Los nuevos Dorados rememoran al Centauro del Norte
Villa representa al campesino rebelde que lucha en contra de las injusticias sociales; al hombre de origen humilde capaz de enfrentar la oligarquía terrateniente que acaparó y despojó de las tierras a los campesinos, de enfrentar a las empresas extranjeras que se apoderaban del oro y los bosques de Chihuahua. Villa fue el hombre conocedor del terreno que logró expulsar al dictador Porfirio Díaz mediante la toma de Ciudad Juárez; el general que encabezó la División del Norte y que dirigió a más de 30 mil hombres armados y 40 trenes en movimiento; el mejor gobernador de Chihuahua que durante su período impulsó la educación pública, repartió alimentos a los pobres, y confiscó la tierra y los bienes de los hacendados. Fue el que encabezó la revolución en el norte del país aglutinando diversos liderazgos regionales, el que invadió Colombus, el que logró evadir la persecución de las tropas estadounidenses.
Pero Villa no ha sido símbolo de las luchas del campo porque enfrentó a los hombres mas ricos del país, quienes al término de la revolución se volvieron a aliar con el gobierno. Ellos crearon la leyenda negra del caudillo; trataron de borrarlo de la historia de la revolución y lo calificaron como analfabeto roba vacas.
El Barzón, por sus orígenes en la lucha por la defensa del patrimonio familiar, principalmente en el campo en el norte del país, y en particular en Chihuahua y Zacatecas, ha realizado acciones reivindicando a Villa. En 1999 partimos el 6 de octubre rumbo a la ciudad de México a lomo de nuestros caballos como lo hiciera Villa, durante 55 días, logrando llegar al Zócalo de la ciudad de México y estar presentes en diciembre durante la discusión del presupuesto de egresos de la federación; logramos con ello que la Cámara de Diputados modificara el presupuesto para el campo.
El zacatecano Manuel Ortega (El Pariente) fue el de la idea de la cabalgata.
Al iniciar 2008, en el puente internacional de Ciudad Juárez, en la protesta por la apertura total del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, platicábamos de Pancho Villa y sus Dorados. Cuatro de los campesinos presentes, de los municipios de Satevó y Santa Isabel y Buenaventua narraron que sus abuelos acompañaron a Villa; eran del grupo de elite de los Dorados (Gorgonio Beltrán, Martín y Pablo López y Epifanio Solís). El 12 de enero marchamos rumbo a México en nuestros tractores y denominamos nuestra lucha Movimiento de Resistencia Campesina General Francisco Villa. En nuestra lucha seguiremos reivindicando a Villa.
Martín Solís Bustamante / El Barzón Chihuahua
Francisco Villa era un caudillo de la masa campesina, interpretando masa campesina como los trabajadores de las haciendas agrícolas, los jornaleros del campo y los vaqueros que lidiaban el ganado de las haciendas ganaderas. Pero sus más fieles seguidores fueron los pequeños propietarios de las colonias agrícolas (algo parecido a los ejidos de hoy), aunque el objetivo principal de la fundación de esas colonias había sido el de servir de contención a las hordas apaches y que no llegara su devastación a las poblaciones importantes.
Villa sabía cómo desempeñarse para que lo siguieran, lo quisieran y lo comprendieran los campesinos y era muy malo para explicar sus ideales y su causa a quien no era campesino. Era muy cabrón en el buen sentido, arraigado a la gente; valiente como sus seguidores; dormía y comía como ellos, a la intemperie. Incluso en el breve periodo que fue gobernador, no resistía estar en la oficina y salía a arrear caballos y mulas para embarcarlas en los trenes.
A diferencia de Emiliano Zapata, el agrarismo de Villa es poco conocido por varias razones. Porque alrededor de Villa no giraba un equipo de intelectuales que recogieran sus ideales campesinos. Porque estaba muy lejano, tanto vivo como después de muerto, del mundo periodístico de México. Porque después de la revolución todos los hacendados regresaron por sus propiedades, que les fueron restituidas, y éstos se encargaron de borrar el ideal campesino de Villa para que no hubiera un segundo intento de reparto. Porque la clase política, intelectual y militar que se asentó en Chihuahua procedente del centro de la República y de Coahuila se encargó de borrar todo lo que hiciera recordar a Villa públicamente. Y esto perduró hasta los años 70s.
A Villa nunca le importó pasar a la historia, mucho menos dar explicaciones sobre sus acciones, ya que siempre las consideró justas. Él no aspiraba a la riqueza, y lo demostró. Él actuaba en el presente y sabía que moriría en la guerra. Jamás mentía sobre sus intenciones y por encima de todo odiaba las injusticias y a los que eran débiles en aplicar la justicia. Por eso fusilaba sin remordimiento ni recato. Pero el no ser hipócrita ni cobarde ante la opinión pública le acarreaba problemas de imagen.
Hasta la fecha se escucha en el campo del centro norte: ¡Viva Villa, cabrones!
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