Los mexicanos estuvimos, por años, acostumbrados a ver a los integrantes del Ejército en sus cuarteles. Salían sólo cuando había desastres naturales y acudían (acuden) a ayudar a quienes lo necesitan o a controlar una situación excepcional. Luego México se empezó a transformar por las razones que sean y, de repente, nos vimos si no dentro de una guerra, sí viviendo situaciones bélicas a diario. Sin nuestra Constitución aplicada con rigor, sin instituciones confiables, sin la ley usada para lograr justicia para todos por igual; con la corrupción y la impunidad de los ciudadanos, los políticos y los partidos que tanto daño nos han causado; con una línea confusa entre quienes deben perseguir y quienes deben ser perseguidos nos fuimos dando cuenta, poco a poco, que nuestro entorno y nosotros estábamos cambiando. El cambio llegó en un mal momento. En este caso, el mundo (y nosotros) veníamos de una enajenación grave que coronó al individualismo como el más alto valor a defender: primero yo, luego yo y, después, yo. Entonces modificamos nuestra escala de valores: consumir sin parar y jugar a las marcas y accesorios exclusivos para hacer ostentación del dinero que tenemos (sobre todo, cuando no lo tenemos). Cambiar el concepto de hogar por el de casa que confirme nuestro envidiable estatus; de preferencia, debe estar en San Pedro. Inventar la presión para conservar la belleza y la juventud individuales en hombres, mujeres, jóvenes o niños y nutrirla con enunciados estúpidos: "Ahora no hay mujeres feas, sino maridos pobres". ¡Y hay quien se lo cree! Convertir a Cristo, quien vivió y murió por los pobres, en un objeto más de consumo cuyas enseñanzas se manipulan en beneficio de la clase social correspondiente. Alimentar no el elitismo intelectual, sino el social y económico para compensar nuestro vacío interno. Pertenezco al círculo debido, luego existo y soy. ¿No pertenezco? ¿Qué debo hacer para lograrlo? ¿Y los integrantes de la clase media baja hacia abajo? ¿Quiénes? Ah, bueno, ésos están para servirnos y ser explotados y así están bien: siempre ha habido, hay y habrá pobres y mientras no seamos nosotros, que se las arreglen como puedan. Y muchos se las arreglaron como pudieron y optaron por la violencia y la ilegalidad. Hoy tenemos el cinismo de quejarnos, asustarnos y preguntarnos de dónde salen tantos. Salen de gobiernos que los han ignorado y de nuestra indiferencia, de nuestra falta de humanismo y comprensión, de esa ceguera voluntaria que escogimos para no verlos cuando cruzamos por sus barrios y se pararon frente a nosotros. Hoy estamos pagando la incapacidad de los gobiernos para controlar una situación conocida desde hace mucho, pero también estamos pagando nuestro clasismo, nuestro cómodo desdén: ¿manifestarnos, protestar, exigir, organizarnos por grupos, barrios o colonias para ver qué podemos hacer?... ¡Ay, qué flojera... que lo hagan otros! Y se viola la Constitución otra vez; con buenas intenciones, pero se viola. Al Ejército primero se le envía a hacer labores policiales en las calles y carreteras y hoy empieza a catear casas. Parte del Artículo 16 dice: "Nadie puede ser molestado en persona, familia, domicilio, papeles o posesiones, sino en virtud de mandamiento escrito de la autoridad competente, que funde y motive la causa legal de procedimiento". Los miembros del Ejército que catean llaman a la puerta, sin mandamiento escrito, y preguntan por un adulto. Piden permiso para entrar, pero es sólo una cortesía; si se les niega, con mayor razón entran. Agradecemos la buena intención tras la medida, pero sigue siendo inconstitucional y despierta temores justificados en quienes recordamos el papel que han jugado los respectivos ejércitos en diversos países de América Latina y en España en épocas de crisis o dictaduras. Por eso estamos asustados. En Centroamérica (excepto Costa Rica), México, Chile y Argentina, para poner algunos ejemplos en concreto, nos dejaron lecciones que no debemos olvidar. No creemos que hoy vaya a ser igual, pero ojalá se encuentre otra manera de lograr lo mismo sin los cateos. Nota: Los dejaré descansar durante mis dos semanas de vacaciones. Ojalá sean días más tranquilos por acá. rosaurabster@gmail.com |
Cada vez somos más los que creemos que otro mundo es posible ! Las formas de comunicación son importantes en estos aciagos tiempos. Hagamos del ingenio y de la inteligencia un instrumento de lucha para construir un mundo nuevo.
Thursday, July 14, 2011
Temores fundados
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