento”. El porqué: la rebelión del poeta reniega de su mundo. Y el efecto es que “si hasta fines del siglo pasado Mallarmé ―por ejemplo― pudo crear su poesía fuera de la sociedad, ahora toda actividad poética, si lo es de verdad, tendrá que ir en contra de ella”. O sea: el yo, prisionero de las reglas del poder, se decide a derribarlo. Esta ambición no turba a los que Galeano llamó Pierre Cardin de las letras. Abogados de la “revolución de la sintaxis”, estos artistas dejan atrás la violencia de los significados: su propensión a la insumisión. Su palabra se vuelve disimulo y aceptación. El orden permanece intacto. Este tipo de escritor, apóstata de la poesía, sirve fielmente a la realidad. Es su parásito.