Cada vez somos más los que creemos que otro mundo es posible ! Las formas de comunicación son importantes en estos aciagos tiempos. Hagamos del ingenio y de la inteligencia un instrumento de lucha para construir un mundo nuevo.
Saturday, May 31, 2014
Friday, May 30, 2014
JESUS ROBERTO RODRIGUEZ LOPEZ, originario de la ciudad de Torreón se encuentra en Saltillo extraviado...
Saltillo, Coahuila a 28 de mayo de 2014
A la ciudadanía en general:
El pasado 24 de mayo nos contactaron de un albergue en el noreste del país para difundir la foto de un joven del sexo masculino que está extraviado, él se identifica como JESUS ROBERTO RODRIGUEZ LOPEZ recuerda que vive en Torreón, Coahuila y que sus papas son Leticia y Raúl, aparentemente el joven tiene un trastorno mental.
Les solicitamos amablemente difundir la fotografía en sus medios de comunicación y reportar cualquier información de sus familiares a los teléfonos (844) 412-37-17 ext. 137.
Gracias de antemano por su colaboración.
COMUNICACIÓN SOCIAL DELA CALLE RADIO/ SALTILLO/ MONTERREY
Thursday, May 29, 2014
COMUNICADO URGENTE:
Detención de autoridades y representantes del Consejo de Bienes Comunales de la Zona Lacandona, organizaciones sociales y un miembro del equipo de SERAPAZ
Jueves 29 de mayo de 2014
Acción Urgente No. 1
El día de hoy jueves 29 de mayo fue detenida una comisión de dirigentes y representantes del Consejo de Bienes Comunales de la Zona Lacandona, así como integrantes de la organización ARIC Independiente y organizaciones sociales acompañantes, entre ellos nuestro compañero Mario Marcelino Ruíz Mendoza de Servicios y Asesoría para la Paz A.C. quien se encontraba en labores de mediación.
Esta detención sucedió a las 5 p.m. afuera del Palacio de Gobierno, en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, cuando esta Comisión llegaba para iniciar una mesa de negociación acordada con el gobierno del estado de Chiapas. El objetivo de la mesa era la liberación del asesor jurídico de la comunidad lacandona Gabriel Montoya y resolver la situación agraria del conflicto en Montes Azules, al igual que el reconocimiento de las autoridades agrarias de los bienes comunales de dicha región.
Mario Ruiz es conocido por su trabajo en la mediación comunitaria y la transformación positiva de conflictos sociales desde hace muchos años, primero desde su participación en CORECO, y actualmente desde Serapaz, ambas organizaciones fundadas por Don Samuel Ruiz García y reconocidas por su labor en la búsqueda justicia y la construcción de paz.
Exigimos con carácter de URGENCIA la libertad inmediata de los integrantes de la Comisión de Negociación que asistía a la mesa con Gobierno del Estado.
Exigimos la instalación a la brevedad de una mesa federal orientada a resolver los distintos puntos de la agenda jurídica, agraria y ambiental.
Sobre estas bases se podrá rehacer la ruta del diálogo, sin necesidad de mayores acciones de presión.
Llamamos a la solidaridad y a mantenernos pendientes de esta delicada y riesgosa situación.
Atentamente,
Servicios y Asesoría para la Paz A.C.
Para más información:
Alberto Solís
Coordinador de TPC de Servicios y Asesoría para la Paz A.C.
5536770896
Manuela Arancibia
Responsable de comunicación de Servicios y Asesoría para la Paz A.C.
5539964925
Área de comunicación y análisis
Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez A.C.
Sitio web: http://centroprodh.org.mx
Sistema de información: http://sididh.info
Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez A.C.
Sitio web: http://centroprodh.org.mx
Sistema de información: http://sididh.info
Sunday, May 25, 2014
Para los multimillonarios, todo; para el público, pagar más caro
Antonio Gershenson
Vamos a ver en detalle el artículo transitorio 16 de la ley
de hidrocarburos, en proceso legislativo. Una serie de regalos a
multimillonarios (claro, mediante agradecimiento a funcionarios) y más aumentos
al público, de esos que se juró una y otra vez que no se iban a presentar.
Los funcionarios adecuados podrán repartir, de acuerdo con
el texto de ese artículo: los permisos para tratamiento y refinación de
petróleo, el procesamiento de gas natural, el transporte, almacenamiento,
distribución, licuefacción, descompresión y expendio al público de
hidrocarburos, gas licuado de petróleo, petrolíferos y petroquímicos.
¿Algo más que le quede a Pemex? Por lo menos ahí, ni se le
menciona.
Pero, a cambio de estos regalitos, al público le quedan los
aumentos de precios. De los que se había jurado y perjurado que no habría.
“I. En materia de precios:
“A) A partir de la entrada en vigor de la presente ley en lo
que resta del año 2014, los precios máximos al público de las gasolinas Magna y
Premium, así como del diésel suministrados por Petróleos Mexicanos, aumentarán
9, 11 y 11 centavos por mes, respectivamente.
“b) A partir del 1º de enero de 2015 y hasta el 31 de
diciembre de 2019 –comentamos que es el básicamente el resto del sexenio– los
precios máximos al público se ajustarán mensualmente por la Secretaría de
Hacienda y Crédito Público de manera consistente con el precio en el mercado
internacional.
La política de precios establecida en este inciso se
mantendrá siempre que los precios internacionales de los combustibles
permanezcan estables o disminuyan. En caso contrario, la Secretaría de Hacienda
y Crédito Público revisará al alza los incrementos de los precios públicos, de
manera consistente con el precio en el mercado internacional (¿no que el año
próximo iban a subir los precios más despacito?).
“II. A partir de la entrada en vigor de la presente ley y
hasta el 31 de diciembre de 2018, únicamente se podrán otorgar permisos para la
importación de gasolina y diésel, a Petróleos Mexicanos o sus empresas
productivas subsidiarias. A partir del 1º de enero de 2019, los permisos a que
se refiere el párrafo anterior podrán otorgarse a cualquier interesado que
cumpla con las disposiciones jurídicas aplicables.
“III. Los permisos para el expendio al público de gasolinas
y diésel podrán ser otorgados por la Comisión Reguladora de Energía a partir
del 1º de enero de 2017. A partir de la misma fecha Petróleos Mexicanos, sus
empresas producidas subsidiarias o sus empresas filiales, no podrán condicionar
el suministro de gasolinas y diésel a la celebración de contratos de
franquicia.
La vigencia de los contratos de suministro con Petróleos
Mexicanos que sean suscritos a partir de la entrada en vigor de la presente
ley, no podrá exceder del 31 de diciembre de 2017.
Y aquí termina el transitorio 16. Las transnacionales no
sólo pueden tener la listota del principio, sino que puede tener hasta sus
propias gasolineras y otros medios.
Es un artículo de dos lados. En uno estriban los regalos a
los multimillonarios y a las trasnacionales, y en el otro se encuentran el cobro
creciente de gasolina y diésel al público. En otros lados se aumentan los
precios del gas natural y en otras formas, el combustóleo y la energía
eléctrica.
Y este es sólo un artículo del paquete que el gobierno envió
al Congreso, y que ya quiere verlo aprobado a la brevedad.
Si se aprueba la legislación, apoyada por el gobierno y el
PRI, será un premio para las trasnacionales, o para un grupo selecto de ellas,
y para multimillonarios, o un grupo selecto de los mismos.
No dejará de haber funcionarios que digan que los precios
van a bajar; en el gobierno no faltan. Si alguien les cree, después de haber
leído esto, allá él.
¿De dónde se podría sacar el dinero para no estar aumentando
precios a gasolina, gas, etcétera? Tal vez reduciendo el monto de los regalitos
a los multimillonarios.
antonio.gershenson@gmail.com
Monday, May 19, 2014
Mi pequeño homenaje a Elena Poniatowska
Mi pequeño y humilde homenaje a
una escritora a la que admiro: Elena Poniatowska
Apreciaciones personales sobre el relato “De noche vienes” de Elena Poniatowska___________________________________________________________“Entretejido de voces, risa e ironía en “De noche vienes”
Introducción
Una mujer joven es juzgada porque contrajo matrimonio cinco veces, es decir, tiene cinco maridos, uno de sus maridos descubre la verdad y la denuncia. Un agente del Ministerio público la juzga. Si bien ésta es la historia, el siguiente trabajo se propone ahondar en los artificios que se han utilizado para contarla. Redescubrir cómo está construido este relato fue un inmenso placer, pues una vez más me acerqué a Elena Poniatowska, una escritora a la cual admiro y releo, permanentemente. Desde el comienzo podemos advertir una forma particular, el procedimiento in medias res, predispone al lector textual a completar el contexto o la situación comunicativa que involucra el diálogo entre los personajes. Esta estructura polifónica, forma reveladora de ideología —de acuerdo con los conceptos de Voloshinov— se irá construyendo mediante la voz de la protagonista y la del oficial de justicia, pero no podemos omitir ninguna de las otras voces presentes (personajes y autor textual), pues todas son necesarias en la delimitación de unos y otros.
¿Quién es Esmeralda Loyden? ¿Quiénes son los otros?
Pareciera que todo el relato llevado a cabo por los mismos personajes —en especial la voz de Esmeralda y la del licenciado del Ministerio público— nos van construyendo dialógicamente la identidad de la protagonista, y además, nos enteramos a través de sus voces las valoraciones de mundo de cada uno de ellos.
¿Cómo se va construyendo el héroe?
Evidentemente a través de un entramado de palabras que hacen eco en un espacio y tiempo inefables como lo es el de la lectura, y es en ese instante en el que percibimos sentimientos, y nos permitimos el asombro, el desplazamiento de experimentar de un modo original sentimientos como la inocencia, la candidez, el humor, la malicia, la compasión, sentimientos tan humanos que a veces los experimentamos solamente en la ficción. Así como los personajes secundarios del relato se van transformando, de ser oyentes pasivos o testigos indiferentes, llegan a sentir compasión por la niña-mujer y de esa manera van tomando parte en la historia de Esmeralda, también el lector textual va tomando parte como evaluador de esta historia.
Esmeralda, una voz:
Niña-mujer, según el autor textual, sonreír era parte de su naturaleza. Su inocencia se manifiesta a través de su lenguaje, llano, con matices que revelan su condición social, su forma de ser; no advierte la ironía del juez, los sobreentendidos. Sus respuestas ante el juez, causan risa. Esa forma de presentar al juez, dueño de una moral inquebrantable, y a la niña-mujer con sus propios valores, no acorde con la sociedad tradicional, constituyen un contraste efectivo que permiten experimentar en el lector, la risa, el humor. Pero también ese contraste obliga a reflexionar sobre nosotros mismos, los valores del hombre y a cuestionarlos en cuanto a su carácter de inmutables.
Los personajes y el ambiente
El autor textual le da la voz a los personajes, otorgándoles así un rango predominante, porque son los que llevarán adelante la acción y simultáneamente encarnan aquello de lo que se está hablando, nada más ni nada menos que la búsqueda de la verdad, una verdad con muchas aristas, la que será cuestionada, y en la que la sentencia se presenta más como el ”deber de cumplir las leyes” (en este sentido me parece que Esmeralda es re-ubicada por el texto, porque se le otorga una pena a cumplir), y al mismo tiempo una sentencia que contradice el sentir propio del hombre que la dicta. (El juez, y los empleados del juzgado se llegan a compadecer de la niña-mujer y creo que hasta justifican su conducta, puesto que no ven indicios de maldad en su actuar). . El autor textual interviene, además, a través de la tercera persona, y se sirve de esta forma, según mi opinión, para elevar a Esmeralda a un ser casi angelical1, y al mismo tiempo, para rebajar o desacralizar la figura del juez, quien sintonizaba con el ambiente decrépito del juzgado?.
1 La mujer protestó con una voz muy clara, aunque sus entonaciones fueran infantiles.—Soy enfermera titulada. Puedo enseñarle mi título, ahora mismo, si vamos a mi casa. [...] Nada turbaba la limpidez de su mirada, ninguna sombra, ninguna segunda intención en la superficie brillante. [...] Esmeralda agrandó sus ojos verdes como el pasto tierno que nunca ha sido pisado. “Pero si hasta parece una virgen”, pensó el agente. –Veamos lo que tiene que decir la acusada. Pero, antes permítaseme una pregunta estrictamente personal, señora Esmeralda. ¿No confundía usted a Julio con Livio? Esmeralda, con la vista fija, semejaba una criatura frente a un caleidoscopio de una profundidad insondable bajo el flujo de las aguas transparentes de sus ojos; un calidoscopio en el aire, puesto allí sólo para ella. El juez, despechado, tuvo que repetir su pregunta... [...] El juez no pudo proseguir; los chistes de doble sentido, las groserías, los comentarios ingeniosos le pasaban por encima y García era una bestia echada, parecía incluso haberse solidarizado con la acusada. [...] Al agente del Ministerio Público le temblaban sobre los labios los términos perversión, perfidia, depravación, el más absoluto descaro, pero nunca se presentó la oportunidad de emitirlos y eso que le quemaban la lengua. Con Esmeralda perdían todo su sentido. Su relato era llano, sin recovecos, simple, los lunes eran de Pedro, los martes de Carlos y así sucesivamente hasta completar la semana, inglesa por supuesto, porque los sábados y los domingos los destinaba a lavar y planchar su ropa y la de ellos... 2 El juzgado era viejo; pura madera carcomida, pintada y vuelta a pintar y la cara del agente del Ministerio Público extrañamente no se veía tan vieja, a pesar de sus hombros encorvados y los sacudimientos que los estremecían. Vieja su voz, viejas sus intenciones, torpes sus ademanes y esa manera de fijar los ojos en ella a través de los lentes e irritarse como un maestro con el alumno que no ha aprendido la lección. [...]La mujer miró con sus ojos candorosos las diez butacas vacías tras de ella, el mostrador de palo pintado de gris y los archiveros altísimos D.M. Nacional. Al pasar por las piezas que antecedían a la oficina del agente del Ministerio Público, casi se le vinieron encima los escritorios de lámina, ellos también cubiertos de expedientes apilados sin orden, algunos con una tarjeta blanca entre las hojas a modo de señal. Incluso, estuvo a punto de tirar uno de los alteros peligrosamente esquinado tras el cual comía su lunch una mujer gorda acodada a la mesa. Por lo visto le había dado previas mordidas a su torta y ahora le añadía con fruición grandes y sebosas tajadas de aguacate rebanadas con plegadera. También el piso de granito muy gastado, grisáceo, era sórdido aunque a diario lo trapearan, y las ventanas que daban a la calle, por cierto muy chiquitas, tenían unos barrotes gruesos y pegados los unos a los otros. Los vidrios siempre sucios dejaban pasar una luz terregosa y triste; se veía que a nadie le importaba esta casa, que todos huían de ella una vez terminado el trabajo, que ningún aire entraba a las oficinas al no ser el de la puerta de la calle que se cerraba de inmediato. La gorda guardó en una bolsa de papel estraza en la que también había un plátano, los restos de la torta seguramente para acabarla más tarde y el cajón se cerró con un ruido de resorte. Luego, con las mismas manos, se enfrentó a su máquina de escribir. Todas eran altas, muy viejas y la cinta jamás regresaba sola. La gorda introdujo su dedo en el carrete, la uña al menos, y se puso a regresarla, después se cansó y con el dedo entintado, jaló el cajón de en medio del escritorio y sacó una pluma atómica que metió en el centro de la cinta.
¿Cómo van evolucionando los personajes?
De la forma en que este texto está construido, subyace el género dramático, puesto que los diálogos predominan y las intervenciones del narrador en tercera persona bien podrían funcionar como las acotaciones del autor dramático. En este contexto podemos observar cómo el autor textual va focalizando las distintas escenas, y cómo van evolucionando los personajes. En medio de la conversación entre Esmeralda y el juez, se intercalan distintas escenas, que acompañan en forma gradual la historia: un policía que se rascaba las verijas cerca de la puerta de salida, escucha hablar a Esmeralda y la dulzura del tono hizo que dejara de rascarse. Los demás empleados casi animalizados, indiferentes a lo que Esmeralda va declarando, poco a poco se van humanizando.
“Todos en el juzgado parecían estar inoculados en contra de la crítica y la autocrítica; unos se rascaban las costillas, otros los sobacos, las mujeres se arreglaban un tirante del brasier, pujando. Pujaban también al sentarse, pero una vez sentadas volvían a levantarse para ir a otro escritorio y consultar algo que las hacía rascarse la nariz o pasarse repetidas veces la lengua sobre los dientes buscando algún prodigioso miligramo que una vez hallado se sacaban con el dedo meñique. Total, que si ninguno se veía a sí mismo, ninguno veía tampoco a los demás.” García, el escribiente, interviene en las preguntas que le hace el juez a Esmeralda, a favor de ella: —¿Se ha encontrado usted, García, con algún caso semejante a lo largo de su vida? —No, licenciado, bueno, no en una mujer porque en hombres...—García chifló en el aire; el silbido largo como de tren que pasa. —¿Se sometió usted al examen ginecológico con el médico legista? —No, ¿por qué? —protestó García—, si no se trata de un caso de violación. El relato de Esmeralda, sus actitudes, son las que desendacenan un cambio en el mismo ambiente: […] Lucita ( la taquígrafa, mujer gorda que comía torta, aguacate y plátano, acodada a la mesa) hacía rato que no le quitaba los ojos de encima a la acusada, de hecho cuatro o cinco empleados no perdían palabra del careo; Carmelita dejó sus “Lágrimas y Risas” y Tere también arrumbó su fotonovela, Carvajal se había parado junto a García y Pérez y Mantecón escuchaban sin parpadear. En ese juzgado todos usaban corbata pero se veían sucios, sudados, la ropa pegada como cataplasma, los trajes lustrados, llenos de lamparones, del horrible color café que acostumbraban los morenos y los hace parecer una tablilla de chocolate rancio. Lucita suplía su baja estatura con colores chillones...pero ahora su expresión era tan entusiasta que se veía atractiva; el interés los ennoblecía a todos; habían dejado de chaclear, rascarse, embarrarse en contra de los muros; ninguna desidia podía flotar ahora en el recinto; cobraban vida, recordaban que alguna vez fueron hombres, y no sólo eso sino jóvenes, ajenos al papeleo y a la tarjeta marcada; una gota de agua cristalina resplandecía sobre cada una de sus cabezas: Esmeralda los estaba bañando.
El lenguaje en los personajes revela un modo de ser
Creo que el lenguaje es de fundamental importancia en la constitución de los personajes, la manera en que cada uno se expresa, permiten al lector textual hallar las marcas que los identifica a cada uno, un lenguaje que expresa sus propias ideologías. Si por ejemplo nos detenemos en cómo habla el juez, sabemos por el tono en sus palabras cuál es su postura frente al adulterio cometido por la acusada. Un tono que obviamente trasciende a las mismas palabras, y que trasunta una connotación negativa, lejos de ser un lenguaje imparcial como lo debería ser el de un juez: —No trabaja usted en un instituto que emana directamente de la Revolución Mejicana? ¿No se ha beneficiado con ella? ¿No goza usted de los privilegios de una clase que ayer apenas llegaba del campo y hoy recibe escuela, atención médica, bienestar social? Usted ha podido subir gracias a su trabajo. ¡Ah, se me olvidaba que su concepto del trabajo es un tanto curioso! El lenguaje coloquial de Esmeralda revela una inocencia propia del lenguaje infantil: uso de diminutivos, interpretación literal de las preguntas, interjecciones de alegría, preguntas que realiza al juez sin ningún tipo de inhibición. El lenguaje jurídico toma parte casi al finalizar el relato, con algunos matices coloquiales, y que completaría el mismo tono irrisorio que lo ha atravesado. El modo en que se cierra el relato, en tercera persona, nos permite visualizar —como en el cine— la heroína aclamada por la multitud, el texto de esta manera, se ocupa finalmente de ensalzar al ser de papel, pero tan humano como lo es Esmeralda.
Mariana D. Aznárez
Bibliografia
Bajtín, Mijail, Problemas de la poética de Dostoievski, México, FCE, 1986 Bajtín, Mijail, El problema de los géneros discursivos, México, Siglo XXI, 1989 Drucaroff, Elsa, Mijail Bajtín, La guerra de las culturas, Bs As, Ed. Almagesto, 1996 Poniatowska, Elena, De noche vienes, Bs. As., Ed. Sudamericana, 1999Voloshinov, Valentín, El discurso en la vida y el discurso en la poesía, 1926
____________________________________
Ilustración:
Nicoletta Ceccoli
______________________
Elena Poniatowska
Periodista y narradora, nacida en París, Francia, el 19 de mayo de 1933. Radica en México desde 1942. Fue becaria del Centro Mexicano de Escritores, de 1957 a 1958; ingresó al Sistema Nacional de Creadores Artísticos, como creador emérito, en 1994. Nació en París, hija de una mexicana, Paula Amor, y un noble polaco, Jean Poniatowska. El estallido de la Segunda Guerra Mundial hizo que su madre tomara una decisión que cambió sus vidas. Madre e hija partieron para México mientas su padre luchaba con el Ejército francés y participaba en el desembarco de Normandía. La guerra los separó durante cinco años. Fue francesa hasta que casó y se nacionalizó mexicana. Su carrera se inició en el ejercicio del periodismo y ha publicado una obra muy amplia que incluye varios géneros. Entre sus textos destacan: las novelas Hasta no verte Jesús mío (1969), Querido Diego, te abraza Quiela, (1978), La flor de Lis (1988), Tinísima (1992) y La piel del cielo (2001); los ensayos: Todo empezó el domingo (1963), La noche de Tlaltelolco (1971), Gaby Brimmer (testimonio,1979), Fuerte es el silencio (1980), El último guajolote (1982), ¡Ay vida, no me mereces!, (1985), Nada, nadie. Las voces del temblor (1988), Juchitán de las mujeres (testimonio, 1989); las colecciones de cuentos: Lilus Kikus (1954), De noche vienes (1979), Métase mi prieta entre el durmiente y el silbatazo (1982) y los libros de entrevistas: Palabras cruzadas, Era, (1961), Domingo 7 (1982), Todo México (1990 ) y Todo México, vol. II (1994). Ha recibido múltiples premios entre los que pueden citarse: Premio Mazatlán, 1970, por Hasta no verte Jesús mío, Premio Xavier Villaurrutia, 1970 (rechazado), por La noche de Tlatelolco. Premio Nacional de Periodismo (fue la primer mujer que recibió esta distinción) por sus entrevistas, (1978), Premio Manuel Buendía (otorgado por varias universidades de México), por méritos relevantes como escritora y periodista (1987), Premio Mazatlán de Literatura, (1992), por Tinísima y, el más reciente, Premio Alfaguara de Novela 2001, por La piel del cielo.
una escritora a la que admiro: Elena Poniatowska
Apreciaciones personales sobre el relato “De noche vienes” de Elena Poniatowska___________________________________________________________“Entretejido de voces, risa e ironía en “De noche vienes”
Introducción
Una mujer joven es juzgada porque contrajo matrimonio cinco veces, es decir, tiene cinco maridos, uno de sus maridos descubre la verdad y la denuncia. Un agente del Ministerio público la juzga. Si bien ésta es la historia, el siguiente trabajo se propone ahondar en los artificios que se han utilizado para contarla. Redescubrir cómo está construido este relato fue un inmenso placer, pues una vez más me acerqué a Elena Poniatowska, una escritora a la cual admiro y releo, permanentemente. Desde el comienzo podemos advertir una forma particular, el procedimiento in medias res, predispone al lector textual a completar el contexto o la situación comunicativa que involucra el diálogo entre los personajes. Esta estructura polifónica, forma reveladora de ideología —de acuerdo con los conceptos de Voloshinov— se irá construyendo mediante la voz de la protagonista y la del oficial de justicia, pero no podemos omitir ninguna de las otras voces presentes (personajes y autor textual), pues todas son necesarias en la delimitación de unos y otros.
¿Quién es Esmeralda Loyden? ¿Quiénes son los otros?
Pareciera que todo el relato llevado a cabo por los mismos personajes —en especial la voz de Esmeralda y la del licenciado del Ministerio público— nos van construyendo dialógicamente la identidad de la protagonista, y además, nos enteramos a través de sus voces las valoraciones de mundo de cada uno de ellos.
¿Cómo se va construyendo el héroe?
Evidentemente a través de un entramado de palabras que hacen eco en un espacio y tiempo inefables como lo es el de la lectura, y es en ese instante en el que percibimos sentimientos, y nos permitimos el asombro, el desplazamiento de experimentar de un modo original sentimientos como la inocencia, la candidez, el humor, la malicia, la compasión, sentimientos tan humanos que a veces los experimentamos solamente en la ficción. Así como los personajes secundarios del relato se van transformando, de ser oyentes pasivos o testigos indiferentes, llegan a sentir compasión por la niña-mujer y de esa manera van tomando parte en la historia de Esmeralda, también el lector textual va tomando parte como evaluador de esta historia.
Esmeralda, una voz:
Niña-mujer, según el autor textual, sonreír era parte de su naturaleza. Su inocencia se manifiesta a través de su lenguaje, llano, con matices que revelan su condición social, su forma de ser; no advierte la ironía del juez, los sobreentendidos. Sus respuestas ante el juez, causan risa. Esa forma de presentar al juez, dueño de una moral inquebrantable, y a la niña-mujer con sus propios valores, no acorde con la sociedad tradicional, constituyen un contraste efectivo que permiten experimentar en el lector, la risa, el humor. Pero también ese contraste obliga a reflexionar sobre nosotros mismos, los valores del hombre y a cuestionarlos en cuanto a su carácter de inmutables.
Los personajes y el ambiente
El autor textual le da la voz a los personajes, otorgándoles así un rango predominante, porque son los que llevarán adelante la acción y simultáneamente encarnan aquello de lo que se está hablando, nada más ni nada menos que la búsqueda de la verdad, una verdad con muchas aristas, la que será cuestionada, y en la que la sentencia se presenta más como el ”deber de cumplir las leyes” (en este sentido me parece que Esmeralda es re-ubicada por el texto, porque se le otorga una pena a cumplir), y al mismo tiempo una sentencia que contradice el sentir propio del hombre que la dicta. (El juez, y los empleados del juzgado se llegan a compadecer de la niña-mujer y creo que hasta justifican su conducta, puesto que no ven indicios de maldad en su actuar). . El autor textual interviene, además, a través de la tercera persona, y se sirve de esta forma, según mi opinión, para elevar a Esmeralda a un ser casi angelical1, y al mismo tiempo, para rebajar o desacralizar la figura del juez, quien sintonizaba con el ambiente decrépito del juzgado?.
1 La mujer protestó con una voz muy clara, aunque sus entonaciones fueran infantiles.—Soy enfermera titulada. Puedo enseñarle mi título, ahora mismo, si vamos a mi casa. [...] Nada turbaba la limpidez de su mirada, ninguna sombra, ninguna segunda intención en la superficie brillante. [...] Esmeralda agrandó sus ojos verdes como el pasto tierno que nunca ha sido pisado. “Pero si hasta parece una virgen”, pensó el agente. –Veamos lo que tiene que decir la acusada. Pero, antes permítaseme una pregunta estrictamente personal, señora Esmeralda. ¿No confundía usted a Julio con Livio? Esmeralda, con la vista fija, semejaba una criatura frente a un caleidoscopio de una profundidad insondable bajo el flujo de las aguas transparentes de sus ojos; un calidoscopio en el aire, puesto allí sólo para ella. El juez, despechado, tuvo que repetir su pregunta... [...] El juez no pudo proseguir; los chistes de doble sentido, las groserías, los comentarios ingeniosos le pasaban por encima y García era una bestia echada, parecía incluso haberse solidarizado con la acusada. [...] Al agente del Ministerio Público le temblaban sobre los labios los términos perversión, perfidia, depravación, el más absoluto descaro, pero nunca se presentó la oportunidad de emitirlos y eso que le quemaban la lengua. Con Esmeralda perdían todo su sentido. Su relato era llano, sin recovecos, simple, los lunes eran de Pedro, los martes de Carlos y así sucesivamente hasta completar la semana, inglesa por supuesto, porque los sábados y los domingos los destinaba a lavar y planchar su ropa y la de ellos... 2 El juzgado era viejo; pura madera carcomida, pintada y vuelta a pintar y la cara del agente del Ministerio Público extrañamente no se veía tan vieja, a pesar de sus hombros encorvados y los sacudimientos que los estremecían. Vieja su voz, viejas sus intenciones, torpes sus ademanes y esa manera de fijar los ojos en ella a través de los lentes e irritarse como un maestro con el alumno que no ha aprendido la lección. [...]La mujer miró con sus ojos candorosos las diez butacas vacías tras de ella, el mostrador de palo pintado de gris y los archiveros altísimos D.M. Nacional. Al pasar por las piezas que antecedían a la oficina del agente del Ministerio Público, casi se le vinieron encima los escritorios de lámina, ellos también cubiertos de expedientes apilados sin orden, algunos con una tarjeta blanca entre las hojas a modo de señal. Incluso, estuvo a punto de tirar uno de los alteros peligrosamente esquinado tras el cual comía su lunch una mujer gorda acodada a la mesa. Por lo visto le había dado previas mordidas a su torta y ahora le añadía con fruición grandes y sebosas tajadas de aguacate rebanadas con plegadera. También el piso de granito muy gastado, grisáceo, era sórdido aunque a diario lo trapearan, y las ventanas que daban a la calle, por cierto muy chiquitas, tenían unos barrotes gruesos y pegados los unos a los otros. Los vidrios siempre sucios dejaban pasar una luz terregosa y triste; se veía que a nadie le importaba esta casa, que todos huían de ella una vez terminado el trabajo, que ningún aire entraba a las oficinas al no ser el de la puerta de la calle que se cerraba de inmediato. La gorda guardó en una bolsa de papel estraza en la que también había un plátano, los restos de la torta seguramente para acabarla más tarde y el cajón se cerró con un ruido de resorte. Luego, con las mismas manos, se enfrentó a su máquina de escribir. Todas eran altas, muy viejas y la cinta jamás regresaba sola. La gorda introdujo su dedo en el carrete, la uña al menos, y se puso a regresarla, después se cansó y con el dedo entintado, jaló el cajón de en medio del escritorio y sacó una pluma atómica que metió en el centro de la cinta.
¿Cómo van evolucionando los personajes?
De la forma en que este texto está construido, subyace el género dramático, puesto que los diálogos predominan y las intervenciones del narrador en tercera persona bien podrían funcionar como las acotaciones del autor dramático. En este contexto podemos observar cómo el autor textual va focalizando las distintas escenas, y cómo van evolucionando los personajes. En medio de la conversación entre Esmeralda y el juez, se intercalan distintas escenas, que acompañan en forma gradual la historia: un policía que se rascaba las verijas cerca de la puerta de salida, escucha hablar a Esmeralda y la dulzura del tono hizo que dejara de rascarse. Los demás empleados casi animalizados, indiferentes a lo que Esmeralda va declarando, poco a poco se van humanizando.
“Todos en el juzgado parecían estar inoculados en contra de la crítica y la autocrítica; unos se rascaban las costillas, otros los sobacos, las mujeres se arreglaban un tirante del brasier, pujando. Pujaban también al sentarse, pero una vez sentadas volvían a levantarse para ir a otro escritorio y consultar algo que las hacía rascarse la nariz o pasarse repetidas veces la lengua sobre los dientes buscando algún prodigioso miligramo que una vez hallado se sacaban con el dedo meñique. Total, que si ninguno se veía a sí mismo, ninguno veía tampoco a los demás.” García, el escribiente, interviene en las preguntas que le hace el juez a Esmeralda, a favor de ella: —¿Se ha encontrado usted, García, con algún caso semejante a lo largo de su vida? —No, licenciado, bueno, no en una mujer porque en hombres...—García chifló en el aire; el silbido largo como de tren que pasa. —¿Se sometió usted al examen ginecológico con el médico legista? —No, ¿por qué? —protestó García—, si no se trata de un caso de violación. El relato de Esmeralda, sus actitudes, son las que desendacenan un cambio en el mismo ambiente: […] Lucita ( la taquígrafa, mujer gorda que comía torta, aguacate y plátano, acodada a la mesa) hacía rato que no le quitaba los ojos de encima a la acusada, de hecho cuatro o cinco empleados no perdían palabra del careo; Carmelita dejó sus “Lágrimas y Risas” y Tere también arrumbó su fotonovela, Carvajal se había parado junto a García y Pérez y Mantecón escuchaban sin parpadear. En ese juzgado todos usaban corbata pero se veían sucios, sudados, la ropa pegada como cataplasma, los trajes lustrados, llenos de lamparones, del horrible color café que acostumbraban los morenos y los hace parecer una tablilla de chocolate rancio. Lucita suplía su baja estatura con colores chillones...pero ahora su expresión era tan entusiasta que se veía atractiva; el interés los ennoblecía a todos; habían dejado de chaclear, rascarse, embarrarse en contra de los muros; ninguna desidia podía flotar ahora en el recinto; cobraban vida, recordaban que alguna vez fueron hombres, y no sólo eso sino jóvenes, ajenos al papeleo y a la tarjeta marcada; una gota de agua cristalina resplandecía sobre cada una de sus cabezas: Esmeralda los estaba bañando.
El lenguaje en los personajes revela un modo de ser
Creo que el lenguaje es de fundamental importancia en la constitución de los personajes, la manera en que cada uno se expresa, permiten al lector textual hallar las marcas que los identifica a cada uno, un lenguaje que expresa sus propias ideologías. Si por ejemplo nos detenemos en cómo habla el juez, sabemos por el tono en sus palabras cuál es su postura frente al adulterio cometido por la acusada. Un tono que obviamente trasciende a las mismas palabras, y que trasunta una connotación negativa, lejos de ser un lenguaje imparcial como lo debería ser el de un juez: —No trabaja usted en un instituto que emana directamente de la Revolución Mejicana? ¿No se ha beneficiado con ella? ¿No goza usted de los privilegios de una clase que ayer apenas llegaba del campo y hoy recibe escuela, atención médica, bienestar social? Usted ha podido subir gracias a su trabajo. ¡Ah, se me olvidaba que su concepto del trabajo es un tanto curioso! El lenguaje coloquial de Esmeralda revela una inocencia propia del lenguaje infantil: uso de diminutivos, interpretación literal de las preguntas, interjecciones de alegría, preguntas que realiza al juez sin ningún tipo de inhibición. El lenguaje jurídico toma parte casi al finalizar el relato, con algunos matices coloquiales, y que completaría el mismo tono irrisorio que lo ha atravesado. El modo en que se cierra el relato, en tercera persona, nos permite visualizar —como en el cine— la heroína aclamada por la multitud, el texto de esta manera, se ocupa finalmente de ensalzar al ser de papel, pero tan humano como lo es Esmeralda.
Mariana D. Aznárez
Bibliografia
Bajtín, Mijail, Problemas de la poética de Dostoievski, México, FCE, 1986 Bajtín, Mijail, El problema de los géneros discursivos, México, Siglo XXI, 1989 Drucaroff, Elsa, Mijail Bajtín, La guerra de las culturas, Bs As, Ed. Almagesto, 1996 Poniatowska, Elena, De noche vienes, Bs. As., Ed. Sudamericana, 1999Voloshinov, Valentín, El discurso en la vida y el discurso en la poesía, 1926
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Ilustración:
Nicoletta Ceccoli
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Elena Poniatowska
Periodista y narradora, nacida en París, Francia, el 19 de mayo de 1933. Radica en México desde 1942. Fue becaria del Centro Mexicano de Escritores, de 1957 a 1958; ingresó al Sistema Nacional de Creadores Artísticos, como creador emérito, en 1994. Nació en París, hija de una mexicana, Paula Amor, y un noble polaco, Jean Poniatowska. El estallido de la Segunda Guerra Mundial hizo que su madre tomara una decisión que cambió sus vidas. Madre e hija partieron para México mientas su padre luchaba con el Ejército francés y participaba en el desembarco de Normandía. La guerra los separó durante cinco años. Fue francesa hasta que casó y se nacionalizó mexicana. Su carrera se inició en el ejercicio del periodismo y ha publicado una obra muy amplia que incluye varios géneros. Entre sus textos destacan: las novelas Hasta no verte Jesús mío (1969), Querido Diego, te abraza Quiela, (1978), La flor de Lis (1988), Tinísima (1992) y La piel del cielo (2001); los ensayos: Todo empezó el domingo (1963), La noche de Tlaltelolco (1971), Gaby Brimmer (testimonio,1979), Fuerte es el silencio (1980), El último guajolote (1982), ¡Ay vida, no me mereces!, (1985), Nada, nadie. Las voces del temblor (1988), Juchitán de las mujeres (testimonio, 1989); las colecciones de cuentos: Lilus Kikus (1954), De noche vienes (1979), Métase mi prieta entre el durmiente y el silbatazo (1982) y los libros de entrevistas: Palabras cruzadas, Era, (1961), Domingo 7 (1982), Todo México (1990 ) y Todo México, vol. II (1994). Ha recibido múltiples premios entre los que pueden citarse: Premio Mazatlán, 1970, por Hasta no verte Jesús mío, Premio Xavier Villaurrutia, 1970 (rechazado), por La noche de Tlatelolco. Premio Nacional de Periodismo (fue la primer mujer que recibió esta distinción) por sus entrevistas, (1978), Premio Manuel Buendía (otorgado por varias universidades de México), por méritos relevantes como escritora y periodista (1987), Premio Mazatlán de Literatura, (1992), por Tinísima y, el más reciente, Premio Alfaguara de Novela 2001, por La piel del cielo.
Saturday, May 10, 2014
Los últimos guardianes del peyote
Los últimos guardianes del peyote
Un documental del emblemático desierto potosino
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Danza hopi de la lluvia
La realización del film Huicholes: los últimos guardianes del peyote fue “un mandato de los wixaritari”, relata el argentino Hernán Vílchez, su director. Con amplia experiencia en trabajo televisivo con pueblos indígenas, el realizador confiesa que es la primera vez que una comunidad le solicita directamente realizar un trabajo. En el documental se retratan, en una especie de juicio, los argumentos que tienen el pueblo wixárika, los empresarios mineros, los habitantes de Real de Catorce, San Luis Potosí, y los funcionarios gubernamentales en torno a la explotación minera en el lugar sagrado de Wirikuta, buscando el contraste entre la visión de modernidad y la espiritualidad.El resultado es un documental hecho con base en el esfuerzo personal del director y los productores, que aporta una mirada externa, pero con “mucho amor y respeto por México”, expresa Vílchez —quien estudió cine en Argentina y Cuba. “En primer lugar, queremos mostrar cómo es la peregrinación de una familia wixárika; por otro lado, queremos brindar información objetiva sobre todos los aspectos del conflicto —sociales, culturales, ambientales y técnicos—; eso incluye poner a todas las voces, las que están a favor y en contra”.
La relevancia de Huicholes, considera Vílchez, radica en que “Wirikuta es un caso emblemático no sólo para México y Latinoamérica, sino para todo el mundo”. Por un lado, resume el tema de la lucha indígena por sus derechos; y por otro, analiza el mensaje relativo al significado de la tierra no sólo para los originarios, sino para quienes actualmente viven ahí y para quienes piden la mina.
Lo más importante de la producción, considera Vílchez, es el planteamiento hacia la sociedad: “a dónde queremos ir y qué humanidad y planeta deseamos. Es una crítica a la visión cortoplacista y voraz que sólo piensa en crecer y crecer; ahí se cruzan la lucha de la modernidad y el mensaje de la espiritualidad”, lanza el director. Para el equipo productor, el cine es un instrumento para hacer conciencia, y por eso se lanzaron a la realización de Huicholes, con la idea de exhibirlo primero ante los actores involucrados en la disputa.
El proyecto comenzó en enero de 2011, y las grabaciones en febrero de 2012 con una ceremonia en el cerro El Quemado. Después del estreno en Real de Catorce,Huicholes viajará para exhibirse de forma gratuita en la comunidad de San Andrés Cohamiata (Tateikié) en la Sierra Huichola, en Guadalajara y la Ciudad de México. El equipo productor pretende que este trabajo, aunque no esté planeado para hacer ganancias, sí sea autosustentable, y tiene un plan de exhibición on line con el que espera obtener recursos para financiar sus costos.
“Queremos un documental sobre nuestra lucha para salvar la tierra sagrada del peyote”. La petición a Vílchez de realizar el documental nació de su trabajo con comunidades aborígenes e indígenas del mundo para una cadena alemana de televisión. El cineasta se inspiró en los libros del conocido antropólogo Fernando Benítez, autor de Los indios de México, para decidirse a filmar al pueblo wixárika.
Al llegar a México, el documentalista hizo contacto con un marakame (chamán) para preparar el trabajo con la televisora. Cuando acudió a solicitar el permiso de los ancianos para filmar —justo en la ceremonia de cambio de varas—, lo sentaron frente al concejo. Vílchez recuerda que miró a los sabios de la comunidad discutir en volumen alto. Ninguno de ellos habla español, y “por el tono, estaba seguro de que me iban a decir que no”. Llegaron entonces la sorpresa y el compromiso.
Efrén, su intérprete, le comunicó que se aprobaba su permiso para filmar para la televisión alemana, “pero lo que realmente quieren que tú hagas es un documental sobre la defensa de Wirikuta”, lugar sagrado de peregrinación de la cultura wixárika, recuerda el director. Y empezó la aventura de forma un tanto solitaria, pues sus entonces socios no aceptaron acompañarlo por diversos motivos. “Pero yo pensé: esto se tiene que hacer”.
Vílchez trabajó con Paola Stefani —manager del grupo musical wixárika Venado Mestizo—, “quien consiguió gente, investigó y quedó como productora, y José Andrés Solórzano, “un realizador joven que estuvo todo el tiempo y desde el primer viaje”, explica.
A través del relato de cómo es la peregrinación a Wirikuta de la familia Sánchez, el equipo de producción aporta una visión externa, que ofrece todas las voces involucradas y “mucha información objetiva sobre todo el espectro del conflicto, lo social, lo cultural, lo ambiental, con mucho énfasis en la parte técnica”, considera el director.
El equipo productor enfatiza que en el año 2010, el gobierno mexicano otorgó concesiones a varias compañías mineras de capitales canadienses para explorar y explotar el área, una reserva natural de 140 mil hectáreas de desierto y sierra en San Luis Potosí, rica en oro, plata y otros minerales valiosos, y que, de acuerdo con la cosmovisión wixárika, mantiene el equilibrio energético de la región y de todo el planeta.
“Los wixaritari saben, y están tratando de hacernos saber, que la destrucción de este territorio pone en peligro el equilibrio de la vida en el planeta. Wirikuta es sagrado porque la vida es sagrada. Sin embargo, este conflicto tiene muchas caras y muchos protagonistas. Su complejidad se corresponde con la complejidad de las relaciones sociales y de poder en un país en desarrollo como México”, señala el equipo.
Entre las voces se considera a los pobladores que quieren un trabajo ante la falta de fuentes de ingresos; a los wixárika, que defienden su cultura milenaria; a los activistas ambientales y solidarios con los indígenas; a la minera, que permitió al equipo productor ingresar a sus proyectos que ya funcionan (“cosa que quizá no hubiera pasado si yo fuera mexicano”, razona Vílchez), y al gobierno, a quien le toca escuchar y consultar a los afectados, expone el director.
“Consideramos que el mensaje que contiene es vital no sólo para México, sino para el mundo; en este momento en que nuestra supervivencia como humanidad peligra a consecuencia de una ideología dominante que únicamente valora la acumulación material”, valora el equipo productor.
¿Y como director, cuál es su veredicto?: “Eso no me toca a mí, sino a quienes están en la película. A las autoridades les toca tomar cartas en el asunto y consultar al pueblo wixárika para determinar qué hacer con ese lugar, porque así está establecido en las leyes mexicanas e internacionales”.
Entrevista: Adazahira Chávez
Por mi boka
José María Espinasa
In memoriam Juan Gelman
y José Emilio Pacheco
y José Emilio Pacheco
Quien vea Por mi boka en una mesa de novedades de alguna librería se sentirá de inmediato atraído por la k extraña y anómala presente en su portada. De hecho, lo desconcertará, como ocurre con algunos de esos letreros que encontramos en las carreteras con faltas de ortografía tan flagrantes que uno cree que son hechas a propósito. Por mi boka, gracias a esa k, parece un título escrito en otro idioma, y eso es lo que es, está escrito en ladino. Ya uno de sus autores, la poeta Myriam Moscona, había publicado hace unos meses Tela de Sevoya, en donde se producía un efecto similar con la s pero sobre todo con la y. No me puse a buscar el dato, pero creo que en español moderno el uso de la k y la y griega no es muy frecuente, por lo menos no tanto como la c y la q o la i latina. Si empiezo con estas disquisiciones es en buena medida porque Por mi boka es un libro que trata sobre el lenguaje, sobre el idioma, sobre las letras y las palabras.
A Myriam Moscona y a Jacobo Sefamí, autores del libro, tal vez les haya inquietado como me inquietó a mí la noticia hace unos cinco años de “la muerte en China del último hablante de una lengua”. Ya no recuerdo qué lengua era pero sí ciertas circunstancias de ese idioma: se trataba de un lenguaje creado para que las mujeres se comunicaran entre sí sin que los hombres las entendieran. Así que, a la circunstancia ya estremecedora de la muerte de una persona ligada a la de una lengua, se sumaba la connotación de género y la paradoja manifiesta de un idioma que sirve a la vez para comunicarse y para incomunicarse, para defenderse. Todos sabemos que el idioma es una fuente y una razón de identidad, de manera muy manifiesta actualmente, por ejemplo en los casos del vasco y el catalán en España; aunque tal vez menos evidente, aunque no estamos seguros del todo de que no se conserve también por una razón de identidad, en el nahua y las otras lenguas indígenas en México. Así, el idioma nos identifica y nos protege, nos comunica con unas y nos esconde –en su evidencia– de otras personas.
A los escritores suelen interesarnos e incluso apasionarnos las anécdotas sobre los idiomas y las lenguas. Por ejemplo, alguna vez alguien me dijo que el quechua no tenía palabra para nombrar la soledad, porque en esa sociedad precolombina no existía ese sentimiento. Me dejó asombrado el asunto, aunque supongo ahora que no es cierto: se non è vero, è ben trovato. La anécdota, sin embargo, refleja perfectamente la relación entre las personas que hablan una lengua y la lengua misma. La historia de Babel es profusa en ellas, pero en el idioma en que eso se da de manera más acentuada es el hebreo, considerado como la lengua de los judíos. Ya sé, y este libro lo muestra bien, que no hay una sola lengua de los judíos, y que ésta o éstas se relacionan con los idiomas próximos con los que conviven, y que la relación entre el español, el sefaradí y el hebreo tiene alguna similitud, aunque sea en otra dirección geográfica e histórica, entre lo que ocurre con este último, el yiddish y el alemán. Además, el hebreo pasó de ser una lengua viva a una lengua escrita a una lengua puramente documental y arqueológica y, a partir de la creación del Estado de Israel, una lengua resucitada.
La expulsión de los judíos de España, como un poco antes la de los moros, en el siglo XIII fue una tragedia para España, que la marcó profundamente en los siglos posteriores, y para mí es evidente que muchos de los males que aquejan a la civilización hispánica vienen de allí: la intolerancia, el oscurantismo, el conservadurismo, la corrupción. No me he puesto a rastrear el camino, pero creo que es evidente que esa otra “expulsión”, la de los republicanos en 1939, está conectada con lo que ocurrió en la Edad Media. Y los judíos se llevaron el idioma español con ellos, y se volvió sefaradí en otras geografías y sobrevivió contra todo pronóstico durante siete siglos en otras geografías, y el Holocausto lo ha puesto en riesgo de desaparición. Y un idioma que da identidad de inmediato, diría que simultáneamente, se pone a hacer poesía, literatura. Cuando Myriam y Jacobo hablan sobre el ladino tienen en mente, así no sea de manera consciente, aquel poema, famoso y polémico que León Felipe escribió sobre el exilio de 1939, pero que podría haber firmado un sefaradí de entonces: “Mía es la voz antigua de la tierra./ Tú te quedas con todo/ y me dejas desnudo y errante por el mundo...// más yo te dejo mudo... ¡mudo!/ Y cómo vas a recoger el trigo/ y a alimentar el fuego/ si yo me llevo la canción?” Si extremáramos esa correspondencia podríamos pensar que la Residencia de Estudiantes, ya legendaria, es la versión contemporánea de la Escuela de Traductores de Toledo, más de quinientos años después, cuando parecía que España se abría otra vez al pensamiento.
Lo que León Felipe expresa en ese poema es justamente lo que nos lleva a considerar el idioma que hablamos como nuestro, como propio, aunque el sentido de propiedad sea distinto del de poseer. Hablar un idioma es hacerlo nuestro, es decir una manera de dar forma al nosotros a partir del yo. Por ejemplo, Myriam enTela de Sevoya va en busca de sus orígenes familiares y acaba por ir en busca del ladino. También Jacobo en Los dolientes y en algunos ensayos hace un poco lo mismo. Si a veces decimos que uno es lo que habla y otras que se es lo que se hace, es porque en cierto nivel hablar y hacer son verbos sinónimos. Volvamos a la anécdota del principio: muere una mujer y muere una lengua. Pero invirtamos la secuencia: muere una lengua y (por eso) muere una persona, sufre un infarto no en el cerebro o en el corazón sino en el lenguaje, que como sabemos y queda claro es un órgano tan biológico, tan físico y tan esencial como los otros. Claro que decir que nuestros autores no quieren morir y que por eso rescatan el ladino o, más bien, escriben una especie de elegía en su nombre, sería simplificar; lo que no quieren es que muera la poesía.
Thursday, May 08, 2014
Wednesday, May 07, 2014
Libertad de expresión y derecho a la protesta
Frente por la Libertad de Expresión y la Protesta SociLa protesta social puede entenderse de distintas maneras que encierran una misma lógica. Puede concebirse como un derecho autónomo o como una de las variantes del ejercicio de otros derechos, como libertades de expresión y de reunión. La manifestación es un elemento indispensable de todas las sociedades democráticas. Es, al mismo tiempo, un canal para expresar la disidencia, el desacuerdo y la inconformidad de las personas y comunidades ante las acciones del gobierno. Además, es un catalizador del debate abierto de los temas de interés público, un mecanismo de participación política y un instrumento de defensa y garantía de muchos otros derechos que son consustanciales para la dignidad humana.
La protesta es un elemento integrador y esencial del orden democrático. Como núcleo esencial de la democracia opera como una garantía de derechos. Es un dispositivo de protección y autotutela, entendida como un mecanismo de acción en el que los titulares de un derecho emplean vías directas para su exigencia o defensa, sobre todo ante la ineficiencia de los mecanismos jurídicos existentes y la indiferencia gubernamental frente a un problema social.
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El derecho a la protesta social integra y emplea los derechos constitucionales de reunión, manifestación de las ideas y libre expresión, asociación y petición, entre otros. De ahí su compleja naturaleza jurídica y su interacción: es un derecho compuesto por otros derechos que sirven de medio para proteger, exigir y hacer vigente algún otro derecho o derechos.
El pluralismo, la diversidad, la tolerancia, la participación, el respeto y reconocimiento del otro, la libre determinación o autonomía, entre otros, son principios que deben ser garantizados por el Estado. Todos ellos son transversales a la protesta social; es a partir de su respeto y robustecimiento que la protesta puede ser ejercida de manera plena y adecuada en términos democráticos.
El pluralismo, la diversidad, la tolerancia, la participación, el respeto y reconocimiento del otro, la libre determinación o autonomía, entre otros, son principios que deben ser garantizados por el Estado. Todos ellos son transversales a la protesta social; es a partir de su respeto y robustecimiento que la protesta puede ser ejercida de manera plena y adecuada en términos democráticos.
Voces disidentes
La protesta social se vincula históricamente con el fortalecimiento de la vida democrática en la medida que opera como un elemento que posibilita la deliberación, consenso y resolución sobre cuestiones de interés público. Es un fenómeno que dinamiza la acción colectiva y permite llevar al espacio público los requerimientos de sectores sociales desaventajados que sin este mecanismo no podrían ser atendidos y representados en los canales de diálogo institucionales.
Sin embargo, la protesta social no pasa por un buen momento en la actualidad. A través de distintos mecanismos, se han tomado acciones de diferente nivel para intentar limitar las voces disidentes y los espacios de protesta. Muchas de las democracias hoy en día no cuentan con mecanismos formales de participación y de respuesta a las demandas de distintos grupos que se consideran oprimidos o que no están de acuerdo con las políticas gubernamentales, y si existen, muchos de ellos son inoperantes ante ciertos grupos sociales. Además, se utilizan métodos tanto directos como indirectos de limitación ilegítima de la protesta social.
La criminalización de la protesta asume múltiples formas: la represión desproporcionada de los manifestantes –como los sucesos ocurridos el 1 de diciembre de 2012, día en que tomó posesión el presidente Enrique Peña Nieto–, la investigación y persecución penal del grupo social, con frecuencia dirigida hacia los líderes de los movimientos, así como la descalificación automática y desde una óptica delincuencial de las organizaciones que protestan –como en el caso del encarcelamiento de Nestora Salgado, líder comunitaria del estado de Guerrero.
Dicha criminalización también implica la creación de sanciones administrativas y delitos ad hoc que posibilitan la persecución penal de grupos y personas y de sus acciones. Asimismo, alcanza a integrantes de medios de comunicación, quienes son agredidos, en promedio, cada 26.5 horas, según datos de la organización Artículo 19 México.
De manera directa, la protesta social puede verse limitada ilegítimamente, criminalizada, a través de disposiciones normativas que expresamente intentan regular la manifestación pacífica e imponer medidas de restricción a los derechos que la integran, y que, por tanto, son incompatibles con los estándares internacionales de derechos humanos. En estos casos de limitación expresa y directa, es común encontrarse con propuestas legislativas que intenten regular el uso del espacio público a partir de medidas de restricción a la manifestación en cuanto a vías principales, horarios, permisos, etc. También suelen imponerse sanciones administrativas, civiles o incluso penales frente al incumplimiento de medidas que son desproporcionales, como la exigencia de un aviso o permiso previo y otras parecidas que dan paso a una burocratización del ejercicio de derechos.
Si la protesta social se abordara como una cuestión de vigencia de derechos, el Estado buscaría su mayor nivel de realización, particularmente de los grupos que ven negados los derechos más elementales, y en consecuencia optaría por mecanismos más democráticos e incluyentes en la toma de decisiones que puedan afectar a un grupo social, o bien, que son temas de interés público. Sin embargo, cuando la protesta se considera un problema que debe ser resuelto por el derecho penal se parte de una visión contraria: se asume como necesaria la violencia institucional y la persecución de grupos que el Estado considera trasgresores de la ley y peligrosos para estabilidad nacional. Es en este contexto donde la idea de la criminalización tiene lugar, al dotar de un carácter delictivo a conductas que nada tienen que ver con el derecho penal y que son típicas del ejercicio de derechos asociados al de protesta.
La criminalización de la protesta no es expresión del estado de derecho, detrás de ella hay una racionalidad política que no acaba por atender el problema detrás de los disensos públicos y, por el contrario, lleva los conflictos de la esfera política al campo judicial; así se configura lo que se ha llamado la judicialización de los conflictos sociales.
La protesta social se vincula históricamente con el fortalecimiento de la vida democrática en la medida que opera como un elemento que posibilita la deliberación, consenso y resolución sobre cuestiones de interés público. Es un fenómeno que dinamiza la acción colectiva y permite llevar al espacio público los requerimientos de sectores sociales desaventajados que sin este mecanismo no podrían ser atendidos y representados en los canales de diálogo institucionales.
Sin embargo, la protesta social no pasa por un buen momento en la actualidad. A través de distintos mecanismos, se han tomado acciones de diferente nivel para intentar limitar las voces disidentes y los espacios de protesta. Muchas de las democracias hoy en día no cuentan con mecanismos formales de participación y de respuesta a las demandas de distintos grupos que se consideran oprimidos o que no están de acuerdo con las políticas gubernamentales, y si existen, muchos de ellos son inoperantes ante ciertos grupos sociales. Además, se utilizan métodos tanto directos como indirectos de limitación ilegítima de la protesta social.
La criminalización de la protesta asume múltiples formas: la represión desproporcionada de los manifestantes –como los sucesos ocurridos el 1 de diciembre de 2012, día en que tomó posesión el presidente Enrique Peña Nieto–, la investigación y persecución penal del grupo social, con frecuencia dirigida hacia los líderes de los movimientos, así como la descalificación automática y desde una óptica delincuencial de las organizaciones que protestan –como en el caso del encarcelamiento de Nestora Salgado, líder comunitaria del estado de Guerrero.
Dicha criminalización también implica la creación de sanciones administrativas y delitos ad hoc que posibilitan la persecución penal de grupos y personas y de sus acciones. Asimismo, alcanza a integrantes de medios de comunicación, quienes son agredidos, en promedio, cada 26.5 horas, según datos de la organización Artículo 19 México.
De manera directa, la protesta social puede verse limitada ilegítimamente, criminalizada, a través de disposiciones normativas que expresamente intentan regular la manifestación pacífica e imponer medidas de restricción a los derechos que la integran, y que, por tanto, son incompatibles con los estándares internacionales de derechos humanos. En estos casos de limitación expresa y directa, es común encontrarse con propuestas legislativas que intenten regular el uso del espacio público a partir de medidas de restricción a la manifestación en cuanto a vías principales, horarios, permisos, etc. También suelen imponerse sanciones administrativas, civiles o incluso penales frente al incumplimiento de medidas que son desproporcionales, como la exigencia de un aviso o permiso previo y otras parecidas que dan paso a una burocratización del ejercicio de derechos.
Si la protesta social se abordara como una cuestión de vigencia de derechos, el Estado buscaría su mayor nivel de realización, particularmente de los grupos que ven negados los derechos más elementales, y en consecuencia optaría por mecanismos más democráticos e incluyentes en la toma de decisiones que puedan afectar a un grupo social, o bien, que son temas de interés público. Sin embargo, cuando la protesta se considera un problema que debe ser resuelto por el derecho penal se parte de una visión contraria: se asume como necesaria la violencia institucional y la persecución de grupos que el Estado considera trasgresores de la ley y peligrosos para estabilidad nacional. Es en este contexto donde la idea de la criminalización tiene lugar, al dotar de un carácter delictivo a conductas que nada tienen que ver con el derecho penal y que son típicas del ejercicio de derechos asociados al de protesta.
La criminalización de la protesta no es expresión del estado de derecho, detrás de ella hay una racionalidad política que no acaba por atender el problema detrás de los disensos públicos y, por el contrario, lleva los conflictos de la esfera política al campo judicial; así se configura lo que se ha llamado la judicialización de los conflictos sociales.
Batalla en lo simbólico
Asimismo, las acciones de represión son acompañadas de un discurso que construye una connotación negativa sobre la protesta social. El proceso de construcción de una percepción negativa tiene distintas fases:
1) La desinformación acerca del conflicto.
2) La omisión deliberada de las causas de la demanda.
3) La exaltación de las formas de protesta y su enjuiciamiento son constantes en el Estado y en los medios de comunicación.
Asimismo, las acciones de represión son acompañadas de un discurso que construye una connotación negativa sobre la protesta social. El proceso de construcción de una percepción negativa tiene distintas fases:
1) La desinformación acerca del conflicto.
2) La omisión deliberada de las causas de la demanda.
3) La exaltación de las formas de protesta y su enjuiciamiento son constantes en el Estado y en los medios de comunicación.
Esta percepción negativa que se construye alrededor de la protesta social se traslada a periodistas, personas defensoras de derechos humanos y a los manifestantes en general. Los convierte en víctimas de un contexto donde derechos básicos como la libertad de expresión, asociación, información y la protesta social les son limitados de manera profunda. Todo esto ha generado un efecto silenciador o amedrentador hacia el ejercicio de estos derechos, en detrimento de la vida democrática. Desde la toma de posesión de Enrique Peña Nieto como Presidente de la República, el 1 de diciembre de 2012, hemos observado en México un proceso sistemático de violaciones al derecho a la protesta y contra la libertad de expresión. La lista de agravios es larga y pueden constituir la configuración de un escenario peligroso de retroceso en las libertades democráticas.
Históricamente, el Distrito Federal, por su naturaleza de capital federal, es sede de buena parte de conflictividad social del país. Esto se traduce en obligaciones para las autoridades de garantizar los derechos y libertades de los grupos que se manifiesten. Sin embargo, lejos de cumplir con sus obligaciones, las autoridades con frecuencia se mueven bajo una lógica criminalizante, de mano dura y tolerancia cero, basadas en la restricción de los derechos humanos y en el incremento de las facultades discrecionales para las agencias y cuerpos públicos de seguridad.
Así, con el operativo "Transmisión del Poder Ejecutivo" de diciembre de 2012, inició una nueva forma de respuesta por parte de los cuerpos policiacos en la capital del país, que es sede de los poderes de la unión, y se dio origen a una serie de acciones administrativas y legislativas que pareciera pretenden inhibir la protesta social, ya que se establecen procedimientos por parte de los cuerpos policiacos que se traducen en constantes "encapsulamientos de contingentes".
En este mismo sentido, se han documentado detenciones arbitrarias e ilegales, tortura y malos tratos, de los cuales incluso han sido víctimas menores de edad. El nivel de abuso de autoridad llegó al extremo en el que a los detenidos durante la movilización se les imputaba el delito más grave del Código Penal del DF, "Ataques a la Paz Pública", que implicaba una pena de 30 años, representando así el triple de punibilidad respecto a la pena de rebelión o el doble de la de sabotaje o terrorismo.
El comportamiento de las fuerzas del orden público es preocupante. La presencia de cuerpos de granaderos en las manifestaciones se ha normalizado, sin importar la naturaleza de los grupos que se manifiestan –así se vio el 25 de diciembre de 2013, cuando un grupo de personas, en su mayoría adultos mayores, fueron reprimidas por 500 granaderos cuando protestaban contra la construcción de una gasolinera–, además de intimidar y provocarlos, situación que muy frecuentemente motiva actos de represión contra ellos.
Estas situaciones de represión han motivado la necesidad de monitorear y documentar algunas de estas manifestaciones. En esto, es de gran valor el trabajo de periodistas y defensores de derechos humanos. Sin embargo, esto no ha limitado a las autoridades de cometer abusos y violaciones contra ellos que, a pesar de ser denunciadas públicamente, continúan en tanto que no existe una sanción para los responsables.
En general estos señalamientos son en el ámbito de las atribuciones y el ejercicio del poder ejecutivo y judicial. En el terreno del poder legislativo encontramos una nueva ola para reglamentar la protesta social y para judicializar los procesos políticos.
Todo lo anteriormente esbozado configura un proceso de criminalización de la protesta generando un grave retroceso democrático. Ello no impide reconocer la complejidad detrás de cada grupo organizado que cuestiona las políticas gubernamentales, pues históricamente esas contradicciones se han traducido en políticas públicas y conquistas en materia de derechos humanos.
Históricamente, el Distrito Federal, por su naturaleza de capital federal, es sede de buena parte de conflictividad social del país. Esto se traduce en obligaciones para las autoridades de garantizar los derechos y libertades de los grupos que se manifiesten. Sin embargo, lejos de cumplir con sus obligaciones, las autoridades con frecuencia se mueven bajo una lógica criminalizante, de mano dura y tolerancia cero, basadas en la restricción de los derechos humanos y en el incremento de las facultades discrecionales para las agencias y cuerpos públicos de seguridad.
Así, con el operativo "Transmisión del Poder Ejecutivo" de diciembre de 2012, inició una nueva forma de respuesta por parte de los cuerpos policiacos en la capital del país, que es sede de los poderes de la unión, y se dio origen a una serie de acciones administrativas y legislativas que pareciera pretenden inhibir la protesta social, ya que se establecen procedimientos por parte de los cuerpos policiacos que se traducen en constantes "encapsulamientos de contingentes".
En este mismo sentido, se han documentado detenciones arbitrarias e ilegales, tortura y malos tratos, de los cuales incluso han sido víctimas menores de edad. El nivel de abuso de autoridad llegó al extremo en el que a los detenidos durante la movilización se les imputaba el delito más grave del Código Penal del DF, "Ataques a la Paz Pública", que implicaba una pena de 30 años, representando así el triple de punibilidad respecto a la pena de rebelión o el doble de la de sabotaje o terrorismo.
El comportamiento de las fuerzas del orden público es preocupante. La presencia de cuerpos de granaderos en las manifestaciones se ha normalizado, sin importar la naturaleza de los grupos que se manifiestan –así se vio el 25 de diciembre de 2013, cuando un grupo de personas, en su mayoría adultos mayores, fueron reprimidas por 500 granaderos cuando protestaban contra la construcción de una gasolinera–, además de intimidar y provocarlos, situación que muy frecuentemente motiva actos de represión contra ellos.
Estas situaciones de represión han motivado la necesidad de monitorear y documentar algunas de estas manifestaciones. En esto, es de gran valor el trabajo de periodistas y defensores de derechos humanos. Sin embargo, esto no ha limitado a las autoridades de cometer abusos y violaciones contra ellos que, a pesar de ser denunciadas públicamente, continúan en tanto que no existe una sanción para los responsables.
En general estos señalamientos son en el ámbito de las atribuciones y el ejercicio del poder ejecutivo y judicial. En el terreno del poder legislativo encontramos una nueva ola para reglamentar la protesta social y para judicializar los procesos políticos.
Todo lo anteriormente esbozado configura un proceso de criminalización de la protesta generando un grave retroceso democrático. Ello no impide reconocer la complejidad detrás de cada grupo organizado que cuestiona las políticas gubernamentales, pues históricamente esas contradicciones se han traducido en políticas públicas y conquistas en materia de derechos humanos.
* Fragmento editado del documento "Control del espacio público. Informe sobre retrocesos en las libertades de expresión y reunión en el actual gobierno", disponible enhttp://es.scribd.com/doc/217730053/Control-del-Espacio-Publico-Informe-sobre-los-retrocesos-en-las-libertades-de-expresion-y-reunion-en-el-actual-gobierno.
El Frente por la Libertad de Expresión y la Protesta Social está conformado por las organizaciones Artículo 19 México, Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria, Red Todos los Derechos para Todos, Fundar, Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia, Propuesta Cívica, Causa, Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos y Serapaz.
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