“Lo humano no nos puede ser ajeno”
A pocos meses de aterrizar en la Argentina después de una década de exilio voluntario, volvió a despegar con sus actuaciones. Un poco mantenido, bastante villano y algo tramposo; Sbaraglia hace notar que se siente a gusto con lo que elige hacer, con la diversidad que le ofrecen sus personajes, y culpa a su madurez por su soñado retorno.
- Cómo es volver a trabajar al país después de tantos años ¿Este tiempo en el exterior te dio cierta libertad como para volver a empezar y encarar trabajos de otras características? Porque son distintos a los que antecedieron tu partida.
- Estoy viviendo el soñado re volver a la Argentina, en el sentido de que estoy haciendo cosas que me gustan mucho. Primero fue la serie Epitafios, el año pasado, seguí con la película "Las viudas de los jueves", y ahora estoy haciendo televisión con Bruno Stagnaro y teatro con Pepe Soriano. Quiero decir que son trabajos muy diversos que tienen la característica de poder contener toda la experiencia que tuve en los años que estuve afuera, porque son personajes muy lindos con cosas muy interesantes, muy complejas y muy heterogéneas. Es algo que también se dio casi naturalmente por estar más grande y por haber vivido muchas experiencias afuera. Me siento con una expresión diferente, una expresión de un tipo que hizo más cosas, que tiene más vivencias encima; mucho trabajo sobre todo. Como me decía un amigo, la experiencia no se muestra sino que se usa, y de alguna manera eso es lo que yo siento. Y me genera mucha alegría volver a mi país de esta manera.
- Tu distancia fue muy larga.
- Sin embargo, cada vez que no estaba trabajando volvía, así que lo máximo que he estado fuera de la Argentina fue sólo un año. Si podía estaba un mes, me volvía a ir, estaba unos cuatro o cinco meses y volvía. Pero es muy diferente estar afincado, y volver a hacer teatro es de alguna forma decir "tengo que permanecer al menos seis meses".
- ¿En qué se diferencian todos estos trabajos con los que hiciste en el exterior?
- Creo que en la Argentina puedo estar mucho más cerca de la diversidad, de la experimentación, que en España. Allá, las cosas están más compartimentadas, es más difícil acceder a lugares de cierta investigación en el campo artístico, y no porque no los haya.
- Sin embargo, vos tuviste acceso a esos espacios.
- Pero es mucho más difícil lograrlo que acá, donde están más dadas las condiciones; hay pocos lugares del mundo en los que coexisten más de 400 espectáculos teatrales con tanta gente haciendo tantas cosas. Siento que puedo entender más este lenguaje. Aunque pude vivir también otras cosas; estuve en el nuevo cine español, trabajar con muchos jóvenes con películas muy interesantes y formar parte de un proyecto que pretende seguir haciendo cosas.
- Aunque tu personaje es quizá el más ajeno al modo de vida que se describe, en Las viudas de los jueves hablan de la superficialidad, de los valores, dentro de los countries ¿Qué ves vos en esta nueva forma de vida de los sectores más pudientes?
- Creo que es un modo que, como lo describe Claudia Piñeiro en la novela, empezó a desarrollarse más en la época de (el ex presidente Carlos) Menem, aunque empezó inclusive antes, pero me parece que de la película habla de algo que trasciende el mundo de los countries, en el sentido de que usa la imagen del countries para hablar de otra cosa, para hablar de algo que no solamente ocurre en ese tipo de argentinos que viven encerrados en un perímetro; sino que es una característica de muchos argentinos que surge un poco del modelo que se profundizó en los 90. Los tipos exitistas, que van a comerse el mundo sin importarles absolutamente nada de quienes tienen alrededor. Me parece que ese es fundamentalmente el asunto: ciertos tipos de ciertas clases que están metidos en un engranaje y que están comidos por eso, ese sistema les fue comiendo su propia sensibilidad. Dejan de observar a quienes los rodean, se van quedando sin humanidad a tal punto que hasta la propia muerte se termina constituyendo en un acto capitalista. Yo creo que ese es el tema más interesante de la película, porque de ahí se desprende la realidad de quienes viven en un mundo aparente, en una cáscara, donde está todo vacío, todo muerto.
- Tu personaje, Ronnie, es el más conectado con esa humanidad.
- Es el personaje que se usa para contrastar con ese mundo, es el tipo con el cual el espectador más se podría identificar. Podríamos decir que viene de otro lado y que va hacia otro lado, que está más de paso en ese mundo y al haberse quedado afuera de alguna manera de ese engranaje capitalista, es un tipo que puede observar la crueldad, la inhumanidad de ese mundo con mucha claridad. En la película había una frase de Ronnie que finalmente no quedó pero que hablaba del acto del personaje del Tano -que era un acto de capitalismo puro- y que decía que el capitalismo siempre iba a encontrar una manera nueva de reproducirse y esa manera siempre iba a ser original y siempre iba a ser sórdida.
- ¿Vos lo crees?
- El capitalismo es eso, vive de eso, no es que pueda vivir de otra cosa, en sí mismo es eso, esa es su propia naturaleza; necesita fagocitar, chupar la sangre, necesita siempre chupar la sangre de alguien. Y siempre la manera de reproducirse va a ser sórdida porque nunca va a tener en cuenta la igualdad, la justicia. Su sentido es ganar más dinero, entonces puede disfrazarse de buenas intenciones pero las intenciones reales siempre van a ser ganar más plata, acumular.
- ¿Y en te identificás con este personaje? ¿Dónde encontrás tu humanidad?
- En el arte o el acto expresivo, fundamentalmente en poder darle expresión, poder darle una forma expresiva a la vida, es algo que siempre salva. Además del amor, por supuesto, que es algo que en la película de alguna manera está contado. Esa familia puede estar un poco mejor o un poco peor pero se quieren, están juntos, se sostienen mutuamente. En lo personal pasa algo parecido, uno se sostiene con el afecto de quienes te quieren, con el afecto de tu trabajo y eso es lo que te hace ser cada vez más humano. La idea es que nada de lo humano a uno le sea ajeno y pueda observar con más claridad lo que ocurre alrededor. Pero para eso tenés que estar dispuesto, dispuesto y a la vez formarte.
- Pensando en el cine nacional, ¿cuál es tu postura en los debates que se dieron alrededor de la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual? Específicamente con las cuotas de pantalla tanto para cine como televisión.
- Lo que entiendo de la nueva Ley, al margen de que yo no la leí -y que creo que prácticamente nadie la ha leído- es que va a desmonopolizar un poco el asunto. Si uno se pone a ver el mapa de los medios, prácticamente el país entero se divide en dos grandes empresas. Por eso me parece interesante que exista ese debate, me parece que antes ni siquiera se había planteado. Todo el mundo sabe del poder que tienen el Grupo Clarín en todo el país a través de cables, periódicos y radios, y al estar enfrentado francamente con el gobierno hay una lucha de intereses muy importante de la cual es muy difícil hablar, aunque eso no quita que yo estaba a favor de una nueva Ley de medios que reemplace a la de la dictadura. Lo que ocurre, además, es que prácticamente no se puede prender la televisión o las radios porque todo está absolutamente compartimentado. Si el Grupo Clarín estuviera a favor del gobierno otro sería el cantar –porque si tuviese negocios con él las cosas serían distintas- pero a partir de muchos asuntos que empezaron hace un par de años, y que se radicalizaron con todo lo que fue el tema del campo, es evidente que hay intereses enfrentados.
- Esos mismos intereses hacen a la producción cultural, si bien es cierto que en Buenos Aires sigue creciendo, también es verdad que las entradas son cada vez más caras y por lo tanto el acceso cada vez se limita más ¿Cómo crees que esto afecta a la difusión cultural?
- Me parece que son muy caras las entradas. En el teatro, nosotros estamos cobrando $90 y me resulta carísimo, Agosto creo que sale $170 para darte un panorama de costos irrisorios. Aparentemente es lo que el empresario necesita para poder recuperar la inversión que hizo. Si un empresario apuesta a un tipo de espectáculo, con cierto tipo de producción, según cómo están las cosas, ese es el precio que supuestamente hay que cobrar para recuperar lo invertido.
- ¿Y vos ves que esto impactó la cantidad de espectadores?
- Bueno, tienen el público que puede pagar, evidentemente. Hay espectáculos que ni lo sienten, como la Piaf, Agosto o Antonio Gasalla. Me parece que es una pregunta que hay que hacérsela más a los empresarios que son los que disponen de las entradas. De todas maneras, todos los espectáculos tienen promociones, nosotros los miércoles y jueves tenemos las entradas a mitad de precio; lo cual facilita el acceso. En ese escenario uno puede pensar que el que tiene la plata no va a pagar las promociones y al que le interesa el espectáculo y sólo puede pagar la mitad, se las arreglará para poder pagar la mitad. Si yo tengo que ir a ver el espectáculo de Mickey Mouse porque lo quiere ir a ver mi hija, lo voy a tener que pagar a ciento y pico de pesos y va a estar lleno. Lo que me parece es que hay muchos precios que están un poco dolarizados, escondidos en lo que aparentemente se necesita para hacer teatro de esta envergadura.
- Tu apuesta siempre fue al arte ¿Intentaste producir, escribir, dirigir una obra o una película?
- La idea siempre la tuve pero nunca se me presentaron las condiciones para que fuese necesaria. La realidad siempre se me impuso de otra manera.
- ¿Qué sigue en este soñado retorno a la Argentina?
- Tengo ganas de seguir haciendo teatro, al margen de continuar o no con esta obra, tengo ganas de emprender un proyecto quizás más personal que es algo que siempre quise hacer, pero cuando me fui a España de alguna manera lo pospuse. Quiero acercarme a los amigos que tengo en la profesión, como Andrea Garrotey Rafa Espregelburg.
- ¿Pensás en alguna propuesta que entre en lo under?
- No porque sea under o no; es más personal el motivo, busco algo en lo cual no necesite de un empresario que te diga cuando tenés que estrenar y ese tipo de cosas. Pero también es una fantasía, en los pequeños teatros también hay un empresario, y no es tan ideal. Me refiero a que tengo ganas de tener la posibilidad, con Andrea por ejemplo, de construir de igual a igual algo sobre lo cual uno tenga quizás más tiempo. No por mayor libertad, porque la libertad en este espectáculo la hemos tenido trabajando con Agustín (Alezzo) y con Pepe, y para mí fue perfecto, fue delicioso, trabajar con ellos. Hablo de seguir haciendo cosas que se complementen, investigar sobre otros asuntos. Pero es algo que yo he hecho toda mi vida, quizás el público se ha enterado más o menos, pero investigar o apostar a un desarrollo lo he hecho toda mi vida.
Entrevista realizada por Melina Ons
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