Hoy me gustaría hacernos partícipes de mi joya más preciada, de la obra pictórica que ha causado en mi mayor impresión. Se trata de una obra de una escuela pictórica denominada Prerrafaelitas cuyos miembros cultivaron un estilo propio, fácilmente reconocible y estéticamente muy bello y sugerente.
Ophelia (1851-1852). Óleo sobre lienzo 76,2 x 11,8 cm. Tate Gallery, Londres. Sir John Everett Millais (1829-1896)
Comenzaré con unos versos de Rimbaud
"En las aguas profundas que acunan las estrellas, blanca y cándida,
Ofelia flota como un gran lirio,
flota tan lentamente,
recostada en sus velos..."
Ya era mi preferida antes de tener la ocasión de verla “en vivo” en una magnifica exposición que preparó la Fundación “La Caixa” en Madrid sobre los Prerrafaelitas. Creo recordar que fui a visitarla los primeros días de enero de 2005. Así que preparé mi visita “armada” con una banda sonora que siempre me acompaña a cada exposición (cuando lo hago en solitario). Cada vez una melodía diferente, dependiendo del autor, del tema, de mi estado de ánimo. Para esta visita decidí acompañarme de Satie, el dulce Satie.
http://www.youtube.com/wat
No podéis ni imaginar lo que sentí. Muchos de vosotros no me conocéis nada más que por mis palabras, pero algunos si, y saben que soy muy sentimental, por eso no se sorprendieron al saber que lloré, sí, lloré delante del lienzo. No pude contener mis lágrimas, una tristeza infinita me sobrecogió, a la vez que podía notar en mí la poderosa magia de la obra, trascendente, profunda, idealista.
Ya se que todos conocéis la tragedia de Shakespeare, pero si me lo permitís me gustaría contaros algunas cosas sobre este cuadro.
La infeliz y enigmática Ofelia shakespeariana sedujo a Millais, quien forjó una reinterpretación pictórica realmente sobrecogedora., el melancólico escenario natural que lo enmarca es admirable. El entorno es frondoso y brillante en colorido, no resulta opresivo a pesar de ser testigo de la tragedia. Este paraje apropiado para su inspiración lo había encontrado el pintor tras una ardua búsqueda, acompañado de su amigo Hunt, cerca de Ewen en un remanso del río Hogsmill. Los prerrafaelitas pintaban la naturaleza hasta en su más nimio detalle, con una riqueza excepcional.
La figura de Ofelia está desapareciendo bajo las sosegadas aguas, que son lo suficientemente diáfanas como para no ocultar a nuestra vista sus brazos y torso parcialmente inmersos. Su hermoso rostro está ahora ausente en un gesto patético que conmueve profundamente. Los ojos inanimados, los labios entreabiertos, inertes y las manos en actitud de ofrenda, dejando escapar unas flores. La parte inferior de su cuerpo parece estar ya sumergida, permaneciendo en la superficie las piezas más vaporosas del pesado vestido, que al igual que sus largos cabellos, parecen resistirse a desvanecerse para siempre. Parece estar destinada a fluir disuelta en el agua, pero a la vez tangible e incorruptible flotando en su río. Junto a ella las flores que había recogido. Flores que están modeladas con una precisión y una minuciosidad asombrosas. El conjunto de la composición es soberbio, y a pesar de eso nada impide que cuando nos encontramos con el lienzo la mirada se desvíe epática e ineludiblemente hacia la desdichada joven que yace flotando en el agua.
Violetas formando una guirnalda abrazan el cuello de la joven, siendo estas flores un icono de la desesperanza y de la muerte prematura. Flotando en el agua hay esparcidos: pensamientos, alegoría del amor no correspondido, y amapolas, símbolo del adormecimiento y la muerte. También se ven: nomeolvides, ulmarias, ortigas, narcisos, margaritas, coronas imperiales, lirios, adonis, dedos de muerto… incorporados no como aderezos pueriles, sino como metáforas tanto de los defectos de Hamlet como de los sentimientos taciturnos de Ofelia. (La relación floral ha sido documentada, no recordaba todas y cada una de ellas).
Espero que os sobrecoja como lo hizo, como provoca en mi cada vez que contemplo esta belleza pictórica.
Que tengáis un hermoso fin de semana.
Mil besos.
Ophelia (1851-1852). Óleo sobre lienzo 76,2 x 11,8 cm. Tate Gallery, Londres. Sir John Everett Millais (1829-1896)
Comenzaré con unos versos de Rimbaud
"En las aguas profundas que acunan las estrellas, blanca y cándida,
Ofelia flota como un gran lirio,
flota tan lentamente,
recostada en sus velos..."
Ya era mi preferida antes de tener la ocasión de verla “en vivo” en una magnifica exposición que preparó la Fundación “La Caixa” en Madrid sobre los Prerrafaelitas. Creo recordar que fui a visitarla los primeros días de enero de 2005. Así que preparé mi visita “armada” con una banda sonora que siempre me acompaña a cada exposición (cuando lo hago en solitario). Cada vez una melodía diferente, dependiendo del autor, del tema, de mi estado de ánimo. Para esta visita decidí acompañarme de Satie, el dulce Satie.
http://www.youtube.com/wat
No podéis ni imaginar lo que sentí. Muchos de vosotros no me conocéis nada más que por mis palabras, pero algunos si, y saben que soy muy sentimental, por eso no se sorprendieron al saber que lloré, sí, lloré delante del lienzo. No pude contener mis lágrimas, una tristeza infinita me sobrecogió, a la vez que podía notar en mí la poderosa magia de la obra, trascendente, profunda, idealista.
Ya se que todos conocéis la tragedia de Shakespeare, pero si me lo permitís me gustaría contaros algunas cosas sobre este cuadro.
La infeliz y enigmática Ofelia shakespeariana sedujo a Millais, quien forjó una reinterpretación pictórica realmente sobrecogedora., el melancólico escenario natural que lo enmarca es admirable. El entorno es frondoso y brillante en colorido, no resulta opresivo a pesar de ser testigo de la tragedia. Este paraje apropiado para su inspiración lo había encontrado el pintor tras una ardua búsqueda, acompañado de su amigo Hunt, cerca de Ewen en un remanso del río Hogsmill. Los prerrafaelitas pintaban la naturaleza hasta en su más nimio detalle, con una riqueza excepcional.
La figura de Ofelia está desapareciendo bajo las sosegadas aguas, que son lo suficientemente diáfanas como para no ocultar a nuestra vista sus brazos y torso parcialmente inmersos. Su hermoso rostro está ahora ausente en un gesto patético que conmueve profundamente. Los ojos inanimados, los labios entreabiertos, inertes y las manos en actitud de ofrenda, dejando escapar unas flores. La parte inferior de su cuerpo parece estar ya sumergida, permaneciendo en la superficie las piezas más vaporosas del pesado vestido, que al igual que sus largos cabellos, parecen resistirse a desvanecerse para siempre. Parece estar destinada a fluir disuelta en el agua, pero a la vez tangible e incorruptible flotando en su río. Junto a ella las flores que había recogido. Flores que están modeladas con una precisión y una minuciosidad asombrosas. El conjunto de la composición es soberbio, y a pesar de eso nada impide que cuando nos encontramos con el lienzo la mirada se desvíe epática e ineludiblemente hacia la desdichada joven que yace flotando en el agua.
Violetas formando una guirnalda abrazan el cuello de la joven, siendo estas flores un icono de la desesperanza y de la muerte prematura. Flotando en el agua hay esparcidos: pensamientos, alegoría del amor no correspondido, y amapolas, símbolo del adormecimiento y la muerte. También se ven: nomeolvides, ulmarias, ortigas, narcisos, margaritas, coronas imperiales, lirios, adonis, dedos de muerto… incorporados no como aderezos pueriles, sino como metáforas tanto de los defectos de Hamlet como de los sentimientos taciturnos de Ofelia. (La relación floral ha sido documentada, no recordaba todas y cada una de ellas).
Espero que os sobrecoja como lo hizo, como provoca en mi cada vez que contemplo esta belleza pictórica.
Que tengáis un hermoso fin de semana.
Mil besos.
Ophelia (1851-1852). Óleo sobre lienzo 76,2 x 11,8 cm. Tate Gallery, Londres. Sir John Everett Millais (1829-1896)
No comments:
Post a Comment