Una conmemoración necesaria

Rosa Esther Beltrán Enríquez

Simone de Beauvoir, sigue siendo un icono y también en hito feminista; comprometida en los combates intelectuales más importantes del siglo XX, habría cumplido cien años el 9 de enero y sigue siendo, más de dos décadas después de su muerte, un modelo de mujer liberada.
La autora de 'El segundo sexo' influyó sobre todo en varias generaciones de mujeres, con su rechazo de las convenciones y su análisis de la condición femenina.
Nacida el 9 de enero de 1908 en París, en una familia burguesa empobrecida, Simone tomó conciencia ya en su adolescencia de la mediocridad de su medio. Alumna brillante, estudió filosofía en la Facultad de Letras de París, donde conoció a Jean-Paul Sartre y a toda una generación de intelectuales. Mas el feminismo fue su causa personal y su terreno de acción.
En 1949, se publicó, 'El segundo sexo', cuyos capítulos sobre la sexualidad femenina escandalizaron y provocaron una enorme polémica, tanto que el filósofo Camus, lo arrojó al suelo con ira cuando lo leyó. Ese texto fue traducido a cuarenta idiomas y se vendieron más de un millón de ejemplares de la obra. Ése libro, es el ensayo base del movimiento feminista, que inmediatamente después de su publicación provocó, por parte del sector conservador, una avalancha de críticas contra Simone.
Tras esto, fue calificada de frígida, insatisfecha, reprimida y frustrada, incluso por personas que formaban parte de su círculo de amistades. En 1951 obtuvo el premio Goncourt por 'Los mandarines' y pasó a ser una de las autoras francesas más leídas. Sus libros autobiográficos la convirtieron en una figura central de la vida intelectual francesa, empezando por 'Memorias de una joven formal' (1958), en el que describe los prejuicios de su familia burguesa y sus esfuerzos para escapar de ese medio.
La fama ella la puso al servicio de su militancia política y feminista y no quiso sólo pensar o sólo amar, se negó a renunciar a ningún don de la naturaleza humana..
Murió el 14 de abril de 1986. Pero más de veinte años después, su obra sigue teniendo vigencia y "su aura es aún más fuerte en el extranjero que en Francia, en particular en Estados Unidos", en cuyas universidades los estudios beauvoirianos tienen un lugar importante, afirma la ex ministra francesa del Medio Ambiente Huguette Bouchardeau, que acaba de publicar una biografía de Simone, pues que con motivo del centenario de su nacimiento en Francia se han editado al menos 4 libros biográficos sobre ella.
La filósofa acogió el ateísmo a los 14 años, y a los 21, alejada del seno familiar, inició su vida en pareja con el filósofo y escritor existencialista Jean Paul Sartre.
De Beauvoir suscribió el feminismo a la doctrina existencialista y, como también lo haría Sartre, defendió su gusto por la libertad y la inexistencia del destino, a través de la frase que la consagró: "La mujer no nace, se hace". Sus biógrafos la describen también como una mujer divertida y cálida, intrépida en la exposición de sus ideas, por lo que es tan admirada como denostada.
"Nunca se consideró una víctima del hombre. Fue una conquistadora de la libertad de la mujer. Abrió las rejas de la cárcel que apresaban al género femenino en un esquema naturalista de madre, esposa y ama de casa", apunta Karine Tinat, coordinadora de la Cátedra Simone de Beauvoir de El Colegio de México.
De Beauvoir fue de las muy escasas mujeres que logran situarse por encima de lo establecido, proponer modelos distintos de comportamiento, pero además ejercitó sin miedos su derecho a elegir, actuar, pensar, amar y vivir. Además, defendió el trabajo como la única manera que garantiza a la mujer una libertad concreta, pues gracias a él la mujer puede franquear en gran medida la distancia que le separa del hombre.
Muchas, muchas mujeres agradecen a Simone que sus libros les hayan permitido derribar muros y el poder mirar de frente a los varones, de igual a igual, por eso el centenario de su nacimiento es una conmemoración necesaria.
Ella fue, en suma una mujer inteligente y feliz, que dejó un legado que todavía no es cabalmente valorado.