Saturday, March 03, 2007

Sin línea, discuten en el tricolor cómo repartirse sitios que no han perdido

En cuanto a acuerdos, el encuentro puede resultar inútil

ARTURO CANO

"Con gran orgullo afirmo que, ahora sí, la línea es que no hubo línea". No lo dicen Manlio Fabio Beltrones ni Emilio Gamboa, las estrellas de esta hora del PRI, quienes, ausentes los gobernadores y Beatriz Paredes, se placean largamente, seguidos siempre de nutridos séquitos, posando a diestra y siniestra para las fotos del recuerdo.

La línea es que no hay línea. Cierto, no la hay, y apenas hay asamblea. Pero la frase no la pronuncian tampoco los delegados que deliberan bajo las carpas instaladas en el estacionamiento de la sede nacional del PRI.

Este día el espacio amanece recortado y muchas sillas levantadas, para que no se repita la escena de un auditorio semidesierto. Por esa misma razón una parte de los organizadores y la mayoría de los asambleístas rechazan dividirse en mesas de trabajo y acuerdan continuar todos juntos, aunque la sesión se haga interminable.

Entre otras razones porque no hay línea. Lo prueba una pequeña revuelta de los delegados, que se apuntan en bloques de decenas para hablar contra la posibilidad, siquiera, de discutir la relección legislativa. Y tan ausente está la línea que ni siquiera los redactores de la propuesta suben a defenderla.

El programa de acción propuesto contiene, digámoslo solemnemente, las posturas del PRI sobre los principales problemas nacionales: de la reforma del Estado a la seguridad pública, del combate a la pobreza al equilibrio de poderes, pero los delegados se centran en los puntos en que sienten atacado su derecho a ser, alguna vez, considerados para cargos de elección popular. Se discute, en otras palabras, no cómo recuperar los espacios perdidos, sino cómo repartirse los que se tienen.

"¡Dénnos oportunidad a todos!", reclama el michoacano José Luis Rodríguez Tamayo. "Se estaría traicionando el principal clamor de la Revolución", sigue el potosino Juan Alfredo Morín. "Ese modelo ya fracasó en Italia y Francia, y en México no estamos preparados para el parlamentarismo", ilustra la joven guanajuatense Guadalupe Tabera. El documento de la dirección nacional no merece piedad.

Y sí, la línea es que no hay línea. Como lo dijo, en noviembre de 1996, el militante del tricolor que acuñó también la fórmula de la "sana distancia", Ernesto Zedillo.

Quizá fue culpa del tiempo y no de España, pero durante el sexenio zedillista el PRI tuvo cinco presidentes, perdió 11 estados además de la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados, para cerrar con broche de oro con la derrota en la elección de jefe del Ejecutivo.

Zedillo le heredó al PRI a Dulce María Sauri como presidenta. En 2002 la contienda interna dio vencedora a la fórmula de Roberto Madrazo y Elba Esther Gordillo sobre la de Beatriz Paredes y Javier Guerrero.

La era de Madrazo terminó en ruptura con Gordillo, con Mariano Palacios Alcocer por segunda vez al frente del PRI y con un desastre electoral.

A pesar de ese turbulento y trágico pasado reciente, la última contienda interna culminó tersamente -aunque algunas viejas prácticas fraudulentas reaparecieron-, y el perdedor, Enrique Jackson, aceptó sin chistar su derrota.

Si todo salió tan bien, ¿para qué echarlo a perder con una bronca en la asamblea?, se dicen los priístas. Así que salvo el asunto de la relección, los debates transcurren entre el tedio, los sainetes por asuntos de forma y no de fondo y el desinterés de los delegados. En más de una ocasión la mesa de los debates debe solicitar a los delegados que hagan el favor de votar.

Es posible que no haya línea para que tampoco haya bronca. Al fin que Beatriz Paredes, quien asumirá la presidencia nacional del PRI este domingo, ya dijo que esta asamblea no es asunto suyo, sino de la dirección saliente.

Pero hay dirigentes priístas que aseguran que los jefes de los grupos acordaron controlar a sus delegados para evitar que una elección sin sobresaltos se manche con una batalla en la asamblea.

A su modo y a grito pelado, lo dice la delegada Bertha Galarza a propósito de los malagradecidos candidatos eternos de su partido: "(para ellos) las mujeres somos como los perros de rancho: cuando hay fiesta nos amarran y cuando hay pleito nos sueltan".

Ahora no lo hay. El programa de acción aprobado dota a los legisladores de algunas herramientas para negociar con otras fuerzas la reforma del Estado, y particularmente las nuevas modificaciones electorales. Se trata, además, de temas que se cocinan hace tiempo en las Cámaras.

Ya dirá Beatriz Paredes si esa es la música que quiere cantar acompañada de su guitarra. O si, en materia de acuerdos, asistimos a una asamblea inútil, como dicen algunos priístas. Inútil y sin línea.

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