Los caminos de la crisis de la crisis financiera a la crisis estructural
Manuel Freytas
IAR Noticias/ Contrainformación 21/11/2008
Insurrectas y Punto
El rescate estatal es solo para empresas y bancos. La crisis, una vez más, la pagarán los trabajadores con despidos, desocupación a escala global y grandes estallidos.
Crisis superestructural
En las vísperas de una catástrofe económica (y no en las postrimerías), los Estados se han gastado una fortuna para financiar la salida de los capitalistas de sus bancos y empresas, lo cual los ha dejado a ellos mismos en una situación de impotencia financiera para seguir operando como rescatistas del capital.
Estados Unidos ha financiado el rescate de los capitalistas con una continua emisión de deuda, lo mismo que los Estados europeos. De este modo, la deuda pública ha crecido en un monto no precisado de alrededor del 80 al 90 por ciento del PBI (alrededor de 10 billones de dólares), y el déficit fiscal por el pago de intereses y, por supuesto, otros rubros de crisis fiscal: de un billón a un billón y medio de dólares, es decir, entre el 7 y el 11% del PBI.
Es cierto que la deuda pública de Japón es del 150% del PBI, pero con la diferencia de que el dólar es un patrón monetario internacional, a diferencia del yen, de modo que una 'desconfianza' en el dólar podría provocar una crisis monetaria internacional. Como signo de advertencia observemos que el gobierno alemán no logró suscribir por completo su última emisión de títulos públicos.
Pero incluso mucho más grave que la sangría fiscal es el vaciamiento que se ha producido con los Bancos Centrales, que han inflado en pocos meses sus balances en hasta tres veces, a fuerza de absorber títulos públicos y activos tóxicos de empresas, lo cual no les deja para el futuro otra vía que la emisión de moneda sin respaldo y, por lo tanto, el peligro del derrumbe de los sistemas financieros.
Es significativo para caracterizar la crisis de la intervención estatal lo ocurrido en Argentina, donde debido a la carencia completa de recursos financieros y ante la evidencia de una situación de cesación de pagos, el gobierno ni siquiera intentó producir acciones de rescate sino que se vio obligado a nacionalizar las AFJP y a intervenir con medidas policiales el mercado de cambios como único recurso, es decir, como recurso político, para evitar un colapso general.
Hasta ahora está suficientemente probado que el sistema (los gobiernos y bancos centrales del capitalismo) controlan, en mayor o en menor grado, las variables de la crisis, tanto en su faz económica como financiera.
Si bien los números macroeconómicos son reveladores de que la crisis (que al principio sólo fue financiera) ya es estructural, sus emergentes todavía permanecen encorsetados en el marco de las estadísticas superestructurales y de la información periodística.
En suma, puede decirse que, salvo las compulsivas subas y bajas de las bolsas (impulsadas por la especulación coyuntural) las potencias y sus bancos centrales mantienen una relativa "gobernabilidad" sobre la crisis, y sus efectos (más allá de los titulares periodísticos) todavía no se hacen sentir en el conjunto de las sociedades tanto periféricas como centrales.
Lo que en principio fue un colapso bursátil financiero y luego se transformó en una crisis recesiva epidémica (ya verificada en las economías centrales de EEUU, Europa y Asia), todavía no sale del universo de la "noticia" diaria sobre el desarrollo de la crisis que casi ha tomado un perfil de "statu quo" generalizado.
En consecuencia, y en medio de números macroeconómicos en rojo que inundan los titulares, las palabras como "recesión", "mercados en crisis", "día negro", van adquiriendo un tono de indiferencia acentuada para las mayorías que se "informan" masivamente por el aparato comunicacional del sistema; es decir, los archidichosos medios
En síntesis: Estamos en crisis pero el mundo planetario del sistema capitalista "sigue andando como si nada".
No hay ninguna señal que nos remita a esa pesadilla internalizada (colectivamente) del "crash" o de la "Gran Depresión" con que se asoció la crisis del treinta tomada como parámetro de "catástrofe económica mundial".
No hay corridas bancarias, no hay pánico colectivo (el pánico sólo está en las bolsas), no hay personas que se suiciden por desesperación al perderlo todo, y la crisis sólo es "superestructural", sólo está en la pantalla de la TV, es un problema de "analistas" y de "especialistas" antes que de la sociedad que sigue metida en sus cotidianeidad como si nada.
Las principales economías del mundo (según los números que reflejan las noticias) están "desaceleradas" o en recesión, cae el consumo, cae el empleo, caen las exportaciones, caen las importaciones, y los precios suben en forma "moderada" (para compensar caídas en ventas) pero, por ahora, nada de lo que pueda parecer una "crisis" se refleja en la realidad inmediata del ciudadano, no hay riesgo de supervivencia inmediata, tal como se imaginaba al "crash" mitificado de la Gran Depresión.
¿Estamos en crisis?
¿Estamos en crisis? Para ser precisos, todavía no. Solo estamos en la etapa final de la gestación de la crisis.
Definamos, antes que nada, lo que es una crisis.
En general una crisis (sea personal o social) se caracteriza por una pérdida de control sobre un organismo alterando su funcionamiento y poniendo en riesgo su supervivencia.
Tomada en términos del sistema capitalista (el organismo), la crisis sólo sobreviene cuando se quiebran las variables de "gobernabilidad" sobre los que están construidos los pilares de su funcionamiento a escala global.
La condición esencial para el funcionamiento del Estado capitalista (tanto en los países centrales como periféricos) se resume en tres factores: Estabilidad económica, gobernabilidad política y "paz social".
Esas tres condiciones son básicas para que el "sistema" (la estructura funcional) de los negocios y la rentabilidad capitalista funcionen sin interferencia y no se alteren las líneas matrices de la propiedad privada y concentración de riqueza en pocas manos.
Cuando por alguna razón se altera alguno de estos tres factores, el sistema entra en crisis, y debe generar inmediatamente alternativas para preservar su supervivencia.
Hoy claramente, y aunque no hayan conseguido detener el proceso de contaminación del descalabro, los gobiernos y los bancos centrales capitalistas mantienen un cierto nivel de "control" mediante las "inyecciones" y los "salvatajes" que impiden que la crisis se desmadre y se salga del plano exclusivamente económico financiero.
Por lo tanto, la crisis sólo se limita a caídas bancarias, quiebras empresariales (que en realidad se convierten en un "negocio financiero con la crisis" donde el grande se come al chico) que no ponen en riesgo considerable inmediato ni al sistema ni a los Estados capitalistas.
Crisis estructural: La crisis, como siempre, la pagarán los trabajadores
Cuando los estados capitalistas hegemónicos con EEUU a la cabeza pierdan el control sobre las variables de gobernabilidad del sistema, lo que les impedirá seguir funcionando.
La desocupación es el elemento clave*, el detonante estratégico, que marca el principio del desarrollo de la crisis estructural con pérdida de la gobernabilidad (económica, política y social) de los Estados que integran desigual y combinadamente la red "globalizada" del sistema capitalista, cuyos resortes de decisión se encuentran en EEUU y en Europa.
La desocupación es la matriz de la pérdida de gobernabilidad por una razón esencial: Los despidos masivos de obreros y empleados son el barómetro y marcan el momento exacto en que la crisis se sale de la "superestructura" económico financiera y se mete dentro de la sociedad.
La desocupación, es una instancia límite, donde el riesgo es la supervivencia del individuo y su familia. Ya no se trata de una devaluación de su salario por aumento de precios, sino de la desaparición del salario. El individuo-masa se queda sin la herramienta y sin los recursos básicos para supervivir dentro del sistema.
Y en consecuencia, el desocupado entra en crisis: Estalla su habitat social, se queda sin futuro, sin consumo y sin elementos esenciales para sobrevivir, su mente estalla.
El estallido social, expresado en huelgas y en levantamientos colectivos (desmadrados o no) es la célula, el primer escalón, de la pérdida de "gobernabilidad" por parte de los Estados capitalistas, tanto centrales como periféricos.
Un desocupado (que ha perdido su universo de consumo y de supervivencia, incluido el de su familia) no puede ser contenido con "inyecciones financieras" ni con "asistencialismo", requiere de una solución estructural (la restitución del empleo y el salario) que el capitalismo en recesión no le puede dar.
Está históricamente probado que los empresarios capitalistas (por una ley histórica de la explotación del hombre por el hombre), cuando se reducen las ventas acuden al despido de personal para "achicar costos" y mantener sus márgenes de rentabilidad.
En resumen, los despidos (el "impacto social") conforman la "noticia estratégica" que rompe el statu quo de la "crisis superestructural" (controlada por los gobiernos) y la convierten en "crisis social".
Las huelgas y los estallidos sociales (como respuesta inmediata a la desocupación en masa) conmocionan los pilares del control institucional y político de los Estados capitalistas, anarquizan la economía, y hacen estallar el sistema, como antes la desocupación hizo estallar al individuo.
En resumen, y de acuerdo con lo que ya se verifica en la realidad), se están quemando etapas: La crisis financiera ya devino (por medio de la recesión) en crisis estructural, y rápidamente se dirige hacia la crisis social (el emergente de los despidos laborales) de mano de la desocupación que empieza a extenderse a escala planetaria.
En los dos últimas semanas (y como primera señal de que el planeta ya ingresó en la "crisis estructural"), comenzó a darse en distintos países del mundo un importante número de despidos (en aumento constante) que certifica la presencia de una recesión ya instalada a escala planetaria.
La burocracia del sindicato mecánico argentino SMATA arregló con la General Motors, a espaldas de los trabajadores, una reducción del salario para evitar los despidos en la filial local de una multinacional que está prácticamente colapsada
A los despidos en el sector bancario, en las automotrices y en las grandes tiendas y centros de consumo, hoy se suman los 50.000 despidos de Citigroup, que marcan una tendencia "masiva" del proceso.
La desocupación sigue una línea claramente definida: Nace en los sectores financieros, de servicios o industriales de Europa y EEUU (los exportadores imperiales de la recesión) y se proyecta a los países "emergentes" o periféricos mediante las filiales de las empresa y bancos trasnacionales (con casa matriz en los países centrales) que empiezan a despedir, suspender o recortar horas a sus planteles de trabajadores.
Metodológicamente esto indica que, impulsada por la dinámica de los países centrales, la desocupación en los países periféricos (de Asia, África y América Latina) comienza por los bancos y empresas trasnacionales que controlan el sistema económico productivo y los comercios interiores y exteriores de los países, y que dan trabajo a la mayoría de la mano de obra urbana empleada (eso explica porqué la desocupación es simultánea a la de los países centrales).
Y hay un principio axiomático probado por la realidad: Así como las potencias centrales (con EEUU a la cabeza) son las grandes exportadoras de recesión mundial, los bancos y empresas transnacionales imperiales son los grandes exportadores de desocupación masiva a escala global.
Ante el derrumbe del modelo de explotación capitalista "globalizado" esos bancos y trasnacionales del Imperio (que hegemonizan el control sobre el comercio y los sistemas productivos a escala global) descargan la crisis sobre las espaldas de los trabajadores que pasan a la categoría de "desocupados".
En el caso de América Latina, este fenómeno se agrava por lo siguiente: Entre el 60% y el 70% de la población laboral está "en negro" y con contratos basura (ocupación temporaria sin estabilidad laboral), lo que facilita los despidos en masa y reduce y/o exime al empresario de las indemnizaciones por despido.
El dato es importante a la hora de evaluar las causas de lo que algunos analistas ya definen y proyectan como la "bomba laboral" (despidos en masa) en América Latina.
Resumiendo: La desocupación es la clave, el principio funcional, de la crisis capitalista extendida a escala global.
Conforma la ruptura de la última línea de supervivencia del individuo y es la sustancia matriz del descontrol económico, político y social de los gobiernos capitalistas.
Y hay un dato central que diferencia a la "crisis social" de las precedentes (la financiera y la estructural"): Las huelgas y estallidos sociales no se controlan con "salvatajes financieros", sino con represión masiva.
Y la represión masiva genera el caos del sistema y retroalimenta los estallidos (que a su vez retroalimentan la represión), se rompen los marcos institucionales y políticos: El Estado y el sistema capitalista pierden el control y entran en crisis, no superestructural sino "total" .
Se quiebran las variables de la "gobernabilidad en paz": No hay "contención democrática", no hay "contención política", no hay "contención social", el individuo-masa desocupado pierde la dimensión de las reglas sociales y se suma a un grupo de iguales para conseguir lo que le quitaron: La supervivencia, representada en un empleo y en un salario.
Ese (el desocupado nucleado en estallido social masivo) es el límite que marca la línea roja entre la "gestación de la crisis" (como estamos viviendo) y la crisis del sistema que sólo estallará cuando comiencen las huelgas generales, los cortes de ruta y autopistas, y los bloqueos a accesos de ciudades claves.
Entonces, la verdadera crisis del sistema capitalista va a comenzar a desarrollarse cuando el proceso de despidos laborales se torne masivo y las víctimas sumen centenares de miles hasta millones multiplicadas por todo el planeta.
La actual dinámica ya es indicativa de que los despidos (a diferencia de la crisis económica financiera que se desarrolló primero en el centro) ya comienzan a multiplicarse y van a ser simultáneos en los países centrales y en los periféricos, por vía de las transnacionales, y en consecuencia, el estallido de la crisis va seguir un proceso nivelado y simultáneo en todo el planeta.
La dinámica ya quedó confirmada con la crisis desatada por la suba del petróleo y los alimentos, donde las reacciones sociales fueron simultaneas en Europa, Asia, África y América Latina, donde se registraron huelgas, estallidos sociales y cortes de ruta.
No comments:
Post a Comment