Sunday, August 16, 2015

Teilhard de Chardin


Sergio A. López Rivera
Entre otros libros, el renombrado científico y paleontólogo escribió
El fenómeno humano, que debe ser leído como “una introducción a una explicación del mundo”.
El Universo es un fenómeno temporal.
A la muerte, en 1955, de este científico y renombrado paleontólogo, su prestigio y fama eran ya del conocimiento mundial, sobre todo por haber dirigido las excavaciones en Chou Kutien, cerca de Beijing, en las que se encontraron restos del famoso Sinanthropus u Hombre de Beijing.
Para su formación teológica y religiosa, como miembro de la Compañía de Jesús, no era suficiente ni definitivo registrar los hechos como tales, sino trascender a una realidad más profunda que él denominaba “sentido de la plenitud”, lo que lo llevó a interpretar los hechos y encontrarles un sentido, actitud que después de sus cincuenta años de paleontólogo le permitió tener una visión del cosmos, de la vida y del hombre que jamás pretendió que fuera metafísica, pero que obligadamente era ultrafísica. De manera tal que, como otros científicos renombrados –Poincaré, Einstein, Jeans–, insensiblemente pasó de la ciencia a la filosofía.
Fue esto lo que provocó el gran debate alrededor de su obra desde sus primeras publicaciones en revistas especializadas, en las que la originalidad y profundidad de su planteamiento, la seriedad y hondura de la observación y el análisis de los hechos, ejemplo de impecable rigor lógico, provocaron y fueron objeto de apasionados debates en diversos niveles del conocimiento general, y que demostraron que Teilhard siempre procuró, y logró, ser uno y el mismo.
Hay que señalar que una de sus ideas principales es que la evolución, al igual que en la obra de otros autores como Bergson y Le Roy, constituye la dimensión temporal de lo real y, por lo tanto, el universo es en sí mismo una historia, en la que la cosmogénsis, la biogénesis y la antropogénesis son capítulos de la misma. En la evolución, constreñida entre los dos infinitos tradicionalmente aceptados, lo inmenso y lo ínfimo, se presenta de forma constante el infinito de la complejidad. Gracias a esta complejidad, la materia llega a ser capaz de recibir la vida y la vida llega a ser capaz de recibir el pensamiento, en ese fenómeno que llamamos evolución, la cual es dirigida, irreversible y constante.
Las obras de Teilhard de Chardin tratan del desarrollo y demostración de esas tesis fundamentales y es en ellas que debemos estudiar los argumentos con que demuestra su validez no sólo científica, sino también ultrahumana, pues para él, con la aparición del ser humano con conciencia y reflexión, al igual que un sentido inmanente de la trascendencia, comienza la autoevolución en la que se llega a la noósfera y a lo ultrahumano, mediante la complejidad social que tiene su destino final en el punto Omega, polo de la evolución entera que atrae a todo el universo.
Teilhard fue un ser humano que se adelantó a su época y por lo mismo no fue totalmente entendido y comprendido en su pretensión científica y ultrafísica, en virtud de lo cual quiso ser, y lo logró, tanto hijo del cielo como de la tierra, y nunca tuvo duda alguna de que para ser cristiano y religioso tuviera que renunciar a lo humano que representaba su quehacer científico. Esta actitud le valió la censura vaticana y la prohibición de publicar más cuadernos y artículos en su vida crepuscular, relegado al silencio en el que murió, para después ser altamente reivindicado en el Concilio Vaticano II.
La ley de la recurrencia
En su opúsculo La vida cósmica, el autor señala que el mundo está construido bajo el imperio de la ley de la recurrencia, en virtud de la cual la materia, al analizarla, es considerada como una agregación innumerable de centros que se ligan y dominan, de modo que estructuren, por sus combinaciones, centros de orden superior cada vez más y más complicados (1916).
Posteriormente, en 1923, en su obra La hominización, introducción a un estudio científico del fenómeno humano, aclara que lo que se propone es expresar una visión, tan objetiva y espontánea como sea posible, de la humanidad considerada en su conjunto y en sus conexiones con el universo, como un fenómeno. Posteriormente, y por completo fiel a su posición científica, afirmará siempre, como en su obra Ensayo de un universo personal, que jamás ha introducido, ni explícitamente ni de manera implícita, la noción de “lo mejor absoluto” o la de “causalidad” o “finalidad”, (en Obras, 1937). En 1942, en su ensayo El lugar del hombre en el universo, reflexiones acerca de la complejidad, advierte:
Fuente: teilharddechardingrupodeestudio.org
Queda bien entendido que en lo que sigue, me confino yo, como es pertinente, en el terreno de los hechos, es decir, en el dominio de lo tangible y de lo fotografiable. Discutiendo, como científico, las perspectivas científicas, debo atenerme, y en realidad me atendré estrictamente, al examen de la disposición u orden de las apariencias, esto es, a los fenómenos. Me ocuparé con ahínco de la vinculación y sucesión que manifiestan estos fenómenos y no, en verdad, de su causalidad profunda. Tal vez, me aventuraría hasta una ultrafísica. Pero no busquéis aquí ninguna metafísica. No hay en ello por tanto ninguna síntesis apriorística geométrica a partir de una definición del Ser, sino una Ley de Recurrencia experimental, verificable en el campo fenoménico y convenientemente extrapolable a la totalidad del espacio y el tiempo, nada de una metafísica abstracta, sino una ultrafísica realista de la unión.
Queda pues claramente expresado en su pensamiento y en su intención como paleontólogo y hombre de ciencia, que siempre pretendió mantenerse en el campo científico de la observación, en el cual se considera solamente la sucesión y la interdependencia de fenómenos, por tanto, una Ley Experimental de Recurrencia y no análisis ontológico de las causas.
En su libro El fenómeno humano, quizá el más importante de toda su obra, junto conEl medio divino, advierte a los lectores que deberá ser leído no como una obra metafísica ni como un ensayo teológico, sino única y exclusivamente como una memoria científica, como sin duda alguna anuncia ya su título: ante todo, nada más que el fenómeno, pero también todo el fenómeno. Es por tanto claro que en el mismo debemos buscar y encontrar no una explicación, sino solamente una introducción a una explicación del mundo. Lo que Teilhard pretende es, indiscutiblemente, establecer en torno al hombre, elegido como centro, un orden coherente entre consecuentes y antecedentes; descubrir entre los elementos del universo, no un sistema de relaciones ontológicas, sino una ley experimental de recurrencia que exprese su aparición sucesiva en el desarrollo del tiempo. Sigue advirtiendo Teilhard al lector que, más allá de esa primera reflexión científica, el terreno queda abierto a las reflexiones más hondas del filósofo y del teólogo, terreno en el cual advierte que ha evitado escrupulosamente aventurarse.
Teilhard delimita constantemente su punto de vista como un esfuerzo por ver y hacer ver lo que llega a ser y exige el hombre, si se le coloca, todo entero y hasta el fin, en el cuadro de las apariencias, desarrollando así una perspectiva homogénea y coherente de la experiencia general y extensiva del hombre, sin buscar, bajo ningún pretexto, una explicación última de las cosas, o sea una metafísica.
Es por ello que algunos estudiosos consideran a su obra una “fenomenología”, pues así es como se expresa él mismo, señalando que esa ley de recurrencia cimenta y domina toda la experiencia, es decir, la “ley de complejidad conciencia”. Nuevamente Teilhard advierte de la naturaleza puramente científica de su esfuerzo, en su curso impartido en La Sorbona, denominado “El grupo zoológico humano, estructura y direcciones evolutivas”, al declarar que no pretende dar una definición exhaustiva del hombre, sino que busca sencillamente fijar las apariencias fenoménicas, en la medida en la que lo humano puede ser mirado legítimamente por la ciencia, como prolongación y coronamiento de lo viviente y que, por tanto, el objetivo de dicho curso consiste en intentar definir experimentalmente lo misterioso humano, su posición actual en relación con las otras formas que ha tomado en torno nuestro el material cósmico en el transcurso del tiempo.
Por ello resulta importante considerar que en la época en la que Teilhard de Chardin vivió y concibió su obra, su punto de vista equivale a lo que Aristóteles definía como Física y los escolásticos como Cosmología, o sea que su obra trata de lo real desde el punto de vista objetivo, es decir el de la ciencia.
El sentido de la evolución
La evolución enseñó a la humanidad lo que significa el tiempo, dado que lo real no sucedió de una sola vez sino que surgió y sigue surgiendo a través de millones de años, lo que hizo señalar a Teilhard que nos encontramos en un proceso no terminado, sino en uno de cosmogénesis, que entendió perfectamente como un proceso dentro del tiempo y el espacio. Esta característica evolutiva del universo y todo lo que en él se encuentra, ha sido la gran evolución que comenzó con Darwin y aquellos que afirmaron el proceso de evolución desde el siglo XIX.
Es este significado de la evolución el que nos dice que el universo es un fenómeno temporal, que está siendo creado, no algo ya finalizado, sino un proceso creativo. Nuestro autor así lo da a entender cuando afirma: “La evolución no es creadora, sino la expresión en el tiempo y en el espacio de la creación, en los cuales hay una unión orgánica para tejer el conjunto de la trama del Universo.”
En ese contexto, y sin pretender hacer metafísica, se plantea la cuestión del sentido de la evolución. En la obra de Teilhard se trasluce que la mera lectura científica del fenómeno en sí, representa una investigación del sentido, que no deja de ser la originalidad de toda su obra de investigación. Toda su obra científica se caracteriza por ser un esfuerzo para leer, en la misma realidad, el sentido de la evolución. Así lo afirma cuando dice: “Nos encontramos frente a un problema de la naturaleza, descubrir, si en realidad existe, el sentido de la evolución, se trata de resolverlo sin abandonar el terreno de los hechos científicos. Esto es lo que trataré de hacer aquí.” (Esbozo de un universo personal, 1937).
Posteriormente refuerza su convicción cuando en El fenómeno humano señala: “La ciencia en sus ascensiones y hasta, como lo demostraré, la humanidad en su marcha, están estancadas, porque los espíritus vacilan en reconocer que hay una orientación precisa y un eje específico de evolución.”
Colmillo encontrado por Teilhard de Chardin en 1913
El equipo de Chu Ku Tien, de izq. a der.: Pei, Young, dos estudiantes, Teilhard de Chardin, Davidson Black y George Barbour, 1929 Fuente: teilharddechardingrupodeestudio.orgEn la cuenca de la Pasiega, Pierre Teilhard de Chardin (derecha al frente) con M.C Burkitt. Nels C. Nelson y Paul Wernert

Pita Amor

Elena Poniatowska

Homenaje a Pita Amor en el Palacio de Bellas Artes, el 20 de junio de 1994Foto Fabrizio León Diez

En la sala Manuel M. Ponce, Eduardo Sepúlveda Amor, el sobrino favorito de Guadalupe Amor, exhibió el martes 4 de agosto el documental en el que ha trabajado durante varios años: Pita Amor, señora de la tinta americana. Para ello, entrevistó a Susana Alexander, a Miguel Sabido (quien organizó un homenaje en Bellas Artes, varios años antes de su muerte) a Mariana y a Juan Pérez Amor, a J.J. Arreola y a Jaime Chávez, y recurrió a todos los intelectuales que habían elogiado a laUndécima Musa en el pasado, entre ellos a Xavier Villaurrutia, a Manuel González Montesinos, a Antonio Peláez, a Juan Soriano y, sobre todo, a Alfonso Reyes quien, coqueto, la defendió ante la acusación de que otro escribía sus Décimas a Dios y sus sonetos: ¡Y nada de comparaciones odiosas; aquí se trata de un caso mitológico!
Lo cierto es que Pita nunca trabajó.¿Qué te pasa? Trabajar es de criadas, protestaba. Alguna vez se lo sugerí y me respondió: ¡Óyeme, escuincla, bastante hago con ser genial! Para sobrevivir, vendió la mayoría de sus retratos a Lola Olmedo. Una gánster, una bandida, asaltante de camino real. Posó desnuda para Diego Rivera, Juan Soriano, Raúl Anguiano, Cordelia Urueta, Antonio Peláez, y cuando ya no la pudieron pintar ella dibujó su autorretrato repartido en miles de pequeñas cartulinas hechas con lápices de colores con una cara garigoleada, la mayoría, francamente graciosas, y cuando la felicitaban decía: Son 20 pesos o Son 50 pesos, según el interlocutor. Su forma altanera de ser y su soberbia la volvieron temible e hicieron que le negaran la entrada a varios restaurantes de la Zona Rosa. Su tormenta de insultos, sus rayos centelleantes dentro de ojos furibundos, su voz de trueno, sus cachetadas-sonetos, sus amenazas-décimas y sus bastonazos-literales la convirtieron en el azote de meseros y parroquianos. ¡Córranle que ahí viene Pita! Los meseros la aborrecían porque los llamaba indios, narices de mango. A su sobrino Santiago Aspe, que pretendía ayudarle a cruzar la calle de Bucareli, lo agarró a bastonazos, y cuando él le aclaró: Tía, soy el hijo de Kitzia, se deshizo en cumplidos:Ay, mi amor, no te reconocí, estás muy guapo.
Con esos tratos se esfumaron enamorados y amigos, aunque Pedro Friedeberg y Wanda Sevilla le abrieron siempre la puerta de su departamento y su bar en el Paseo de la Reforma. Con una rosa en la cabeza, sus anteojos de fondo de botella y su bastón en la mano, Pita era parte de la Zona Rosa, un personaje único que todos buscaban en el primer momento para huir después. Daisy Ascher escapó de su lluvia de bastonazos y se vengó más tarde retratándola sentada vieja y arrugada en medio de su cama, también vieja y arrugada.
Pita se enojó con Jesusa Rodríguez cuando se le ocurrió imitarla en El Hábito. Asidua al bar, donde ocupaba un sofá completo y se apoderaba del baño, no regresó jamás después de unsketch que consideró una afrenta a su estatura mitológica, aunque los parroquianos celebraron la parodia. Otra gran imitadora de Pita es Myriam Moscona.
Lo cierto es que Pita Amor era capaz de agotarle la paciencia al mismísimo Job. Beatriz Sheridan y Susana Alexander montaron un espectáculo con su poesía, y Susana fue la más leal de las amigas, como consta en el documental de Eduardo Sepúlveda Amor. Jesusa y Liliana le brindaron no sólo drinks (su favorito: medias de seda), sino su amistad. Martha Chapa hizo de ella dos excelentes dibujos y la alimentó durante meses, pero optó por apartarse para tomar fuerzas y volver a enfrentarla. Por toda recompensa a sus esfuerzos, Pita le espetó con su voz de trueno: Jamás lograrás el nivel de Frida Kahlo con las estúpidas manzanas que pintas. Carlos Saaib, dueño de varios departamentos en el edificio Vizcaya, sostuvo con ella una amistad de 20 años, le brindó hospedaje y acudió a todos sus llamados: ¡Carlooos!, en ese legendario edificio de la calle Bucareli, que hospedó a Luis G. Basurto y a Ricardo Montalbán. Cuando Saaib ya no pudo más, devolvió a la Undécima Musa a sus sobrinos Mariana y Juan Pérez Amor, que se hicieron cargo de ella hasta el fin de sus días. Patricia Reyes Spíndola, fina, generosa y solidaria, dio muestras de una lealtad a toda prueba y la atendió en todo momento, a pesar de que Pita iba a verla actuar al teatro y a media obra gritaba, su bastón en el aire, de pie en el pasillo central, aterrando a los espectadores:¡Patricia, baja del escenario de inmediato! Esta obra no te merece, es indigna de ti. ¡Bájate o yo subo ahora por ti!
A veces, Pita era capaz de verse a sí misma con extraordinaria lucidez:Entre las deficiencias de mi personalidad existe mi ocio. Desde muy niña rondé de allá para acá sin lograr disciplinarme ni en estudios ni en juegos, ni en conversaciones. De mi ocio brotaron mis primeros versos y es en mi ocio maduro donde he ido engendrando el acomodo de mis palabras escritas.
Pita es importante para las generaciones venideras, porque rompió esquemas al igual que otras mujeres de su época, catalogadas de locas y a la eternidad ya sentenciadas, como previó en su poema Letanía de mis defectos (1987).Soy perversa, malvada, vengativa./ Es prestada mi sangre y fugitiva./ Mis pensamientos son muy taciturnos./ Mi sueños de pecado son nocturnos./ Soy histérica, loca, desquiciada,/ pero a la eternidad ya sentenciada.
Los casos de Nahui Olin y de Pita Amor son emblemáticos. El rechazo y la censura las volvieron cada vez más contestatarias y las dos hicieron del reto y de la provocación su forma de vida.
Elvira García y Michael Schuessler son los autores de dos excelentes biografías de Pita. Redonda soledad, la vida de Pita Amor, publicada en 1997, de Elvira García, obtuvo grandes elogios, ya que la biógrafa tuvo la paciencia y la generosidad de saber acompañar a Pita a lo largo de desdichas y soledades.
La última de siete Amores
Este personaje singular llamado Pita llegó a los 82 años. Nació el 30 de mayo de 1918. Fue una niña privilegiada, la última de siete Amores, hijos de Emmanuel Amor y de Carolina Schmidtlein. A su papá, Pita recuerda que lo sacaban a tomar el sol en un balcón de una casa porfiriana en la calle de Abraham González con un plaid escocés sobre las rodillas.Siempre lo vi sentado, alega Pita. Después de siete hijos, ni su padre ni su madre tuvieron fuerza para controlarla. Sus caprichos y rabietas atemorizaron a sus hermanos y a todo el vecindario, primero en la calle de Abraham González y luego en la de Génova, al lado de La Votiva, la iglesia favorita de los Trescientos y algunos más, esquina con el Paseo de la Reforma.
Desde muy pequeña, Pita fue la consentida, la muñeca, la de los pataleos y rabietas, la de los terrores nocturnos. Era una criatura tan linda que Carmen Amor la fotografió desnuda. A Pita le fascinó contemplarse a sí misma y, posiblemente, ahí se encuentre el origen de su narcisismo. De su niñez habla en su novela Yo soy mi casa,título también de su primer libro de poesía.
Pita creció oyendo poesía. Después de la cena, la familia Amor acostumbraba leer poesía y seguramente esta lectura en voz alta de Góngora y de Quevedo, de Sor Juana y de Federico García Lorca influyó en ella. Dos de sus hermanas, inteligentes y creativas, Mimí y Elena, también escribían y decían poesía, pero nunca se lanzaron al ruedo.
A Pita siempre le costó adaptarse al mundo, siempre fue la voz que se aísla en la unidad del coro, en el seno familiar, entre sus seis hermanas y su hermano Chepe, en el internado de Monterrey, que no aguantó y donde no la aguantaron. Nunca pudo salirse de sí misma para amar realmente a otro; la única entrega que pudo consumar fue la entrega a su yo. Demasiado enamorada de su persona, los demás le interesaron sólo en la medida en que la reflejaban: no fueron sino una gratificación narcisista.
Desde muy joven, Pita pudo participar en la vida artística de México gracias a su hermana Carito, colaboradora de Carlos Chávez y fundadora de la Galería de Arte Mexicano. Acondicionada en el sótano de la casa de los Amor, la galería que dirigió Inés expuso a Orozco, Rivera, Siqueiros, Dr. Atl, Tamayo, Julio Castellanos, Frida Kahlo y muchos más.
Si era una niña preciosa, fue una adolescente primorosa. Tan llamaba la atención, que la pintaron Rivera, Montenegro, Soriano y Raúl Anguiano, a quienes desconcertaban sus desplantes, sus grandes ojos abiertos, su boca desdeñosa y su voz de trueno. Más tarde, Diego Rivera habría de retratarla desnuda, para horror de la familia y beneplácito de los morbosos.
En esa época, los Trescientos y algunos más se hacían cruces con Lupe Marín, Tina Modotti, María Asúnsolo, Nahui Ollin, Machila Armida. ¿Ya supiste? ¡No te has enterado! ¡Hubieras visto! ¡Qué bárbara, Pita! ¡Nadie ha hecho nada igual! A la lista de ofensas a la buena sociedad y a la Liga de la Decencia, vinieron a añadirse la insolencia de Pita a quien nunca importó el qué dirán.
En medio de fandangos, pachangas al Leda, cabaret de la época en el que todas las noches Lupe Marín y Juan Soriano bailaban sin zapatos y hacían un show celebrado por Los Contemporáneos; en medio de sus domingos en los toros y sus parrandas, Pita produjo de golpe y porrazo, ante el azoro general, su primer libro de poesía: Yo soy mi casa, publicado a iniciativa de Altolaguirre. Causó sensación. Es imposible que ella lo haya escrito. Inmediatamente, Alfonso Reyes la apadrinó: Y nada de comparaciones odiosas, aquí se trata de un caso mitológico.
Resulta contradictorio que esta mujer que no cejaba en su afán de escándalo y salía desnuda bajo su abrigo de mink a gritar a media noche en el Paseo de la Reforma: ¡Yo soy la reina de la noche!, regresara en la madrugada a su departamento de la calle Río Duero y en la soledad del lecho escribiera en la bolsa del pan y con el lápiz de las cejas décimas soberbias:
Pita Amor encontró a Dios (invención admirable, hecha de ansiedad humana) en una cita puntual que contrajo con él, el lunes 8 de mayo de 2000, cuando le dio neumonía. Dios la hizo esperar, finalmente canceló otros compromisos para recibirla en la casa vecina a la de Carlos Fuentes, en la calle de Apóstol Santiago, en San Jerónimo.
Michael Schuessler recogió uno de sus múltiples epitafios: Es tan grande la ovación/ que da el mundo a mi memoria,/ que si cantando victoria/ me alzaste en la tumba fría,/ en la tumba me hundiría/ bajo el peso de mi gloria.
Pita Amor es importante para las generaciones venideras, porque rompió esquemas como lo hicieron otras mujeres de su época catalogadas de locas. Al igual que Tina Modotti o Nahui Ollin o Lupe Marín o Concha Michel, el rechazo y la censura la volvieron cada vez más contestataria: las dos hicieron del reto y de la provocación su forma de vida, pero Pita lo dejó por escrito: “Frente al éxito a mí me preocuparon más mi belleza y mis turbulentos conflictos amorosos.
“Porque yo que he sido joven, soy joven, porque tengo la edad que quiero tener. Soy bonita cuando quiero y fea cuando debo. Soy joven cuando quiero y vieja cuando debo. Yo, que he sido la mujer más mundana y más frívola del mundo, no creo en el tiempo que marca el reloj ni el calendario. Creo en el tiempo de mis glándulas y de mis arterias. La angustia hace mucho que la abolí. La abolí por haberla consumido
Mi cuarto es de cuatro metros, mi cuerpo mide uno y medio y la caja que me espera será el final de mi tedio.



Tuesday, August 11, 2015

MORENA...La Esperanza de México.



Modesta respuesta al Señor Jaime Rodríguez " El Bronco ", vamos a ver si se cancela Monterrey VI, el asunto de la tenencia y esperamos ver si se cancelan las cuotas de inscripción en las escuelas públicas del estado, las onerosas listas de útiles escolares; las cuotas de rectoría y de la facultad equis, carísimas para una universidad pública. Las chatarras de los pulpos camioneros al yonque, no pueden andar circulando en un parque vehícular de dos millones de automóviles. La desaparición de la tarjeta feria, impuesta al consumidor por el corrupto Rodrigo Medina. Investigar a las constructoras que repararon e implementaron el parvial en Morones Prieto y Constitución, ejemplo de corrupción, mala planeación y pésimos materiales utilizados para su construcción, entre muchos otros pendientes...

Día de los pueblos indígenas: ¿qué festejar?


Magdalena Gómez
E
n 1994 la Asamblea General de la Organización de Na­ciones Unidas (ONU) instauró el 9 de agosto como el Día Internacional de los Pueblos Indígenas. Nuestro país ha participado en los diversos espacios y proyectos que en el organismo internacional se han aprobado, y hasta ahora acude regularmente y da cuenta de sus políticas y programas sin que las recomendaciones, que eventualmente recibe, provoquen un cambio de fondo en su quehacer.
Personas indígenas con representaciones diversas, no la directa de los pueblos, han participado en esos escenarios para expresar en algunos casos las legítimas demandas de los pueblos indígenas. Especialmente relevante fue el proceso de elaboración del proyecto de Declaración de Derechos de los Pueblos Indígenas de la ONU y posteriormente su defensa, hasta la aprobación con algunos cambios en 2007. No fue el caso del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), cuya elaboración y aprobación se dio en los ámbitos de los estados parte, los empleadores y trabajadores y ciertamente con el aporte activo de algunos asesores y funcionarios de la OIT.
Este convenio es significativo en el proceso de juridicidad mexicano y se constituyó en herramienta para los propios pueblos indígenas. Hoy cobra adicional relevancia a partir de la reforma de 2011 en materia de derechos humanos, pues contribuye a complementar y enriquecer el texto actual del artículo segundo constitucional, el cual, como sabemos, expresó modificaciones a los Acuerdos de San Andrés que motivaron la suspensión, ya indefinida, del diálogo del gobierno federal con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Anoto estos elementos de manera general para dar cuenta de que, aun cuando más mal que bien, ya existe una normativa en materia indígena que debería permitir su ejercicio a los pueblos indígenas. Sin embargo, existe un grave problema de justiciabilidad y una disputa frente al Estado sobre el sentido y alcance de los derechos logrados.
Bien se ha dicho que los pueblos demandaron autonomía y el Estado les ofrece la supuesta interculturalidad, la cual, por cierto, siempre ha existido, racista, discriminatoria, asimétrica. Hoy nos encontramos con las evidencias de que las normas en materia indígena aparecen subordinadas, o anuladas en los hechos, frente a otras normas con más poder, aquellas que expresan la profundización de la política neoliberal, las que propician concesiones inconsultas para megaproyectos de diverso tipo, y que recientemente han tocado fondo con la avanzada sobre recursos nacionales como el caso del petróleo. Estas normas cuentan con el Estado como elemento activo para garantizar su aplicación a costa de todo, por supuesto también a costa de los territorios indígenas.
Por ello no es casual que los líderes de la resistencia frente a esta política sean criminalizados. Contra el Acueducto Independencia, en Sonora, el yaqui Mario Luna; contra la presa La Parota, en Guerrero, Marco Antonio Suástegui; por las policías comunitarias en Guerrero y Michoacán, Nestora Salgado y Cemeí Verdía Zepeda. A todos les han fabricado acusaciones para convertirlos en ladrones o secuestradores. Y anotamos sólo unos ejemplos, porque hay por lo menos un centenar de conflictos en curso de este rango y están promoviendo recursos jurídicos para su defensa, con la paradoja de que al obtener eventualmente fallos en su favor, como el caso de la tribu yaqui, éstos no se cumplen. También las agendas y discursos de la ONU sufren readecuaciones. El secretario general, Ban Ki-moon, ha reconocido quecon demasiada frecuencia las injusticias históricas han resultado en exclusión y pobreza. Las estructuras de poder han creado y siguen creando obstáculos al derecho de los pueblos indígenas a la libre determinación. Y agregó: el tema del día este año se centra en la cuestión del acceso a los servicios de la salud. Los pueblos indígenas se enfrentan a numerosos problemas que afectan a su salud y su bienestar, la mayoría de los cuales son claramente evitables, como los servicios de saneamiento deficientes y las viviendas inadecuadas, la falta de atención prenatal, la violencia generalizada contra la mujer, las altas tasas de diabetes, el abuso de drogas y alcohol, el suicidio de jóvenes y la mortalidad infantil. (mensaje 2015).
Problemas agudos, sin duda, que se comparten con amplios sectores de la población no indígena y que abren espacio para legitimar los enfoques asistencialistas que prevalecen en nuestro país, ofrecer apoyos para autoempleo, salud y alimentación que no abaten la pobreza, o becas condicionadas para unos cuantos, que coexisten con esfuerzos serios y marginales por recuperar las lenguas indígenas y formar traductores. Hay muchas formas de eludir la dimensión de la impunidad y falta de justiciabilidad para unos derechos que como los indígenas se han logrado con numerosas luchas, sin embargo lo que salva a los pueblos es su proverbial resistencia.
Como diría Don Quijote: con el neoliberalismo hemos topado.

Sunday, August 09, 2015

Heinrich Böll en A Romper el Cerco Informativo !


Ricardo Bada
Heinrich Böll en 1937.
Fuente: www.johnnydepp-zone
“Nosotros también fuimos colonia”,
afirmaba el autor de Opiniones de un clown
Allá por el otoño de 1992 me llamaron de la Fundación Heinrich Böll, entonces domiciliada en Colonia, para ofrecerme un sueño: hacer una antología de la obra de su titular.
Conviene precisar aquí que la FHB no es literaria sino política. En Alemania, cada uno de los partidos políticos representados en el Bundestag, el Parlamento federal, dispone de su propia fundación. Todas ellas orientan sus respectivos trabajos en orden a sus ideologías respectivas y mantienen representaciones, a veces muy influyentes, en el extranjero. Y cuando el partido de Los Verdes llegó al sanctasanctórum de la democracia alemana, una de sus primeras medidas y providencias fue la de institucionalizar una fundación propia, solicitando de la familia Böll la autorización, que les fue concedida, para titularla con el nombre del escritor.
En su trabajo, la FHB mantiene relaciones con otras homólogas, en el mundo entero, que como ella están comprometidas con temas ecológicos, educacionales, feministas... Pero hete aquí que de la aipe, la Asociación de Instituciones de Promoción y Educación, en Bolivia, les llegó un mensaje descorazonador: el de que Heinrich Böll, a pesar de la indiscutible vigencia de su nombre y de su magisterio, era un ilustre desconocido en América Latina, o al menos lo era en Bolivia. Entre otras muchas causas porque, excepto la primera vez, que fue en Argentina (El tren llegó puntual, Guillermo Kraft, Buenos Aires 1955), el resto de la obra de Böll se había publicado en España y casi no tuvo distribución en Latinoamérica. Eso además de que los libros españoles, un producto de importación, eran caros, inasequibles al bolsillo del lector común.
Por lo mismo, la A AIPE sugirió a la FHB la publicación cofinanciada de una antología, la FHB consultó con la familia de Böll, y René, el mayor de sus hijos, y quien vela por la publicación de la obra de su padre, estuvo de acuerdo, pero no sólo eso, propuso además que fuera yo quien llevase adelante aquel proyecto. Con lo que volvemos a las dos primeras líneas de este artículo.
De inmediato puse manos a la obra y procedí, para comenzar, a hacer una selección de textos donde resistí la tentación de incluir algunos fragmentos de sus novelas; una selección donde se incluían cuentos largos y cortos, artículos, conferencias, escritos autobiográficos, un radioteatro, cinco poemas. Aceptada que fue, por la familia y por la FHB, constaté que casi dos tercios de la misma ya estaban traducidos a nuestro idioma. Fue entonces preciso revisar esas traducciones para tratar de obviar los errores que hubiera, y también para homologar conceptos y expresiones.
(En esa revisión rescaté para los lectores la frase llena de faltas de ortografía y de sintaxis (“El que madruja dios le halluda”) que aparece al final del cuento “Recuerdos de un joven rey”. Aún tenía presente la impotente rabia del malogrado José Moral cuando descubrió, al ver publicadas sus traducciones de los cuentos de Böll, que un sabiondísimo corrector de estilo le enmendó la sintaxis y la ortografía de esa frase, sin darse cuenta –¡¿será posible?!– de que ambas eran las del joven rey, castellanizadas congenialmente por Pepe Moral. Y es que hay gente bien bruta en este mundo, incluyendo en ella a los correctores de estilo. Pero sigamos.)
Rescaté asimismo párrafos que algún despiste o una excesiva comodidad habían dejado de lado. Y me tomé la libertad (perdón por la ironía) de tratar de ajustar al original los títulos de dos o tres de esas traducciones. Por último estandaricé en todas ellas, y en las mías –puesto que yo mismo traduje el tercio que aún no lo estaba–, la mención de América Latina: al igual que muchos otros europeos, Böll propendía al uso de la expresión “Sudamérica”, no siempre, pero sí las suficientes veces como para que resultase desconcertante en el contexto.
Aquí debo señalar que en la selección, además de por un zoom personalísimo, me dejé guiar por una óptica que llamaré hispanoamericana, y así, entre los treinta y tres trabajos elegidos, figura una decena que guardan relación con América Latina y con España. No son, desde luego, los únicos textos suyos donde se encuentran referencias a nuestro mundo: puedo acordarme al menos de otra decena en donde son constantes las menciones de Salvador Allende, el Che Guevara, Ernesto Cardenal, Camilo Torres. Hay, además, un dato anecdótico interesantísimo acerca de la relación que el autor de Opiniones de un clown mantenía con Latinoamérica, y es que el departamento de radioteatro de la WDR [Radio Colonia], le encargó allá por 1979 la versión radiofónica del drama incaico Ollantay: Böll se limitó a elaborar un “borrador de trabajo” de sesenta y dos páginas (del que poseo una copia) sobre el cual no volvió nunca; era evidente que no le satisfacía el final feliz del viejo drama y no veía modo ni manera de reestructurarlo sin falsear el original.
Así, pues, en mi antología, que es la única integral que existe de la obra de Böll en castellano, y que vio la luz en La Paz, Bolivia, en 1995, pueden leerse el ya citado cuento “Recuerdos de un joven rey” (donde el depuesto monarca, que se ha unido a una tropa circense, descubre en un museo de Madrid, en una vitrina dedicada a su dinastía, un cuaderno escolar suyo con aquella frase plagada de faltas de que hablé más arriba); y se puede leer también el precioso cuento “Viajas demasiado a Heidelberg” (cuyo protagonista tácito es el exilio chileno en Alemania durante la dictadura del felón Pinochet); y el texto titulado “Recordando a Las Casas”; y el prólogo al libro Si se me permite hablar... Testimonio de Domitila, mujer de la zona minera boliviana (editado por su hijo René en una pequeña y valiente editorial que fundó por aquellos años, el sello Lamuv); y un poema dedicado a Ernesto Cardenal cuando éste cumplió sesenta años.
Heinrich Böll y su familia. Fuente: www.johnnydepp-zone
And last but not least, mi antología incluyó el texto completo de una entrevista que le hice el 26 de noviembre de 1982, para la Radio Deutsche Welle, donde me desempeñé como redactor cultural desde 1965 a 1999, ambos inclusive. Ocurre que allá para 1982 Böll ya estaba muy cansado de todo, hastiado, descorazonado, de reflexionar acerca de la evolución general del mundo, pero sobre todo acerca de la de Alemania de un modo harto personal. No dejaba de aparecer en las grandes manifestaciones contra el estacionamiento de ojivas atómicas, ni de solidarizarse con Los Verdes (partido que acababa de iniciar su andadura), ni de emitir su opinión sin andarse por las ramas cada vez que lo pedían las circunstancias... pero eludía las entrevistas y casi no concedía ninguna.
Fue justo en esos momentos que un día, conversando con René y su esposa ecuatoriana, Carmen Alicia, le dije a él: “Tu padre ya no concede entrevistas y me parece muy bien, porque debe de estar harto, y con razón. Pero Don Enrique [como siempre lo llamé, y así se titula mi antología] es uno de los pocos escritores europeos que sabe algo, y que lo sabe a fondo, de América Latina y de la literatura de ese continente. Y jamás se le ha hecho una entrevista sobre esos temas, ¿no te parece que es una pena que no quede reflejo de lo que él piensa sobre ellos?” René estuvo de acuerdo conmigo y me prometió hablar con su padre al respecto. Un par de días más tarde me llamó por teléfono a la redacción y me preguntó: “¿Puedes venir el viernes a casa, a eso de las seis de la tarde, con una grabadora?”
De aquella entrevista transcribo acá, para cerrar este artículo, un par de fragmentos que creo que se cuentan entre las reflexiones más originales que se hayan hecho, por un europeo, acerca de lo que es América Latina. La traduje de manera absolutamente literal, e íntegra, razón por la cual en ella se advierte cómo es que Böll pesa y mide lo que dice, no le importa repetirse, pero sobre todo, sobre todo, siempre desea saber al final si su interlocutor ha entendido lo que quiso decir.
Jamás en la vida olvidaré la mezcla de esperanza, de humildad y de asumido escepticismo que se encerraba en cada uno de sus “¿Me comprende?”:
–Hace poco, en su última estadía en Alemania, Borges repitió por enésima vez que los latinoamericanos, en el fondo, son europeos de Ultramar. ¿Qué piensa usted al respecto, cómo cree que ello –si es que fuera verdad– ha influido sobre la literatura de América Latina?
–Creo que en ella existen elementos europeos, digamos que impuestos –en el sentido de inserción forzosa– por la colonización, por la evangelización. Pero pienso que se ha desarrollado algo muy, muy propio, muy genuino, que no es europeo ni tampoco tiene que ver con problemas europeos. Mi impresión es que en ella se mezclan bastantes elementos, pero que la dominante es específicamente latinoamericana. Por cierto que los europeos también somos hijos de una colonización. Nosotros, los alemanes, lo somos de todos modos, y los de esta zona de la Renania de una manera muy especial. Somos el producto final de la colonización romana, que fue dolorosa pero que hizo que fuésemos lo que somos. En realidad somos colonizados, y el nombre de la ciudad en la que nos encontramos ahora es algo que lo dice expresamente: Colonia, fuimos una colonia. En ello no veo nada denigrante, y después de cuatro, cinco siglos de colonización de América Latina, no es la influencia europea un elemento perjudicial para lo específico latinoamericano de la literatura del continente. Sucedieron cosas que fueron terribles, dolorosas: la Conquista y, vinculada a ella, la cruel evangelización. Y sin embargo, también llegó forzosamente de Europa lo que con seguridad era digno de ser asimilado, de ser integrado. ¿Me comprende?
–Sí, pero no sólo llegó aquello que era digno de ser –para emplear su misma expresión– “transportado”, también otros elementos muy negativos, por ejemplo el militarismo, el machismo, tan españoles, y ahora tan latinoamericanos.
–Sí, ya dije que no sólo veo cosas buenas en ello. La ridiculez, la absoluta ridiculez de la parafernalia militar es (diría yo) una España simiesca, ¿me comprende?, si-mi-es-ca. ¡Cuando veo cómo discurren esos desfiles! ¡Y esos uniformes!, como una función de marionetas..., eso también es europeo. Pero con el idioma europeo, con el español, llegó igualmente al otro lado el espíritu español en lo que no era negativo. Del mismo modo que nuestro idioma está lleno de palabras latinas, del mismo modo asimilamos también algunas cosas absurdas de los romanos. Por ejemplo, la destrucción del derecho germánico, que comparado con el romano era mucho más democrático. Todas esas son cosas que las hemos incorporado a través de la colonización.
–¿Por qué le parece que es tan difícil encontrar un sentimiento religioso en los autores latinoamericanos?; ¿por qué, cuando se enfrentan a la problemática religiosa, lo hacen casi siempre desde un planteamiento satírico?
–Me parece que, teniendo en cuenta la historia de América Latina, es algo inevitable. Quienquiera que se considere vinculado al continente, formando parte de él, no puede aceptar el papel desempeñado por la Iglesia hasta hace, digamos, unos diez años. Pero tengo la impresión de que lo religioso, quizás incluso lo católico, regresará purificado a nosotros algún día, desde América Latina, ese continente cruelmente evangelizado. Lo que veo, lo que oigo de los pocos sacerdotes y obispos verdaderamente comprometidos de América Latina, me da la impresión de que el cristianismo tal vez comience algún día. También aquí. ¿Me comprende?
–Creo que sí. Y usted, ¿cree usted posible que se produzca alguna vez una influencia de la literatura latinoamericana en la europea?
–Sí, cuando se conozca de veras acá, podría llegar a tener más influencia que la que ejerció sobre nosotros, después de 1945, la literatura estadunidense. Naturalmente estuvimos influidos por Hemingway, Faulkner y todos los grandes; Dos Passos también. Fue una suerte para nosotros, una especie de liberación de una literatura alemana cuyo carácter era bastante penoso. Y si la literatura latinoamericana es tomada en serio, como se merece, creo que puede llegar a tener esa eficacia liberadora.

Friday, August 07, 2015

Tribulaciones de una viuda tojolabal



San Antonio de las Huertas. Estado de México. 2014.
Foto: Adrián Álvarez R.
Delfina Aguilar Gómez
Severiana es el nombre de una señora de 65 años. Es bonita, morena y su pelo es quebrado; ya está viejita pero se ve linda y habla muy bien. Ha aprendido un poco a hablar el español porque cuando llegó aquí no lo hablaba nada. Nació en la comunidad de nombre Tsamal k’inal, que significa Mundo Bonito. Desde hace 25 años es viuda. Su marido murió a machetazos, en un pleito con unos hombres que peleaban la tierra.
Una tarde me encontraba caminando por un lugar alegre, hermoso, donde todo lo que se alcanzaba a ver era verde; cerca de ahí se encontraba un río con agua muy agradable para bañarse. De pronto escuché que me llamaba una voz. Era ella, la vieja Severiana. Me saludó y estuvimos platicando un buen rato. Empezamos a sentir confianza y ella, con lágrimas en sus ojos, comenzó a contar:

Rendijas en un planeta domesticado


Ramón Vera Herrera
Ganar nuestra libertad significa, en primera instancia,
arrancarle algunas hectáreas al rostro de un planeta domesticado.
Attila Kotanyi y Raoul Vanegeim,
Manifiesto por un urbanismo unitario.
 
Qué espacio de participación política es verdadero y nuestro, libre, en los valles, quebradas, planicies, bosques, selvas, riberas o costas donde vivimos: en fábricas, maquiladoras, campos de labor, sindicatos y enclaves gremiales, en barrios abandonados y rancherías.
Quién detenta los poderes regionales: quiénes son los comerciantes, los acaparadores, los ganaderos, los jefes políticos, los caciques, los contrabandistas y abigeos. Qué papel juega el cura, las religiosas, las diferentes denominaciones eclesiales, la burocracia, el personal hospitalario, los profesores, los invernaderos, los expendios de insumos agroquímicos, semillas e implementos agrícolas; los ingenieros, los extensionistas, el ambulantaje, las tabiqueras, los grupos que introducen mercancía importada. Quiénes son los transportistas, los prestamistas, los predicadores, los traficantes de personas, los especialistas en el coyotaje y los trámites.

Santiago Tuxtla, Veracruz. Foto: Adrián Álvarez R.
Por qué son condenadas las madres a parir en condiciones ajenas, impuestas, cuya artificialidad fragmenta la relación estrecha con sus recién nacidos en el amamantamiento, y se ven obligadas a recurrir a la alimentación nociva de las leches en polvo.
Por qué son marginadas las parteras tradicionales y perseguido su oficio, y por qué, en varias entidades de México por lo menos, existe ya la negativa a entregar certificados de nacimiento, papel indispensable para elaborar un acta de nacimiento que otorga todo un futuro de ciudadanía, si el niño o la niña no nacieron en una clínica.
Cómo entender programas dizque asistenciales que encaminan a las mujeres de la comunidad a embarcarse en producir poniendo en prenda hectáreas de tierra totalmente titulada a nivel individual que se pierde si algo falla en el cumplimiento del contrato.
Quiénes y dónde llegan los enganchadores para llevarse gente a laborar en campos del norte del país o en algunas regiones productoras de Occidente en las peores condiciones de esclavitud.

Hiroshima: comienzo del terror


S
e cumplieron ayer 70 años del bombardeo atómico estadunidense contra Hiroshima, episodio que arrojó un saldo de 166 mil muertos en 1945 –más otras decenas de miles a consecuencia de la radiación en años posteriores– y que marcó el fin de la Segunda Guerra Mundial a favor de los aliados, encabezados por Estados Unidos, la extinta Unión Soviética y el Reino Unido. Ayer, al encabezar el acto conmemorativo en esa urbe, el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, señaló que en tanto que único país golpeado por el arma atómica (...) tenemos la misión de crear un mundo sin armas nucleares, y añadió que su país presentará este año en la Asamblea General de la ONU una nueva resolución destinada a abolirlas.
Debe recordarse que ese episodio trágico –que se repitió tres días después en Nagasaki– marcó el comienzo de una era en la que se produjo una desenfrenada carrera armamentista entre los integrantes del bando vencedor. De esa forma, la Unión Soviética adquirió capacidad nuclear en 1949, el Reino Unido hizo lo propio en 1952, Francia en 1960 y China en 1964. En las décadas siguientes, esos países fabricaron decenas de miles de armas nucleares y desarrollaron proyectiles cada vez más precisos para transportarlas. En forma paradójica, esa proliferación, que consumó cantidades estratosféricas de recursos económicos, pudo sortearse sin una confrontación entre los bloques antagónicos encabezados por Washington y Moscú, en el periodo conocido como la g uerra fría, no sólo porque la tensión entre los bloques fue desviada a conflictos periféricos, como los de Corea y Vietnam, sino también por la certeza de que un enfrentamiento atómico directo entre Estados Unidos y la URSS habría de llevar a lo que se llamó destrucción mutua asegurada (MAD, por sus siglas en inglés).
No obstante, no se puede soslayar que ese precario equilibrio, que se mantiene hasta nuestros días, tuvo como origen un episodio que, de acuerdo con los criterios éticos básicos, constituye uno de los mayores crímenes de guerra de la historia y colocó a la humanidad ante un nuevo clímax de barbarie: se trató de un ataque deliberado contra la población civil, en una localidad carente de interés militar y geoestratégico, y en el que se usó por primera y única vez un arma nuclear.
En su momento, Washington intentó justificar el hecho con el argumento de que habría tomado mucho tiempo y muchas más vidas humanas derrotar a Japón; esa excusa es desmentida, sin embargo, por el hecho de que Japón, al momento de los bombardeos sobre Hiroshima y Nagasaki, estaba cerca de la derrota: de hecho, si las aeronaves estadunidenses pudieron llegar a Hiroshima fue en buena medida por la pérdida de capacidad de reacción de la armada y la fuerza aérea del país asiático. En contraste, el episodio obliga a recordar que, sin minimizar la aniquilación planificada de pueblos enteros por parte del Tercer Reich, el bando de los aliados perpetró también atrocidades sin igual, como el despiadado bombardeo contra Dresde por las fuerzas aéreas estadunidense y británica y los ya referidos bombazos atómicos contra las ciudades japonesas.
Al día de hoy no deja de ser significativo que Estados Unidos –el único país que ha lanzado bombas atómicas contra ciudades repletas de población civil– se ha apropiado del discurso de la lucha contra el terrorismo y el uso de armas de destrucción masiva, y que lo emplee para hostilizar a naciones a las que considera arbitrariamente como amenazas potenciales.
Semejante postura da cuenta de una doble moral y un espíritu belicista que no sólo resulta reprobable en términos éticos, sino que es además peligroso por cuanto incentiva la continuidad y el recrudecimiento de la carrera armamentista entre Oriente y Occidente. Al respecto, debe recordarse la propensión de Washington a hostilizar a Rusia mediante acciones como la expansión de la OTAN a las áreas de influencia de la extinta Unión Soviética y la instalación de escudos antimisiles en Europa del este, lo que ha orillado a Moscú a no profundizar sus acciones políticas de desarme atómico. A ello se suma la existencia de gobiernos que han construido arsenales atómicos con la aceptación implícita de Washington y de Europa occidental y que no han sido hostigados ni amenazados por ello: Israel, India y Pakistán.
Actualmente, un exhorto creíble de Washington y sus aliados al desarme atómico mundial tendría que empezar por la construcción de un consenso entre los poseedores legitimados de armas nucleares, es decir, por los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, para deshacerse de sus arsenales respectivos; además de emprender acciones convincentes y enérgicas para llevar a Tel Aviv, Nueva Delhi e Islamabad a la destrucción de sus respectivas bombas atómicas. De otra manera, el mundo no podrá declararse a salvo, de manera definitiva, de una posible redición de la atrocidad cometida hace siete décadas contra la población japonesa.

Tuesday, August 04, 2015

Ernesto Lumbreras presentó un libro de ensayos que entrelaza relato, reflexión y poesía


Desentraña escritor la pasión artística de Orozco por la mano como símbolo
Foto
El autor durante la presentación de La mano siniestra de Orozco: derivaciones, transbordos y fugas, ayer, en Bellas ArtesFoto María Meléndrez Parada
Carlos Paul
 
Periódico La Jornada
Lunes 3 de agosto de 2015, p. 9
Integrado por 46 ensayos breves, La mano siniestra de José Clemente Orozco: derivaciones, transbordos y fugas, volumen escrito por Ernesto Lumbreras, examina la obra del muralista jalisciense, al tiempo que reflexiona sobre el simbolismo de la mano.
La idea es desentrañar la pasión artística de Orozco –quien perdió la mano izquierda a los 20 años, en un accidente– por dibujar y pintar esas extremidades a lo largo de su trayectoria, y en contrapunto, a través de la mirada de neurólogos, filósofos, piratas, novelistas, escultores, pianistas, magos, políticos, mimos, poetas, directores de cine, pintores y bailarines (muchos de ellos también mancos), exponer la versatilidad, el portento y los misterios de esas extremidades.
Así, van desfilando personajes como Rodin, Goya, Rembrandt, Álvaro Obregón, Ramón de Valle Inclán, el pintor Cándido López y un mago argentino que también perdió una mano, entre muchos otros.
Los ensayos nones están dedicados a Orozco y los demás a esas otras figuras que han hablado, estudiado o vivido en carne propia la pérdida de una mano.
Ganador de la edición 12 del Premio Internacional de Ensayo y Narrativa 2015, convocado por Siglo XXI Editores y otras instituciones, el volumen fue comentado ayer en la sala Manuel M. Ponce, del Palacio de Bellas Artes, por Magnolia Rivera, Adolfo Castañón y Eduardo Antonio Parra.
Con una narrativa lúdica, alejada de la academia, el libro es para Castañón admirable en más de un sentido, por desarrollar la pedagogía de la alteridad.
Se trata de un volumen, consideró Castañón, que está llamado a formar parte del arsenal del ensayo mexicano contemporáneo. Un libro sabio, preñado de lecciones y derivaciones, fugas y transbordos. Que crece al ser leído y releído. Es una invitación a revalorar lo que puede hacer una palabra decidida a pensar y a aproximarse a un hecho artístico y al mundo de un autor como Orozco.
Rivera destacó que en dicho trabajo se hermanan el relato, el análisis, la reflexión y la poesía.
Ninguna de las habilidades de la mano escapan al autor, comentó la también escritora. En sus ensayos, van desde las que se convierten en pinzas, martillos, visera, silbato, peine, máquina de calcular, abecedario para los sordomudos, etcétera; aunque su obra de arte es la masturbación, pues después de todo no hay nada más natural que el encuentro de la mano con el sexo.
En el libro, señaló Rivera, se encuentra una variedad de temas y de tonos, una riqueza de matices, cavilaciones e inquisiciones. Es un especie de gabinete de curiosidades. Se trata de una serie de deliciosos ensayos, que se pueden leer más de una vez, en la sala de la casa o en el vaivén del Metrobús. La primera, para conocer; la segunda, para recapitular en las certezas.
Lumbreras “nos invita a meditar en los hallazgos en torno a la manos y cuestiona: será nuestra extremidad superior la medida de todo y sus partes… para señalar luego las posibles respuestas”.
En su momento, Parra destacó que Lumbreras lleva a sus lectores por un recorrido lúdico a través de la medicina, la filosofía, la pintura, la anatomía, la escultura, la poesía, la narrativa, la música, el cine, la fisiología y la historia.
“Desde el texto preliminar que abre el volumen, titulado El cerebro en forma de mano, Lumbreras emprende la escritura de lo que se podría denominar una historia cultural de nuestras extremidades superiores, con lo que consigue que sus lectores, al llevar a cabo una acto tan simple y automático como encender un cigarro o tomar un lápiz, dejemos de hacerlo con la inocencia de siempre para ponernos a pensar en la maravilla que significa tener la capacidad de realizarlo”.
Como ensayista, dijo Parra, Lumbreras opera como quien se sienta al lado del lector para conversar, de manera amable, entrañable y convincente.