Claro que eso a nadie le importa o interesa. Se renuncia, pero si no se es una refulgente estrellita de la real politik nacional, nada pasa, pero además me importa un pito que nada pase. ¿ Quién pudiera contestarme de la nomenklatura partidista ? Yo creo que nadie, pensar que el patético Jesús Ortega Martínez pudiera salirse un momento de su efímera gloria para preguntar ¿ quién es ese sujeto ? Nos representa votos, es agudo, cual es su precio, latoso ¿ quién carajos es ? y ante la negativa de cabezas uniformes y educadas, nada pasa. Hay cosas más importantes de que ocuparse, por ejemplo, las negociaciones con todos en el Estado de México, comenzando por el protector de la izquierda moderna y conciliadora: Enrique Peña Nieto y esperar resultados electorales espectaculares para enterrar el movimiento de su otrora protector: Andrés Manuel López Obrador.
Pero quisiera puntualizar un poco de todo, espero contar con su paciencia ocular y una poca de atención; un rato de solaz esparcimiento. Inicié la actividad repertiendo volantes como simpatizante en 1968, después no había movimiento que no contara con mi irremediable solidaridad, claro, la tropa siempre sirve para los trabajos más matados: pintas, cargar botes, repartidor de volantes. Elocuente agitador y para depositar miradas de simpatía por el diablo. Justo, los rolling y los colores fuertes de la sicodelia, otro México, comenzando ya a formarse isletas alrededor de la gran urbe. Después de ver vacas, sembradíos, Casa Don Nico ( barbacoa de borrego en Puente de Vigas ), y después, como surgiendo de un cuento de ficción Ciudad Satélite y aquel monumento de Goeritz y Luis Barragán, por supuesto que en ese momento no sabía quién carajos era Matías, menos Luis, el Arqui.
Así llegó Avándaro y la matanza y la super madriza en la México-Tacuba, silencio y más silencio. Eso sí, premios a lo mejor del año en El Heraldo del Año. Yo de repente me apendejaba y soñaba con ser cercano de la familia Alarcón, bién tropa y además pachangosos, me decía para mis adentros. Ya en la escuela, ya trabajando de noche en Avance, haciendo teatro callejero y experimental. Ya tomando mi primera copa y dando el primer arrimón a la niña de mis sueños, pero aunado a esto, el deseo de que todo fuera más equilibrado, menos privilegios, me decía.
Llegó 1975, la fundación del Partido Mexicano de los Trabajadores, el activismo, la discusión, los corajes por la raza tan hábil para obtener canongías, para salir en la foto y en la calle, poco o nada de trabajo. Después, entre el trabajo social en escala liliputense, el cuidado y crecimiento de la familia llega la posibilidad de hacer más trabajo para lograr el registro del partido. Asambleas populares en las calles, en la plaza pública; con trabajadores de la ciudad y del campo, con sexoservidoras, con todo mundo. La ciudad conservadora y elitista. Ya había regresado a Monterrey. Porque no había quién, me nombraron presidente del Comité Estatal del PMT en Nuevo León, luego luego, candidato a la alcaldía de Monterrey, ya estamos en 1985 y conozco de cerca las carencias de la gente sin salida. Empiezan las entrevistas para los periódicos locales, para las televisoras y hablando con la gente de todas partes, profesionistas, vendedores de elotes callejeros; con ambulantes, todo, para construir un instrumento de lucha con registro para participar en elecciones, es decir, de manera abierta, ya no en las sombras, en la clandestinidad o en la sierra, como muchos solicitábamos a Heberto porque no creíamos en la lucha electoral. Mucho trabajo, de cuarenta horas de trabajo posibles, para poder comer, veinte la dedicábamos a salir al campo, en brigadas sin recursos, solamente con propaganda y esperanza.
Llega 1987 y justo un año antes de las elecciones de 1988, recordadas por la caída del sistema, se fundó el Partido Mexicano Socialista, síntesis de los comunistas, organizaciones populares y el Partido Mexicano de los Trabajadores. En las elecciones del 88 es electo candidato a la presidencia de la república al Ing. Heberto Castillo, hay desprendimientos del Revolucionario Institucional y un niño nacido en los pinos, es el nuevo atractivo para las izquierdas, donde figuran gentes como Rafael Aguilar Talamantes y Jesús Ortega.El movimiento crece y Heberto declina su candidatura en favor de Cuauhtémoc Cárdenas, ante el beneplácito de los comunistas que ven el otro ingeniero, en Cárdenas, al futuro presidente de México. Se habla de que se cayó el sistema y el fraude, burdo y descarado dió el triunfo a Carlos Salinas de Gortari. Nada más falso dicen algunos, entre ellos, el que supuestamente implementó la famosa caída Manuel Barttlet Díaz, ahora en tiempos de FeCal, disidente del PRI, férreo luchador por la defensa del petróleo y nostálgico empedernido.
Como consecuencia del fraude surge un partido, gracias a que el PMS cedió su registro y hubo nuevas sumas de organizaciones populares y otras meros membretes para que naciera el Partido de la Revolución Democrática, una federación de grupos de interés que se autodenominan corrientes de opinión al interior del PRD y, mientras unos pocos dirigentes trabajan por darle un rostro distinto a la izquierda electoral, otros, aprovechando el descuido y la ingenuidad, poco a poco van construyendo una red de complicidades e intereses en todo el país. Primero regidurías, diputaciones locales, federales, presencia en el senado; en fin, convirtiéndose la franquicia en algo muy valioso, como para no luchar por obtener el poder interno y la presencia externa para proporcionar al país a una generación de políticos dispuestos a todo, para salvar a la patria de la izquierda que se involucra con los movimientos sociales, que construye barricadas, como dijera el imbécil dirigente del membrete Partido Social Demócrata.
Los responsables del encumbramiento chucho, han sido todos los presidentes del partido, los burócratas que han visto que es un negocio redituable y con la bandera de la lucha por una revolución democrática, han consolidado un futuro, pero para sus familias; ya que brincan de diputados a senadores, coordinadores de campaña y ahora presidentes del partido del sol azteca. Tuvo Jesús Ortega que participar hasta en cuatro ocaciones distintas y en todas fue acusado de fraude y prácticas delincuenciales para alcanzar el anhelado sueño: ser presidente del Partido de la Revolución Democrática.
Hay quienes lo soportan todo, como los chuchos, para salvar al PRD de su muerte, yo no, estoy harto de las demagogias de izquierda, de la inconsecuencia, de las mentiras, de las corrientes o tribus, que poco o nada les importa sentarse con el espurio Ortega, para asegurar su hueso en las próximas elecciones. Me voy de un partido que apesta a muerto, a desvergüenza.
El tiempo dado a la lucha partidista no se perdió en la nada, es satisfactorio ver como se agrega cada día más gente al Gobierno Legítimo en todo el país. La organización popular es una realidad y ya veré donde puedo aportar para construir un país distinto.
Cargando botes de harina con sosa ( pegamento ) por toda la ciudad, pintando bardas, siendo representante del partido ante la Comisión Estatal Electoral, ya como candidato a la alcaldía de Monterrey en 1985, o como candidato a diputado federal en 1988 en el 8º distrito del estado de Nuevo León, cuando ser candidato era trabajo y más trabajo. Representante de casilla, secretario de la dirección estatal en diversas carteras, orador en mítines; repartidor de volantes, consejero nacional, consejero estatal; congresista de los partidos desde 1976 hasta el 94, representante ante el IFE, ante el Registro Federal de Electores en el 3 y 4º distrito federal de Nuevo León; miembro de la dirección estatal colectiva del PMS, coordinador de la campaña del Ing. Heberto Castillo hasta su declinación en Nuevo León. Trabajo social en colonias marginadas de San Nicolás de los Garza, Monterrey. En municipios del sur y norte del estado, siempre dedicándole tiempo y recursos propios al partido, nunca estirando la mano o golpeando compañeros para lograr privilegios o puestos para beneficio personal. Ya basta, renuncio al Partido de la Revolución Democrática, nada que hacer en un partido que ha perdido el rumbo, ha abandonado los principios por los que se fundó. Ahora se han cambiado utopías por votos y ahí, en el partido de los chuchos, no tengo cabida.
René Zúñiga Cepeda
Monterrey, N.L., 1 de Enero, 2009
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