Wednesday, September 12, 2012

Dictaduras y Medios Hegemónicos en Argentina



Dictaduras y Medios Hegemónicos en Argentina
Jorge Rafael Videla y Ernestina Herrera de Noble brindan en la inauguracion de la empresa Papel Prensa
El 8 de octubre de 2009 se produjo un hecho muy esperado por la sociedad argentina cuando, en el contexto de intensas campañas opositoras, el Senado votó la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, enviada al Congreso por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, remplazando la Ley de Radiofusión (número 22.285) impuesta por la dictadura inaugurada en 1976. Con esta nueva ley, se desenmascaró a un poder mediático hegemónico con un pasado sórdido de alianzas y complicidades en la sombra, convertido en un escollo para la democratización del país.Esta ley fue trabajada durante más de 20 años por universidades, académicos, sindicalistas, legisladores, movimientos políticos y sociales, que lograron construir un sólido proyecto para la democratización informativa.
Durante esos años se fue conociendo la trama del poder de los grupos mediáticos que controlaban, y aún lo hacen, la información en el país.
En entrevista con La Jornada, la secretaria general de la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (UTPBA), Lidia Fagale, recuerda que el primer paso para remplazar aquella ley de la dictadura lo dio la entonces Asociación de Periodistas de Buenos Aires (APBA) en los años 80, después de la recuperación democrática en 1983, cuando se creó una estructura para estudiar la situación de los medios, en lo que fue el Consejo para la Consolidación de la Democracia.
En 1987 se conformó la UTPBA, que sustituyó a la APBA y persistió en el empeño de terminar con la ley dictatorial. Para entender el proceso social que acompañó a esta iniciativa, Fagale relata que en 1985 hubo un importante fenómeno popular con la aparición de radios comunitarias, coincidiendo con las primeras crisis de la democracia.
“Sectores sociales buscaron tener su propia voz y nacieron estas radios, que tenían antecedentes en experiencias de los años 60 y 70, por ejemplo en Cuba. Ya en 1986 se creó la Primera Asociación de Medios Comunitarios, que se sumó a los sectores que trabajaban para eliminar la Ley de Radiodifusión. Fue como una red de esperanza que crecía con el tiempo.”
Entre 1986 y 1989 surgieron alrededor de 3 mil radios (sin papeles) en Argentina, forzando al Estado a abrir un registro especial y a otorgar algunos permisos a estas emisoras, de las cuales alrededor de 500 eran comunitarias.
Después vendrían los momentos difíciles para el gobierno de Raúl Alfonsín (1983-1989) –el primero de la recuperación democrática–-, con el intento del golpe militar de 1987 y luego el golpe económico que llevó a la salida anticipada del presidente y la llegada de Carlos Menem, en 1989.
Ese es el comienzo de los oligopolios. “Menem impuso en ese año, mediante un decreto de necesidad y urgencia, la llamada Ley Dromi, que permitió a la prensa –ya beneficiada por la dictadura, que había entregado a Clarín y La Nación a Papel Prensa, mediante extorsión, secuestros y torturas a los dueños el Grupo Graiver (ver recuadro)–acceder a la televisión, radios y otras empresas de comunicación”, recuerda Fagale.

“Papel Prensa fue parte de los negocios de la dictadura para dar legalidad a la apropiación de los medios en pocas manos. Estas empresas fueron parte del negocio del terrorismo de Estado, que además distribuyó los canales de televisión entre las tres armas (ejército, fuerza aérea y marina)”, agrega.
La continuidad de este proceso sigue por conducto de Menem y “es en esos momentos que los medios importantes alcanzan el estatus de grandes grupos económicos. Comienzan a invertir además en actividades no vinculadas a la comunicación. El gobierno de Menem cede el espacio radioeléctrico a una empresa francesa, acusada de tráfico de armas y otras conductas mafiosas. Es decir, cede la soberanía del país en ese campo estratégico. Esto para no olvidar cómo comenzó esta historia, que nos llevaría a una situación única en el mundo (ver recuadro)”.
Mientras se luchaba para oponerse a la entrega de sectores estratégicos, que se privatizaron y vendieron, la UTPBA desplegó campañas que hicieron historia entre 1989 y 2000, al denunciar el nuevo mapa de medios que se había constituido en Argentina, como una situación contraria a la información democrática, cada vez más encerrada en su nuevo rol empresarial.
"El primer paso para remplazar la ley de la dictadura lo dio la entonces Asociación de Periodistas de Buenos Aires en los años 80, después de la recuperación democrática en 1983, cuando se creó una estructura para estudiar la situación de los medios, en lo que fue el Consejo para la Consolidación de la Democracia"

PAPEL PRENSA
Quizás no haya un ejemplo más claro de los recursos de ese poder mediático que ha logrado permear grandes sectores sociales, no sólo con la desinformación sino con programas considerados degradantes y desculturizadores, que la forma en que Grupo Clarín y La Nación se hicieron de Papel Prensa, con lo cual condicionaron a los medios de todo el país.
El 6 de agosto de 1978 murió en México, en un extraño accidente de aviación, David Graiver. Su cuerpo nunca apareció. Su esposa y su pequeña hija, quienes vivían con él en tierras mexicanas, decidieron retornar a Argentina. Allí comenzó su calvario. El 29 de mayo de 2012, Lidia Papaleo de Graiver relató ante la justicia la tragedia de su vida, desde su regreso a Buenos Aires, en septiembre de 1976, donde comenzaron a amenazarla, sin encontrar protección en ninguna parte, pidiéndole a ella y a los padres de Graiver, que eran los herederos de esa empresa, que vendieran Papel Prensa.
El 2 de noviembre de 1976, aterrorizada, fue citada a una reunión en el diario La Nación. Papaleo relató las amenazas de Héctor Magnetto, ejecutivo del Grupo Clarín, quien le dijo: “No hay opción”, al tiempo que la conminó a vender la empresa.
Estaban también, pero separados de Lidia, los padres de Graiver y otros familiares. “En el edificio del diario La Nación, Magnetto me amenazó a mí y a mi hija (María Sol, de dos años y medio de edad). Me dijo que no había más opción que vender Papel Prensa o perdíamos la vida mi pequeña y yo”, dijo la viuda de David Graiver.
Relató que su esposo murió en un “accidente provocado”, el 7 de agosto de 1976, cuando ella y la niña se encontraban en México. ”Regresamos a Argentina el 6 de septiembre de 1976, y a partir de entonces recibimos amenazas, telefónicas y personales, de todo tipo, donde nos decían que teníamos que desahacernos Papel Prensa y que teníamos que vender la empresa a personas argentinas y que no fueran judías”.
En marzo de 1977 fue detenido ilegalmente Juan Graiver, padre de David, y el 14 de marzo de ese año, fue apresada Lidia Papaleo y trasladada al centro clandestino conocido como Puesto Vasco, donde sufrió torturas. “Desde el primer día me torturaron y maltrataron más que a nadie”, recordó.
Al declarar en el juicio que se sigue a una veintena de represores por delitos cometidos en centros del Circuito Camps, entre ellos Puesto Vasco, donde estuvo detenida, la viuda de David Graiver recordó que tras la firma de compraventa, habló con “un señor de Clarín, un abogado de apellido Sofovich”, quien le dijo que ese grupo “había pasado a manos de la señora Ernestina de Noble, y me aconsejó que me fuera del país ese mismo día”.
Precisó que Gainza Paz “fue el intermediario, el que trajo a los tres diarios compradores de Papel Prensa. Me dijeron que me fuera al puerto, que ni siquiera regresara a mi casa, que encargara a alguien que me llevara las cosas, que no volviera más a mi casa y me fuera del país”, agregó.
En su testimonio, Lidia relató las torturas a que fue sometida, además de ser violada varias veces. Ante la justicia pidió declarar a solas frente al juez por vergüenza y pudor. La mujer estuvo detenida hasta el 7 de abril de ese año en Puesto Vasco, pasando luego por otros centros de detención hasta que fue puesta a disposición del Poder Ejecutivo Nacional y juzgada por un consejo de guerra, recuperando la libertad hasta mediados de 1982.
También desde Puesto Vasco fue llevada un día para que vendiera las acciones del diario La Opinión, las que tenía guardadas en casa de una familia amiga, de donde retiraron el sobre con ellas y saquearon la residencia. Identificó a dos de sus torturadores, a uno como Norberto Cozzani y otro de apellido Rojas. En declaraciones ante la justicia, el pasado 5 de junio, el ex policía bonaerense Norberto Cozzani dijo: “En Puesto Vasco yo llevaba los detenidos, estuve presente en tres o cuatro interrogatorios”. Allí se les “pasaba corriente eléctrica por todo el cuerpo”. Se refirió así a las sesiones de tortura a que fueron sometidos Lidia Papaleo, su hermano, su padre, además de Isidoro y Juan Graiver y las dos secretarias de la firma: Lidia Angarola y Silvia Fanjul, para investigarlos por la relación entre el grupo empresarial y Montoneros, dijo el acusado. Cozzani admitió que participó en las detenciones de Papaleo y Juan Graiver: “El ex comisario (fallecido) Alberto Rouse dirigía los interrogatorios y agentes de la Dipba (Dirección de Investigaciones de la Provincia de Buenos Aires) aplicaban la picana”.
Consideró que en el caso de los Graiver “la tortura era necesaria”, ya que después todo “fue más fácil, porque comenzaron a contradecirse”. Esta es la historia de cómo se vendió Papel Prensa al grupos Clarín, La Nación y La Razón (que ahora no aparece más) quedando como dueños mayoritarios los dos primeros grupos y con 26 por ciento el Estado. El dictador Jorge Rafael Videla, inauguró Papel Prensa con los nuevos propietarios en 1977, cortando el listón y brindando con champán.
En una década, entre el año 89 y el 99, hubo graves ataques a la prensa, periodistas asesinados, como Mario Bonino, de la UTPBA; José Luis Cabezas, de la revista Noticias, además de persecución, amenazas, bombas, cancelación de programas, “eso que nadie recuerda ahora”, dice Fagale.
Y añade que, en tanto, “los grupos mediáticos seguían creciendo, agregando canales de televisión abierta y de cable, así como estaciones de radio en todo el país, además de revistas, agencias, Internet, hasta constituir los monopolios actuales”.

Los grupos del poder mediáticoEn América Latina cuatro grupos empresariales pasaron a controlar mayoritariamente el mercado de los medios: Clarín, en Argentina; O’Globo, en Brasil; Cisneros, en Venezuela, y Televisa, en México.
Merced a las presiones comerciales de esos grupos y sus aliados políticos, en cada región ejercen un poder dominante, aunque a su vez son dominados por poderes mayores, influyendo abiertamente en las reglas del juego, en lo que el periodista Sergio Ferrari llama el “mercado” de ideas.
En el área de la fibra óptica, Clarín también se asoció en tiempos de Menem con la Fundación Más Canosa, de Miami, grupo mafioso ligado al terrorismo contra Cuba. El canal 13, que antes perteneció al cubano Goar Mestre –vinculado con los grupos anticastristas de Miami– obra ahora también en poder de Clarín.
Además, estas sociedades abarcan a grupos mediáticos como Vila-Manzano, en Mendoza, Telefónica y otros.
“En este mapa mediático era visible la hegemonía de Clarín, por su porte económico en relación con sus nuevos negocios, y ya cotizaba en la bolsa, con la manga ancha para las ilegalidades que concede el neoliberalismo impuesto en el país”, agrega Fagale.
La lucha se volvió desigual y difícil. Como recuerdan otros analistas, la historia de la prensa en manos de grandes familias, como los Mitre en el diario La Nación, o lo que fuera La Prensa, de los Gainza Paz, la del poder de los terratenientes y la oligarquía local.
A través del tiempo dieron batallas golpistas, especialmente contra Juan Domingo Perón, derrocado en 1955 por militares y civiles aliados en la Unión Democrática, imponiendo la dictadura denominada como “revolución libertadora” (“fusiladora”, parodiaba la oposición). La historia nacional era contada por ese poder. Clarín, fundado por el empresario Roberto Noble en 1945, fue parte de la campaña contra Perón, al igual que la gran mayoría de los medios.

Un poder omnímodo“En un país como el nuestro, los índices de concentración de medios son extraordinarios –comparados a escala mundial–, lo cual supone una forma excluyente, autoritaria y extorsionadora del ejercicio de poder”, afirma Alejandro Kaufman, profesor de ciencias sociales de la Universidad de Buenos Aires.
Kaufman coincidió con analistas locales en señalar una realidad compleja para la democracia: “Los líderes de los medios de comunicación, de la industria del entretenimiento y de la información de la dictadura siguen estando en los mismos lugares que ocupaban en aquella época”. Recordó que estos medios también fueron los que sustentaron el auge neoliberal de los años 90 en Argentina, con las trágicas consecuencias del derrumbe del país, a finales de 2001.
Por eso fueron grandes los desafíos que enfrentó el proyecto de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, votada en 2009 y que aún no ha podido concretarse debido a una diversidad de argucias judiciales y chicanas a las que recurre el grupo Clarín.
Sin embargo, la Corte Suprema acaba de fijar plazo para que estos grupos se desprendan de algunos tentáculos, como la compañía Cablevisión, en el caso de Clarín, y otras medidas restrictivas a varias empresas para acabar con los monopolios informativos y abrir los medios a la sociedad.
Kaufman asegura que “la dictadura favoreció la concentración y la impunidad” y  los medios “nunca cuestionaron la ley de la dictadura”, bajo cuyo mandato fueron ampliamente favorecidos.
“La concentración de medios tiene como consecuencia que, aunque pueda ser importante el número de publicaciones, las dominantes abarcan la mayor parte del mercado. El centralismo porteño de los principales medios audiovisuales tiende a imponer a todo el país lo que sucede en Buenos Aires. En una situación de crisis, las consecuencias políticas e institucionales pueden ser gravísimas”, afirma.
De hecho, esos grupos mediáticos constituyeron el núcleo ofensivo del intento golpista de las cuatro organizaciones patronales del campo, que entre marzo y julio de 2008, con un paro activo, cortando rutas estratégicas y desabasteciendo a la capital y las ciudades más importantes, con ayuda de militares de la dictadura, apuntó a la destitución presidencial.
La actuación de La Nación, Clarín y todas sus filiales, así como televisoras, radios y demás, con apoyo de sus asociados externos, fue clave para evidenciar el papel de los medios en estas circunstancias; estos mismos habían colaborado activamente con sus pares venezolanos para apoyar el golpe de Estado contra el presidente Hugo Chávez, señala una organización estudiantil que investiga “las guerras de la desinformación” en la Universidad de La Plata.
A partir de 2008, la ofensiva implacable de los medios contra la mandataria argentina está definida por su alineación absoluta con el poder hegemónico mundial, como lo denuncian los organismos estudiantiles.
Esta campaña los ha llevado a tomar posiciones abiertamente antinacionales, como en el caso de las islas Malvinas, donde han defendido incluso “los derechos británicos”. La reciente aparición televisiva de Jorge Lanata, devenido derechista recalcitrante, en un programa con periodistas de los grupos poderosos, que cada día escriben contra el gobierno y falsean informaciones, pidiendo a gritos “libertad de expresión”, dio la pauta del nivel de batalla que se han planteado.
No es un formato creativo –como bien señalan los estudiantes de comunicación de la Universidad de La Plata–, ya que se ha probado lo mismo en Brasil, en los ataques contra el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva. Pero, además, ocurre al mismo tiempo en que se lleva a cabo un nuevo lock out (paro de labores ordenado por los patrones en sus empresas).
Lo que el poder entregó
En 1991, el gobierno de Menem ratificó el Tratado de Promoción y Protección de Inversiones Recíprocas con Estados Unidos, lo que permitió el ingreso del Cei-Citicorp Holding, que aliado a Telefónica de Argentina y Editorial Atlántida, constituyó un nuevo grupo mediático. Entre 1995 y 2000, dos grupos hegemonizaron la comunicación: Clarín y Citicorp (CEI) Telefónica de Argentina.
El primer grupo sumaba a los diarios Clarín y Olé; los canales 13, Todo Noticias (TN) y Volver; cuatro radios; cable de multicanal –que se fusionó en 2006 con Cablevisión– Ciudad Internet; control en diarios importantes del país, como la Voz del interior, de Córdoba, y otros; la Agencia Diarios y Noticias Supercanal (TyCSports), TyCUruguay, CTI y Papel Prensa.
En 2008 se había consolidado como el principal grupo mediático, incursionando en otros negocios con la multinacional Techint, así como en el correo privado y la provisión de procesamientos e impresión de datos. Asimismo, en una empresa de servicios generales para más de 30 grandes compañías. A su vez, La Nación tiene sus propias redes y comparte como accionista muchos medios con Clarín. Ambos son los mayores accionistas de Papel Prensa, donde el Estado sólo tiene 26 por ciento de participación.
Los otros grupos con diversidad de medios y negocios agregados son Perfil, de la Familia Fontevechia; Daniel Hadad; Carlos Ávila; Telefónica, que aunque en 2008 comenzó a deshacerse de activos, tiene aún poderosos núcleos de poder. Además, canal Telefé Internet, Cable, asociados con Direct TV y otros. Muchos de ellos tienen también acciones en editoriales. El cúmulo de posesiones los convierte en monopolios, precisamente lo que enfrenta la actual Ley de Medios, lo que no permite extender los beneficios de la democratización informativa a toda la sociedad, con el consecuente control de las agendas dirigidas a dominar un vasto campo en la opinión pública. En tiempos recientes han sido derrotados, como ocurrió en las pasadas elecciones presidenciales de 2011, donde la campaña antigubernamental no tuvo límites. No obstante, en octubre de 2011 triunfó la presidenta, a pesar de lo que se considera la más organizada y dura campaña de los grupos mediáticos concentrados.
"Papel Prensa fue parte de los negocios de la dictadura para dar legalidad a la concentración de los medios en pocas manos. Estas empresas fueron parte del negocio del terrorismo de Estado, que además distribuyó los canales de televisión entre el ejército, la fuerza aérea y la marina"

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