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La tesis central: desigualdad y violencia, producto de las decisiones tomadas desde el poder Ofrece datos sobre el saqueo salinista y lo contrasta con la fallida estrategia de combate a la pobreza ¿Cómo se apoderó un pequeño grupo de políticos y empresarios de los más importantes bienes de la nación? ¿Por qué en los últimos 28 años se dio una redistribución tan injusta de la riqueza, que favoreció a unos cuantos y perjudicó a decenas de millones de mexicanos? Andrés Manuel López Obrador lo expone, paso a paso, en su nuevo libro, La mafia que se adueñó de México... y el 2012, que empezará a circular la semana próxima. La tesis central de la obra es que la desigualdad, la descomposición, la degradación y la violencia que actualmente dominan nuestra vida cotidiana son producto de un conjunto de decisiones políticas que se aplicaron, desde la cúpula del poder, durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, aunque habían comenzado a impulsarse desde el mandato de Miguel de la Madrid. “Salinas no sólo se propuso entregar –a particulares– empresas y bancos propiedad de la nación a cambio de acciones o sobornos para él y su familia, sino que pensó en crear un grupo compacto con los beneficiados por el remate de estos bienes públicos, que le ayudara, económica y políticamente, a sustentar su poder sexenal”, escribe el máximo dirigente opositor del país en las páginas iniciales de su relato. A lo largo del primer capítulo, el ex candidato presidencial ofrece datos en verdad escalofriantes, que documentan el saqueo salinista y lo contrastan con las llamadas políticas de "combate a la pobreza", que discurrieron paralelamente en aquella época, con el supuesto fin de mantener un equilibrio social que a la postre resultó insostenible y se tradujo en la debacle de hoy. La repartición Tras la repartición de los bancos entre los miembros del primer círculo de empresarios salinistas sobrevino lo inevitable: los beneficiarios del remate de instituciones de crédito a precios irrisorios no sabían manejarlas y únicamente las usaron para su enriquecimiento personal, con lo cual las quebraron y entonces, inevitablemente, debieron ser rescatados por el gobierno, lo que ocurrió a principios del sexenio de Ernesto Zedillo. En 1999, detalla López Obrador, "el City Bank recibió del presupuesto de egresos de la Federación 6 mil 465 millones de pesos; el Banco Santander Mexicano, 5 mil 507 millones; Promex, 5 mil 153 millones", y otras cantidades similares, mientras "la UNAM obtuvo 7 mil 500 millones, el Politécnico 3 mil 583 millones, la UAM mil 326 millones y la Universidad Pedagógica Nacional 245 millones". Añade el político tabasqueño: "mientras los banqueros tuvieron, en 1999, todo un festín presupuestal, el gasto en salud para la mayoría de los mexicanos fue verdaderamente raquítico: el Hospital General recibió 772 millones; el Juárez, 245; el Instituto Nacional de Cardiología, 258; el de Nutrición, 320; el de Pediatría, 338; el Infantil, 331". Además, continúa, "en ese 1999 al programa de combate a la pobreza, conocido entonces como Progresa, se le destinaron 8 mil millones de pesos, mientras el rescate del banco Serfin costaba 77 mil millones de pesos, casi 10 veces más. Un solo banco recibió más presupuesto que estados como Tlaxcala, Nayarit, Zacatecas, Aguascalientes, Colima, Campeche, Yucatán, Quintana Roo, Querétaro o Baja California Sur", entre otros.
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