Tuesday, December 31, 2013

Los combates duraron 12 días; la lucha sigue


A 20 años de su levantamientoen Chiapas, los zapatistas resisten y se reinventan
Hermann Bellinghausen
Enviado
Periódico La Jornada
Martes 31 de diciembre de 2013, p. 36
San Cristóbal de Las Casas, Chis., 30 de diciembre.
Contra las versiones hoy renovadas, y escasamente cotejadas con la realidad, las comunidades autónomas zapatistas, sin ayuda gubernamental (al contrario, el gobierno mexicano responde a las demandas originales de dichos pueblos con una sostenida guerra de baja intensidad y desgaste), han logrado levantar un proceso de autogobierno, en el cual se fundaron decenas de nuevos poblados en las tierras recuperadas tras el levantamiento de 1994. Ellos, sumados a los más de mil pueblos que integran los municipios autónomos rebeldes, dan como saldo no más pobreza y marginación, como quisieran los agoreros del poder, sino regiones organizadas con sistemas propios y eficientes de educación, salud colectiva esencialmente de prevención, producción agrícola para la autosuficiencia, la comercialización independiente de café, miel y artesanías. Todo, fuera del consumismo inducido, la dependencia económica y el control político que implican, en Chiapas, los planes gubernamentales.
El estado experimentó luego de 1994 una virtual reforma agraria, con la apropiación de miles de hectáreas de lo que fueron ranchos y fincas que hoy están en manos de los pueblos mayas de la entidad. Se habla hasta de 700 mil hectáreas ocupadas por indígenas; la mayor parte, de hecho, beneficiaron a los que ni siquiera eran insurrectos. La influencia de la rebelión zapatista alcanzó y benefició también a los que se mantienen en los márgenes oficialistas y en ocasiones han servido para hostilizar, agredir y desplazar a los rebeldes y sus simpatizantes indígenas. Aunque negada sistemáticamente por las autoridades, la paramilitarización es un hecho constante, con implicaciones criminales e impunidad garantizada.
En Chiapas cambió la vida de los pueblos originarios
Concluye el mes de diciembre. A estas horas, 20 años atrás, centenares de comunidades mayas en el sureste mexicano se alistaban finalmente a levantarse en armas contra el que siempre han llamado mal gobierno, luego de años de preparación para la guerra de liberación nacional. Las familias choles, tzeltales, tojolabales, tzotziles, despedían a padres, hijos o hermanos milicianos. Los insurgentes, muchas mujeres, encabezarían la ruta desde la selva Lacandona, los Altos y la zona norte para ocupar simultáneamente varias ciudades la madrugada del fin de año. Y así amanecer en Altamirano derruyendo el reloj del ayuntamiento; en San Cristóbal de Las Casas, a la primera luz del día, los locales, los turistas y los primeros periodistas (Amado Avendaño Figueroa, director de Tiempo, el primero de todos) fueron a averiguar quiénes tomaron el palacio municipal y lo vaciaron, desde su balcón leyeron, en voz del comandante Felipe famosamente sin pasamontañas, la Declaración de la selva Lacandona del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), y dieron a conocer sus demandas. El subcomandante Marcos, único mestizo a la redonda, atrajo de inmediato la atención de los medios. De la oscuridad a la luz, todavía un poco lampareados, se vio que, fueran quienes fueran, estaban preparados para lo que vendría. Con el rostro cubierto, exigían para todos todo, nada para nosotros.
En Ocosingo los esperaba una batalla sangrienta al segundo día, y allí caería el mayor número de insurrectos, entre ellos el comandante Hugo, respetado dirigente tzeltal. Varios fueron ejecutados por el Ejército federal (el cual atacó procedente de Palenque) puestos bocabajo, con las manos amarradas atrás, pero la mayoría murieron en combate. El camino de las cañadas quedó sembrado de cadáveres de indígenas con el uniforme de un ejército campesino que redefiniría la idea de modernidad, según las clases dominantes. En las primeras horas corrió la creencia de que no eran mexicanos, que hablaban como extranjeros. Han de ser de Guatemala, dijeron los caxlanes cerrando sus casas por dentro. Casi demasiado fácil pareció la toma de Las Margaritas, donde los alzados enfrentaron a la policía; en esa acción cayó el subcomandante Pedro, y el mundo no lo conocería. Los pueblos de la cañada tojolabal lo cargaron de regreso y lo lloraron con todos los honores.
Salvo en Ocosingo, el repliegue de los alzados fue expedito, casi misterioso. Al dejar Las Margaritas, los insurrectos pasaron por el rancho del general, ex gobernador y terrateniente Absalón Castellanos Domínguez y se lo llevaron preso. Debía muchas vidas de indígenas y sería juzgado por sus crímenes. Y como en La vorágine, de José Eustasio Rivera, se los tragó la selva. O la montaña tzotzil de los Altos.
Creían las élites que al amanecer 1994 México estaría entrando al primer mundo como socio de dizque lujo de las potencias del norte. Con el campanazo de los aguafiestas indígenas en un lejano rincón de la patria, el país se encontró más bien ante una guerra casi inverosímil, de una elocuencia inédita a la que nadie pudo ser indiferente. Su ¡Ya basta! cambiaba las reglas del juego. Los medios acudieron en masa de todos los países. Había un nuevo jugador: los pueblos indígenas de México. Lo demás, reza la muletilla, es historia.
Veinte años después
Con ese estilo evaluador tan caro a los neoliberales, ahora les piden cuentas a los zapatistas: ¿a ver qué has hecho estos 20 años?, y les echan encima indicadores, inferencias equivocadas y mentiras malintencionadas. Tras cuatro lustros, cinco presidentes y ocho gobernadores oficiales, no se ha firmado la paz y por tanto sigue en pie la declaración de guerra. Las pláticas entre los rebeldes y las autoridades han sido pocas (y la última ocurrió hace 18 años). Los acuerdos logrados en San Andrés en 1996 fueron desconocidos al día siguiente por el gobierno federal que los había firmado, y desde entonces a los zapatistas se les ignora en los censos, se les cosifica en las encuestas, se les combate con violencia soterrada y cañonazos de dinero bajo el nombre de programas, los cuales nunca aceptan las comunidades que tras su insurrección se declararon en resistencia.
Los combates de enero duraron 12 días. Cientos de miles de personas (se habló del millón) salieron a las calles para pedir un alto el fuego. Desde entonces existe una tregua entre las partes, aunque violada repetidamente por el gobierno (destacan el 9 de febrero de 1995, con la ofensiva zedillista a traición sobre las comunidades, y el 10 de junio de 1998, con el ataque militar al municipio autónomo San Juan de la Libertad). La guerra del gobierno no se ha detenido un solo instante. Sus frentes son muchos y no necesariamente armados. Y sin embargo, en agosto de 1994 los zapatistas harían un pronunciamiento inédito al decir que eran un ejército que aspiraba a dejar de serlo. En los hechos, a diferencia del común de los movimientos insurreccionales de América Latina, se han embarcado en la construcción de un régimen autónomo, autosustentable aunque modesto, reivindican a las mujeres y no le deben a nadie. Han seguido la guerra sin disparar; ganaron paz y territorio, construyeron pueblos, municipios y cinco centros de gobierno, llamados caracoles, donde funcionan desde 2003 las originalísimas juntas de buen ­gobierno.
Llegados a 2014, los pueblos zapatistas se siguen reinventando, pues pueden hacerlo. Su resistencia fue ardua, han sufrido sin doblarse, y siguen amaneciendo para celebrar la vida. Una guerra como ninguna, ¿a poco no?

Las ideas por las que tacharon de marxista al Papa latinoamericano



                                                                                                                           
Hoy ùltimo dia del 2013.  Buena ocasión para hablar sobre el pensamiento econòmico del primer papa latinoamericano y jesuìta, el argentino Francisco, que afirmó que nunca fue de derecha y que no es marxista, aunque tampoco le molesta que el Tea Party de EE UU lo tilde de rojo. Los reproches de la derecha estadounidense contra el Papa surgieron hace un mes cuando Jorge Bergoglio difundió su Exhortación Apostòlica · “La Alegría del Evangelio” a toda la Iglesia católica y al mundo en general.
El contenido de este Documeno evidencia la experiencia de un hombre que ha nacido y crecido en un país que ha sufrido tantas crisis y una dictadura, en una Argentina como la de 2001, cuando él era arzobispo de Buenos Aires y el pueblo se levantaba ante la debacle política, económica y social.

 Aquí selecciono algunas frases intresantes de este Documento  que sobre economía vertió el Papa:

“Así como el mandamiento de ‘no matar’ pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir ‘no a una economía de la exclusión y la inequidad’. Esa economía mata”, escribe Francisco.
Porque pese a que los medios de comunicación se centran en hablar de la clase media y sus protestas, hay demasiados pobres que no llaman la atención con sus quejas.
“No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión”, dice Bergoglio.
“No se puede tolerar más que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre. Eso es inequidad. Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida”, dice el Papa.
 “Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar. Hemos dado inicio a la cultura del ‘descarte’ que, además, se promueve. Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y de la opresión, sino de algo nuevo: con la exclusión queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está en ella abajo, en la periferia, o sin poder, sino que se está fuera. Los excluidos no son ‘explotados’ sino desechos, ‘sobrantes’”, añade Francisco.
Como obispo de Roma ha denunciado siempre el trabajo esclavo vigente en este mundo.
 “En este contexto, algunos todavía defienden las teorías del ‘derrame’, que suponen que todo crecimiento económico, favorecido por la libertad de mercado, logra provocar por sí mismo mayor equidad e inclusión social en el mundo”, dice el pontífice.
 “Esta opinión (la del derrame), que jamás ha sido confirmada por los hechos, expresa una confianza burda e ingenua en la bondad de quienes detentan el poder económico y en los mecanismos sacralizados del sistema económico imperante. Mientras tanto, los excluidos siguen esperando. Para poder sostener un estilo de vida que excluye a otros, o para poder entusiasmarse con ese ideal egoísta, se ha desarrollado una globalización de la indiferencia.
Casi sin advertirlo, nos volvemos incapaces de compadecernos ante los clamores de los otros, ya no lloramos ante el drama de los demás ni nos interesa cuidarlos, como si todo fuera una responsabilidad ajena que no nos incumbe. La cultura del bienestar nos anestesia y perdemos la calma si el mercado ofrece algo que todavía no hemos comprado, mientras todas esas vidas truncadas por falta de posibilidades nos parecen un mero espectáculo que de ninguna manera nos altera”, afirma Francisco.
“Una de las causas de esta situación se encuentra en la relación que hemos establecido con el dinero, ya que aceptamos pacíficamente su predominio sobre nosotros y nuestras sociedades. Lacrisis financiera que atravesamos nos hace olvidar que en su origen hay una profunda crisis antropológica: ¡la negación de la primacía del ser humano! Hemos creado nuevos ídolos. La adoración del antiguo becerro de oro ha encontrado una versión nueva y despiadada en el fetichismo del dinero y en la dictadura de la economía sin un rostro y sin un objetivo verdaderamente humano.
La crisis mundial que afecta a las finanzas y a la economía pone de manifiesto sus desequilibrios y, sobre todo, la grave carencia de su orientación antropológica que reduce al ser humano a una sola de sus necesidades: el consumo”, critica el jefe de la Iglesia católica.
“Mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz. Este desequilibrio proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera”, observa Francisco.
“De ahí que nieguen el derecho de control de los Estados, encargados de velar por el bien común. Se instaura una nueva tiranía invisible, a veces virtual, que impone, de forma unilateral e implacable, sus leyes y sus reglas. Además, la deuda y sus intereses alejan a los países de las posibilidades viables de su economía y a los ciudadanos de su poder adquisitivo real”, relata el Papa.
“A todo ello se añade una corrupción ramificada y una evasión fiscal egoísta, que han asumido dimensiones mundiales”, diceBergoglio.
“El afán de poder y de tener no conoce límites. En este sistema, que tiende a fagocitarlo todo en orden a acrecentar beneficios, cualquier cosa que sea frágil, como el medio ambiente, queda indefensa ante los intereses del mercado divinizado, convertidos en regla absoluta”, añade el obispo de Roma.
El papa latinoamericano dice que “la ética suele ser mirada con cierto desprecio burlón” y “lleva a un Dios que espera una respuesta comprometida que está fuera de las categorías del mercado”.
Más adelante cita a Juan Crisóstomo, un santo del siglo IV: “Animo a los expertos financieros y a los gobernantes de los países a considerar las palabras de un sabio de la antigüedad: ‘No compartir con los pobres los propios bienes es robarles y quitarles la vida. No son nuestros los bienes que tenemos, sino suyos’”.
“Hoy en el mundo se reclama mayor seguridad. Pero hasta que no se reviertan la exclusión y la inequidad dentro de una sociedad y entre los distintos pueblos será imposible erradicar la violencia. Se acusa de la violencia a los pobres y a los pueblos pobres pero, sin igualdad de oportunidades, las diversas formas de agresión y de guerra encontrarán un caldo de cultivo que tarde o temprano provocará su explosión”, sentencia Francisco.
 “Cuando la sociedad –local, nacional o  mundial– abandona en la periferia una parte de sí misma, no habrá programas políticos ni recursos policiales o de inteligencia que puedan asegurar indefinidamente la tranquilidad. Esto no sucede solamente porque la inequidad provoca la reacción violenta de los excluidos del sistema, sino porque el sistema social y económico es injusto en su raíz.
 Así como el bien tiende a comunicarse, el mal consentido, que es la injusticia, tiende a expandir su potencia dañina y a socavar silenciosamente las bases de cualquier sistema político y social por más sólido que parezca. Si cada acción tiene consecuencias, un mal enquistado en las estructuras de una sociedad tiene siempre un potencial de disolución y de muerte. Es el mal cristalizado en estructuras sociales injustas, a partir del cual no puede esperarse un futuro mejor
Estamos lejos del llamado ‘fin de la historia’, ya que las condiciones de un desarrollo sostenible y en paz todavía no están adecuadamente planteadas y realizadas”, refuta al politólogo estadounidense Francis Fukuyama, que proclamaba a principios de los 90 el triunfo del mercado tras la caída del comunismo en Europa.
 “La inequidad genera tarde o temprano una violencia que las carreras armamentistas no resuelven ni resolverán jamás. Sólo sirven para pretender engañar a los que reclaman mayor seguridad, como si hoy no supiéramos que las armas y la represión violenta, más que aportar soluciones, crean nuevos y peores conflictos.
 Algunos simplemente se regodean culpando a los pobres y a los países pobres de sus propios males, con indebidas generalizaciones, y pretenden encontrar la solución en una ‘educación’ que los tranquilice y los convierta en seres domesticados e inofensivos. Esto se vuelve todavía más irritante si los excluidos ven crecer ese cáncer social que es la corrupción profundamente arraigada en la sociedad –en sus gobiernos, empresarios e instituciones– cualquiera que sea la ideología política de los gobernantes”, advierte Francisco.
“La necesidad de resolver las causas estructurales de la pobreza no puede esperar, no sólo por una exigencia pragmática de obtener resultados y de ordenar la sociedad, sino para sanarla de una enfermedad que la vuelve frágil e indigna y que sólo podrá llevarla a nuevas crisis.
Los planes asistenciales, que atienden ciertas urgencias, sólo deberían pensarse como respuestas pasajeras. Mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y atacando las causas estructurales de la inequidad, no se resolverán los problemas del mundo y en definitiva ningún problema. La inequidad es raíz de los males sociales”, concluye Francisco.
“Ya no podemos confiar en las fuerzas ciegas y en la mano invisible del mercado. El crecimiento en equidad exige algo más que el crecimiento económico, aunque lo supone, requiere decisiones, programas, mecanismos y procesos específicamente orientados a una mejor distribución del ingreso, a una creación de fuentes de trabajo, a una promoción integral de los pobres que supere el mero asistencialismo.
La economía ya no puede recurrir a remedios que son un nuevo veneno, como cuando se pretende aumentar la rentabilidad reduciendo el mercado laboral y creando así nuevos excluidos”, advierte el Papa.
“La paz social no puede entenderse como un irenismo o como una mera ausencia de violencia lograda por la imposición de un sector sobre los otros.
 También sería una falsa paz aquella que sirva como excusa para justificar una organización social que silencie o tranquilice a los más pobres, de manera que aquellos que gozan de los mayores beneficios puedan sostener su estilo de vida sin sobresaltos mientras los demás sobreviven como pueden.
 Las reivindicaciones sociales, que tienen que la ver con distribución del ingreso, la inclusión social de los pobres y los derechos humanos, no pueden ser sofocadas con el pretexto de construir un consenso de escritorio o una efímera paz para una minoría feliz.
La dignidad de la persona humana y el bien común están por encima de la tranquilidad de algunos que no quieren renunciar a sus privilegios”, concluye  el prelado romano.

Thursday, December 19, 2013

Don Raúl Vera, Mensaje de Navidad

MENSAJE DE NAVIDAD
FR. RAÚL VERA LÓPEZ, O.P.
OBISPO DE SALTILLO
DICIEMBRE 2013
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Renovar nuestra confianza en Jesucristo, Rey y Señor de la historia

“Hoy, en la ciudad de David,
les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor”
(Lc.2,11)

La Navidad, Misterio Divino actualmente presente en medio de nosotros
Celebramos, dentro del nuevo ciclo litúrgico anual de la Iglesia, las Fiestas del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, el Hijo de Dios. Durante el Adviento, la Iglesia nos ha ayudado a prepararnos a la celebración de la Navidad, para que podamos comprender ampliamente el significado que tiene este acontecimiento para nosotras y nosotros, las mujeres y los hombres que poblamos la tierra, ya que la Navidad no es tan sólo un suceso del pasado que tiene posteriores repercusiones históricas en la vida del mundo, sino que se trata de un misterio vivo, presente de manera actual, en todas las etapas de la historia humana.

La Encarnación del Hijo de Dios, trae consigo una benéfica transformación de la historia humana
La encarnación del Hijo eterno de Dios en el seno de la Virgen María, su nacimiento, su vida en la tierra, su pasión y muerte en la cruz, su Resurrección gloriosa y Ascensión al Cielo, da como resultado una acción benéfica y continua de Dios dentro de la historia humana, que perdurará hasta el final de los tiempos, como lo afirmó Jesús ante sus discípulos después de su resurrección, antes de ascender al Cielo: “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y hagan discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo, y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo les he mandado. Yo estaré con ustedes siempre hasta el fin del mundo” (Mt.28,18-20).
Las profecías anunciaban a Israel una intervención poderosa de Dios en su pueblo para, de una manera sorprendente, transformar las condiciones adversas que estaba viviendo su pueblo; para llevarlo a realizar su vida en condiciones de bonanza, de justicia y de paz. Dicha transformación no se limitaría tan sólo a Israel, sino que abarcaría a todos los pueblos, hasta los confines de la tierra. Un cambio que implica a todos los seres de la naturaleza y a todas las personas en su condición espiritual, moral y física, consideradas individualmente y como pueblos (Cf.Is.2,2-5; 11,1-9; 35,1-10 Za.8,20-23; Ha.2,14; Jer.31,33-34).

Jesús da pleno cumplimiento a la promesas divinas de liberación de los pobres
Desde nuestra fe, gracias al Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, hoy podemos comprender a los profetas del Antiguo Testamento con mayor amplitud. A este propósito quisiera comentar un pasaje del libro del profeta Ezequiel, que nos ayuda a profundizar en la reconstrucción de la humanidad que Dios realiza por medio de su Hijo Jesucristo -cuyo nacimiento conmemoramos en estas Fiestas de la Navidad-.
El pasaje dice que, arrebatado por el Espíritu de Dios en una visión, el profeta fue conducido a un campo en el que había una cantidad muy grande de huesos humanos secos. Después Dios interrogó al profeta sobre si sería posible que esos huesos readquirieran vida; la respuesta de él a Dios fue: ‘Tu lo sabrás Señor’ (Ez.37,3). Entonces Él ordenó al profeta: Profetiza sobre estos huesos, les dirás: ‘Huesos secos, escuchen la palabra del Señor. Así dice el Señor Dios a estos huesos: He aquí que yo voy a hacer entrar el espíritu en ustedes, y vivirán. Los cubriré de nervios, haré crecer sobre ustedes la carne, los cubriré de piel, les infundiré espíritu y vivirán; y sabréis que yo soy el Señor’. (Ez.37,4-6). Ezequiel profetizó sobre los huesos y describe en su libro que en ese momento los huesos se juntaron para conformar los cuerpos humanos a los que pertenecían, se recubrieron de nervios primero, luego de carne y, finalmente de piel; eran cadáveres sin vida (Cf.Ez.37,7-8). Le volvió a ordenar Dios: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre. Dirás al espíritu: ‘Así dice el Señor Dios: Ven, espíritu, de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos para que vivan’ (Ez 37,9). Así lo hizo Ezequiel, como se lo pidió Dios y el espíritu entró en ellos, se incorporaron sobre sus pies, como un ejército enorme (Cf.Ez.37,10). A continuación dijo Dios al profeta: Hijo de hombre, estos huesos son toda la casa de Israel. Ellos andan diciendo: ‘Se han secado nuestros huesos, se ha desvanecido nuestra esperanza, todo ha acabado para nosotros’. Por eso, profetiza. Les dirás: ‘Así dice el Señor Dios: He aquí que yo abro sus tumbas; les haré salir de sus tumbas, pueblo mío, y les llevaré de nuevo al suelo de Israel. Sabrán que yo soy Dios cuando abra sus tumbas y les haga salir de sus tumbas, pueblo mío. Infundiré mi espíritu en ustedes y vivirán; los estableceré en su suelo, y sabrán que yo, Dios, lo digo y lo hago, oráculo del Señor’ (Ez.37,11-14).
El profeta Ezequiel recibió esta visión profética cuando el pueblo judío estaba exiliado en Babilonia, y la anunció ahí mismo al pueblo que vivía sin ánimo ni esperanza, cautivo como estaba de ese imperio, en una tierra extraña, sin libertad ni personalidad alguna. Dios les anuncia por medio de esta visión, que hará de ellos un pueblo reconstituido en cada una de sus ciudadanas y en cada uno de sus ciudadanos. Cada una y cada uno de quienes integraban el pueblo judío, muertos en vida en el exilio de Babilonia, representados en la visión en aquellos huesos secos, readquirirían nueva vida por el poder de Dios y regresarían a su tierra para reconstruirla. Así sucedió, Ciro Rey de Persia que conquistó Babilonia en el año 539 A.C., les concedió a los judíos regresar a su Patria en el 538 A.C. para que la reconstruyeran, aún cuando no serían un pueblo con libertad, pues seguirían siendo un territorio del Imperio Persa.
El sentido pleno de esa profecía de Ezequiel se alcanzaría en Cristo. Juan Bautista aseguró que él bautizaba con agua para preparar el camino a Jesús, que bautizaría con el Espíritu Santo (Cf.Jn.1,29-34); el mismo Jesús aseguró a Nicodemo que para ver el Reino de Dios había que nacer nuevamente de agua y del Espíritu Santo (Jn.3,3-8). Antes de ascender al cielo, también Jesús dijo claramente a sus apóstoles: ‘No se vayan de Jerusalén, sino aguarden la promesa del Padre, que oyeron de mí, que Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo dentro de pocos días’ (Hech.1,4; Cf.Lc.24,49; Jn.14,16-17).
Desde el inicio de la predicación del Evangelio, cuando visitó Nazaret, Cristo anunció su programa de liberación de la humanidad, con un texto del profeta Isaías que proclamó en la sinagoga de Nazaret: ‘El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor’. Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en él. Comenzó, pues, a decirles: ‘Esta Escritura, que acaban de oír, se ha cumplido hoy’ (Lc.4,18-21 Cf.Is.61,1-2). Si nos vamos a las afirmaciones que hace Isaías a continuación en la continuación del capítulo del libro de Isaías que leyó Jesús ese día en la Sinagoga, nos encontramos que Dios, además de afirmar que él revertirá la situación de las y los humillados de su pueblo (Cf.Is.61,2b.3a.5.6b.7.8b.), dice que todas estas personas sometidas y esclavizadas, se convertirán en ‘robles de justicia’, edificarían ‘las ruinas seculares’, levantarían ‘escombros ya viejos’ y restaurarían ‘las ciudades devastadas’, ‘escombros desolados por generaciones’ (Is.61,3b.4). Toda esta transformación adquiere dimensiones universales como lo afirma el profeta al final del mismo capítulo: ‘Igual que una tierra produce plantas y en un huerto germinan rebrotes, el Señor hace germinar la liberación y la alabanza ante todas las naciones’ (Is.61,11). También en este contexto, Dios afirma las razones por las que interviene por los desvalidos de su pueblo: ‘Pues yo, el Señor, amo el derecho y aborrezco la rapiña y el crimen’ (Is.61,8).

Les ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es el Cristo Señor
El evangelio de la misa de media noche de la Fiesta de la Navidad, que está tomado de San Lucas, contiene el gozoso anuncio que los Ángeles dieron a los Pastores aquella noche del nacimiento del niño Jesús: De pronto, se les apareció el Ángel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Ángel les dijo: ‘No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre’. Y junto con el Ángel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él!’ (Lc.2,9-14).
Con la ayuda de los profetas de Israel, podemos comprender de una manera más profunda el significado de las palabras del Ángel a los pastores: ‘Les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor’. Estos pastores son los “anawim” de Israel, para quienes la única esperanza de salvación, está en el Mesías prometido por los profetas, pues era el único quien se interesaría de la triste condición de su vida (Cf.Sal.71,4.12-14). María, la madre del recién nacido, perteneció a este grupo de pequeñitas y pequeñitos de Israel, que se llenaron de gozo ante la llegada del Salvador al mundo (Cf.Lc.1,46-49; 2,20), porque tenían plena confianza en el poder de Dios y de su Mesías, para cambiar el rumbo de una historia que les era adversa. Así lo expresa María en el “Magnificat”: ‘Su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías’ (Lc.1,51-53).
Por otra parte, cuando Jesús sale a su vida pública para predicar el Evangelio expresará ante Nicodemo, según nos lo reporta el Evangelio de San Juan: ‘Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él’ (Jn.3,16-17).
Tanto en el Cántico de María, como en las palabras de Jesús a Nicodemo, se entiende que Dios se interesa, no solamente por cada persona en particular, sino por la organización del mundo entero, por las estructuras sociales en las que se sustenta la vida de la humanidad. Le interesa que dichas estructuras no sean dirigidas por mafias de soberbios codiciosos que planean estrategias políticas y económicas, que causan opresión y exclusión de seres humanos; muerte por la miseria y el hambre, por las guerras que destruyen poblaciones enteras y por la devastación del medio ambiente, base del sustento de la vida en el planeta, sino que sean justas.



El mundo donde, con la ayuda de Cristo, debemos ser fermento de ánimo y transformación
En su mensaje con motivo de la Jornada Mundial de la Paz, del próximo 1 de enero del 2014, cuyo tema es: “La Fraternidad, Fundamento y Camino para la Paz”, el Papa Francisco señala el gozne fundamental de la fraternidad humana en la vocación que por su naturaleza tiene la persona humana a la responsabilidad, a la reciprocidad y a la comunión con todo ser humano, sin excepción alguna. Esta responsabilidad con las y los demás, cifra su razón de ser en la Paternidad de Dios sobre todo el género humano. Muy particularmente, quienes hemos acogido el llamado a vivir nuestra vida en Cristo, reconocemos a Dios como Padre y nos entregamos a Él amándolo sobre todas las cosas y, reconciliados con Dios, lo vemos como Padre de toda la familia humana, lo que nos impulsa a vivir una fraternidad universal (Cf. Papa Francisco, Mensaje para la XLVII Jornada Mundial de la Paz, 1 de enero de 2014, n.n. 2 y 3).
En el mismo Mensaje, el Papa señala una serie de cualidades que caracterizan a la sociedad; cuando las relaciones humanas se conforman en base al espíritu de fraternidad: Se promueve el desarrollo integral de toda mujer y todo hombre, se genera la paz social, ya que existe un equilibrio entre la libertad y la justicia, entre la responsabilidad personal y la solidaridad, entre el bien de los individuos y el bien común. El Papa afirma también, en su Mensaje que, desde la fraternidad entre los ciudadanos, la comunidad política funciona con transparencia y responsabilidad, porque la ciudadanía se siente representada por los poderes públicos, sin menoscabo de su libertad. Todo esto redunda en que las personas vivan en una armonía entre sí, en donde se comparte la estima mutua (Cf.Rm.12,10). (Cf. Papa Francisco, Ibid. n. 8)
No sucede así en la sociedad cuando la fraternidad es vencida por el egoísmo individual. Mis queridas hermanas, mis queridos hermanos, en el apartado No. 8 subtitulado: ‘La corrupción y el crimen organizado se oponen a la fraternidad’ de su Mensaje para la XLVII Jornada Mundial de la Paz, el Papa, que conoce nuestra realidad latinoamericana, continúa hablando como si -con una lupa- estuviera observando lo que sucede en México, pues describe nuestros males estructurales de manera muy puntual, lo que nos indica que quienes están decidiendo los modelos de vida política, económica y social, en estos momentos en nuestra Patria, se mueven en sentido contrario a la responsabilidad, reciprocidad y comunión con todas y todos los mexicanos, y están asociados entre ellos por un espíritu de egoísmo individualista y corporativo, que les devora el alma.
En efecto, Papa Francisco afirma en este apartado de su Mensaje que ese egoísmo individual se ‘desarrolla socialmente tanto en las múltiples formas de corrupción, tan capilarmente difundidas’, como en la ‘formación de las organizaciones criminales’ que, ‘minando profundamente la legalidad y la justicia, hieren el corazón de la dignidad de la persona’. Sucede en el ‘drama lacerante de la droga, con la que algunos lucran despreciando las leyes morales y civiles’, ‘en la devastación de los recursos naturales y en la contaminación’, ‘en la tragedia de la explotación laboral’, ’en el blanqueo ilícito de dinero, así como en la especulación financiera’ que ‘asume rasgos perjudiciales y demoledores para enteros sistemas económicos y sociales, exponiendo a la pobreza a millones de hombres y mujeres’, ‘en la abominable trata de seres humanos’, ‘en los delitos y abusos contra los menores’, ‘en la esclavitud que todavía difunde su horror en muchas partes del mundo’, ‘en la tragedia desatendida de los emigrantes con los que se especula indignamente en la ilegalidad’. ‘Sin embargo -concluye el Papa- el hombre se puede convertir y nunca se puede excluir la posibilidad de que cambie de vida. Me gustaría que esto fuese un mensaje de confianza para todos, también para aquellos que han cometido crímenes atroces, porque Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva’ (Cf.Ez 18,23) (Cf. Papa Francisco Ibid.).

Esta Navidad revive nuestra esperanza por la búsqueda de la justicia y del amor en nuestro país
Animados por el ejemplo de tantas personas justas, como fueron los patriarcas y los profetas de Israel que,  en medio de muchas contradicciones perseveraron a través de los años, sostenidos por el firme deseo de justicia y de paz para su pueblo, anunciaron lo que convenía seguir practicando y viviendo, mientras aguardaban con firme esperanza la llegada del Salvador prometido por Dios. También movidos por el ejemplo de los profetas que denunciaron sin tregua las injusticias, y reprendieron a los autores de esos atracos, nosotras y nosotros, en estos momentos aciagos y difíciles para nuestro pueblo, no podemos decaer en nuestra esperanza, de que la justicia al fin vencerá, y de que el derecho volverá a instalarse en nuestra patria. También somos herederos de generaciones honestas de mexicanas y mexicanos, personas lúcidas, que en medio de las tinieblas que arrojaban las tiranías en nuestro país, no perdieron la clarividencia en su mirada, y que en diversos momentos la supieron tender al más amplio horizonte del México justo, que ellas y ellos soñaron y quisieron.
San Pablo en la carta a los Romanos nos dice que el Espíritu Santo viene en ayuda de nuestra debilidad, para animarnos a pedir a Dios lo que conviene al mismo interés suyo por nosotros, quien nos ha destinado a alcanzar la más plena perfección, mientras recorremos nuestro camino por este mundo (Cf. Rm 8,26). Nuestra máxima perfección consiste en amarlo a Él por sobre todas las cosas y amar a nuestras hermanas y hermanos, como Cristo nos ha enseñado con su ejemplo (Cf. Lc 10,25-37), hasta dar la vida por ellas y ellos. El Espíritu de Dios es quien mantiene nuestra mirada en estos nobles propósitos. Dios nos ama y nunca aparta de nosotras y nosotros su mirada llena de compasión y ternura. Ha enviado a su Hijo, lleno del Poder de lo Alto, para asistirnos en nuestro quehacer de construir este mundo con santidad y justicia, y rectitud de corazón (Cf. Sb 9,3).
Quienes por el don de la fe creemos que el Hijo de Dios que se hizo hombre, y nació y vivió entre nosotras y nosotros, para enseñarnos el alto destino y la grandeza a la que Dios llama a cada persona que viene a este mundo y que nos dio como el más alto mandamiento, el que nos amáramos los unos a los otros (Jn.15,12-13); y quienes con su buena conciencia han llegado también a conocer la grandeza de la condición humana, con su dignidad y derechos inalienables, y están convencidos de la plenitud en la paz y en el amor, que debemos alcanzar todas y todos, no sólo como personas, individualmente, sino como sociedad bien organizada y estructurada en el respeto a la justicia y el derecho, no podemos renunciar a nuestro ideal del México que queremos y buscamos. Sería indigno de la condición humana, desistir de la defensa de la Patria y cruzarnos de brazos ante las injusticias y atropellos que están cometiendo las Senadoras y Senadores, las Diputadas y los Diputados, tanto del Congreso Federal como de los Estatales, que han votado reformas legislativas que afectan de manera muy grave la vida de las hijas y los hijos de Dios, y comprometen el futuro y soberanía de nuestro país.
Con el corazón lleno de esperanza en el Mesías Salvador del Mundo, cuyo nacimiento conmemoramos vivamente en el misterio de la Navidad, les abrazo de todo corazón a todas y todos ustedes, las y los fieles de la Diócesis de Saltillo, y a todas y a cada una de las personas con quienes compartimos esta común fe cristiana. También va mi saludo cariñoso para quienes desde otros credos y convicciones, están en la incansable búsqueda de que lo más grande y noble que hay en el corazón humano, se ponga al servicio del amor, de la verdad, de la justicia y de la paz, para bien de toda persona sin exclusión alguna.

FELIZ NAVIDAD PARA TODAS Y TODOS


Y LAS MÁS GRANDES CONQUISTAS PARA EL AÑO 2014

Wednesday, December 18, 2013

En todo tiempo la Fraternidad y Solidaridad deben ser una constante




                                                                             René

Sunday, December 15, 2013

Honor a un gran editor


Elena Poniatowska

En los 60, una naciente gran editorial publicó su primer libro, el de Fernando Benítez: La batalla de Cuba, entusiasmado por la revolución cubana. Era (Espresate, Rojo, Azorín) se instaló en la calle de Aniceto Ortega, a una cuadra del Fondo de Cultura Económica. Una semana más tarde, Vicente Rojo vino a la casa, en la calle de Morena número 430, (más tarde sería la sede de la editorial Siglo XXI) a escoger los textos que integrarían Palabras cruzadas y convirtió mis entrevistas en el segundo título de la editorial. Durante años, Rojo hizo las estupendas portadas de todos los libros de Era y siempre admiré su tranquila seguridad y la originalidad de sus trazos.

Y su buen gusto.

Años más tarde, cuando la editorial Era se había mudado a la calle de Avena, fui con mi niño Felipe, todavía muy pequeño, y de pronto se me ocurrió hojear un libro y sentarlo en las rodillas de una mujer que sonreía con mucha calidez. Al ratito vino Nuri Galipienzo con una expresión consternada y me informó:

–Su niño se hizo pipí en la falda a la directora.

Durante todo esos años, nunca me percaté de que Neus Espresate era la directora de la editorial Era.

Así era Neus Espresate, tímida, no se daba ningún taco para decirlo en el lenguaje popular. A partir de su bautizo felipeño nos quisimos muchísimo y el amor sigue intacto a pesar de que Neus viva en Cuernavaca. Todavía recuerdo su pasión por Cuadernos políticos, una revista extraordinaria que duró 17 años, en la que colaboraron Bolívar Echeverría, Carlos Pereyra, Ruy Mauro Marini, Arnaldo Córdova, Rolando Cordera y Alfonso Sánchez Rebolledo, que discutían y jamás rompieron su relación de trabajo gracias a la especial delicadeza y la firmeza del trato de Neus.

Neus es una mujer excepcional.

Era fue creciendo al grado de publicar a Gabriel García Márquez, Augusto Monterroso, Juan Gelman, Octavio Paz, Juan García Ponce, José Revueltas, Carlos Fuentes, Carlos Monsiváis, Sergio Pitol, José Emilio Pacheco, a Friedrich Katz, Nellie Campobello, José Lezama Lima, Luis Cardoza y Aragón, a Malcolm Lowry –estupendamente bien traducido por Raúl Ortiz y Ortiz–, Miguel León Portilla, John Berger, Adolfo Gilly, José Joaquín Blanco, Hermann Bellinghausen, Bárbara Jacobs, Margo Glantz, Christopher Domínguez Michael, Mircea Eliade, Verónica Murguía y a otros autores reconocidos, entre quienes el más simpático es el cuentista Eduardo Antonio Parra, así como entrañable es mi compañera en La Jornada, Ana García Bergua, hoy premio Sor Juana Inés de la Cruz.

Marcelo Uribe, con 20 años en la editorial, y Paloma Villegas, con 22 (Paloma siempre ha llevado la producción), tomaron el relevo, y hace ya cuatro años, una hada inconsútil, lópezvelardiana, escritora ella misma (Imágenes y espejo de los barrios de la ciudad de México) lima todas las asperezas y tiene el bendito nombre de Elena Enríquez. Cálida y risueña, todas las tempestades se disuelven con sólo verla y a nadie he conocido con mejor modo y mayor tacto. Si de mi dependiera sería secretaria de Relaciones Exteriores de un buen gobierno de izquierda.

En la pasada FIL (Feria Internacional del Libro), en Guadalajara, a la que cada año acuden multitudes, Marcelo Uribe y su equipo obtuvieron el Reconocimiento al Mérito Editorial. Lo merecen Paloma Villegas, Elena Enríquez, Juan Carlos Oliver y todos los trabajadores de Era. (Recuerdo con mucho cariño a Víctor, el de la bodega, quien siempre está de buenas.) Marcelo Uribe, después de recordar al gran editor André Schiffrin, quien acaba de morir en París, elogió a Élmer Mendoza y a David Huerta, uno de los dos o tres mayores poetas de México quien acaba de reunir su obra en dos sólidos volúmenes; a Paloma Villegas, que recibió en 2005 el Premio Sor Juana, hoy concedido a Ana María Bergua, y a Antonio Deltoro, galardonado con el Premio Pellicer de poesía, todos, autores fundamentales de Era. Resulta sorprendente que la mayoría de los Premios Cervantes concedidos a mexicanos en los años recientes sean autores de esta inusual editorial que se ha mantenido erguida frente a los peligrosos embates de las trasnacionales y ha promovido, gracias a la verdadera sangre editorial, una casa libre y soberana que busca un mercado más sano y más amplio del libro.


Hacer crecer a los escritores ha sido uno de los propósitos de Marcelo Uribe, que los ha cuidado como a nadie, empezando por su consentido –y el nuestro–, José Emilio Pacheco. Con este premio al mérito editorial, Marcelo Uribe entra al parnaso de los grandes editores: Joaquín Diez Canedo, Arnaldo Orfila Reynal y Neus Espresate. En su tiempo se enfrentaron a los molinos, como el Quijote se lanzó y sigue lanzándose respaldado por sus lectores.

Sunday, December 08, 2013

No al robo de todos los tiempos


Claudia Sheinbaum Pardo
Ayer fue dado a conocer el decreto (negociado por el PRI y el PAN) de modificación a los artículos 25, 27 y 28 constitucionales en materia de energía, que planean aprobar en las cámaras de Senadores y de Diputados en esta semana.

El documento de 296 cuartillas, en las 30 finales presenta lo que será la nueva redacción de los artículos constitucionales citados, además de 21 transitorios que delinean el contenido fundamental de lo que serán las leyes secundarias. Es decir, legislan de antemano en un esquema muy desaseado (¡21 transitorios en una reforma constitucional!), para que no quede espacio a ninguna modificación posterior que no sea constitucional.

Vale la pena mencionar también que es obvio que se trata de una propuesta trabajada desde hace por lo menos varios meses, como se publicó recientemente, pues cambia completamente el régimen energético actual y pretende que no quede duda del esquema, sobre todo para los inversionistas extranjeros.

En una revisión rápida y somera pueden apreciarse las siguientes modificaciones en el caso del petróleo y el gas natural:

Pemex y CFE dejarán de ser organismos descentralizados y se convertirán en empresas productivas del Estado (artículo 25).

La exploración y extracción de hidrocarburos podrán realizarla las empresas productivas del Estado mediante asignaciones o particulares, mediante contratos (artículo 27). Dichas empresas también pueden contratar con el sector privado.

Los contratos con particulares los celebrará la Secretaría de Energía y podrán ser en las modalidades de: servicios, utilidad o producción compartida o de licencia. La contraprestación por los contratos (pago) podrá ser en efectivo, como porcentaje de utilidad, como porcentaje de producción, con la transmisión onerosa de los hidrocarburos o la combinación de todos los anteriores. En cada caso los determinará la Secretaría de Energía (transitorio 4).

Pemex tiene sólo 60 días para reportar a la Secretaría de Energía todos los campos donde está actualmente explorando o produciendo con todo y acreditación de sus capacidades técnicas y operativas, para que ésta a su vez le asigne oficialmente esas zonas (transitorio 6).

En las áreas donde actualmente está explorando, la paraestatal puede seguir trabajando como máximo por cinco años. Si no cumple con un plan entregado previamente, la zona se le regresará al Estado para que éste pueda entregarla, mediante contratos, a particulares (transitorio 6).

En las zonas donde actualmente Pemex está extrayendo hidrocarburos, debe especificarse cada área, a fin de que pueda asignárse a un privado un área vecina para su explotación (transitorio 6).

Los contratos actuales y futuros de Pemex con privados para la extracción de hidrocarburos, pueden migrar (sic) a la Secretaría de Energía para su administración o licitación en caso de nuevos contratos (transitorio 6).

La refinación, la petroquímica el transporte y almacenamiento de hidrocarburos dejan de ser actividades exclusivas del Estado. Las puede realizar cualquier particular (al borrar la palabra explotación del 27 y dejar exclusivamente exploración y extracción, y borrar el tema del 28).

Los ductos y sistemas de almacenamiento de gas natural de Pemex pasarán a formar parte de un nuevo organismo (Centro Nacional de Control de Gas Natural), que podrá otorgarlos para su operación a privados (transitorio 16).

La contraprestación de los contratos (la ganancia del petróleo) se irá a un fondo que administrará un comité técnico que estará formado por tres miembros representantes del Estado y por dos miembros independientes nombrados por el Ejecutivo y aprobados por el Senado (transitorio 15).

En pocas palabras, de aprobarse esta reforma, las empresas privadas nacionales y extranjeras podrán establecer contratos con la Secretaría de Energía (incluso en la modalidad de licencias, que no son más que concesiones disfrazadas) para extraer petróleo y gas natural. El pago podrá ser en efectivo o en especie. Los ingresos derivados de los contratos estarán a criterio del secretario de Energía y entrarán a un fondo que administrarán tres secretarios y dos personajes independientes. En pocas palabras la entrega de la riqueza nacional a privados nacionales y extranjeros, a criterio del presidente de la República. Más robo y más corrupción en una reforma aprobada a espaldas del pueblo de México. Eso sólo se puede llamar traición a la patria.


Saturday, November 16, 2013

Julia Kristeva: espacio del amor


José Cueli


Qué aguda sensibilidad de la pensadora francesa Julia Kristeva en su extensa obra que la lleva a reflexionar en el sicoanálisis como espacio del amor en nuestra época. Milagro de ternura, aparición rica de escalofríos, armonía de líneas, prosa, trazo, color, melodía interna, palabras que emanan desde una mujer siempre anterior, de viejas esencias dormidas, envueltas en la palabra y tempestad del sentimiento, aspiración, lugar ideal del otro, que nos hace existir como ser. Elaboración infinita, flexibilidad sublimatoria de amor-odio, por la otra(o).

Identificación amorosa, paroxismo de asimilación de sentidos de la otra pérdida de la percepción de la realidad delegada en el ideal del yo, que constituye el soporte del estado amoroso, para reposar en extraño objeto (ella) a la que incorporar para ser yo mismo e identificarme en enigmática captación de un esquema de imitación, del estado amoroso como estado sin objeto.

Una vida anterior, madre depósito del primer afecto, la primera imitación, la primera vocalización, inicio del discurso y la dinámica de las posteriores identificaciones que dejan de lado la carga de lo preverbal, de lo irrepresentable que debe descifrarse según articulaciones más precisas del discurso (el estilo, la gramática, la fonética).

Transporte de la motilidad autoerótica en la imagen unificante de una sustancia que se constituya como un frente de la subjetividad. Objeto del deseo y del amor que se manifiesta a veces deseante, a veces enamorado, que reconcilia al yo con su ideal del yo y constituye ese espacio donde se da el amor.

El otro que habla, el otro como yo, en el amor de esa condena que permite ser. Los enamorados convenimos esa regresión que nos conduce de la adoración de un duende idealizado al agradecimiento en éxtasis o al dolor de la propia imagen y el cuerpo, en la semiología de la Kristeva.

Lógica de la idealización que es ilógica, busca de la imagen inadecuada del otro, existencia de una condición anterior que moviliza mucho más la palabra que la imagen, que sin embargo no deja de acompañarla. Música que es el discurso del amor que al ser captado por la belleza de la amada es trascendido, precedido y guiado por un sonido en el borde del ser que nos transporta al lugar del otro sin sentirlo, sin saberlo, sin verlo, indecible, irreversible.

Mujer, cuerpo amor fantasma alojado en ese espacio imaginario que no veo cuál es realmente, sino cómo me conviene que sea. Vértigo que se resuelve en purificación, entrega total, resplandor de cúpulas. Posibilidad de vida, muerte, abierta interiormente, separada de la alegría de su desborde hecho signo; música interna, poesía muerte.

Sombra encarnada en el tiempo y el espacio, deslumbrante de sexualidad, ritmo y acento de distancias y encuentros, repercusiones y contratiempos en otro tiempo que es el del amor muerte, opuestos a la norma y al matrimonio como eternidades. Enamoramiento condenado en el tiempo, limitado al instante, pero confiado en su mágico poder, de sonidos negros, pensamientos negros, deseos negros, voces tinieblas, locura instantánea del asombro, de lo inesperado. Negra muerte. Negro sólo mitad del tiempo y el espacio, lo irrepresentable, desborde pasional, búsqueda de ternura, éxtasis de placer pero también de muerte, para salvación de la carne, principio y fin de la vida.


Antigua ilusión hecha carne perdida en crepúsculos formidables de pasión prisionera. Ternura negra, imposible fuente y llama, profunda y mística, religiosa y erótica, sólo sombra encarnada en la palabra música. Poesía de Julia Kristeva, sicoanalista, lingüista ocupada del amor y su espacio.

Monday, November 11, 2013

Nicanor: de cantera de cantores



Foto: unapizcadecmha.blogspot
Enrique Héctor González


No abundan los escritores que son o han sido nonagenarios en la América hispana: Cardoza y Aragón, Uslar Pietri, Gonzalo Rojas, Sabato, Mutis, Dulce María Loynaz, Eugenio Florit, Westphalen, Chumacero y algunos más; menos aún son los que, como Juan Filloy, han rebasado los cien años. Pero la mera duración no es mérito si no va aparejada de una obra de creación realmente original y decisiva, de una vida consecuente con el espíritu de la letra. Premio Cervantes en 2011, Nicanor Parra, el antipoeta chileno, ronda el Nobel desde hace tiempo y, como la mayoría de los eternos candidatos a la presea consagratoria (¿lo será en verdad?), quizá no lo reciba nunca, lo que de seguro lo satisfará plenamente.
Parra nació en la segunda mitad de 1914, como el siglo, y es un provocador natural de primeras guerras literarias, porque su poesía también lo es, porque resulta inevitable que lo sea cuando el medio literario hispanoamericano sigue pareciendo tan solemne y arcaizante como siempre; es antipoeta porque su propio nombre deviene negación de lo canoro y porque definirse como tal fue, en su momento, la mejor manera de curar de emplastos postmodernistas y vanguardistas y de la espesa épica nerudiana a la poesía de su país y, de paso, a la de la lengua entera.
Templado en la tesitura del mejor Ramón, del buen Macedonio, el prosaísmo que invoca la obra parriana le devuelve a la ocurrencia algo de terrosidad, la amarra al suelo para mejor engañarnos con su disfraz de sentencia sin revés: “No hablamos para ser escuchados/ sino para que los demás hablen/ y el eco es anterior a las voces que lo producen.” Pero luego da la vuelta y, naturalmente, se contesta en otro poema: “Yo también digo cosas por decir,/ cada cual teoriza por su lado.”
La antipoesía es prosa porosa, brusca y llena de escollos pero asimismo blanda y dicharachera, rugosa y exacta como un papel mil veces doblado y, sin embargo, atento siempre a recobrar su forma. Si a veces recuerda el tono “de los anunciadores de feria”, según apunta Leónidas Morales, otras nos devuelve a la preciosa precariedad del lenguaje infantil, a la difícil ingenuidad de una poética que está de regreso de todos los artificios: “Urgente:/ Por suicidio/ Vendo/ Nube perfumada”, puede leerse en alguna de esas páginas murales que animó con Lihn y Jodorowsky y que recibió el nombre de Quebrantahuesoscollage de frases tomadas de anuncios y noticias diversas, empotradas para formar un objeto verbal distinto con el descaro propio de un niño que lo sabe todo (incluido lo que ignora).
La observación de Roberto Bolaño, a este respecto, no ha perdido la fulminante efusividad que caracteriza a las mejores sentencias poéticas del autor de Versos de salón: “Parra escribe como si al día siguiente fuera a ser electrocutado.” Pero aquí no yace Nicanor, “antipoeta y mago”, sino en el continuo de una vida que devela su obra de la manera más inopinada: jugando a las madelenitas en el té, en la Casa Blanca, con la esposa de Richard Nixon en plena Guerra de Vietnam, distracción (por decir lo menos) que casi le costó el linchamiento en el medio literario. ¿Pero cuál es la sorpresa, si tiempo después declararía que Pinochet “hizo lo que hizo con las mejores intenciones”? Sólo una mirada miope podría excusarlo en ambos casos, pero una mirada igualmente extraviada es la que evitaría vincular tales alardes al inveterado gusto por fanfarronear y “chulear” de su poesía. Y ahí está el meollo de su coherencia: en la festiva incongruencia de lo que dice micrófono en mano, en el esfuerzo que hace para no convertirse en poeta nacional.
Que no se malentienda: “la desacralización de la escritura y de la vida misma” que está en la base del fenómeno Parra, según observa Rafael Gumucio, arrasa con todo lo que él pueda alegar, empezando por sus declaraciones públicas. No es ni ha querido ser un luchador social y sus aberraciones políticas no lo justifican en ese plano de la realidad, como a Borges. Pero desde la otra orilla, desde las otras realidades que genera su obra, tales exabruptos se inscriben en la ambivalencia propia del humor, del más ácido y lúcido sarcasmo, ése que a quien primero golpea –desaforado bumerang– es al propio emisor.
Así como la risa y la angustia se dan la mano en la obra de Saki y en la de Swift, en la poesía de Parra frivolidad y crítica social devienen demiurgos idénticos de una ceremonia textual donde la relativización humorística todo lo descuaja y deshereda, donde cada verso puede ser una trampa o la más trivial de las notas a pie de página del mundo cotidiano. Piglia lleva razón cuando advierte que Dadá se enreda con frecuencia en la madeja de la antipoesía: “Los artefactos de Parra son a la literatura en lengua española lo que la obra de Duchamp ha sido para el arte contemporáneo.”
Profesor de Física, heterodoxo matemático como Lewis Carroll, primogénito de una familia de músicos y guitarreros más que conocida, Nicanor Parra, a punto de cumplir los cien años, sigue subvirtiendo la historia de las cosas con sólo llamarlas por su nombre, por el que mejor les conviene, de modo que bien podría suscribir que la verdadera doctrina Monroe se evidencia en la sinuosa sonrisa de Marilyn.

Sunday, November 10, 2013

Las ilusiones perdidas: Fellini 20 años después



Foto: moviepilot.de
Carlos Bonfil
“Demasiado viejo en sus primeras películas, terriblemente joven en las últimas.” Esta apreciación  paradójica la hace el cineasta Manoel de Oliveira a propósito de su colega italiano Federico Fellini (1920-1993). A veinte años de la desaparición del director de Amarcord y a la luz de la evolución y transfiguraciones del cine contemporáneo en este nuevo siglo, es posible intentar una nueva valoración del trabajo del gran fabulador de Rímini, y de modo especial, de sus últimas realizaciones. Lo notable en La ciudad de las mujeres(1980), Y la nave va (1983), Ginger y Fred(1985) y Entrevista (1986) es no sólo el placer y la libertad con que Fellini se libra a la evocación nostálgica, acudiendo al artificio escénico, exacerbando el barroquismo de cintas anteriores, sino la lucidez un tanto amarga con que contempla la realidad y las perspectivas de la creación fílmica en la Italia neoliberal de Silvio Berlusconi. La muerte del director en 1993, a los setenta y dos años, simbólicamente coincide con una suerte de decadencia de todo el cine italiano que ha visto desaparecer a cineastas de la talla de Luchino Visconti y Pier Paolo Pasolini dos décadas antes, eclipsarse en la enfermedad y la inactividad artística a Michelangelo Antonioni, y abandonarse a la grandiosidad del espectáculo y a una estética convencional a Bernardo Bertolucci. Del cine italiano se ha disipado también en buena medida la conciencia política y su capacidad de indignación, las arriesgadas búsquedas formales y las exigencias de un punto de vista auténticamente crítico. Lo que se impone en el cine de finales del siglo XXitaliano, salvo excepciones, es el imperio del espectáculo televisivo. Fellini es, de modo elocuente, uno de los críticos más acerbos de este nuevo culto a la mediocridad mediática, y lo muestra de modo directo en Ginger y Fred, al evocar el ocaso de cierta manera de hacer cine y rendir tributo a rutilantes mitologías en los espacios mágicos de las grandes salas de cine, con un público vociferante e inquieto, siempre extasiado; ese público que mostró y celebró en muchas de sus cintas el propio Fellini, pero también sus compatriotas Ettore Scola en Splendor(1989) o Giuseppe Tornatore en Cinema Paradiso (1988).

Marcelo, Anita y Federico en Entrevista.
Foto: licantropunk.blogspot
¿Qué ha quedado en lugar de todo aquello? ¿Qué nueva cultura reemplaza al cine de la evasión romántica? Con su estilo característico, Fellini elabora enGinger y Fred la crónica del desencanto. Amelia y Pippo (Marcello Mastroianni y Giulietta Massina) interpretan a dos viejas sombras de la época dorada del espectáculo, dos bailarines prófugos del music hall que penosamente intentan revivir para la televisión italiana los personajes de Fred Astaire y Ginger Rogers, sólo para descubrirse totalmente ajenos al mundo de la publicidad y la mercadotecnia que impone las nuevas reglas de juego del entretenimiento. Una imagen triste del envejecimiento con su carga de afeites y sueños derrotados se contrapone a la vitalidad nerviosa y excedida de los estudios televisivos, a la galería de presentadores y empresarios y estrellas del momento, ruidosos e infatigables, petulantes en proporción directa a su ignorancia, más caricaturescos aún que las starlets y paparazzi de La dolce vita (1960) y Ocho y medio (1963), orgullosos del poder del monopolio audiovisual y de su encumbramiento oficial en la Italia nueva. En este territorio de la eficacia satisfecha y valores artísticos tan instantáneos y fugaces que apenas persisten en la memoria pocos meses después de su aparición sorpresiva, el mundo de las artes tradicionales tampoco tiene ya una razón de ser, y sus fastos y sus mitologías se desgastan y desvanecen lamentablemente. En Y la nave va Fellini ofrece una vez más el réquiem de un mundo de fantasmas decimonónicos en el cortejo de cantantes de ópera que acompaña las cenizas de una diva a su destino final en altamar. Son las vísperas de la primera guerra mundial y la música de Verdi anuncia el cataclismo inminente. La evocación histórica apenas disimula el propósito crítico de Fellini, su enjuiciamiento de una modernidad que ha arrumbado a la cultura clásica en el desván de lo accesorio o inservible, todo en aras de la rentabilidad y la eficacia. Con el hundimiento de la nave de los excéntricos y locos, Fellini sella su amarga constatación de un mundo de fantasía sin propósito, ubicación o significación precisos, no sólo en el marco de la desquiciante guerra que se avecina, sino también en el entorno de una modernidad tecnológica dominada por el entretenimiento televisivo.
Esta visión corrosiva del monstruo catódico y sus antenas que, como hordas, invaden el paisaje en Ginger y Fred, tiene una faceta más amable, un año después, en la recreación del encuentro de dos grandes mitos fellinianos, el propio Mastroianni, alter ego por largas décadas del realizador, y Anita Ekberg, esa encarnación del ideal sensual femenino, más allá del desbordamiento carnal de la sarracena en Ocho y medio o la exuberante estanquera en Amarcord (1973) o las matronas en el Satyricon (1969) o en Fellini Roma (1971). Los nuevos paparazzi, esta vez de la televisión japonesa, participan del rito pagano de reciclamiento de las mitologías. En Entrevista las estrellas de La dolce vita vuelven a encontrarse en el domicilio de una Anita Ekberg convertida en plácida ama de casa, y parsimoniosos y envejecidos se libran al ejercicio de nostalgia al que los invita su director preferido. Juntos celebran la vigencia del encantamiento cinematográfico. En la pantalla casera se proyecta la escena emblemática en la Fontana di Trevi, y en este juego de espejos que contrapone dos tiempos y dos realidades se consigna la reivindicación suprema del talento de ayer en una época moderna e indiferente, esterilizada ya, espiritualmente vacía.

Fellini eligiendo los actores para su película Casanova, París ,1975. Foto: Michelangelo Durazzo
Este tono de melancolía impregna las obras tardías del realizador italiano, y de modo particularmente agudo su reflexión sobre la sexualidad en esa proyección muy íntima de su escepticismo moral que es El Casanova de Fellini (1976), retrato exuberante del célebre libertino italiano, donde una rutina mecanizada remplaza los goces y la voluptuosidad de las míticas conquistas amorosas para exhibir no sólo el desgaste de un ser humano devorado por los excesos, sino, en alusión apenas velada, el de una civilización occidental moderna dominada ya por la voracidad y el consumismo. A pesar de una aparente diversidad temática, las cintas de Fellini en este período son vasos comunicantes que articulan una misma crítica social y un desencanto persistente. Esta imagen del seductor hastiado se repite en La ciudad de las mujeres, donde Snaporaz (Marcello Mastroianni,alter ego del cineasta, como en Ocho y medio) se descubre, por invitación de un amigo libertino, en un delirante universo poblado exclusivamente por mujeres, con todos los prototipos presentes en la obra del director (hembra devoradora, mujer fatal, figura materna, confidente comprensiva, ideal femenino), reunidas en un congreso feminista que habrá de juzgar al impenitente macho intruso, ridiculizándolo y exponiendo a un escarnio global sus petulancias gastadas y sus debilidades. Una suerte de prolongación del Casanova, pero también de aquel Guido (Mastroianni) que, látigo en mano, fustigaba a todo un harem de mujeres agradecidas. Expiación del macho crepuscular y tributo también a la mujer felliniana antes mitificada y vilipendiada que, para confusión y pasmo del realizador, en esta Europa de finales de los años setenta al fin se libera.
El cine desencantado que el director realiza a partir de El Casanova de Fellini deja constancia de sus propias ilusiones perdidas y muestra con un escalpelo particularmente afilado los yerros de una modernidad que al tiempo que congela la obra del artista como un producto pintoresco (lo felliniano), la critica por insistir en aquellas mismas obsesiones que antes juzgaba fascinantes.

Foto: themacutocollective.blogspot
No se percibe con claridad suficiente que, de todos los cineastas italianos, el realizador deAmarcord es posiblemente el que mayor congruencia ha mostrado en una obra eminentemente autobiográfica. Y esa obra sólo muestra, de una etapa a otra, una evolución personal y artística con altibajos comprensibles, con crisis y transfiguraciones que informan de la proteica capacidad expresiva del realizador, y con una enorme complejidad en su delirio confesional. Considérense en su conjunto las primeras obras del cineasta. El impulso por plasmar enAmarcord (“Yo recuerdo” en el dialecto natal del cineasta) las reminiscencias de la propia infancia y adolescencia, tiene variaciones notables en obras anteriores, particularmente en Fellini Roma, donde el nombre de la ciudad se vislumbra en un cartel a lado del río donde juegan los adolescentes de Rímini. Hay instantáneas del proceso de maduración del joven alter ego de Fellini (Peter Gonzales) que abandona la provincia para descubrir la ciudad soñada y perderse en sus laberintos, sucumbir ante una mujer mítica (Anna Magnani), encarnación de la ciudad eterna, y asistir a esa feria de vanidades que el director ha venido lacerando gozosamente en cada una de sus películas, desde La dolce vita hasta Ocho y medio, con la exhibición de su esnobismo y sus miserias intelectuales, su fasto de pacotilla y sus celebridades decadentes. En Amarcord hay el recuerdo de una infancia en la provincia fascista, con personajes tiernos y pintorescos (la Gradisca, el tío loco, la joven Titta), y ceremonias religiosas y eventos grandiosos como la aparición en la noche de un gran buque transatlántico. En Fellini Roma el director explora los contrastes de la ciudad bajo tierra, con frescos antiguos que se desvanecen al momento de ser descubiertos, y la desquiciante urbe moderna que el escritor Gore Vidal, entrevistado en la cinta, califica de “lugar ideal para esperar el fin del mundo”. Esa nueva Babilonia es también la ciudad de Moraldo (Franco Interlenghi), el joven provinciano que en Los inútiles (I vitelloni, 1953) abandona a su familia, a su joven amigo y a sus camaradas de juerga para ir en pos de un destino incierto y estimulante. De otras obras mayores del realizador se ha hablado abundantemente (La calleLas noches de CabiriaLa dulce vidaOcho y medioJulieta de los espíritusSatyricon); todas ellas son obras emblemáticas que insisten en los temas y las obsesiones artísticas ya señaladas, y en ocasiones los exacerban. El cine de Fellini es relato autobiográfico, recuento pintoresco de la vida de provincia, almanaque de ritos de una iniciación juvenil, azoro ante el tonificante caos de la vida citadina y sus ofertas, infatigable búsqueda del ideal femenino a través de sus espejos deformantes, sátira también de la burguesía satisfecha, del esnobismo intelectual de las élites y del pétreo inmovilismo de la alta jerarquía eclesiástica. Ese cine es de igual manera un largo recorrido que va de los primeros entusiasmos juveniles al desencanto amargo de la edad madura. Al escéptico realizador veterano de Ginger y Fred y deEntrevista, denostado por los críticos implacables que le reprochan insistir en los mismos temas y esquemas de representación, en evocaciones anacrónicas y sátiras sociales gastadas, el tiempo ha terminado por darle la razón hasta volverlo casi un visionario. Las salas de cine en varios países europeos están hoy casi desiertas, los raquíticos presupuestos para la creación fílmica en países como España la condenan a una extinción a corto plazo, y el poderío del entretenimiento televisivo es en todas partes avasallador. Ninguna conciencia crítica ha podido plasmar en el cine los posibles alcances de esta debacle tan certeramente avizorada por el realizador de La voz de la luna (1990), su última cinta. A veinte años de la desaparición de Fellini, su cine representa una vigorosa resistencia cultural que, por el bien de la creación artística, importa hoy mantener viva.