En una operación recomendada por el mismísimo Carlos Salinas de Gortari, la dirigente nacional del PRI, Beatriz Paredes, está trabajando para convencer a "Juanito" de que no le ceda el cargo de jefe delegacional en Iztapalapa a Clara Brugada.
Paredes ha rodeado a Rafael Acosta, que así es como se llama "Juanito", de toda clase de personas, inclusive de alguna que estuvo presente en el mitin en el que Andrés Manuel López Obrador preguntó a "Juanito" si se comprometía a renunciar una vez que ganara los comicios ("Juanito" se comprometió a hacerlo esa vez y en muchas otras ocasiones).
A Beatriz Paredes, en semejante trabajo, la están ayudando los perredistas chuchos del Distrito Federal, encabezados por René Arce y Víctor Hugo Círigo, que son los responsables de darle marcaje personal a "Juanito", de tal forma de convencerlo de que no renuncie o de que, si lo hace, pida a cambio una fuerte cantidad de dinero al jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard.
Ya son demasiadas las personas que me han comentado lo anterior, desde lectores que residen en Iztapalapa y se enteran de los planes de "Juanito" por charlas con vecinos, hasta funcionarios públicos y analistas perfectamente informados.
Eso pude hablarlo con tres de los moneros de El Chamuco (Hernández, Helguera y El Fisgón) la semana pasada, mientras se diseñaba el número de la revista que a partir de este domingo empieza a circular. Los tres dijeron, y yo estoy de acuerdo con ellos, que si "Juanito" quiere hacerse de una fortuna el movimiento de resistencia civil no es el lugar para conseguirla.
Todos los que de una manera u otra hemos combatido el fraude electoral de 2006 hemos perdido dinero y privilegios. Porque la lucha democrática no es un negocio, sino exactamente lo contrario: es el más acabado ejemplo del antinegocio.
El que no esté convencido de que el movimiento para rescatar a México solo trae pérdidas económicas para quienes lo integran, que se retire y se vaya al PRI o al PAN, que es donde medran los corruptos (periodistas, empresarios, jueces, funcionarios, líderes que han visto en la vida pública una forma rápida de enriquecimiento).
Si "Juanito" no quiere renunciar, que no renuncie. Pero que se aguante cuando el pueblo lo desprecie. Si quiere irse al PRI, que se vaya. Pero que no se queje cuando le falte el apoyo de la gente. Si quiere hacerse millonario jugando a la obra pública asesorado por Arce y Círigo, que lo intente. Pero que sepa de una vez que va a estar más vigilado que nadie.
Ninguna ley o autoridad puede obligar a "Juanito" a cumplir su palabra. Pero ninguna ley o autoridad va a impedir que lo llamen a cuentas, y con mucha energía, los votantes partidarios de López Obrador y de Clara Brugada que lo hicieron jefe delegacional nada más para que renunciara.
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