Monday, March 30, 2009

No se puede gobernar para el pueblo sin romper con el capitalismo y la burguesía




Movimiento Guevarista Revolucionario para Insurrectasypunto

En días pasados, se evidenció lo que veníamos advirtiendo desde hace mucho tiempo atrás en orden a que existía la intención de hacer pagar el costo de la crisis capitalista a las trabajadoras y trabajadores. Esta decisión no es solo un problema de voluntad del gobierno o del presidente Chávez. Considerarlo de esa manera sería un grave error para los revolucionarios y revolucionarias.

El gobierno se encuentra prisionero de sus propias contradicciones y una política de alianzas que lo ata a millones de macro y micros acuerdos con la alta burguesía, con la burguesía emergente y con empresas trasnacionales y gobiernos capitalistas. A la base de las últimas medidas económicas para enfrentar la crisis, se encuentra la camisa de fuerza del modelo capitalista de producción y explotación de las grandes mayorías. Solo en el marco del actual modelo capitalista en aplicación hoy en Venezuela, se puede entender el origen tanto de las medidas como de qué elementos las generaron.

Ha quedado claro que no se puede gobernar para el pueblo sin romper con el capitalismo y la burguesía, sin afectar sus intereses fundamentales y sin tomar medidas realmente revolucionarias. Es claro que todo esto se expresó en el paquete de medidas tomadas el pasado sábado. También ha quedado claro que las decisiones más radicales para afrontar la crisis aún están por venir, a pesar de que se ha producido una rebaja real del salario por la vía inflacionaria y el aumento del impuesto al consumidor.

En ninguna de las medidas figura el impuesto a las grandes ganancias, medidas sobre la doble tributación y otras que aunque fueran tibias medidas reformistas, podían haberse tomado para disminuir el impacto de la crisis sobre los más pobres. En boca de un dirigente de Empresarios por Venezuela: “la clase empresarial no fue tocada ni con el pétalo de una rosa”.

El análisis de la situación y el cuadro que genera es desalentador en toda la línea, y deja la sensación que son medidas iniciales, pero con un claro sentido de clase que apuntan a mantener la situación de los grandes capitalistas y que se profundizarán en el tiempo. La gran apuesta del gobierno consistió en tratar de minimizar el impacto de la crisis capitalista (Gobierno que aseguró que el país no seria golpeado por la crisis) tomando algunas medidas que apuntan en forma clara, aunque espaciadas en el tiempo, hacia hacer recaer el costo de la crisis en las trabajadoras y trabajadores.

Durante la semana anterior y como un coro trágico y premonitor, diversos personeros unieron sus voces para decirle a la clase obrera y al pueblo pobre y explotado que debía resignar sus aspiraciones de una vida mejor en aras del “socialismo del siglo XXI” tal como lo planteó el diputado Francisco Torrealba, quien además forma parte del Frente Laboral del PSUV y de la Central Socialista de los Trabajadores, creada bajo la égida del tristemente célebre ex ministro José Ramón Rivero, señaló que los sindicatos deben pasar por una transformación cultural que debe ser progresiva y que implica renunciar a las reivindicaciones, supuestamente para permitir la llegada al socialismo. Nada dijo este señor en cuanto rebajaría su sueldo y viáticos y otras prebendas que actualmente tiene en la Asamblea Nacional.

Todo apunta en la misma dirección, pero se hizo el esfuerzo para disimular el fuerte impacto que tendrían las medidas capitalistas en la población. Como por arte de magia, se habla de un aumento progresivo del salario mínimo, sin mencionar la directa relación que existe entre los salarios y la inflación, que el año pasado sobrepasó el 31%, produciéndose entonces una rebaja real en las remuneraciones de un 11%, sin contar con el impacto del aumento de tres puntos porcentuales en el impuesto al consumidor.

Tres países en uno solo

En medio de esta situación se siguen produciendo movilizaciones, huelgas y reclamos en muchos lugares de Venezuela, que empiezan a dejar ver que estamos en presencia de tres países distintos y que se mueven en planos diferentes.

De una parte se habla de socialismo, del Che, contra el imperialismo, contra la burguesía y el latifundio. Se solidariza con Cuba, se canta las canciones del gran Ali Primera y todos nos vestimos de rojo. Se habla que ser rico es malo, se llora junto al rostro curtido por la pobreza de alguna indígena anciana y nos entrevistamos con Fidel. Esa Venezuela existe, es real, esta junto a nosotros todos los días. Por doquier encontramos fotos de diversos personajes, con su camisa roja y al lado del presidente y con consignas abogando por el socialismo. Desde la prensa oficial se resaltan los logros del país y los avances hacia el socialismo. También podemos encontrar fogosos pronunciamientos en contra de la derecha y los “escuálidos” que por arte de magia pasaron a constituir una nueva clase social.

Pero existe otro país que se empieza a mostrar por todas partes. Es el país que se debate atrapado entre una derecha fascista que tiene intacta su fuente de riquezas (la explotación, que más podía ser), y una burguesía emergente que no termina de copar espacios y servirse de la renta petrolera. Este país habitado por millones de personas trabajadoras y explotadas, debe enfrentarse todos los días a una burocracia cada vez más soberbia y envilecida, a los cuerpos policiales corruptos e ineficientes; a los patrones ladrones y sinvergüenzas, al sicariato, a la pobreza, al hacinamiento, a la violencia de un sistema que permanentemente se reacomoda para seguir explotando, y ahora desde hace poco, a la criminalización de la protesta social y sindical en abierta violación de los derechos constitucionales. Ahora más encima debe calarse la reducción del salario y más encima le piden que se alegre de que sea de esa forma.

Existe también un tercer país donde todo es posible. Es el país de la burguesía tradicional y la burguesía emergente que se viste de rojo. Es un país hecho a su medida con todos los privilegios de quien todo lo posee y aun quiere más. Licitaciones de grandes obras de infraestructura, prestamos millonarios y condonación de deudas, dólares preferenciales, tráfico de influencias, yates, aviones, viajes por todo el mundo, mansiones fastuosas, los carros más caros, los mejores restaurantes, sueldos millonarios. Casamientos dignos de algún jeque petrolero, cientos de miles de millones en una danza grotesca, entregados a los enemigos del pueblo y todo esto bajo la consigna del socialismo del siglo XXI. Pero no solo esta situación favorece a la burguesía venezolana, no señores. Uno de los sectores más favorecidos con toda esta política es la más brutal de todas las burguesías latinoamericanas; la colombiana. 10 mil millones de dólares al año van a parar a las criminales manos de la burguesía colombiana por vía del intercambio comercial. Con parte de ese dinero el régimen colombiano financia la matanza de nuestro pueblo hermano provocando una verdadera guerra de exterminio. Nos gustaría que alguien nos desmintiera esta verdad trágica y pavorosa, pero sabemos que no existe explicación posible para justificar esta conducta repugnante.

Tres países, tres conductas. Hace apenas algunas horas fue posible conocer el sueldo percibido por los diputados de la Asamblea Nacional en un aproximado, pero que entrega muchas luces de cual es la conducta de una dirigencia que cada vez se aparta más de un pueblo que la votó confiado en que sería un elemento que ayudaría al cambio revolucionario. Tomando en cuenta lo que ganan estos señores y al calor de las declaraciones del presidente Chávez en contra de los trabajadores que pretendían “ganar tres mil bolívares fuertes”, es posible afirmar siguiendo las palabras del presidente, que nuestros diputados son entre 3 y 6 veces corruptos, de acuerdo con su escala de salario legal que es de 4 mil quinientos Bs.F pero que con “BONOS” llegan de 10 mil Bsf, a 18 mil bolívares fuertes. Para ellos si resulta el socialismo del siglo XXI.

La situación en muchos casos es tan indignante, que el mismo presidente ha cursado instrucciones para que los dirigentes no se dejen ver en sus fabulosas camionetas y carros importados en los actos públicos para no herir los sentimientos populares. El pueblo se cansa en forma progresiva de esta situación.

Toda crítica es condenada como proveniente de la CIA

A los revolucionarios se nos empieza a señalar como ultristas, radicales, agentes de la CIA, aliados del imperialismo, socios de la derecha fascista y enemigos del gobierno popular. Si realmente se hiciera un análisis objetivo de quien esta detrás de todas estas políticas que señaláramos anteriormente, quedaría claro quien está con el pueblo y quien se conjura contra el.

Los Guevaristas no suscribimos el famoso “reimpulso productivo”, que significó todo un paquete de medidas a favor de los aliados estratégicos del gobierno, que no son otros que los altos empresarios en palabras del presidente Chávez. Los Guevaristas no respaldamos el intercambio comercial con el narco-gobierno de Uribe ni tampoco nos abrazamos a ese criminal, no hemos apoyado la rebaja de los sueldos de los trabajadores ni hemos suscrito ningún convenio con las trasnacionales en detrimento de la soberanía nacional. Los revolucionarios no hemos fijado los sueldos de los altos funcionarios ni tampoco hemos licitado los cuantiosos contratos de obras públicas que han llenado los bolsillos de la gran burguesía nacional y extranjera. No les dimos amnistía a los golpistas asesinos de trabajadoras y trabajadores y tampoco hemos condonado la deuda a los enemigos jurados de la revolución. Nunca nos identificamos con el asesino de Tony Blair, socio menor de Bush en Irak y Afganistán, ni tampoco nos hemos declarado socialdemócratas. No somos nosotros quienes tenemos que dar explicaciones por nuestras definiciones y políticas seguidas en resguardo del capitalismo. Nuestra definición es clara y transparente: con los trabajadores, contra la burguesía y por la revolución socialista. Le guste a quien le guste, somos una realidad política porque formamos parte de este pueblo cansado de tanta conciliación y protección a los burgueses y explotadores. Aquí estamos y llegamos para quedarnos. No pedimos ni daremos cuartel en esta lucha por terminar con el capitalismo y por conquistar la revolución socialista. Ese es nuestro compromiso.


El camino de los Guevaristas y la unidad de la izquierda revolucionaria

En este camino, nos hemos ido relacionando con diversos colectivos y organizaciones políticas hermanas. A todas ellas les hemos hecho algunos planteamientos, que por lo demás son públicos para todos los sectores y especialmente para nuestro pueblo. Con algunos sectores nos hemos ido reuniendo y acordando una agenda de debates sobre los temas que nos parecen importantes. En algunos casos ha sido posible avanzar en conversaciones previas de conocimiento mutuo. En otros casos, hemos avanzado un poco más en la dirección de caracterizar el actual periodo de construcción revolucionaria y existe un importante sector con el cual aún no se ha iniciado conversaciones.
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Es preciso señalar en forma transparente con nuestro pueblo que producto de las conversaciones desarrolladas, hemos crecido en forma impresionante. Decimos esto porque hemos escuchado en forma directa la opinión de una parte importante de los actores sociales y políticos que le dan

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