Luis Hernández Navarro
El 29 de agosto de 1994 cenaron en Martha's Vineyard, una isla al sur de Boston, Massachussets, 12 personas. Entre los comensales se encontraban el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton; los escritores Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes, el ex canciller mexicano Bernardo Sepúlveda, y el anfitrión y dueño de la casa: el escritor William Styron.
Cinco horas duró la reunión en la que platicaron de Cuba, del narcotráfico, de América Latina y, extensamente, de literatura. Fue entonces cuando Clinton les contó que leía cada noche durante dos horas, y que uno de sus autores de cabecera era Paco Ignacio Taibo II.
Cada año, Radio Sherwood, una estación radial que nació pirata y ahora es uno de los medios de comunicación más versátiles de la izquierda alternativa de Padua, Italia, organiza una fiesta. Miles de jóvenes se reúnen cada noche durante una semana para escuchar música y bailar, asistir a conferencias y beber. Hay allí una librería en la que pueden comprarse libros de autores como Naomi Klein y Arundhati Roy. Las novelas y biografías de Paco ocupan en ella un lugar muy especial.
Tener lectores tan diversos como el presidente de Estados Unidos y militantes altermundistas no es una casualidad. Paco es, sin lugar a dudas, uno de los escritores mexicanos más conocidos y reconocidos en el exterior. Se lee y mucho. Un autor que ha ganado cualquier cantidad de premios literarios, al que, a pesar de todo, la crítica nacional, con una mezquindad sorprendente, ignora y desprecia.
Paco tiene una amplísima obra: 51 libros publicados en 450 ediciones. Ha sido traducido a los idiomas más diversos: turco, finlandés, ruso. Las novelas de su detective chilango Héctor Belascoarán están publicadas en 20 países. Escribe novelas, cuentos y biografías históricas. Alterna la ficción con la historia y, de vez en cuando, hasta produce poesía.
Es de los contados escritores nacionales que pueden darse el lujo de escribir lo que quiere. No necesita becas. En las mañanas se levanta y dice: qué escribo. Y lo hace.
Es, además, un escritor de culto. De repente va a dar una conferencia sobre el cura Hidalgo en la ciudad de México y su plática se vuelve un mitin. Al terminar, sus lectores, que se sienten sus amigos, le obsequian cigarros, manzanas, refrescos, como si fuera maestra en el colegio.
A comienzos de la década de los setenta, PIT II transita de la elaboración y difusión del cine marginal a la organización y asesoría de sindicatos independientes. Carga con un pasado militante en la Liga Comunista Espartaco y el movimiento estudiantil de 1968. Pasa las noches en los piquetes de huelga, da charlas a obreros, es fogoso orador en mítines de trabajadores y dirige asambleas gremiales. "No hay huelga pequeña", le dice a sus compañeros de aventura, al tiempo que apoya lo mismo a las meseras de un café de chinos que pusieron las banderas rojinegras, que a los metalúrgicos despedidos de laminadora Kreimerman. Viaja en camiones urbanos y Metro para llegar a los rincones más remotos de las orillas de la ciudad. Casi 30 años después, ahora con el PRD, mantiene la misma impetuosa militancia.
Y es que Paco es un intelectual de izquierda. Lo ha sido toda su vida y no se arrepiente. Sin embargo, tanto su posición política como su teoría de la historia son inclasificables. Los anarquistas lo acusan de marxista y los comunistas de libertario. Los socialdemócratas aseguran que es ultraizquierdista y los radicales dicen que es light. Eso le ha permitido militar indistintamente en una organización maoísta como la Liga, en la anarcosindicalista CNT española y en el PRD mexicano, siendo siempre fiel a sus convicciones. Por eso, una mañana de abril de 1997, leyó en el Consejo Nacional de ese partido -que hace rato olvidó ya a sus muertos- la lista de sus militantes asesinados durante los regímenes de Carlos Salinas y Ernesto Zedillo: 446 hombres y dos mujeres, la mayoría dirigentes campesinos locales.
"Soy -dice- un socialdemócrata no light, un anarquista descafeinado. No hay duda de que mantengo una serie de principios básicos que no caben en la socialdemocracia. Por ejemplo, eternamente practico un pensamiento libertario de abajo hacia arriba, la autorganización comunal, la autonomía. Practico una visión sectaria: una sociedad debe cambiar de la conjunción de las dispersiones. Soy antidoctrinario. Como de todos lados sin problemas. No me crea ningún conflicto leer a Juan Escudero, el más socialdemócrata de los socialdemócratas radicales, junto con Carrillo Puerto, y vincularlo con las acciones directas de Librado Rivera. Soy lo que soy, producto de todo esto. Tengo un amplio arsenal de abuelitos."
Paco comienza a escribir como respuesta a la presión social que respiró de adolescente. Vivía en una casa en la que escribir era el oficio. La palabra escrita era el gran oficio. Permitía contar historias. Era una actividad muy marcada ética y políticamente. La crisis del 68, las horas en la clandestinidad esperando que viniera la Judicial a levantarlo donde estaba escondido, lo hicieron empezar a escribir en forma. Redactó una primera novela que fracasó, rechazada por cuatro editoriales. Al paso de los años la volvió a escribir y se volvió Héroes convocados, que ganó el Premio Grijalbo.
Su segundo libro se cocinó en los años del movimiento del 68. Resultó ser una novela policiaca porque escribió lo que quería leer. Era un lector voraz de ese género. Era el contrapunto frente a la heroicidad de lo colectivo anónimo que indicaba el manual y el contraheroísmo de lo individual. La resistencia individual ética. Era el género que en el México de los setenta permitía contar lo que estaba por debajo de las historias criminales: la manera en la que se había articulado el sistema de corrupción, represión política.
En una época de intelectuales tránsfugas y conversos, PIT II se mantiene fiel a la literatura y a la causa de los jodidos. Desde muchos puntos de vista él es un personaje sacado de una de sus novelas.
No comments:
Post a Comment