Homilía de Fray Raúl Vera López, O.P.
Obispo de Saltillo
en el funeral por jTatic Samuel Ruiz García
Capilla del CUC
a 24 de enero del 2011
México, D.F.
Obispo de Saltillo
en el funeral por jTatic Samuel Ruiz García
Capilla del CUC
a 24 de enero del 2011
México, D.F.
Estas lecturas que hemos escuchado revelan a don Samuel como un hombre que vivió íntegramente el Evangelio. El texto del profeta Jeremías, de manera espléndida, revela su propia vida. La providencia de Dios quiso que hace cincuenta y un años, dos sacerdotes de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas eligieran para él, el lema que utilizó en su escudo episcopal, que era precisamente “Para Construir y Plantar” que está tomado de este texto del profeta Jeremías.
Don Samuel fue como el profeta Jeremías, un hombre que vivió y experimentó la contradicción. Una persona cuyas acciones eran discutidas y condenadas por una parte de la sociedad, pero para los pobres y para quienes hemos trabajado junto con él, para ellos, don Samuel fue una luz potente en quien se cumplió íntegramente aquello que Dios le dijo al profeta: “Desde hoy te doy autoridad sobre las gentes y sobre los reinos, para extirpar y destruir, para perder y derrocar, para reconstruir y plantar” (Jer.1,10).
Don Samuel llegó a un Chiapas plagado de injusticias y de abusos contra el pueblo indígena y contra los pobres. Le tocó ver con sus propios ojos las espaldas de los hombres indígenas marcadas por el látigo de los finqueros; constató desde la palabra de los pobres indígenas, cuando él llegó a esa zona, que el salario para ellos era de tres centavos al día, y todavía se trataba de un salario que nunca se pagaba, pues existía la tienda de raya. También conoció a las muchachas indígenas sometidas a la “ley de la pernada”, es decir, el patrón, antes de que ellas llegaran al matrimonio, tenía que constatar, uniéndose a ellas, su virginidad.
Toda esta situación de injusticias, de abusos, de trato inhumano para los indios mayas, es lo que no sólo con su palabra de verdad, de justicia y de amor en su proclamación de la dignidad que tienen los hijos y las hijas de Dios denunció, sino sobre todo con la construcción de una Iglesia en la que puso los medios para que toda esa serie de injusticias y maltratos desaparecieran a través de las instancias que poco a poco se fueron construyendo, en donde por medio de la evangelización, quienes habían sido esclavos, quienes estaban sometidos, quienes no tenían voz, conocieran la dignidad que Dios les dio desde su nacimiento. Y esos mismos indígenas hombres y mujeres, por medio de su participación activa y la construcción de esas instancias, participaron en el cambio de las estructuras sociales, en las que se justificaba y se instrumentaba el trato inhumano que recibían.
De esta manera jTatic Samuel ayudó a que quienes eran oprimidos y humillados, se convirtieran como anuncia el profeta Isaías, en robles de justicia, reparadores y reconstructores de ciudades devastadas (Cf. Is. 61,3-4).
Todos y todas somos testigos, quienes colaboramos con él en Chiapas y quienes conocieron su obra desde otros espacios, de lo que significó para él este trabajo por la liberación de los pueblos mayas que viven en Chiapas. Entendemos perfectamente por el texto del profeta Jeremías de dónde le venía la fortaleza inquebrantable que lo caracterizó.
Como si estuvieran grabadas en su corazón estas palabras: “Mira que hoy te he convertido en plaza fuerte en pilar de hierro, en muralla de bronce, frente a toda esta tierra… Te harán la guerra, más no podrán contigo, pues contigo estoy para salvarte” (Jer. 1,18-19).
El texto de la Carta a los Romanos describe por boca de San Pablo el ánimo que caracteriza a los elegidos de Cristo: “¿Quién nos separará del amor de Cristo?, ¿La tribulación?, ¿La angustia?, ¿La persecución?, ¿El hambre?, ¿La desnudez?, ¿Los peligros?, ¿La espada?… En todo esto salimos vencedores gracias a Aquél que nos amó” (Rm. 8, 35.37)….
Hoy en la Pascua de jTatic, nosotros y nosotras estamos celebrando su triunfo, con la fuerza de Cristo, sobre todos estos obstáculos; él nos deja la herencia de la esperanza en un mundo diferente, en un México justo, en un México en el que reine la paz. Con su sabiduría de la vida, con su testimonio de fe, con su amor por la familia humana, nos dice: TIENEN QUE LUCHAR, TIENEN QUE SER VALIENTES, PUES EL TRIUNFO DEL BIEN SOBRE EL MAL ESTÁ ASEGURADO. QUE NO DECAIGA NUNCA SU FORTALEZA, QUE NO LES VENZA NUNCA EL DESÁNIMO.
El comienzo del Sermón de la Montaña que nos muestra el evangelio de Mateo con el discurso de las bienaventuranzas, nos demuestra la calidad del hombre que fue jTatic Samuel, ya que encarnó en toda su integridad la palabra de Jesús. Hoy, con toda verdad, podemos llamar a jTatic, bienaventurado. Por su identificación con los pobres y afligidos, por su perseverancia para vencer el mal a fuerza de bien, por las lágrimas que le vimos derramar al lado de los humillados víctimas de la crueldad humana a los que él les enseñó a trabajar por la justicia, liberándose de cualquier sentimiento de rencor y de cualquier movimiento de venganza, confiando en que el Señor, es la recompensa de los justos.
Él es un ejemplo de los hambrientos y sedientos de justicia; con todas sus fuerzas trabajó por desterrar la injusticia y suplantarla por la justicia. Con todas sus fuerzas mantuvo por encima de todo su lucha por el respeto a los derechos humanos y a la dignidad de todos y todas. No había sufrimiento que no tocara su corazón. Siempre ante quienes lo calumniaron, lo trataron de detener por los medios más ruines en este trabajo por el bien de la comunidad humana, don Samuel actuó siempre con misericordia ante ellos, esperando con paciencia que un día entendieran cuál sería el fin desastroso de sus vidas si seguían adheridos al mal, a sus ambiciones y a su egoísmo.
Don Samuel tuvo ojos para ver la imagen de Dios en cada uno de sus hermanos y hermanas porque tenía el corazón limpio. Y con toda verdad vemos que hasta el final de su vida se conservó como un auténtico hijo de Dios por su trabajo por la paz, que nace de la justicia y del amor.
Dichoso tú, jTatic Samuel, perseguido por la causa de la justicia, porque tuyo es hoy en plenitud, el Reino de los Cielos. Dichoso tú, jTatic Samuel, que fuiste objeto de injurias y calumnias; de innumerables persecuciones, de vituperios, de insultos por la causa de Jesús, que es la plenitud de la vida de los pobres, la plenitud de la vida para todos los seres humanos en esta tierra. Alégrate ahora y salta de contento ante Dios porque esto lo sufriste por ser profeta fiel de Jesús. DICHOSO TÚ, JTATIC SAMUEL, QUE HOY DISFRUTAS DE LA RECOMPENSA DE LOS JUSTOS.
Les informo, para quienes deseen tener la opinión sobre la persona del Obispo Emérito de San Cristóbal de las Casas don Samuel Ruiz García, quien falleció hace unas horas, Fray Raúl Vera López, Obispo de la Diócesis de Saltillo, celebrará una Eucaristía a las 14:30 horas en la capilla del Centro Universitario Cultural A.C. (CUC), ubicado en Odontología 35, Copilco Universidad, 04360 Coyoacán, D. F., México, Tel: 52 (55) 5659-6797.
Tatic, vida y compromiso
San Cristóbal de las Casas, Chis. El obispo Samuel Ruiz fue negociador de la Comisión Nacional de Intermediación (Conai) durante el conflicto armado en Chiapas. En la imagen, del 11 de enero de 1996, con el subcomandante Marcos. Reuters
El caminar de un teólogo hacia la liberación de los más los necesitados
Defensor incansable de pueblos indígenas, medió en el conflicto entre el EZLN y gobierno federal.
La Jornada en línea
Este día 24 de enero de 2011, a las 10 horas, Monseñor Samuel Ruíz García, obispo emérito de San Cristóbal de Las Casas, terminó su peregrinación al fallecer hoy.
Murió en la ciudad de México, donde estaba internado durante las dos últimas semanas, debido a deficiencias pulmonares y renales, problemas en las coronarias y en las carótidas, y una prolongada diabetes.
Sus restos serán trasladados hoy mismo a la Catedral de San Cristóbal de las Casas, donde, a partir de las 19 horas, serán expuestos a la oración de los fieles y a la despedida de las comunidades.
Será sepultado en esta Catedral, el miércoles 26 de enero, iniciando el sepelio con la misa exequial en la Plaza Catedral, a las 12 horas.
Nació el 3 de Noviembre de 1924, en Irapuato, Guanajuato. Sus estudios los hizo en el Seminario de León. Fue enviado a Roma para estudios especializados en Sagrada Escritura, en la Pontificia Universidad Gregoriana y en el Instituto Bíblico, obteniendo el Doctorado.
De 1952 a 1959, fue profesor, prefecto de estudios y rector del Seminario de León.
Fue nombrado Obispo de Chiapas el 14 de Noviembre de 1959 por el Papa Juan XXIII, y consagrado en la Catedral de San Cristóbal de Las Casas el 25 de Enero de 1960, siendo el Obispo número XXXV de esta diócesis.
Ha recibido distintos reconocimientos, distinciones, premios y medallas en diferentes partes del mundo.
Participó en las cuatro Sesiones del Concilio Vaticano II, de 1962 a 1965.
De 1965 a 1973 presidió, en la Conferencia Episcopal de México, la Comisión para Indígenas, infundiendo un espíritu renovador a la pastoral indígena.
En 1968 participó en la II Conferencia del Episcopado Latinoamericano, en Medellín, Colombia, como ponente y fue elegido presidente del Departamento de Misiones en el CELAM, al que competía la pastoral indígena.
En 1970 convocó y presidió el Encuentro de “Xicotepec”, que dio un giro a la pastoral indígena: Ya no debe ser una pastoral indigenista, en la que los indígenas son sólo objetos o destinatarios de la evangelización y de la pastoral, sino que ellos crezcan y sean sujetos en la Iglesia y en la sociedad.
En 1974, el gobierno estatal le confió la realización del Congreso Indígena, en que las diferentes etnias de Chiapas dieron su palabra y demandaron sus derechos.
En 1975 convocó la primera de las Asambleas Diocesanas, que se han venido desarrollando sin interrupción hasta la fecha.
En 1975 inició la promoción del Diaconado Permanente, sobre todo entre los indígenas, como una forma de que la Iglesia se encarne y crezca en estas culturas. Al término de su servicio en mayo de 2000, había 341 diáconos permanentes.
Desde 1982 hasta 1995, impulsó la atención a los refugiados que habían huido de Guatemala, por la guerra en ese país.
En 1993, publicó su Carta Pastoral: “En esta hora de gracia”, en que advertía la gravedad de las injusticias contra los indígenas.
De 1994 a 1998 sirvió como Mediador en el conflicto entre el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y el gobierno federal, fundando la Comisión Nacional de Intermediación (CONAI) en octubre de 1994. El 16 de febrero de 1995, participó en la firma de los “Acuerdos de San Andrés”.
El 20 de julio de 1994, convocó el III Sínodo Diocesano, que se inició en forma solemne el 25 de enero de 1995, y se clausuró el 3 de noviembre de 1999, día en que cumplió 75 años de edad. En esa fecha, fiel a lo prescrito por el Concilio Vaticano II, firmó su renuncia a la Diócesis, que le fue aceptada hasta el 30 de marzo de 2000. Desde este día al 1 de mayo de 2000, fungió como administrador Diocesano, hasta la llegada de su sucesor.
En el año 2000 fue distinguido con el Premio Simón Bolívar de la Unesco por su especial compromiso personal y su papel mediador, contribuyendo así a la paz y al respeto de la dignidad de las minorías.
El 2001 recibió el Premio Internacional de Derechos Humanos de Núremberg, por su infatigable defensa de los derechos humanos de los pueblos indígenas de Chiapas, durante más de dos décadas.
Recibió el doctorado Honoris Causa por la Universidad Iberoamericana.
En abril de 2008 es nombrado por el EPR mediador junto con otros intelectuales mexicanos ante el gobierno federal.
Decidió como residencia posterior, para respetar la labor pastoral de su sucesor, la ciudad de Querétaro, donde permaneció hasta el final. Desde aquí, siguió sirviendo a los indígenas y la causa de los pobres, en cualquier lugar y circunstancia que requiriera su presencia.
Su lema episcopal fue: Edificar y Plantar. Y aludiendo a su lema, así terminó su homilía el 25 de enero de 2010, en sus bodas de oro episcopales, en la Plaza Catedral: “Damos infinitas gracias al Señor, Trino y Uno, por habernos hecho hijos suyos y por habernos llamado como pastor de su Iglesia para edificar y plantar su reino de justicia, de amor y de paz”.
Sus restos serán trasladados hoy mismo a la Catedral de San Cristóbal de las Casas, donde, a partir de las 19 horas, serán expuestos a la oración de los fieles y a la despedida de las comunidades.
Será sepultado en esta Catedral, el miércoles 26 de enero, iniciando el sepelio con la misa exequial en la Plaza Catedral, a las 12 horas.
Nació el 3 de Noviembre de 1924, en Irapuato, Guanajuato. Sus estudios los hizo en el Seminario de León. Fue enviado a Roma para estudios especializados en Sagrada Escritura, en la Pontificia Universidad Gregoriana y en el Instituto Bíblico, obteniendo el Doctorado.
De 1952 a 1959, fue profesor, prefecto de estudios y rector del Seminario de León.
Fue nombrado Obispo de Chiapas el 14 de Noviembre de 1959 por el Papa Juan XXIII, y consagrado en la Catedral de San Cristóbal de Las Casas el 25 de Enero de 1960, siendo el Obispo número XXXV de esta diócesis.
Ha recibido distintos reconocimientos, distinciones, premios y medallas en diferentes partes del mundo.
Participó en las cuatro Sesiones del Concilio Vaticano II, de 1962 a 1965.
De 1965 a 1973 presidió, en la Conferencia Episcopal de México, la Comisión para Indígenas, infundiendo un espíritu renovador a la pastoral indígena.
En 1968 participó en la II Conferencia del Episcopado Latinoamericano, en Medellín, Colombia, como ponente y fue elegido presidente del Departamento de Misiones en el CELAM, al que competía la pastoral indígena.
En 1970 convocó y presidió el Encuentro de “Xicotepec”, que dio un giro a la pastoral indígena: Ya no debe ser una pastoral indigenista, en la que los indígenas son sólo objetos o destinatarios de la evangelización y de la pastoral, sino que ellos crezcan y sean sujetos en la Iglesia y en la sociedad.
En 1974, el gobierno estatal le confió la realización del Congreso Indígena, en que las diferentes etnias de Chiapas dieron su palabra y demandaron sus derechos.
En 1975 convocó la primera de las Asambleas Diocesanas, que se han venido desarrollando sin interrupción hasta la fecha.
En 1975 inició la promoción del Diaconado Permanente, sobre todo entre los indígenas, como una forma de que la Iglesia se encarne y crezca en estas culturas. Al término de su servicio en mayo de 2000, había 341 diáconos permanentes.
Desde 1982 hasta 1995, impulsó la atención a los refugiados que habían huido de Guatemala, por la guerra en ese país.
En 1993, publicó su Carta Pastoral: “En esta hora de gracia”, en que advertía la gravedad de las injusticias contra los indígenas.
De 1994 a 1998 sirvió como Mediador en el conflicto entre el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y el gobierno federal, fundando la Comisión Nacional de Intermediación (CONAI) en octubre de 1994. El 16 de febrero de 1995, participó en la firma de los “Acuerdos de San Andrés”.
El 20 de julio de 1994, convocó el III Sínodo Diocesano, que se inició en forma solemne el 25 de enero de 1995, y se clausuró el 3 de noviembre de 1999, día en que cumplió 75 años de edad. En esa fecha, fiel a lo prescrito por el Concilio Vaticano II, firmó su renuncia a la Diócesis, que le fue aceptada hasta el 30 de marzo de 2000. Desde este día al 1 de mayo de 2000, fungió como administrador Diocesano, hasta la llegada de su sucesor.
En el año 2000 fue distinguido con el Premio Simón Bolívar de la Unesco por su especial compromiso personal y su papel mediador, contribuyendo así a la paz y al respeto de la dignidad de las minorías.
El 2001 recibió el Premio Internacional de Derechos Humanos de Núremberg, por su infatigable defensa de los derechos humanos de los pueblos indígenas de Chiapas, durante más de dos décadas.
Recibió el doctorado Honoris Causa por la Universidad Iberoamericana.
En abril de 2008 es nombrado por el EPR mediador junto con otros intelectuales mexicanos ante el gobierno federal.
Decidió como residencia posterior, para respetar la labor pastoral de su sucesor, la ciudad de Querétaro, donde permaneció hasta el final. Desde aquí, siguió sirviendo a los indígenas y la causa de los pobres, en cualquier lugar y circunstancia que requiriera su presencia.
Su lema episcopal fue: Edificar y Plantar. Y aludiendo a su lema, así terminó su homilía el 25 de enero de 2010, en sus bodas de oro episcopales, en la Plaza Catedral: “Damos infinitas gracias al Señor, Trino y Uno, por habernos hecho hijos suyos y por habernos llamado como pastor de su Iglesia para edificar y plantar su reino de justicia, de amor y de paz”.
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