Durante la
Cuadragésima Segunda Colación de Grados
De la Universidad
Central de Bayamón
25 de Junio de
2013
Centro de
Convenciones de Puerto Rico
San Juan, Puerto
Rico
Agradecimiento y aprecio a la Universidad Central de
Bayamón
Agradezco
profundamente a la Universidad Central de Bayamón la distinción que me concede
al otorgarme este Doctorado Honoris Causa. Quiero también expresar mi grande
aprecio por el noble proyecto de esta Universidad, que ha sido fundada por mis
hermanos dominicos, quienes por muchos años han trabajado en la evangelización
de estas bellas tierras del Borinquén.
Los ideales que mueven mi vida se empezaron forjar a
mi paso por la Universidad
Fue
precisamente en un ambiente como éste, siendo un joven estudiante
universitario, donde fueron sembradas en mi corazón, las semillas de donde han
germinado las fuerzas que impulsan hasta el día de hoy el derrotero de mi vida.
Fue en mi juventud, en compañía de otras y otros jóvenes que se empezaron a
forjar los ideales por un mundo justo, diferente al que construyeron las
generaciones que nos habían precedido, y se esforzaban por mantener a flote.
Mi anhelo por un mundo más justo generó en mí, una
rebeldía
Sí, debo
decirlo, al mismo tiempo que en mi espíritu brotaba el deseo de un mundo
diferente, se gestaba en él un impulso de rebeldía para buscar alternativas a
mi vida personal. Es decir, cada día se hacía más fuerte en mí la convicción de
que no podía integrarme a ser parte de la estructura inhumana que me ofrecía un
modus vivendi más o menos confortable, pero a cambio de colaborar con las
injusticias estructurales que se empezaron a establecer en México a mediados
del Siglo XX, para facilitar el desarrollo de procesos de transformación
industrial, a base de inversiones extranjeras. La especialidad que yo estudié
en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) fue la de Ingeniero
Químico, por lo tanto, mi trabajo hubiera estado ligado a los procesos de
transformación industrial, por ello mi visión crítica del país se enfocaba
desde el modo en que se desarrollaban en México tales procesos.
Estas
injusticias estructurales afectaban el orden político y el económico. México
perdió libertad porque empezamos a ser objeto de intervención política
extranjera, especialmente de los Estados Unidos, porque las empresas que
invertían en mi país provenían en su mayoría de nuestro vecino país del norte.
El objetivo de esta intromisión era supervisar que las condiciones sociopolíticas
y socioeconómicas en México fueran del todo favorables para multiplicar
fácilmente sus inversiones.
Los procesos de
industrialización favorecían el enriquecimiento personal de los políticos que
recibían regalías para desregular los controles fiscales financieros y
aduanales, que permitieran el flujo de capitales al extranjero, con escasa o
nula supervisión fiscal, así como asistían la salida de los recursos naturales
no renovables de nuestra patria, que empezaron a ser saqueados de manera
despiadada.
El campo, que
requería inversión con los insumos necesarios a la producción agrícola, empezó
a ser abandonado. Las principales víctimas de este retraso inducido fueron los
campesinos. El motor fundamental de este cambio a la transformación industrial
en México no fue precisamente la búsqueda del progreso de la mayoría de los
mexicanos, sino la codicia de unos cuantos grupos, empoderados en el ambiente
político, empresarial y financiero.
Se inicia en México el paso a un régimen de
esclavitud moderna
Para proveer de
obreras y obreros a las plantas industriales, no había ninguna calificación
técnica para los campesinos que llegaban a raudales de la provincia mexicana a
las grandes ciudades como México, D.F., la capital de la República y sus zonas
conurbadas, así como a los otros dos grandes polos de desarrollo industrial de
ese momento como Monterrey y Guadalajara. Estoy describiendo al país como se
presentó ante mis ojos cuando yo terminaba mi carrera profesional, a finales de
la década de los 60’s del Siglo XX. Los campesinos emigrados pasaron a formar
parte de los cinturones de miseria de los grandes centros industriales. Se
constituyó una especie de esclavitud moderna con el campesinado emigrado que
era contratado sin la preparación técnica ni social para defenderse de las
políticas laborales abusivas que el mismo gobierno mantenía, con la complicidad
de líderes sindicales corruptos puestos al servicio de los empresarios. Esta
situación de mujeres y hombres campesinos, recién convertidos, por la necesidad
de comida y vivienda, en obreras y obreros, les sometía a niveles de vida muy
por debajo de la dignidad humana.
Me negué a colaborar con un sistema injusto y cambié
el rumbo mi vida
Yo definitivamente
me negué a ser parte de ese sistema que en vez de producir vida, provocaba estructuras
de muerte. No quise pagarles con la moneda del desprecio y el abandono a las
obreras, los obreros y las familias campesinas, que con su trabajo habían sostenido
mi formación universitaria. Por eso elegí integrarme a procesos que convirtieran
en sujetos de la construcción de un nuevo México, a quienes eran víctimas de
los procesos estructurales que se alimentaban del comercio con la carne humana.
Les invito a que se permitan hacer locuras y
rebeldías
Me alegra estar
con ustedes esta mañana queridas jóvenes, queridos jóvenes. Quiero pedirles que
se integren a procesos que construyan la vida en su patria, para ello tienen
que dejar a un lado su provecho personal. No vinieron a la Universidad para
pensar sólo en ustedes mismas y en ustedes mismos. Sean creativas y creativos
para edificar a su pueblo portorriqueño; no busquen beneficios egoístas ni
salgan a buscar un progreso puramente personal, a cualquier parte del mundo, o
al país, al que como Estado libre, están asociados.
Sean capaces de
pensar de manera diferente, déjense contagiar de lo que Platón llama la “locura
mística”, es decir, atreverse a pensar fuera del modelo social imperante, a
esto ya les ha animado el orador invitado a su graduación, el Dr. José Vargas
Vidot, él nos hablaba de la configuración de una sociedad con sentido
comunitario, que se realice con un modelo donde no se justifique de antemano
que existirán personas tratadas como sobrante, donde no se tolere de manera
alguna la exclusión deliberada y planeada de personas y grupos particulares.
Comprendo que
han sido preparadas y preparados en la Universidad para integrarse con su
formación profesional al diseño, desarrollo y sustento de empresas e
instituciones de muchos tipos, tanto en la función pública, como en la
iniciativa privada, y ajustarse a los criterios que quienes dirigen esas
empresas e instituciones les impongan.
Pero les animo
a que se atrevan a empezar algo nuevo; aquí en este pueblo que les ha visto
nacer les ha cuidado y les ha formado como profesionales, con una especialidad.
Siendo realistas, busquen ser emprendedores de microempresas donde los
criterios fundamentales sean los comunitarios, no los de la competencia y la
ventaja sobre la otra o el otro. Rechacen como criterio fundamental que el
dueño, el accionista y el funcionario de alto nivel en esas microempresas, deban
ganar mucho más que el empleado o los obreros, porque tienen derecho a una
mejor vivienda, a un mejor vehículo personal, a ropa y comida de más alta
calidad. Todo ello, a costa del salario miserable del empleado y obrero, la
barricada donde vive, el hambre y la falta de servicios que padecen él o ella y
su familia, y la salud y la educación de las que carecen, y que al final de la
vida, provocará negatividad e inseguridad para todo su entorno y sociedad.
Cómo iluminarnos con la palabra del Evangelio
Cristo dijo un
día que la vida vale más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido, y que
no anduviéramos preocupados por el qué comeremos y por el qué vestiremos. Y
decía que de esas cosas se preocupan desmedidamente los que no creen que Dios
existe. Y ponía el ejemplo de los cuervos que ni siembran ni cosechan, ni
tienen graneros y, sin embargo Dios los alimenta. Y decía también que los
lirios del campo, que ni hilan ni tejen, tienen vestuarios asombrosos, al punto
que ni Salomón en todo su esplendor se vistió como uno de ellos (Cf. Lc
12,22-30).
Jesús nos
invita en estas palabras a no preocuparnos en cuanto al alimento, solamente en
lo que se refiere a la vida personal, sino que pensemos en la vida de todas y
de todos, quienes requieren para el sustento de la propia vida, del alimento
necesario. También nos invita, en lo que se refiere al vestido, a no preocuparnos
únicamente de nuestro cuerpo personal, sino del cuerpo de todas y todos cuantas
y cuantos necesitan de vestido. De ese modo no vamos solamente a aprender a
comer más modestamente, sino que vamos a ocuparnos en que ese alimento modesto
llegue a todas y todos. Lo mismo el vestido, que sea modesto, para que alcance
para todas y todos, dignamente.
Así deben
diseñar sus empresas, no para tener residencias y vehículos de lujo, no para
banquetear espléndidamente con alimentos y bebidas de lujo. Pensar en todas y
todos nos lleva a procurar tener los niveles de vida adecuados, que permitan a
todas y todos sin exclusión alguna, gozar de la vida digna que corresponde a
cada ser humano que viene a este mundo. Buscando primero el reino de Dios que
es inclusivo y lleno de justicia, todo lo demás se nos dará por añadidura (Cf.
Lc 12,31). No podemos seguir pensando que es normal ver a tantas personas
sometidas a la pobreza, en una miseria insalvable, mientras otras cuantas viven
en la opulencia. Atrévanse jóvenes a ser rebeldes ante el modelo de sociedad
que impera en estos momentos, y a trabajar por un modelo distinto, en el que
esta tierra cumpla con la función a la que Dios la destinó cuando puso a los
seres humanos a vivir en ella, para cultivarla y administrarla (Cf. Gn 1,26-29;
Sb 9,1-3). Este planeta es la casa de toda la familia humana. Construyan así la
porción del mundo donde han nacido y viven entre los suyos.
Les dije que en
mi juventud, en un momento dado, me revelé a integrarme a procesos que
generaban miseria y muerte. Hoy, a pesar de que soy un obispo, y tengo
moderaciones y limitaciones, siento que esa rebeldía no se ha apagado en mi
corazón; trabajo y lucho por un mundo en el que todas y todos trabajemos por un
trato igual para cada ser humano, para cada grupo, para cada pueblo, para cada
nación, con apego a los derechos fundamentales de nuestra dignidad como
personas. Los Derechos Humanos son inherentes a la naturaleza humana, y esto no
solamente lo aceptamos quienes creemos en el Evangelio de Jesucristo, sino que
hoy está consagrado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos,
firmada y aceptada por la gran mayoría de las naciones del mundo, misma que nos
corresponde promover y hacer valer junto con otros Convenios y Declaraciones.
Muchas felicidades queridas jóvenes y queridos jóvenes, y qué satisfacción tan
grande para mí, ser ahora parte de esta generación de graduadas y graduados de
la Universidad Central de Bayamón. Gracias por hacerme parte de ustedes.
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