HOMILÍA DE FRAY RAÚL VERA LÓPEZ, O. P.
OBISPO DE SALTILLO
EN LA PEREGRINACIÓN DE LOS PRESBÍTEROS
Y LOS
SEMINARISTAS DE LA DIÓCESIS
AL SANTUARIO DE GUADALUPE
EN SALTILLO, COAH.
5 DE DICIEMBRE DEL 2014
Dios se está
manifestando en la voz de las víctimas
El Señor
Jesús, a aquellos dos ciegos que tenían confianza de que él les hiciera ver,
les abrió los ojos y vieron (Cf.Mt.9,27-31). Pero Él, que no quería aparecer
como un taumaturgo, es decir, un fabricante de milagros, les ordenó que no lo
dijeran a nadie, porque su principal tarea era realizar el encantador milagro
de la transformación total del hombre, interior y exterior, toda su persona, su
cuerpo y su alma, todo él. Él no vino a transformar a unas cuantas personas,
sino que vino para transformar a la entera familia humana; sin embargo, aquellas
personas que habían sido ciegas, difundieron por todas partes lo que Jesús
había hecho por ellas.
Esto está
sucediendo ahora. No se puede evitar que Jesús abra los ojos de sus hijas y sus
hijos. Algunos quisieran que permaneciéramos ciegos, que la gente creyera que
tiene que resignarse a la muerte provocada por injusticias; quisieran ver a un
pueblo resignado a padecer la impunidad; les gustaría que no se señalara la
corrupción. Esto es imposible porque, en primer lugar cuando creó Jesús junto
con su Padre Celestial y el Espíritu Santo el único Dios, al ser humano, lo
creó a su imagen y semejanza, lo que quiere decir que el hombre y la mujer
están dotados de inteligencia y voluntad y, aún cuando esa inteligencia y esa
voluntad se dañaron por el pecado, Jesús vino a perdonar ese pecado y a
introducir en el hombre la vida divina, porque Dios necesita del ser humano
para construir el mundo conforme a sus designios.
Esto es lo que
no quieren entender quienes están destruyendo el mundo, quienes están
destrozando a México:Que las ciudadanas y los ciudadanos siempre vamos a
reclamarles que nosotros queremos ser parte de la construcción de la historia
del bien y de la justicia. En este momento les resulta inaceptable el reclamo
del pueblo ante la serie de injusticias que han venido cometiendo, injusticias
del tamaño de la cometida por el Estado Mexicano en Iguala, Guerrero. Aquí en
Saltillo, y en Coahuila, conocemos de desaparecidos. Concretamente las personas
que vienen al Centro Diocesano para los Derechos Humanos Fray Juan de Larios,
saben y denuncian en dónde están implicados cuerpos policiacos, cuándo es
personal del ejército y cuándo son los grupos del crimen organizado, pero
también se dan cuenta de las complicidades entre los funcionarios públicos y
los criminales incrustados dentro del Gobierno u organizados como mafias a
través de cárteles, en la sociedad civil. Lo que arroja como resultado, la
impunidad en la que se mantienen las acciones criminales de las desapariciones
forzadas de muchos ciudadanos. Y esto es responsabilidad del Estado mexicano.
Ayotzinapa
puso de manifiesto situaciones criminales mantenidas por años en la impunidad
por todo el país
Lo que ha
pasado en Ayotzinapa, es que todo ha sido cometido bajo la luz pública. A esos
jóvenes normalistas se los llevó la policía públicamente y la gente sabe que el
municipio con su autoridad principal, su alcalde, el cuerpo de seguridad
pública y todo lo que está al servicio de aquel municipio, es parte del Estado
mexicano, pues el municipal es uno de los niveles que junto con el estatal y el
federal, constituye los tres niveles de Gobierno del Estado mexicano. Desde el
momento en que el alcalde los pone bajo un mando suyo, se hace responsable de
su desaparición, y por lo tantodebe ser considerado como crimen de Estado.
Ahora intentan
hacernos ver que los captores de los jóvenes de la Normal Rural eran unos
paramilitares al mando del Alcalde Abarca, intentando con esto decirnos que no
eran policías del municipio, sino un grupo armado particular del alcalde. Sabemos
que en los municipios y estados de la República, las autoridades están creando
grupos armados que llaman de reacción rápida, o algo parecido. El estado de Coahuila
tiene “oficialmente” a los Grupos de Armas y de Tácticas Especiales de Coahuila
(GATES) y en la pasada administración del municipio de Saltillo se creó a los Grupo
de Reacción Operativa Metropolitana de Saltillo (GROMS), que son grupos que funcionan
como parte del Estado para mantener la seguridad. Ambos grupos han sido
denunciadoscomo torturadores y asesinos, no sólo de migrantes y presos, sino de
la ciudadaníaen general. Todos entendemos que oficialmente son parte del Estado
de Coahuila, así que son instrumentos del Estado y punto.
Dios está
interviniendo en la historia y nuestra madre Santísima de Guadalupe dijo que iba
a estar al pendiente de nosotros. Con la ayuda de Dios que sostiene a sus hijas
e hijos, y con la luz que nos proporciona nuestra fe en la persona de Jesús, y en
el evangelio que Él predicó, podemos distinguir el bien del mal, mientras
permanecemos en esta tierra. Esto es lo que no quisieran que aconteciera
quienes desean permanecer en la oscuridad con sus crímenes. Por esa razón nos
quieren acallar cuando les reclamamos sus injusticias, su corrupción y su
impunidad. ¿Qué solución van a dar? Ya lo escuchamos en estos días en palabras
del propio presidente Peña Nieto:Más represión todavía.
Al leer al
profeta Isaías les decimos a partir de nuestra fe, que ya basta con sus
crímenes, que ya basta con su corrupción, que ya basta con su impunidad; pero
no solamente les decimos eso, sino que les anunciamos con el evangelio lo que
dice Dios desde la antigüedad:
“Falta poco,
muy poco tiempo para que el Líbano se vuelva un vergel y el vergel parezca un
bosque; aquel día los sordos escucharán un libro y verán los ojos de los ciegos
libres de tinieblas, los humildes se alegrarán más y más en el Señor y los más
abandonados se regocijarán en el santo de Israel” (Is 29,17-19).
San Pablo, en
la Carta a los Romanos dice que el Espíritu Santo viene en ayuda de nosotros
para que conozcamos qué cosa debemos pedirle a Dios en nuestra oración (Cf. Rm
8,26-27). Nos preguntamos ¿Cómo viene en ayuda de nosotros el Espíritu Santo?
Para hacernos comprender desde el evangelio de Jesús, que para bien de todas y
todos en la sociedad, debe establecerse la paz, y que para mantenerla hemos de
vigilar que prevalezca la justicia en las relaciones humanas; pero si ésta
llega a faltar, debemos exigir a la autoridad pública el fortalecimiento de la
justicia, pues a todo el cuerpo político del Estado le compete el
establecimiento de la justicia y el derecho. Nosotros sabemos que Dios ha
venido iluminando a través de la historia al ser humano, por medio de
innumerables discípulas y discípulos de Cristo, y miles de personas adheridas a
los valores universales que rigen las relaciones humanas perdurables entre las
mujeres y los hombres de la sociedad, para que cada día encontremos la manera
más perfecta de establecer el derecho y la justicia, mediante la colaboración
de personas honestas, que surgen de la organización histórica de los mismos
pueblos y que son delegados por ellos para estar al frente como gobernantes
suyos.
Esto es lo que
quieren los malos gobernantes, que no veamos, que permanezcamos ciegos ante sus
fechorías, y por eso dicen que cuando reclamamos las injusticias, estamos
desestabilizando el país, que buscamos derrocar al gobierno. No, señor, lo que
quiere este pueblo es que se gobierne bien y si no quieren gobernar bien, pues
que se vayan.
La sorpresa
inaudita del actuar de Dios en la historia
Miremos más
adelante el texto de Isaías que se proclamó hace un momento:
“Porque se
acabarán los tiranos, desaparecerá el insolente, y serán extirpados los que
acechan para hacer el mal, los que con una palabra hacen condenar a un hombre,
los que tienden trampas al que actúa en un juicio, porque así nomás perjudican
al justo” (Is. 29,20-21).
Para entender
el sentido de este texto, importante para iluminar nuestra actuación cristiana
ante la grave situación por la que atraviesa México, hago referencia al final
del texto del profeta Isaías que se proclamó antes, y unas palabras de Jesús,
primero, ante sus discípulos durante la última cena y, después, ante Poncio
Pilato, durante el juicio con el que el procurador romano lo condenó a muerte.
Isaías dice: “Los
espíritus extraviados llegarán a entender y los inconformes aceptarán la
enseñanza” (Is 29,24).En este texto Dios anuncia por medio de su profeta que lo
que lleva a la reconciliación tanto de quien provoca las injusticias como de quien
se inconforma por ellas, es la verdad.La misma que rompe con el círculo vicioso
de la impunidad que lleva a que se multipliquen los crímenes del tirano. La
verdad saca del extravío por donde el tirano conduce a la sociedad, y lo obliga
a aceptar la responsabilidad de sus delitos. La verdad que rompe con la
impunidad, devuelve la tranquilidad a la sociedad que se había inconformado
contra la dictadura del tirano.
Jesús, ante
sus discípulos oró así por ellos a su Padre del cielo: “Conságralos en la
verdad, tu palabra es la verdad… Yo por ellos me consagro a mí mismo, para que
ellos también queden consagrados en la verdad” (Jn17,17.19). En este sentido,
la consagración significa entregarse totalmente por la verdad; Jesús murió por
la verdad, como si dijera ‘yo me consagro en sacrificio por la verdad’. Ante
Pilato, cuando éste insistía en preguntar si verdaderamente era rey, Jesús le
contestó: “Sí, como tú dices, soy Rey. Para esto he nacido y para esto he
venido al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad,
escucha mi voz”. Poncio Pilato estaba muy lejos de la verdad porque su interés
no era el bienestar de aquel pueblo, pues el pueblo al que se debería de
gobernar a nombre de sus amigos, de sus compañeros tiranos, tenía como interés
primordial explotar, exprimir y aplastar. Por eso, ante esta respuesta de
Jesús, Pilato le preguntó a Jesús “¿Y qué es la verdad?” (Cfr. Jn 18,32-38).
Jesús consagró su vida por la verdad, estaba siendo llevado al sacrificio
porque nunca negó la verdad que el Padre le ordenó enseñar, y sus discípulos,
por ese sacrificio suyo, quedamos consagrados a defender y difundir la verdad
que nos entregó en su evangelio. Con este propósito, durante la última cena de
Jesús con sus discípulos había pedido ante su Padre, refiriéndose a ellos: “Yo
me consagro a mí mismo, para que queden consagrados en la verdad”.
Desde entonces
el Espíritu Santo viene en nuestra ayuda como, dice San Pablo, para que
conozcamos la verdad de lo que debe ser una nación organizada en la justicia y
el derecho; de lo que debe ser un pueblo que vive con dignidad; una auténtica
manera de gobernar y un sistema económico justo. Es decir, el verdadero modo de
organizar el mundo. Esto es lo que nos enseña el evangelio, esto es lo que nos
enseña Dios y no se puede encerrar esa verdad en los templos. No podemos
nosotros sino permanecer en la verdad que nos enseñó Jesús, debemos
proclamarla, debemos organizarnos para vivirla.
Cuando dice
Isaías, los extraviados llegarán a entender, ¿Qué está anunciando el profeta?
Sin duda que esas palabras nos invitan a preguntarnos ¿Cómo vamos a anular el
poder destructor que tienen los corruptos? La primera respuesta que salta es: Por
medio de la justicia.Desgraciadamente ellos tienen un poder que resulta
nefasto, con la multiplicación de las injusticias ¿Cómo vamos a amarrar y a
destruir las mentiras que dicen? Por medio de la verdad que sale de nuestro
pueblo, por medio de la denuncia de nuestro pueblo y que debe ser escuchada en
los tribunales, donde debe haber juezas, jueces, ministras y ministros que
trabajen honestamente y que sean justos. Por eso qué importante es que se
denuncie en este momento la injusticia y la corrupción tan cínica que estamos
evidenciando. Resulta impresionante que esto haya empezado por medio de unos
jóvenes, así que no podemos dejarlos solos; no podemos olvidar a tantos jóvenes
que esperan un futuro mejor. Por otra parte, ¿Vamos a dejar que la infanciade
nuestro país viva en una Nación hecha polvo, y a merced de unos corruptos?
¿Cómo vamos a dejar solas a esas criaturas?. Dios nos llama por medio de las
personas más indefensas a restaurar esta Nación.
María de
Guadalupe, signo de esperanza e interpelación
También María
de Guadalupe nos vino a anunciar el evangelio del amor y la justicia, nos vino
a anunciar el evangelio de la verdad, y a San Juan Diego le pidió una
colaboración decidida con ella. No le admitió ninguna excusa, lo mandó regresar
a casa del Obispo para obtener de él lo que ella pedía -tener una casita donde
escuchar nuestros ruegos, nuestras aflicciones y lamentos-, por lo que le
ordenó que pusiera en ello “todo su empeño”. Tampoco hoy María nos admite
cobardías, ni perezas, y mucho menos indolencia. No quiere pastores que huyan y
se escondan frente a los lobos o peor todavía, que se asocien con los lobos por
medio del silencio cómplice ante la destrucción de su pueblo.
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