Claudia Gómez Haro
entrevista con Octavio Fernández Barrios*
–La muestra Joseph Beuys. La revolución somos nosotros que se presenta en el Museo Nacional de la Estampa, ¿tiene alguna relación con su 25 aniversario?
–Sí, ha sido una planeación muy cuidadosa para hacer coincidir el aniversario 25 del fallecimiento de Joseph Beuys y la celebración por los 25 años de vida del munae. Es un museo muy joven, que se crea por la necesidad de albergar, proteger y difundir la Colección Nacional de Estampas. Esto es de suma importancia en una nación con una tradición gráfica extraordinariamente rica.
–¿Por qué la relevancia de presentar a Joseph Beuys en el Museo Nacional de la Estampa?
–Como es bien sabido, la misión y vocación del munae está definida por la disciplina de la estampación, sin restricciones geográficas o cronológicas. La disciplina de la estampación, desde la calcografía hasta la digital, tiene una vitalidad interna asombrosa y una presencia significativa en la estética contemporánea. La reflexión se centra sobre los materiales de la matriz y del soporte; en los procedimientos técnicos tanto tradicionales como de las nuevas tecnologías, y en los contenidos del fenómeno estético. La muestra “Joseph Beuys. La revolución somos nosotros se compone de una selección de 203 estampas pertenecientes a la colección Bonotto, que es una de las principales colecciones privadas de Europa sobre fluxus y poesía concreta. Siendo Beuys la principal figura de fluxus, está muy bien representado dentro de la misma. Para esta exposición se hizo una curaduría muy precisa, atendiendo a los contenidos de la obra, a la especificidad técnica de la estampación y al mensaje que estamos tratando de comunicar. Beuys sabía que el acceso del gran público a unperformance o una instalación es limitado, por ello necesitaba un medio más ágil, con canales de circulación más fluidos, que cumpliera las funciones de comunicación y difusión, lo que encontró ampliamente en el formato del cartel.
Esta capacidad de multiplicación de la obra es sumamente apreciada por Beuys, coincidiendo con el ideal democrático de Walter Benjamín, que el arte esté al alcance de todos los hombres y, de esta manera, unir utopía social y utopía estética como un “Manifiesto” de igualdad y fraternidad. Joseph Beuys buscó ampliar el concepto del arte utilizando repertorios, materiales y procedimientos inéditos en la historia del arte. No obstante, la técnica y el soporte material de la obra carece de importancia por sí mismo. Beuys expresó con mucha claridad que sólo importa la materia en cuanto sirve como un medio de comunicación, como un medio para establecer un diálogo, un vínculo entre los hombres. La obra atiende a una estética procesual y documental, que centra su interés en el proceso creativo y en la construcción conceptual de la imagen, restando con ello importancia al objeto acabado, orientado en contraposición a criterios tradicionales, donde se valora una obra a partir de la materia constitutiva o de la técnica. Desafortunadamente, esta escala de valores sigue operando en grandes sectores de la población. Es así que la estampa, y en general las artes gráficas, llegan a ser absurdamente menospreciadas. En primer término por utilizar el papel como soporte, en segundo lugar porque se les considera reproducciones, cuando en realidad se trata de un original, o varios originales de una misma obra.
–¿No es un poco contradictorio restar importancia al medio cuando el manifiesto ha sido una estrategia sumamente relevante desde los inicios del arte moderno?
–¿No es un poco contradictorio restar importancia al medio cuando el manifiesto ha sido una estrategia sumamente relevante desde los inicios del arte moderno?
–En realidad no. Es cierto que el manifiesto, como un postulado teórico de principios, es uno de los principales instrumentos de las vanguardias artísticas del siglo xx. Es más, Beuys se inserta en una tradición aún más antigua del manifiesto: en la tradición alemana. Hay que recordar que un manifiesto alemán, en formato de cartel, sacudió profundamente a Occidente; me refiero a Las 95 tesis, de Wittenberg de Martín Lutero. No obstante, con la ampliación del “concepto del arte”, Beuys señala que el arte no es propiamente un objeto, que no es un bien de consumo elitista, e incluso, que el arte no es un artículo para un museo o una galería. No piensa el arte como propiedad individual sino como un bien común. Entiende el arte como un compromiso estético, pero sobre todo un compromiso social y un compromiso ambiental.
–¿Quién realiza la curaduría de la muestra?
–La curaduría fue realizada por Antonio d’Avossa, historiador, teórico y catedrático de arte contemporáneo en la Academia de Brera, en Milán. Realizar el proyecto con Antonio fue muy importante, no sólo porque la curaduría fue concebida por uno de los grandes especialistas en el tema, sino que Antonio fue amigo y colaborador de Beuys. En 1974 D’Avossa fue invitado a colaborar en un proyecto de Beuys; desde ese momento se formaron lazos que perduraron hasta la muerte del artista. Esto cobra importancia, pues siendo un artista extraordinario, con un mensaje extraordinario, los aspectos técnico museográficos toman especial relevancia, como el en-marcado, la transportación, distribución de obra y montaje en salas. El proceso curatorial fue muy cuidadoso en seleccionar obras específicas para este proyecto. La revolución somos nosotros nos habla de una revolución, no armada sino pacífica, una revolución intelectual y espiritual, una revolución de las conciencias. Igualmente habla de que la revolución no sólo está en los demás, sino en cada uno de nosotros. Es decir, no debemos delegar esta responsabilidad a una clase política o intelectual. La revolución es un compromiso de todos y cada uno de nosotros. Es, en principio, hacernos realmente conscientes de que vivimos en comunidad, de que ser ciudadanos nos compromete a respetar el célebre contrato social, a responsabilizarnos sobre el bienestar del otro.
–¿Se puede entender la exposición como una retrospectiva?
–Estamos presentando 203 obras, que abarcan desde 1964 hasta 1986, año en que muere Joseph Beuys. En esta muestra se encuentran las principales obras, pero más allá están descontextualizadas. Esta muestra nos puede dar una visión completa y profunda de sus postulados.
–¿Van a realizar otras actividades en torno a la exposición?
–En principio ya se han presentado conferencias magistrales en importantes instituciones académicas, como Casa Lamm y el Tecnológico de Monterrey; se tienen programados foros de discusión con críticos, académicos y artistas en el munae.
Beuys en el performance 7000 Robles. Foto: www.zakros.com |
Aunado a esto tenemos contemplado un programa llamado Sembrando semillas, en referencia a la obra de los 7000 Robles que Beuys presentó enDocumenta en Kassel. La obra de Beuys consistió en plantar 7 mil robles, cada roble acompañado de una enorme piedra. Con el transcurso del tiempo la piedra va desgastándose y el árbol creciendo, simbólicamente la vida va cobrando importancia frente a la materia. Para conseguir los fondos necesarios del proyecto, el árbol y su plantación, se adquiría una especie de certificado. Solamente un certificado por persona, con esto se garantizaba la participación de la comunidad, 7 mil robles representan el compromiso de 7 mil personas. Beuys lo plantea como una escultura viva, como un compromiso social y ambiental. En nuestro interés por lograr la continuidad de esta obra, es vital la vinculación entre instituciones. La intención final es multiplicar esta acción. Queremos ayudar a plantar quinientos árboles en distintas secciones del Bosque de Chapultepec y en algunas delegaciones que cuentan con los espacios apropiados. Es necesario recordar dos conceptos fundamentales de Beuys: la plástica social y que cada hombre es un artista. La plástica social se refiere a que la gran obra de arte es la sociedad misma. El mayor capital de la humanidad, decía Beuys, no es la riqueza o el poder, es la mentalidad, la capacidad humana para trasformar el mundo.
Cuando dice: “Cada hombre es un artista”, no significa que todos los hombres puedan pintar o esculpir. Se refiere a que todos tenemos la capacidad mental, el potencial creativo para trasformar a la sociedad en un espacio de convivencia fraternal. Se puede ser un artista desde cualquier rama del conocimiento y desde cualquier actividad que realicemos. Para ello estamos uniendo esfuerzos en un proyecto estético con diversas instituciones comprometidas con el desarrollo social; escuelas de formación artística del Instituto Nacional de Bellas Artes, universidades públicas y privadas para integrar el voluntariado; instituciones comprometidas con la protección del medio ambiente, como el Bosque de Chapultepec, la Procuraduría Ambiental y de Ordenamiento Territorial; muy especialmente escuelas de nivel pre-primaria y primaria para que sea la comunidad infantil quien realice la plantación. El programa se llama “sembrando semillas” aludiendo no sólo a sembrar semillas en la tierra, sino a sembrar semillas en el corazón de los hombres, de los niños. En este sentido, aparece otro concepto fundamental de Beuys: proteger la flama. Poco antes de morir, Beuys recibe el prestigiado reconocimiento Wilhelm Lehmbruck, y en su discurso hace mención de una emoción muy particular que le producía contemplar la escultura de Lehmbruck, de quien era un profundo admirador desde los diecisiete años. La escultura de Lehmbruck lo inspira hacia un “concepto ampliado de arte” y de “plástica social” (el termino alemán plastik significa plástica y escultura). Noción que lo lleva a pensar que todo es escultura, que todo puede ser modelado, incluso la sociedad misma. El arte, mediante la práctica comunitaria, puede modelar las estructuras sociales. Proteger la flama es una especie de relevo generacional, “Protege la flama –decía Beuys– porque si no se protege, antes de que nos demos cuenta, la apagará el viento”, es un compromiso por renovar la dinámica social en beneficio de todos.
–¿Por qué la referencia al número cinco, a los cinco árboles en la primera plantación y a los quinientos restantes?
–Los cinco árboles surgen de una formación en referencia a la cruz griega, el centro y cuatro extremos iguales. Esta cruz aparece frecuentemente en la obra de Beuys como símbolo de la emergencia, de la urgencia de concientizarnos. En segundo lugar, dentro de nuestro contexto, el centro y los cuatro puntos cardinales es un referente sumamente importante, basta recordar que bajo este principio se estableció la antigua Tenochtitlán.
–Un proyecto que involucra a instituciones educativas y ambientales, y tantos elementos no propios al ámbito artístico, ¿lo podemos seguir entendiendo como un proyecto estético?
–En efecto, se puede, si entendemos el arte como una actividad integral para el desarrollo de la sociedad. Es la respuesta a un antiguo cuestionamiento sobre la utilidad del arte y la importancia de las instituciones culturales. Ya lo señalaba Aristóteles y Beuys lo confirma: el arte sirve para mejorar a los hombres y, en esta medida, mejorar a las sociedades. Es una tarea titánica que no puede cumplir otra disciplina del quehacer humano. El derecho puede generar un marco legal para evitar que nos destrocemos unos a otros, la ingeniería puede brindarnos la infraestructura para el resguardo de nuestra integridad física, la medicina puede extender nuestra presencia biológica, y la economía nos puede otorgar bienestar material, pero es el arte el que apunta al mejoramiento integral de la especie.
–¿Hasta cuándo se presentará la muestra en el Museo Nacional de la Estampa?
–En principio hasta el mes de junio, pero estamos conformando una ruta para itinerar la muestra. Joseph Beuys: la revolución somos nosotros es un proyecto que ha implicado una larga y laboriosa gestión. Luigi Bonotto, dueño de la colección, estuvo en México para la presentación del proyecto, después de conocer nuestra forma de trabajo y los estrictos criterios para el manejo de obra del instituto, nos ha brindado su confianza y dejado su colección en nuestras manos con el objetivo de presentarla en distintas sedes en México.
*Director del Museo Nacional de la Estampa
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