Monday, May 03, 2010

Hierve el agua



Ximena Peredo

La última vez que estuve en Oaxaca fue en el año 2000. Último viaje que hice con mis papás como hija de familia, en el asiento trasero del Tsuru rojo. En el tocacintas se escuchaba una y otra vez Amparo Ochoa con su barzón, con el Negro Loco, y la Malinche. Fue un viaje hermoso y sabroso. Visitamos Hierve el Agua, dos majestuosas cascadas petrificadas, paralizadas en caída libre hacia el abismo.

Cuando a mi lado Julio recibió la llamada que reportaba la emboscada de amigos y compañeros observadores de derechos humanos en San Juan Copala, algo dentro nuestro, el aliento, quedó petrificado. Entonces estaban desaparecidas varias personas, entre ellas Beatriz Cariño, una mujer amorosa que llevaba bien puesto su apellido y que trabó amistad con varios amigos de Monterrey. La primera vez que escuché de ella fue por boca de Churros, al fondo del camión Amarillo que va hacia El Álamo. Beatriz era una mujer nutricia concluí yo después de escuchar a Churros, a Wicho y a Julio, contarme sobre ella.

La caravana internacional de observadores de derechos humanos caminaba hacia territorio triqui, castigado por la represión y el terror paramilitar claramente evidenciados con el asesinato de las dos comunicadoras Teresa y Felicitas, ultimadas el 7 de Abril de 2008, con la misma cobardía con que fue rafagueada la Caravana pacífica el 27 de Abril pasado.
Beatriz y el finlandés Tyri Antero Jaakkola murieron por balazos en la cabeza. Fueron los únicos que no pudieron echar a correr rumbo al monte. Los demás compañeros estuvieron desaparecidos varios días. Algunos fueron a dar con el grupo paramilitar que les perdonó la vida, otros caminaron río abajo, otros anduvieron por el monte a salto de mata.

Dos periodistas de la revista Contralínea, Erika Ramírez y David Cilia fueron dados por desaparecidos durante varias horas. Junto a dos compañeros de la caravana grabaron un video a tres horas del ataque. Dos de ellos heridos de balazos.

http://www.youtube.com/watch?v=MT-Lrx3jZ2I
http://www.youtube.com/watch?v=FS83Xui07JI

El Gobernador maldito Ulises Ruiz se limitó a preguntar bajo qué calidad migratoria estaban los observadores internacionales en el País. En el colmo de la perversidad dijo que tal vez había sido un pleito entre activistas, de la misma forma en que se decretó que las masacres de Acteal y Aguas Blancas habían sido provocadas por pugnas internas.

La emboscada no mereció mayor atención para el Secretario de Gobernación, ni para Felipe Calderón. Testigos aseguran que cuando el Ejército logró entrar a la zona para iniciar el operativo de rescate los soldados fueron escoltados por los mismos paramilitares.

El País se nos cuela por entre los dedos. Se escurre en cascada como las lágrimas de quienes vivimos cuando Bety Cariño murió. 

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