Monday, January 31, 2011

Aceitunas negras de Manuel Pérez-Petit en A Romper el Cerco Informativo !

Por Guillermo Vega Zaragoza

La vida no tiene sentido. O sí: su único sentido es la muerte. Vivimos para morir. Ése es el único, simple y triste, si se quiere, destino de todo lo que vive, incluido el ser humano. Pero lo que sucede en el intervalo lo decide cada uno. Se puede vivir en un infierno o en una fiesta, en una celda o en el espacio abierto e infinito del mundo. Manuel Pérez-Petit ha decidido vivir su vida en la mayor de las libertades y la peor de las esclavitudes: ser poeta. Muestra de ello son estas aceitunas negras, un puñado de poemas que transitan entre la soltura de la prosa poética y el rigor del soneto, entre la confesión, la declaración y el reclamo, entre la libertad y la condena de la vida, de la muerte, del amor, del desamor, del dolor, de la nostalgia y, como quería Unamuno, “del sentimiento trágico de la vida”. He aquí el sentido de una vida y de una muerte, en el brebaje extraño de la poesía, coctel mortífero y vivificante. Bébansela, saboréenla, súfranla, que para allá vamos todos.






En octubre de 2010 Mónica González me invitó a publicar con miCielo ediciones. La M es mi letra. México mi patria elegida, Mina mi mujer, Mónica mi primera editora y, además, Mónica Gameros, en su Cascada de palabras, también me publica en este inicio de 2011 “Creo en los milagros”, antología poética personal 1985-2009, mi presentación en libro individual junto a “Aceitunas negras”, del que miCielo editó como anticipo dos postales en diciembre de 2010, que se agotaron en los eventos por el poeta Cosme Álvarez que tuvieron lugar entonces. Mis aceitunas fueron escritas en el verano de 2007 en Cáceres (España), en donde yo residí por unos meses. Días aquellos de nocturnidad y arrebato en que fui desgranando versos que tienen en común unidad estilística, tema y sentido, y de los que hemos seleccionado para “enlatar” estos diez. La oportunidad que me brinda Mónica –como también Mónica Gameros - es impagable. Y hoy sé que el negro de mis aceitunas es blanco, minero y mexicano.

Manuel Pérez-Petit
México, D.F., enero de 2011.

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