José Agustín Ortiz Pinchetti
En Iztapalapa con sus 2 millones 700 mil habitantes, pieza clave de la capital y de su gobierno, todas las fuerzas políticas del país libraron una batalla decisiva. Ganó el jefe de gobierno, Marcelo Ebrard, y el movimiento que encabeza Andrés Manuel López Obrador. Perdieron el gobierno de Calderón, el PRI, el PAN y los poderes fácticos.
El diferendo original fue una pugna entre perredistas. René Arce y su familia, que tienen el control de la delegación desde 2000, e Izquierda Unida, que ofreció como candidata a Clara Brugada apoyada por Marcelo Ebrard y AMLO. Brugada venció en la elección interna a Oliva de Arce. Las cosas se complicaron cuando el tribunal, bajo la presión del PRIAN, impuso el triunfo de Oliva sobre Brugada. A propósito retrasó la resolución para crear una trampa. La importancia de la delegación y el involucramiento de Ebrard y de AMLO parecieron dar una oportunidad a sus adversarios de propinarles una derrota monumental.El último episodio lo generó Juanito cuando declaró que no renunciaría a la delegación. El PAN lo apoyó descaradamente y las televisoras lo convirtieron en una estrella. Ebrard, de modo magistral, mantuvo la tensión durante semanas obligando a sus adversarios a una inversión monstruosa de prestigio, apoyo mediático y dinero, y al final, en 20 minutos resolvió las cosas. Brugada se convirtió en delegada y los reaccionarios y aliados quedaron burlados.
Lecciones: 1) AMLO no ha sido derrotado. Es el líder político más importante del país. 2) AMLO y Ebrard forman una alianza bien sincronizada. 3) La victoria es producto de una excelente organización de la capacidad de disciplinar y movilizar a decenas de miles. 4) El movimiento demostró su carácter pacífico y disciplinado. No hubo un vidrio roto, una propiedad atacada, una persona lesionada. 5) En Iztapalapa se hizo evidente la existencia de una fuerza opositora única digna de recibir ese nombre y que está madurando rápidamente.jaorpin@yahoo.com.mx
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