La reforma educativa de 2006 convirtió al subsistema en escuelas light, acusan docentes
Los planteles se caen a pedazos y los padres deben pagar el acceso a Internet o a bibliotecas
Afirman que por la falta de apoyo egresó una generación perdida por sus pocos conocimientos
Las aulas de la telesecundaria José Vasconcelos, del municipio de Nezahualcóyotl, estado de México, muestran las huellas del abandono, con televisores que no funcionan y muros deterioradosFoto Roberto García Ortiz
Laura Poy Solano
A 42 años de su creación y ante un creciente abandono presupuestal, las telesecundarias se han convertido en un modelo virtual, donde ya no hay ni clases por televisión. Sólo cápsulas informativas de cinco minutos que invitan al alumno a consultar Internet o la biblioteca escolar para desarrollar un tema, aunque nada de eso existe en las escuelas, coincidieron profesores y directivos de ese sistema.
Con la aplicación de la Reforma a la Educación Secundaria (RES) en 2006, agregaron, inició un “acelerado proceso para hacer de las telesecundarias unas escuelas light, rasuradas de todo contenido. Si consideramos que a este deterioro académico se suma el total descuido en que han dejado las instalaciones y la falta de material didáctico, se nos condena, en los hechos, a una lenta extinción”.
Pedro Ramírez Vázquez, profesor de la secundaria 09 Benito Juárez, del municipio de Naucalpan, destacó que 2010 ha sido la continuación de un modelo pedagógico desastroso. Con la RES tenemos por primera vez en la historia de las telesecundarias una generación pérdida.
Afirmó que los alumnos egresados en junio pasado cursaron sus tres años de formación con un programa curricular muy empobrecido, con escasos conocimientos y ajenos a todo el modelo de nuevas tecnologías que han prometido los gobiernos panistas desde principios de esta década, pero que siguen siendo una fantasía no cumplida para la mayoría de los centros escolares.
Con una cobertura de 1.3 millones de alumnos y 380 mil maestros en el país, las telesecundarias atienden a una quinta parte de los poco más de 6 millones de alumnos que cursan la secundaria en México. Sin embargo, las condiciones de infraestructura, equipamiento, acceso a material didáctico y capacitación docente son las más precarias de este nivel educativo.
Pese a que desde 2006, La Jornada documentó las paupérrimas condiciones que enfrentan alumnos y docentes de este subsistema, donde se calcula que 38 por ciento de los planteles no tiene bibliotecas, 5 mil más no cuenta con receptor de televisión y 4 mil 500 carecen de videocaseteras, profesores del subsistema aseguraron que la situación ha empeorado, al punto que no se tiene que ir a comunidades rurales en extrema pobreza para constatar que hay miles de telesecundarias sin acceso a la red de energía eléctrica, sin bibliotecas ni infraestructura básica.
El mayor abandono
José González Figueroa, director de la telesecundaria 190 José Vasconcelos, en el municipio de Nezahualcóyotl, destacó que 2010 ha sido el año de mayor abandono del subsistema en 42 años de existencia. No sólo porque la mayoría de los planteles se caen a pedazos o sobreviven en pequeñas casas o predios en préstamo o renta, es evidente que con la aplicación de la RES se buscó asestar un golpe mortal a las telesecundarias con materiales sin contenidos, reducción de personal docente y un casi extinto presupuesto que deja a la comunidad escolar toda la carga financiera para mantener operando a las escuelas.
Las condiciones de trabajo, advirtió Sócrates Pérez, maestro de la telesecundaria 156-Z, son muy adversas. No hay material didáctico y lo que envía la Secretaría de Educación Pública, bajo el nuevo modelo de la RES, tiene contenidos mínimos, al grado que muchas escuelas continúan utilizando los viejos materiales.
Como encargado de laboratorios, indicó, hemos llegado al punto que si los alumnos no dan una cooperación para comprar los reactivos no podemos hacer la práctica. En cuanto al acceso a Internet, recurrimos a los cibercafés, porque en las escuelas es imposible pensar en financiar una conexión. Son los padres los que deben pagar para que sus hijos puedan realizar las tareas y proyectos de investigación.
En las telesecundarias, afirmó, sobrevivimos por el esfuerzo de muchos maestros que aún tienen muchas ganas de trabajar con sus alumnos. Sin embargo, garantizar la calidad de su educación bajo estas condiciones es cada vez más difícil, e incluso imposible.
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