Por nuestra responsabilidad como pastores de la Iglesia Católica, la defensa de la vida es parte esencial de nuestra misión, por tanto es nuestro quehacer acompañar al pueblo de Dios en su búsqueda de condiciones de vida digna. En días recientes inició el proceso electoral en el estado de Coahuila, y para que nuestra participación en dicho proceso contribuya positivamente al futuro de la vida, no sólo en Coahuila sino en todo el país en los próximos años, tenemos que actuar guiados por argumentos serios, que den sustento a una participación ciudadana basada en convicciones democráticas, mediante las que recuperemos nuestro territorio, nuestra libertad, la paz y la vida digna a las que tenemos derecho.
La integridad de la ciudadanía estará garantizada solamente por un régimen político que funcione mediante la honestidad y la responsabilidad ética de quienes lo forman, es decir, que esté constituido por personas que actúen con apego irrestricto al pacto social garantizado por nuestra Constitución Federal, y mediante una legislación local respetuosa de nuestras libertadas, de nuestra dignidad y de todos nuestros derechos y garantías.
La decisión que tomen las y los ciudadanos para elegir a quienes asumirán las responsabilidades de gobierno a nivel estatal, no puede obviar la escalada de violencia y las consecuentes violaciones a los Derechos Humanos que vivimos en el Estado de Coahuila y en la región noreste del país, la crisis de las instituciones del Estado Mexicano, que juntas nos han llevado a vivir una emergencia imposible de ocultar. Si se ha generalizado el miedo a salir y actuar, es justo éste el que nos debe impulsar a asumir nuestro derecho y ofrecer un voto razonado y crítico.
Dolores y clamores en Coahuila
Los dolores y clamores de nuestro pueblo suben hasta el cielo por las cada vez más numerosas muertes arbitrarias, secuestros, extorsiones, desplazamientos de población y desapariciones forzadas, cuyo registro está grabado en el corazón y en la memoria de nuestra gente, no así en las dependencias encargadas de procurar la justicia.
Según datos atribuidos a la Secretaría de la Defensa Nacional, de diciembre del 2006 a diciembre del 2010, en diversas instalaciones de esa dependencia se recibieron 18,941 denuncias por personas “levantadas” (desaparecidas), datos recabados a partir de las solicitudes de familiares que han acudido directamente a la SEDENA. Asimismo mencionaron no saber del paradero de las personas desaparecidas (“levantadas”) y que esta información la conoce el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen).
Tan sólo en Coahuila, el Centro Diocesano para los Derechos Humanos “Fray Juan de Larios” y familias que se han organizado en Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos (as) en Coahuila (FUUNDEC), han documentado de febrero del 2007 a mayo del 2011, 166 personas desaparecidas. Sobre los decesos en el estado, según la base de datos de fallecimientos ocurridos por presunta rivalidad delincuencial publicados en la página Web de la Procuraduría General de la República (PGR), de diciembre del 2006 a diciembre del 2010, hemos tenido 654 muertes en Coahuila. Sin embargo, las víctimas inocentes en estos fuegos cruzados por rivalidades y en la guerra emprendida contra la delincuencia organizada, son invisibilizadas, estigmatizadas, no registradas y no investigados sus asesinatos. Actualmente se les está negando incluso el derechos a velar a sus difuntos en alguno de los municipios del estado.
Del 2007 al 2011 en Coahuila hemos tenido al menos tres reporteros asesinados, un reportero desaparecido, un periodista exiliado por amenazas; otros cuatro fueron privados arbitrariamente de su libertad y liberados una semana después. Se han producido seis agresiones contra las instalaciones de medios de comunicación. Coahuila ocupa el tercer lugar en el país en agresiones a reporteros e instalaciones de medios de comunicación, según el informe que emitieron CENCOS y Article XIX en mayo del 2011, titulado: “Violencia en México y el Derecho a la Información”.
Cada vez más denuncias llegan de nuestras parroquias sobre la destrucción y quema de negocios y casas, el desplazamiento forzado de muchas personas en diversos municipios del norte del estado. Los enfrentamientos armados en vías públicas se ha convertido en una realidad cotidiana en nuestras ciudades.
Y por si esto no fuera bastante, los mineros del carbón continúan muriendo; después de la muerte de 65 mineros en Pasta de Conchos, en febrero de 2006, que permanece impune, a la fecha han muerto otros 61 mineros. Tampoco cesan las agresiones a los migrantes por elementos de la delincuencia organizada, que a pesar de las medidas cautelares dictadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) a los miembros de la Casa del Migrante de Saltillo, y contar con vigilancia permanente de elementos de seguridad estatales fuera del albergue, a dos cuadras del mismo, miembros del crimen organizado realizan amenazas e intimidación a la población migrante, así como a las y los defensores de esta población. Además, los secuestros de migrantes en los municipios fronterizos de Piedras Negras y Acuña, se continúan perpetrando.
La destrucción de la naturaleza por los terribles incendios, y la poca capacidad que existe en el estado para enfrentarlos, es otra realidad que en estos días hemos vivido. La vida de millones de personas en Coahuila debe ser protegida con mayor eficacia y responsabilidad por las autoridades, por los políticos y todas las personas que ostenten cualquier rango de poder.
Jesús, el Buen Pastor
Quienes creemos en Jesús, el Hijo de Dios, encontramos en su Evangelio los criterios con los que nos hemos de guiar en todos los ámbitos de nuestra vida personal y social, uno de cuyos rasgos lo constituye nuestra responsabilidad en la vida política, que es nuestro empeño por el bienestar de la comunidad social. Para obtener una luz que oriente nuestra actuación en los procesos electorales en curso, queremos acudir a la comparación que Jesús hace de sí mismo con un buen pastor que cuida la vida de sus ovejas e incluso sacrifica la propia vida por el bien de ellas. Esta comparación Jesús la hizo en un sermón que se le conoce como el Sermón del Buen Pastor”.
Él dijo un día: "De verdad les digo: el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que escala por otro lado, ése es un ladrón y un salteador; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el portero, y las ovejas escuchan su voz; y a sus ovejas las llama una por una y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Pero no seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños."
Jesús les dijo de nuevo: "De verdad les digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido delante de mí son ladrones y salteadores; pero las ovejas no les escucharon. Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto. El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia. Yo soy el Buen Pastor. El Buen Pastor da su vida por las ovejas. Pero el asalariado, que no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo hace presa en ellas y las dispersa, porque es asalariado y no le importan nada las ovejas”. (Jn 10,1-5.7-13)
Jesús se compara a sí mismo con el Buen Pastor porque mediante la sabiduría que proviene de su Padre Dios, a través de una vida entregada por la vida del mundo, ha sido establecido como el guía ya no solamente del pueblo de Israel, en medio del que nació, sino de la humanidad entera, como lo habían anunciado de Él los profetas en el Antiguo Testamento. Cuando declara que Él es la puerta por donde entrarán los verdaderos pastores de la humanidad, se coloca como modelo de todo pastor que esté al frente de cualquier grupo humano, tenga éste la dimensión que tenga.
Características de un buen pastor
Jesús definió las características del verdadero pastor al establecerse a sí mismo como modelo: “Yo he venido para que tengan vida (las ovejas) y la tengan en abundancia”; el rebaño al que Él se refiere es la entera familia humana. Otra característica fundamental del verdadero pastor la define con estas palabras: “Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas” Todo verdadero pastor, como Jesús, debe ajustarse a esta manera de pastorear. Siguiendo este camino buscará y encontrará los medios para proteger la vida de las ovejas, y las proveerá de todos los recursos que las conducen a una vida segura; tales recursos estarán al servicio por igual de todas las ovejas y del pastor mismo. A esto se refería Jesús cuando dijo: “Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto”.
Las palabras de Jesús que describen el desempeño de un buen pastor, pueden hacerse extensivas a cualquier persona que tiene a su cargo la responsabilidad de un grupo humano, cuya vida ha sido puesta bajo su cuidado. Ponerse al servicio de la vida humana tiene un amplio significado, porque la vida humana no solamente tiene que mantenerse en la existencia, sino que ha de desarrollarse y crecer. La vida de cada hombre y de cada mujer tiene una dignidad intrínseca, innata, que surge de su propio ser personal.
Esto exige de parte de nosotros y nosotras que la vida de cada persona, además de ser respetada, sea promovida a tal punto que se viva con la plenitud que corresponde a su dignidad. Esta dignidad de la vida no solamente se ha de procurar para cada individuo en particular, considerado aisladamente, sino que debe garantizarse a todo el conjunto social y a los grupos intermedios que lo constituyen articuladamente, considerados en su dimensión de conjunto. Tales grupos pueden ser instancias de servicio, como por ejemplo una escuela, un hospital o una empresa; o bien, sectores de la población, como mujeres, niños, ancianos, y jóvenes; o si se trata de una minoría vulnerable: indígenas, homosexuales y migrantes, por ejemplo.
La responsabilidad de ser buenos pastores no recae únicamente en los jefes políticos ni en los jefes religiosos, o en los gerentes de empresas y en los directivos de los sindicatos; o en los Directores de escuelas u hospitales, sino en cada una de las personas que conforman cada conjunto social, como colaboradores/as, activos/as que son de quienes los coordinan y conducen. Sin embargo, esta colaboración de todos los miembros del grupo, no sustituye ni excluye la responsabilidad de quien conduce.
Los malos pastores
En el mismo sermón del Buen Pastor Jesús se refirió también, a los malos pastores, cuyas actitudes contrastan diametralmente con la actitud del verdadero pastor. Jesús define a los malos pastores como "ladrones y salteadores", que vienen únicamente a "robar, matar y destruir". Se trata de personas que actúan en sentido contrario a todo lo que favorezca la vida de las ovejas, por eso Él los compara con personas que están al frente de las ovejas sin compromiso por cuidar el rebaño, sin sentirse responsables de la vida de las ovejas, sino que las tratan como asalariados, que no consideran a las ovejas como parte de su propia vida, de tal manera que lo que les pueda pasar de malo, a ellos no les afecta en nada. Su interés es el dinero de un salario y no la vida de las ovejas; cuando ven venir al lobo, abandonan al rebaño a su suerte, y el lobo lo hace su presa. (Jn 10, 12-13).
El mal pastor no está al servicio de la vida del rebaño, sino al servicio de sí mismo, utiliza al rebaño mientras le sirve a él mismo; cuando se trata de sacar la cara por las ovejas, porque éstas entran en situación de riesgo, no le importa nada, sino que se hace cómplice del lobo para que las convierta en sus víctimas, al no interponer ninguna acción que anule su ataque en contra de ellas. Las ovejas acaban por ser víctimas del lobo y del mal pastor.
Voto razonado con criterios auténticos
De estas enseñanzas de Jesús, los ciudadanos de Coahuila podemos obtener criterios muy serios para cumplir con nuestra responsabilidad cívica en el presente proceso electoral. En primer lugar obtenemos una enseñanza quienes por nuestra fe tenemos la certeza de que Él es el Hijo de Dios. Pero también sus palabras representan una guía para quienes no lo conocen desde la fe cristiana, pero creen en los valores universales que caracterizan a una sociedad justa. No se puede negar el profundo humanismo que contiene el Evangelio de Jesús, y la trascendental influencia que Él ha ejercido en el desarrollo histórico de la humanidad. Esto último, muy a pesar del mal testimonio que hemos dado y damos todavía hoy algunos cristianos, aún cuando nos confesemos discípulos suyos.
Jesús, cumplió la promesa que Dios le hizo a su pueblo de que Él personalmente asumiría la tarea de ser su pastor pues los malos pastores lo habían ultrajado y dispersado. Dios prometió que Él les daría un pastor que en su nombre los guiaría hacia lugar seguro. En la comparación que Jesús hace de su propia persona como un Buen Pastor, no asume una definición teórica de esta figura, sino que toma aspectos sumamente prácticos, que demuestran su calidad de pastor bueno y leal a los designios de Dios para su pueblo, aspectos muy sencillos que se pueden constatar de una manera muy fácil, que el pueblo puede observar a plena Luz del día, sin que sean necesarias grandes explicaciones, porque saltan a la luz en la conducta pública de un buen líder. Por eso Jesús advirtió que las ovejas no siguen a los malos pastores.
Un verdadero pastor asume la defensa de la vida del rebaño hasta sus últimas consecuencias y se conoce por los frutos de su trabajo, que se manifiestan en vida digna para todo el pueblo, no para unos cuantos privilegiados, y no cualquier tipo de vida, sino vida en abundancia. Vida que está sustentada en procesos que la alimentan, la desarrollan y la hacen perdurar por generaciones, porque tales procesos tienen su fundamento en la calidad moral y la responsabilidad ética de los ciudadanos, en el espíritu de servicio desinteresado a toda prueba. Vida que se experimenta en frutos perceptibles de paz con progreso, y en la consolidación de proyectos que mantienen la concordia y la fraternidad del pueblo, cuya tónica principal es el respeto a la dignidad de cada persona, sin exclusiones ni discriminaciones de cualquier índole.
En cambio, los frutos de los malos pastores son los que señala Jesús, sin más ni más, cuando afirma que son "salteadores y ladrones", que vienen a "robar, matar y destruir". Jesús nos lo advirtió, aunque sean lobos que se visten con piel de ovejas, “por sus frutos los conocerán”. De la misma manera que los signos de un buen pastor se perciben a la luz del día, también son manifiestos los frutos de los malos pastores en la muerte y la destrucción del rebaño. No dan la vida por las ovejas, viven de ellas. Les roban la vida para sí mismos y sus privilegiados y favorecidos. Mientras el rebaño adelgaza y se empobrece, ellos y sus privilegiados engordan a base de consumir los bienes y los recursos que despojan al rebaño.
Los malos pastores en estos tiempos no solamente huyen del lobo y lo dejan destruir al rebaño, sino que son cómplices de sus robos y sus asesinatos, y comparten con él las acciones destructivas y los despojos del rebaño. Dice bien claro el Señor Jesús: “Por sus frutos los conocerán”.
Proceso electoral con responsabilidad ética
Exhortamos a los partidos políticos a no hacerse cómplices de la destrucción y muerte que afecta a Coahuila, permitiendo que sus candidatos vendan las campañas a lobos rapaces. También los invitamos a no realizar campañas destructivas del contrincante político, ya bastante fracturada está la sociedad por la violencia generalizada que padece, como para tener que soportar campañas llenas de agresiones y denuestos, de artimañas y descalificaciones, que provoquen resentimientos difíciles de superar por largo tiempo.
El voto ciudadano en este proceso electoral es una oportunidad para empezar a corregir el rumbo de Coahuila y de México, pero debe ser emitido con responsabilidad crítica, honestamente y con libertad, sin obedecer a intereses obscuros y presiones de cualquier tipo. El voto es personal, debe brotar de la propia dignidad y de una conciencia ciudadana íntegra, no de intereses que sujetan el voto a grupos cerrados y corporativismos absurdos que tanto daño nos han hecho, con la repetición de prácticas corruptas e irresponsables que han perpetuado en el poder la impunidad y las complicidades criminales.
La Constitución Mexicana nos concede el derecho irrenunciable a elegir a quienes consideramos las personas aptas e íntegras para conducir a Coahuila y al país por caminos de justicia y de paz. Cualquier intento de condicionar el voto por medio de amenazas, presiones o dádivas, que atente contra la libertad del elector, es un delito y debe ser denunciado. De la misma manera, la práctica ancestral de la venta y compra del voto es una costumbre que ha mantenido en la inmadurez política a los Partidos, a los funcionarios que acceden al poder por medio de esas prácticas y a un sector no pequeño de la ciudadanía que la acepta. Esta práctica ha engendrado en el ánimo de las y los ciudadanos una resignación casi infantil, donde se acepta como "normal" la corrupción en el ejercicio del poder público.
A los partidos políticos corresponde en primer lugar frenar esa nefasta práctica; pero también a la ciudadanía le corresponde tomar conciencia de que no puede seguir haciéndose cómplice del comercio del voto. Prestarse a la compra venta del voto, trae como consecuencia que los funcionarios públicos que acceden a sus cargos por la vía electoral mediante la corrupción del voto, pasen a ser enemigos públicos de la nación y no servidores públicos de ella.
Encomendamos a nuestra Señora de Guadalupe el proceso electoral en el estado de Coahuila, para que se desarrolle dentro de un marco de respeto y dignidad de la ciudadanía, para que no sea causa de división entre partidos y grupos, sino que por medio de él nos integremos en la unidad por la búsqueda de la justicia, como un pueblo organizado para provecho de todas y todos sin excepción. Esta es la única manera de superar la terrible situación de violencia en que nos encontramos, de iniciar el único camino que nos conduce a la vida plena que nos ofrece Jesucristo, el Buen Pastor, y de recuperar, por el amor, la paz tan anhelada para Coahuila, para esta región noreste y para México.
Saltillo, Coahuila, 26 de mayo de 2011
Alonso Gerardo Garza Treviño José Guadalupe Galván Galindo
Obispo de Piedras Negras Obispo de Torreón
Fr. Raúl Vera López, O.P.
Obispo de Saltillo
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