Ricardo Bada
Este 18 de julio se cumplen setenta y cinco años del comienzo de la última guerra que podemos llamar romántica sin faltarle al respeto a la Humanidad: la Guerra civil española. En el mundo cada vez menos ancho y más CNN, las revistas y los suplementos culturales de los diarios (LJS no es una excepción) nos arrasan con un tsunami de recuerdos. Yo, como Bartleby, preferiría no participar en esa bacanal de la nostalgia. Quisiera aproximarme a ese conflicto fratricida –que terminó setenta y un días antes de nacer yo– recreando un aspecto harto desconocido de uno de los combatientes en el bando leal; hablando de George Orwell, quien escribió sobre esa guerra: “En España vi por primera vez noticias de prensa que no tenían ninguna relación con los hechos. Vi que la historia se estaba escribiendo no desde el punto de vista de lo que había ocurrido, sino desde el punto de vista de lo que tenía que haber ocurrido.” Quizás esa fue la semilla de la que llegaría a ser su novela más famosa. Y lo que vino después contribuiría a que la semilla germinase, y es de ello de lo que quiero hablar.
Entre el 20 de diciembre de 1941 y el 13 de marzo de 1943, Orwell se desempeñó en calidad de comentarista político para la BBC de Londres. Desde muy poco después de Pearl Harbor y hasta muy poco después de Stalingrado, Orwell dirigió en ella un programa titulado Con los ojos del este, dedicado a informar desde las orillas del Támesis, vía onda corta, a los oyentes indios. Es un episodio de su vida sobre el cual los biógrafos no suelen extenderse, y sin embargo debieran hacerlo, pues esa estadía en la BBC fue bastante decisiva en la composición de una novela que él tituló Nineteen Eighty-Four y a la que solemos referirnos escribiendo sólo1984.
Orwell no parecería la persona más indicada para combatir la propaganda del Eje en la India. Aunque nacido en Bengala se educó en Eton. Aunque fue durante cinco años miembro de la Indian Imperial Police en Birmania, abandonó el servicio activo como protesta contra el imperialismo británico. Añádase a ello su etapa bohemia, de puro clochard, en Londres y en París. Y luego su participación en la Guerra civil española al lado de las milicias del POUM, es decir, de los trotskistas. Nada parecía recomendarlo expresamente para una tarea tan delicada.
Pero los ingleses son así, excéntricos. Y a la hora de elegir al comentarista que debía llevar el punto de vista británico a sus oyentes indios, la BBC no tuvo el menor empacho en contratar a Orwell. Ni tampoco nosotros debiéramos tenerlo a la hora de hablar de Orwell, a setenta y cinco años de la Guerra civil española, dejando de lado lo que seguramente será archirrefrito de nuevo en todos los tonos: suHomenaje a Cataluña. Dediquemos, pues, nuestra atención, a su faceta como radiofonista, que es casi inédita en castellano.
George Orwell como Brigadista Internacional en España, con la milicia del POUM en el frente de Aragón. Orwell es el más alto entre las figuras de pie |
Hay que entender bien que en esos momentos, y mientras se estaba desarrollando la batalla del desierto, en tierras libias y egipcias, el interés político de Londres tenía uno de sus centros de gravedad en el canal de Suez, que garantizaba el tránsito entre Inglaterra y la India sin tener que dar la onerosa vuelta por el Cabo de Buena Esperanza. La batalla entre Rommel y Montgomery en El Alamein se libraba ante ese telón de fondo. Y al mismo tiempo no conviene olvidar que para el movimiento independentista indio, acaudillado por Gandhi, la derrota de Gran Bretaña ante Hitler –por muy monstruoso que eso nos pueda parecer ahora– sería bienvenida a la hora de negociar. La combinación de ambos datos cae por su propio peso.
Es en este contexto donde debemos ubicar la emisión de un programa especial de la BBC destinado al subcontinente asiático, con George Orwell ejerciendo de comentarista, para contrarrestar la propaganda que se hacía desde Berlín y Tokio azuzando el nacionalismo indio.
Y la fortuna ha hecho que se conserven cuarenta y nueve de sus sesenta y cuatro posibles textos, habiéndose además documentado que los que faltan se deben a enfermedad o vacaciones de Orwell. La fortuna mayor es que esos textos se conservan en su estado original, como Orwell los escribió, y con los cortes de la censura interna de la BBC, como por ejemplo este párrafo eliminado: “Es característico que las tropas del Eje en África se compongan primordialmente de italianos, mientras que los rangos superiores se encuentran firmemente en manos alemanas. Ello pone en claro cuál es la relación que existe entre ambos Estados, Alemania e Italia: en esencia se trata de una relación entre un señor y un criado.”
He dicho la censura interna de la BBC y me expresé mal. En el terreno de la emisión con fines de propaganda política, la BBCestaba sometida al control de una subcomisión del Overseas Planning Committee, que regularmente hacía llegar a la emisora las directrices oficiales en materia de información. En una de ellas, que tengo a la vista, se dice claramente que los redactores encargados de noticiar actividades de Gandhi tenían que priorizar “a) comentarios críticos a su respecto, de los propios indios o bien de rusos y de americanos, etc., o b) comentarios positivos sobre su persona de parte de los japoneses y de otros medios de propaganda enemigos”. En esa misma directriz se recomienda a los redactores que presenten a Gandhi como “un pacifista retrógrado y un petainista”, o sea, un colaborador con los nazis.
Basta con este texto del Overseas Planning Committee para entender por qué Orwell terminó abandonando su bien remunerado trabajo en la BBC, a pesar de que, escritor de raza como era, siempre lograba saltarse entre líneas las barreras de la censura. Pero lo más importante es que una lectura detallada de sus cuarenta y nueve comentarios, con los trechos censurados, nos da la pista de cómo imaginó el lenguaje desfigurador de la realidad y de la Historia que es el arma más poderosa en manos del Big Brother, el dictador omnímodo de 1984. Y eso debería darnos qué pensar, porque no lo aprendió en Radio Moscú, ni en Radio Pekín, ni en Radio Habana Cuba. Sino en la BBC, cuyas dos primeras siglas –¡qué curioso!– coinciden con las del Big Brother.
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