Primera llamada
V
er, conocer, disfrutar y escuchar tanto en tan poco tiempo es un reto que no todos pueden cumplir en el Festival Cumbre Tajín. ¿Cómo definirlo? Habrá que recorrer las etapas por las que este encuentro ha transcurrido; desde la llamada Cumbre del fin del Milenio en el 2000 a la más reciente tres lustros lo contemplan, se puede decir que, afortunadamente, no queda casi nada –salvo el nombre– de aquella edición milenaria.
Contra viento y marea y con el apoyo del gobierno de Miguel Alemán Velasco, bajo la dirección de Gastón Melo Medina, entonces vicepresidente del Grupo Televisa, se celebró la llamada Cumbre del fin del Milenio en la zona arqueológica de El Tajín, bajo protestas más que justificadas, pues se instalaron templetes y estructuras metálicas para los escenarios y graderías para 5 mil espectadores y un permiso para realizar ¡excavaciones no mayores de 20 centímetros!
La segunda edición no contó con el beneplácito de los dioses: un templete colapsó, hubo varios lesionados y algunos viejos totonacas mencionaron que las deidades del trueno y de la lluvia se habían indignado; para la siguiente cita se construyó –a un kilómetro de distancia– el Parque Takilhsukut.
Este festival ha crecido en organización y contenido: los artísticos, los culturales y los turísticos; pero el mayor atractivo para la inmensa mayoría de jóvenes que acuden son los grupos musicales, 25 en total, seleccionados en una programación ecléctica por Brenda Tubilla, productora general de la cumbre. Hubo pa-ra todos los gustos y sabores, uno de ellos, Tool, convocó a la mayor asistencia registrada hasta entonces: 40 mil fans, una etnia musical aparte, ya que al día siguiente de su presentación todos sus seguidores identificados por sus vestimentas oscuras, los tatuajes, las barbas y peinados estrafalarios habían partido.
Pero no son los conciertos los que le dan a la Cumbre Tajín su carácter excepcional, sino la amplia, la insólita y la maravillosa presencia de mil rostros de la cultura totonaca por medio de la tradición oral de los abuelos, de las mujeres y de los jovencitos, de uno y otro sexo, que cantan, bailan y cuentan sus tradiciones; de cómo obtienen los colorantes de origen mineral y vegetal para teñir los hilos con que bordan sueños y animales fantásticos en sus ancestrales indumentarias.
Talleres, teatro, cocina tradicional, danza, los Voladores –reconocidos como patrimonio cultural de la humanidad–, cine, actividades infantiles, música, ceremonias, artesanías, el recuento es amplísimo de lo que comparten con los miles de visitantes que asisten a esta insólita convocatoria anual.
Segunda llamada
Los rezos ancestrales se iniciaron el 20 de marzo –inicio del equinoccio de primavera– para pedir permiso y protección a los dioses tutelares del Totonacapan en las tres sedes: la población de Papantla, la zona arqueológica de El Tajín y el Parque Takilhsukut .
Visita nocturna a la ciudad sagrada de El Tajín, al espectáculo de luz y sonido con la proyección de cientos de efectos lumínicos sobre edificios y pirámides con un fondo musical para la narración histórica, show en el que las estructuras no se tocan y sólo entra un número limitado de visitantes custodiados por personal que los guía con pequeñas linternas, la experiencia nocturna es conmovedora.
No presagiaba el gran don que pocos disfrutamos en la visita guiada a cargo del doctor Arturo Pascual, especialista y autor de varios libros sobre El Tajín; nunca este recinto será igual. Todo el conocimiento acumulado por generaciones otorgado por este arqueólogo generoso con la palabra y su sabiduría por más de tres horas en la ciudad sagrada que preside la Pirámide de los Nichos, una de las más hermosas de Mesoamérica.
Hay preocupación por los grados de deterioro que la zona resiente, pero poco se habla de que la contaminación es una de las principales causas, de la invasión urbana en el polígono de la zona arqueológica, de cuando Petróleos Mexicanos perforaba el cerro donde despuntaba el sol, de la especulación urbana y los pocos recursos para seguir explorando; se habla que sólo un 25 por ciento es lo que conocemos de la zona arqueológica.
Tercera llamada
Conocimos –por primera vez– un proyecto pionero en México: el Laboratorio de Acrobacia Indígena, que ha rescatado una tradición ancestral y milenaria, y que aún continúa en varias comunidades del país.
Para lo anterior se ha creado un espacio en el que se muestra el talento de grupos, como los zanqueros de Oaxaca y Guaguas voladores, acróbatas y equilibristas de gran destreza. El Circo Atayde, por medio de Federico Serrano, apoya este programa en la localidad de Santa Teresa Xochiapa, por lo que es una extraordinaria oportunidad para promover este proyecto y no esperar el siguiente equinoccio de primavera para continuar con estas ancestrales prácticas circenses.
Como en cualquier feria en este país, no podía faltar la gastronomía, patrimonio inmaterial de la humanidad, que en esta región del Totonacapan toma mil formas y sabores con nombres armoniosos: molotes y bocoles, espolvoreadas de pipián, las estrujadas, así como el rey de la masa envuelta: el enorme zacahuil, todo envuelto en el dulce aroma de la vainilla.
En el trayecto del parque temático a la zona arqueológica se instalan cientos de puestos de comida y bebidas en espera que para las próximas ediciones se conviertan en un ordenado y variado tianguis. Asimismo, sigue vigente otra promesa repetida y no cumplida: mejorar la carretera de Poza Rica a Papantla. Hay que recordar que el parque temático sigue en funciones todo el año con sus talleres.
Desde sus inicios, la Cumbre Tajín ha tenido críticas, algunas de ellas justificadas, pero en 2014 vimos cómo ha crecido y cómo se han corregido fallas anteriores. Disfrutamos los conciertos, a los que asistieron más de medio millón de jóvenes en las tres sedes de la cumbre en una plena y gozosa vivencia, donde la música, pero sobre todo la cultura totonaca, fueron los principales protagonistas, por lo que estos ejemplos deben ser replicados en otras entidades del país. En este proyecto ha sido fundamental la visión y labor Salomón Bazbaz, director de la Cumbre Tajín.
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