Tuesday, March 06, 2007

Cumple hoy el Nobel Gabriel García Márquez 80 años


Gabriel García Márquez " El Gabo ", más que una ilusión óptica, o un pretexto para los aduladores profesionales hoy cumple 80 años y a diferencia del Coronel, sí tiene quién le escriba o lo recuerde.

En A Romper El Cerco Informativo ! reproducimos un texto por demás interesante publicado por el Grupo Reforma.


Clásico, coronel, Macondo, mierda y olor de la guayaba son algunas palabras elegidas por escritores y críticos hispanoamericanos para celebrar la obra del Nobel colombiano Gabriel García Márquez nacido en Aracataca, en 1927, quien cumple hoy 80 años.

En Cartagena de Indias, donde ayer se le brindó un homenaje en el marco del 47 Festival Internacional de Cine, no se espera la presencia de Gabo. Tampoco en su natal Aracataca.Se asegura que pasará su cumpleaños en Cuba, donde hoy inicia en La Habana el ciclo "García Márquez en el séptimo arte", integrado por películas basadas en argumentos y novelas del Nobel como Fábula de la bella palomera y El encanto de la luna llena.

Entre la alborada y la revolución, transcurre el léxico gabiano:

ALBORADA. Fue eso, un amanecer el día de su publicación, como ver por primera vez la aurora o repetirla ya adentro desde la lectura de los clásicos que "Cien Años de Soledad" después de Proust, de Tolstoi, de Nabokov, aquellos empezares... Es la redondez de los años su lectura, el atisbo de la genialidad de un escritor, la recuperación de nuestros paisajes, nuestras casas, el amor en español, los abuelos, los árboles, la repetida guerra contra la soberanía de los pueblos.

Personajes eternos; estilo, originalidad, prosa tersa como agua de río de antes. García Márquez tiene 80 años, lo increíble, sin envejecer. Comeremos jamón serrano traído desde España, veremos la obra de sus hijos varones, la amorosidad de sus nietos. Hemos de leer más, otra vez, de nuevo, cada palabra de nuestro genio de América Latina.

María Luisa "La China" Mendoza
Escritora

CANTIDADES (véase: números, cifras). "Cien Años de Soledad": la primera palabra del título es un número. Un siglo alude a un tiempo demasiado histórico. Nadie tiene noción clara del tiempo que transcurre durante mil doscientos meses. Cien años parece una edad alcanzable. Y, si los cien años son de soledad, una de dos: o sí hay mal que dure cien años, o la soledad no es un mal.

Recordaba dos enumeraciones. Una es aquella de que "el coronel Aureliano Buendía promovió treinta y dos levantamientos armados y los perdió todos. Tuvo diecisiete hijos varones de diecisiete mujeres distintas, que fueron exterminados uno tras otro en una sola noche, antes de que el mayor cumpliera treinta y cinco años. Escapó a catorce atentados a setenta y tres emboscadas y a un pelotón de fusilamiento". Todo es preciso. Son treinta dos, diecisiete, treinta y cinco, catorce, setenta y tres. Ni uno más, ni uno menos. Alguien hizo la cuenta y le dio carácter exacto a un embuste. La cifra lo volvió algo más que verosímil. Lo volvió creíble.

La otra, memorable, es una más breve: "llovió cuatro años, once meses y dos días". Eso es mucho más que decir que llovió una eternidad.

Baste agregar que el primer capítulo de "Cien Años..." - catorce páginas en la edición inicial-, contiene dieciséis precisiones numéricas como los doce kilómetros de distancia entre la orilla del mar y el galeón que encuentra el primer Buendía. Claro que, a veces, esa precisión conduce a conclusiones tan delirantes como ésta: en el cuarto renglón de la novela nos enteramos de que Macondo tenía veinte casas, y cinco páginas más adelante sabemos que tenía trescientos habitantes. Más delirante que la alfombra mágica, en Macondo, pues, vivían quince personas por casa. Mejor cambio el tema.

Darío Jaramillo Agudelo
Poeta y narrador colombiano

CLÁSICO. Su obra es la obra de un clásico. El tiempo no la destruye, no la margina, no la hace casi invisible como muchas cosas escritas que el tiempo se encarga de borrar, los clásicos siguen vivos siempre. Pasen siglos, el libro seguirá siendo como recién escrito.

Álvaro Mutis
Poeta y narrador colombiano

CORONEL. Rango militar que, en este caso, no tiene el honor en las charreteras ni en las condecoraciones sino en algo que va por debajo del uniforme: la dignidad. Su eterno paraguas tiene algo de tragicómico bastón de mando. Resulta en sus manos un murciélago enrollado llevado por un brujo. Las palabras que más lo acompañan son gallo, animal de una heráldica pueblerina, y carta, que es sinónimo de espera. El coronel sabe que siempre hay historia ayer e historia mañana, pero nunca historia hoy. Cruel oficio vivir aguardando un trozo de lejanía, envuelto en un ropaje de opereta, en la quietud de un poblado cuyos domingos parecen durar más de ocho días. La palabra coronel quedó adosada a un habitante del olvido. También designa a un hombre que no usaba sombrero para no tener que quitárselo ante nadie.

Juan Manuel Roca
Escritor y periodista colombiano

HIELO. Objeto translúcido y peligroso de los viejos tiempos, ardiente como el fuego y del color del agua congelada. Si por equivocación un hombre lo toca en la feria, en el acto sus dedos despiden humo del color del azufre y de él se apodera la desgracia en forma de lumbre. Si es una mujer, su sexo palidece para siempre y su pasión se esfuma y se quiebra como el sonido de la cristalería a la hora del crepúsculo. Si acaso es un niño el que coloca su mano en la parte más azul de su espíritu oculto, su pensamiento entra en sopor, se duerme como una violeta en la sombra y a partir de ese momento no hay quién lo despierte. Pero, si es una niña, de inmediato el hielo se entrega y derrite en la tierra donde ha sido exhibido, como una gigantesca gotera de plomo.

Fernando Cruz Kronfly
Novelista colombiano

LECTURA. "Cien Años de Soledad" construye el mundo como un acto de lectura múltiple, al punto que la novela se escribe como traducida en voz alta; y uno lee por sobre el hombro del lector que se lee a sí mismo, revelado. Todo se sostiene en la interpretación porque todo se decide en la lectura. Ya en "El Coronel No Tiene Quien le Escriba", el lector trágico cree en la verdad de la letra, aunque sólo tiene en sus manos al gallo del hijo muerto, emblema del azar ilegible. En "Crónica de una Muerte Anunciada", el código ha impuesto la letra del honor, escrita en sangre. "El General en su Laberinto" descuenta una página legible de la historia monumental para que la lucha del héroe no acabe. Pero "Del Amor y Otros Demonios" es un espectáculo de la lectura como disputa del mundo. La aventura de una niña desheredada que es víctima de la interpretación de los demás (enrabiada, salvaje, posesa, demonio...), culmina cuando la autoridad máxima de la lectura, el Obispo, literalmente la mata al leerla. Si la tradición de esta novelización de la lectura es cervantina, su relativismo pone en duda cualquier idea de una verdad única. Estas novelas leen un mundo (americano) como si fuera nuestro (libre).

Julio Ortega
Crítico peruano

MACONDO. Ausente de Aracataca desde 1940, y de Colombia a partir de 1954, García Márquez ha sabido permanecer fiel a su pueblo y país al escribir sus cuentos y novelas: Aracataca se transforma en Macondo, y ahí, desde el momento en que nace para las letras hispanoamericanas, ha vivido y allí morirá, acompañado por los recuerdos de su infancia y por los sueños que ha soñado despierto, y que le permiten conocer como si fuera el oficial del Registro Civil el paso por esa desolada y mítica aldea colombiana.

Emmanuel Carballo
Crítico

MIERDA. Aparte del Padrenuestro, hay al menos otras dos cosas que los latinoamericanos recitamos de memoria, el deslumbrante inicio de "Cien Años de Soledad" ("Muchos años después..."), y el final de "El Coronel no Tiene Quien le Escriba": "El coronel necesitó setenta y cinco años -los setenta y cinco años de su vida, minuto a minuto- para llegar a ese instante. Se sintió puro, explícito, invencible, en el momento de responder: -Mierda."

Qué bárbaro, ese Gabo, qué canto a la libertad y a la dignidad el que logró sólo con ese "mierda". Poderoso escritor, o alquimista, el que convierte en alta poesía la palabra más ruin del diccionario.

Laura Restrepo
Narradora colombiana

MUNDO PROPIO. En García Márquez está presente, como en ningún otro autor, nuestro mestizaje cultural, el del Caribe colombiano. En ese mestizaje interviene una cultura que pertenece al patrimonio occidental con influencias reconocidas por el propio autor, desde Sófocles hasta William Faulkner. Pero también está presente el "otro" o el "huésped secreto", como lo llamaba Octavio Paz. Me refiero a lo que él mismo denomina la imaginación desbordada de los esclavos negros y de los indígenas precolombinos, su sentido de lo sobrenatural incorporado a la vida cotidiana. Allí está el secreto del realismo mágico.

Plinio Apuleyo Mendoza
Coautor de "El Olor de la Guayaba".

OLOR DE LA GUAYABA. El propio García Márquez ha querido cifrar en el olor de la guayaba los olores, sabores y perfume de su creación. La guayaba permite sentir en la nostalgia y en la distancia una tierra y su palpitar. Quizás eran los maravillosos jugos de guayaba que preparaba su madre Luisa Santiaga Márquez Iguarán, y que en algún momento disfruté, lo que nos dejaba una especie de elixir tonificante para afrontar el mundo, y recordar que son siempre las mujeres las que cuentan la estirpe y la fábula de la guayaba.

Juan Gustavo Cobo Borda
Poeta colombiano

REALISMO POÉTICO. Se dice con demasiada frecuencia que el realismo mágico es lo que define la obra de García Márquez, pero esto, de ser así, es sólo aplicable a "Cien Años de Soledad", a una o dos novelas suyas más y a unos cuantos relatos. Ese algo común que les da una esencia profunda a todas sus obras es lo que podríamos denominar el realismo poético porque se apoya en la realidad, en todas las formas de la realidad, y vuelve a ella iluminándola y enriqueciéndola, para lo cual la imaginación y la poesía de García Márquez se sirven de lo mítico, lo mágico, lo fantástico, lo religioso, lo folclórico, lo histórico, lo cotidiano y todas las formas de los hábitos mentales y culturales de los hombres.

Dasso Saldívar
Autor de la biografía "El viaje a la semilla"

REVOLUCIÓN. La aparición de García Márquez entre los grandes narradores de América Latina fue fulgurante y creó una revolución tanto en el lenguaje como en la manera de narrar. Tras la publicación de Cien años de soledad, García Márquez se puso inmediatamente al lado de las figuras centrales de la ficción latinoamericana: Borges, Onetti, Carpentier, Rulfo, Fuentes, Cortázar, Vargas Llosa, y como sólo sucede con los grandes su literatura significó una renovación, la creación de una nueva manera de narrar y la apertura de un mundo desconocido para cada uno de sus lectores.

Tomás Eloy Martínez
Narrador y periodista argentino

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