El encuentro rememora a la legendaria escritora en su centenario
Concha Urquiza liberó su pluma
para dar a luz lo mejor de su poesia
La poeta nacida en Morelia es una de las grandes voces líricas femeninas de México, a quien la feria de Minería recuerda este año en su centenario
Concha Urquiza |
MÓNICA MATEOS-VEGA
Imaginen a una joven treintañera michoacana, recluida en un convento, escribir estos versos: “Amor, corriente escondida/ que pechos adentro va,/ como un manantial que está/ alimentando mi vida;/ en turbias aguas perdida/ abreva el alma dolor:/ si no te la cuento, Amor,/ ¿a quién contaré mi herida?”
Se trata de Concha Urquiza, una de las grandes voces líricas femeninas de México, a quien la versión 31 de la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería recordará al cumplirse este año su centenario.
La poeta nació en Morelia, Michoacán. Fue una niña prodigio que a los 11 años ya publicaba sus primeros versos en la Revista de Yucatán y en Revista de Revistas. Entre 1928 y 1933 radicó en Nueva York, cuando regresó al país militó en el Partido Comunista Mexicano, no obstante, una crisis espiritual hizo que abandonara la política en 1937.
Ingresó entonces a la congregación de las Hijas del Espíritu Santo, pero no soportó el encierro y abandonó la orden para interpretar clases de lógica e historia de las doctrinas filosóficas en la Universidad de San Luis Potosí.
Es en ese momento cuando su pluma se libera para dar a luz lo mejor de su poesía. Concha, a medias entre la bohemia y la vida religiosa, rechazó formar parte de los círculos intelectuales de la época, pero fue una gran presencia femenina entre un medio mayoritariamente poblado de escritores varones.
Colaboró en la revista Viñetas de la literatura michoacana de la ciudad de Morelia, en 1944, de corte literario, donde compartió créditos con don Francisco Alday, Miguel Bernal Jiménez, Alejandro Aviles y Artemio del Valle Arizpe, entre otros.
Cesárea Tinajero, personaje de la novela Los detectives salvajes de Roberto Bolaño, está inspirada en Concha Urquiza, quien falleció ahogada en las aguas de Ensenada, Baja California, a los 35 años, el 20 de junio de 1945. Con ella murió un compañero de excursión.
Tan prematura muerte dificultó la recopilación de su obra a la que sólo en los años recientes los críticos le han concedido la relevancia que merece.
En 1990 se publicó El corazón preso, basado en la recopilación de Gabriel Méndez Plancarte en Bajo el signo del ábside, de 1945.
En opinión de la investigadora Margarita León del Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, se considera a Urquiza la mejor poeta mexicana después de Sor Juana Inés de la Cruz.
La figura contradictoria de Urquiza, “su poesía de altos vuelos, más su corta trayectoria vital, sobre la que se cierne la duda de su suicidio, la hace ser polémica y legendaria”, concluye la especialista.
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