PLAZA PÚBLICA
Miguel Ángel Granados Chapa
Este mediodía llegará a la nueva sede del Senado de la República -donde estuvo el cine Roble- una nueva marcha del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad. La convocatoria a la caminata estuvo firmada esta vez por dos de los intelectuales mayores de nuestra hora, don Pablo González Casanova y don Luis Villoro. Al llegar a su destino, la caravana se encontrará con los activistas de "Reforma Política Ya", acampados sobre la acera del edificio legislativo.
Esta presencia dominical ante la sede de uno de los poderes que no logró convocar a un periodo de sesiones extraordinarias simboliza las distintas velocidades a que se están moviendo los representantes de la Nación y la porción más visible de la sociedad participante. Ésta parece recuperar la conciencia de que ningún cambio político trascendente podrá salir avante sin su presencia. Quienes integran los poderes constituidos, a su turno, van camino a percatarse plenamente de la renovada movilización ciudadana, pero se distraen de la atención que deben prestarle por su rutina cotidiana, que consiste en la aplicación de recetas burocráticas y en la ruda defensa y ampliación de sus propios intereses materiales. Tal diferencia de ritmos genera y explica los desencuentros, así como la lentitud con que avanzan los magros resultados de la conjunción de pareceres entre la gente en acción y los gobernantes.
Aunque en rigor jurídico la Universidad Nacional Autónoma de México es un órgano del Estado mexicano, su autonomía le ha permitido ser más social que estatal. Por eso no es erróneo que sumemos su más reciente aportación al debate público sobre la inseguridad como una contribución de la sociedad, que por lo mismo está en sintonía con la desazón y las tribulaciones que afectan a la gente común y, por otro lado, con sus esfuerzos organizados por enfrentar sus causas.
Un profundo malestar cunde en el País ante los crecientes peligros que, de orígenes encontrados como los delincuenciales y los de quienes formalmente los persiguen, se ciernen sobre las familias y las personas. Es grave vivir con incertidumbres, ante el riesgo de ser víctima de un asalto en el propio domicilio, y que quien lo practique sea un atracador profesional o una Policía errática que busca en el extremo sur de la Ciudad de México a un bandolero al que halla kilómetros más allá, en la avenida Luis Cabrera. Tal vez el que los asaltantes con uniforme provengan de Toluca explica que su desconocimiento de la geografía urbana los lleve a invadir con violencia tres domicilios de personas que difícilmente olvidarán la madrugada del 11 de agosto. A esa hora su tranquilidad quedó destrozada, en mayor medida que el grave deterioro sufrido por su patrimonio, sea por destrucción o por robo. ¡Qué frágil es la condición ciudadana ante corporaciones de seguridad que, no contentas con irrumpir en los hogares y comprobar que se equivocaron, de paso cogen lo que hallan a su paso, como rateros vulgares!
Una de las víctimas del triple asalto en la colonia Torres de Padierna es la maestra en Ciencias, bióloga en su primer grado, Patricia Magaña. El suyo y el de su hija, así como el de sus padres -junto con el de Guadalupe Belmontes y Efraín Bartolomé- fueron vulnerados por la brutal, torpe, incursión policiaca. La maestra Magaña dirige la revista Ciencias en la facultad respectiva de la UNAM, donde también es profesora. Otra integrante de la comunidad universitaria, la investigadora Yadira Dávila, del Centro de Ciencias de la Universidad Nacional, con sede en Cuernavaca, desapareció hace más de una semana -el viernes 5 de agosto- sin que se tenga noticia de su paradero. Para colmo, el Ministerio Público local, ante el que se hizo la denuncia, es reticente para iniciar la averiguación previa aduciendo que puede tratarse de un acto de voluntad de la maestra, cuando que la indagación ministerial tendría que determinar si ésa fue la causa de la desaparición o una acción ajena a esa voluntad.
La Universidad Nacional, pues, presentó el lunes pasado sus "Elementos para la Construcción de una Política de Estado para la Seguridad y la Justicia en Democracia". En una suerte de acuse de recibo, el jueves siguiente el Presidente Calderón invitó al Rector José Narro Robles y a su predecesor Jorge Carpizo a una reunión para hablar de las propuestas contenidas en el documento. Éste surgió en la Conferencia Internacional sobre Seguridad y Justicia en Democracia convocada por la UNAM y el Instituto Iberoamericano de Derecho Constitucional, presidido por Carpizo, quien encabezó la comisión encargada de redactar el documento y lo presentó en la antigua Escuela Nacional de Medicina, razones por las que también ha sido invitado por Calderón.
Los Elementos de la UNAM parten de un diagnóstico severísimo del modo en que se enfrentan hoy la inseguridad y la violencia. Aunque es manifiesta su voluntad conciliatoria y propositiva, el documento no ahorra críticas a la estructura gubernamental concernida y su deplorable funcionamiento. Por ello propone un cambio, que debe comprender un proceso de diagnóstico amplio y participativo, una reforma fiscal que garantice el flujo de recursos para los cambios propuestos, el desarrollo de una política frente al crimen, la prevención y recuperación del espacio público (que a su vez incluya un severo control de adicciones y una política para la juventud). Eso en materia de seguridad. En cuanto a justicia, las acciones del cambio prescritas por el documento incluyen la difusión y explicación de los mecanismos alternativos de resolución pacífica de conflictos, así como acciones contra el lavado de dinero.
El documento concluye con la exposición de 30 propuestas a la autoridad (así como el enunciado de seis acciones que corresponden a la propia Universidad), algunas de las cuales requieren la participación del conjunto de las instituciones públicas de enseñanza superior, a través de la ANUIES.
Algunas de las propuestas son de lenta aplicación y acaso sea imposible llevarlas a la práctica por más que haya signos promisorios en contrario. Pienso en la iniciativa de proponer "un pacto político y social de base amplia que permita reorientar a nuestras instituciones de seguridad y justicia para hacer frente a la crisis de violencia que enfrenta el país". Si bien la hora presente es poco propicia a los entendimientos (los partidos están enzarzados en sus propios conflictos interiores con vistas a las elecciones presidenciales de año próximo), hay signos alentadores en sentido contrario; la Confederación Patronal de la República Mexicana ha presentado su propia propuesta sobre esa emergencia nacional y manifestado su propósito de caminar junto con el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, que a su vez está aglutinando las sensibilidades de la comunidad de redes constituidas en torno de los derechos humanos.
Los Elementos preparados por la UNAM tienen varios méritos. Uno principal es que atiende los dos extremos del combate a la narcodelincuencia que deben ser privilegiados, por encima de la lucha armada en su contra: el combate a las adicciones y el lavado de dinero. Si se contiene el crecimiento de la demanda, es decir si se reduce el consumo y se impide la entrada de las ganancias del prosperísimo negocio que lo satisface a los circuitos legales de la economía, se obtendrá mayor eficacia.
Tienen también valor específico las recomendaciones sobre el régimen de ejecución de penas, cuya reforma formal, ya vigente, sufre un retraso considerable. El documento universitario propone "dejar de ver a la prisión como la medida más adecuada para la solución del conflicto social generado por los delitos violentos, dimensionándola como un último recurso únicamente" para tal género de ilícitos "y sólo con fines de protección social, readaptación y reinserción". Y en contraste "despenalizar aquellas conductas que no atentan en forma importante contra la sociedad y trasladar la atención de las mismas a otras esferas, como la administrativa".
Esperemos del diálogo entre el Presidente y el Rector un mecanismo formal de discusión del documento. Empecinado en su estrategia, no obstante su manifiesta insuficiencia y deformaciones, Calderón había sólo admitido hablar de la materia ante interlocutores afines o poco exigentes, hasta que se reunió con el movimiento inspirado por Javier Sicilia. Que dé ahora un paso más.
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