Friday, May 04, 2007

El violín, arma de Don Ángel Tavira



Todo asunto que atañe a la sociedad podría y debería tratarse en el cine. El propósito de este arte no es sólo hacernos soñar despiertos sino, sobre todo, hacernos conscientes de nuestros sueños, los mismos que todos tenemos: una sociedad más justa, más abierta, un mundo plenamente disfrutable.

Un ejemplo de cine deseable, del mejor cine que se ha hecho en México, es El violín. Por ello ha merecido una notable serie de premios en los más prestigiados foros cinematográficos. Una obra maestra que se conoció antes en el extranjero que en México, donde se filmó.

El cine es un vehículo extraordinario para que todo un país se conozca y se reconozca, para que perfeccione su vida en todos los órdenes. Esa es la razón por la cual en Proceso queremos y respaldamos un cine sin anteojeras, un cine que no se vea constreñido, para su producción ni para su distribución o exhibición, por censuras políticas ni económicas, un cine libre de restricciones que no sólo podamos ver, sino en el que podamos vernos.

Que sea El violín la película que acabe de una vez por todas con el miedo de saber quiénes y cómo somos.Proceso.

Finalmente se exhibe en salas mexicanas la esperada película El violín, protagonizada por Ángel Tavira, octogenario músico y campesino guerrerense cuya actuación como Don Plutarco conquistó galardones en festivales de Cannes y Brasil el año pasado. Considerada obra maestra del cine político nacional, es el primer largometraje de Francisco Vargas Quevedo y en total ha recibido 34 premios internacionales. Ambos, actor y cineasta, hablan acerca del estreno de la película promocionada y distribuida por Canana Films con el semanario Proceso.

De manera natural y espontáneo, don Ángel Tavira (así se refieren a él por respeto), de 82 años de edad, expresa: “Me gustaría que los indígenas vieran la película El violín y puedan defenderse…”.

Hace casi un año obtuvo el premio al mejor actor en la sección Una cierta mirada del 59 Festival Internacional de Cine de Cannes por El violín, ópera prima del mexicano Francisco Vargas Quevedo. Y el hecho de que la cinta ya esté en la cartelera mexicana, promocionada y distribuida por Canana Films y Proceso desde el pasado viernes 27 de abril (ver recuadro), le causa emoción.

En el largometraje de ficción –de cuyo guión también es autor Vargas Quevedo–, don Ángel protagoniza (sin haber estudiado actuación) a don Plutarco, un músico y campesino participante en una guerrilla que planea levantarse en armas contra su gobierno (Proceso 1541 y 1577).

Desde que hace dos años fue apoyada con el galardón SIGNIS y el de Casa de las Américas para su producción, y posteriormente escogida en 2006 en el Festival de Cannes, Francia, el filme ha obtenido 34 premios, la mayoría internacionales, y don Ángel Tavira confiesa estar sorprendido porque nunca pensó que El violín “iba a gustar y a tener éxito fuera de México”. Agrega al instante con peculiar voz áspera:

“De verdad, me siento contento.”

Aunque no se extiende en sus respuestas, aprovecha cada que puede durante la entrevista (realizada en el hotel Catedral del Centro Histórico de la Ciudad de México) para recomendar el filme, “ya que tiene buen contenido”.

–¿Por qué participó en la película?

–Porque casi es la vida en algún lugar o país de nuestro continente. Además, siempre estoy con la razón…

“Sufren más los pobres”

Don Ángel Tavira nació el 3 de julio de 1924 en Corralfalso, Guerrero.

Es descendiente directo de una importante estirpe de músicos populares, iniciada por su abuelo J. Bartolo Tavira hace ya cerca de dos siglos. A los seis años de edad empezó a tocar el violín y en poco tiempo se convirtió en virtuoso ejecutante.

Pero a los 13 años su vida cambió cuando tuvo un accidente y perdió la mano derecha. Sin embargo, se recuperó rápidamente y siguió con lo que más le importa en la vida: la música.

Platica que ha sido “mil usos”: orfebre, campesino y maestro de música. A los 60 años estudió notación musical en el Conservatorio de Morelia y comenzó a dedicarse a rescatar la música de su pueblo.

–¿Le gusta cómo son presentados el ejército y los guerrilleros en El violín?

–Sí. Son casos que se pueden considerar reales. Esas cosas han sucedido no sólo en mi estado, sino en varias partes de la República. Me parece bien que se hable de la guerrilla y que se refleje lo que es el Ejército. Es bueno que se aborde cuando las autoridades se portan mal, para que sepan que lo que hacen a veces no está bien. También es bueno que el pueblo se dé cuenta de que hay formas de inconformarse con la situación.

“Me gustó cómo se muestra el sufrimiento del pueblo. Nunca se había externado así en una película. Con eso hacemos pensar a las autoridades que se portan mal que deben ser más verticales, más rectas.”

–¿Ha conocido usted a algún guerrillero?

–No. Sólo he escuchado de ellos, como Lucio Cabañas. Lo conozco, pero en fotografía.

–¿Qué opina del Ejército de México?

–Hay ciertas jerarquías, ciertas disciplinas, y obedecen; entonces, realizan actos que no están bien.

–El Ejército Mexicano hace pública su lealtad a los presidentes y ahora a Felipe Calderón, ¿usted qué opina al respecto?

–El Ejército debe cuidar al pueblo. El presidente de un país también tiene que cuidar al pueblo. Su gobierno debe estar más a favor del pueblo.

Aunque añade:

“Por desgracia, cuando ha habido algún suceso del pueblo con el gobierno, la población es la que siempre la paga. Los pobres son los que más sufren. Debe haber más cuidado para tratarlos, los ricos no lo necesitan.

–¿Cree que la única solución es levantarse en armas?

–La verdad… –duda y enseguida responde–, de alguna manera hay que protestar… Para que se comporte mejor el gobierno, para que realmente sea democrático.

–A usted, ¿qué es lo que le gustaría decirle al público?

–Con El violín hay que sacar conclusiones. Tiene situaciones reales. Hay que protestar siempre contra la injusticia y no tener miedo. Además, todos los movimientos que han surgido en algún país son por las necesidades y sufrimientos del pueblo. Todas las revoluciones las ha hecho la gente pobre.

Cannes en la memoria

Su acercamiento con el cine fue a partir del documental Tierra caliente… se mueren los que la mueven, documental de Vargas Quevedo que retrata la vida de don Ángel Tavira:

“Después del cortometraje El violín, Francisco me preguntó si quería participar en la película y le dije que sí.”

–¿Qué sintió cuándo vio la película por primera vez?

–Aún siento que soy partícipe del pueblo, de los que sufren, de los que no tienen justicia, en fin. Al verla sentí cierta satisfacción y un poco de sorpresa. A pesar de no haber estudiado actuación, creo que salieron bien las cosas.

–Es la primera vez que actúa, ¿se le dificultó protagonizar la película?

–No. No fue difícil. Para mí fue como si me pusiera a platicar con alguien frente a frente. No sentí que estaba actuando. Como que estaba participando de lo que es la vida real. Mi manera de comportarme fue natural, como yo soy.

–¿Se aprendió los diálogos del guión?

–¡Sí, y además me dijeron que podía decir lo que quisiera de acuerdo con la historia!

–¿Ensayaba sus diálogos antes de filmar las escenas?

–No. Nada más me dieron un guión y lo leí. Hay muchas cosas que salieron voluntariamente, de mí, y me dijeron que estaban bien. Que ahí se quedaban.

Con El violín ha viajado a Cannes y a Brasil, país en donde la cinta participó en el 34 Festival de Cine de Gramado y en la 30 Muestra de Cine en Sao Paulo; en el primero obtuvo premios como mejor película latinoamericana; de la crítica, a la mejor cinta; del público, al mejor guión, y en ambos, al mejor actor.

Entre los múltiples galardones se cuentan los recibidos en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, España (2005 y 2006), así como en el 47 Festival Internacional de Cine en Tesalónica, Grecia (2007), donde mereció el premio de los Valores Humanos que otorga el Parlamento Helénico.

Y aunque en certámenes de lengua francesa lleva varios triunfos (Chateney-Malabry, Cinéma de la Música y Québec), don Ángel guarda en su memoria un especial cariño a Cannes:

“Al terminar la proyección de la película y cuando se encendieron las luces, alguien me fue a dar un beso, todos se pusieron de pie y aplaudieron. Pienso que al pueblo le caen muy bien esos temas.

–Actuó sin cobrar un quinto, ¿verdad?

–Sí. No me ha tocado nada todavía. El director me dijo una vez que si él ganaba, yo también.

Y bromea:

“Espero que cumpla eso.”

–¿Le agrada que se muestre su gusto por tocar el violín?

–Sí. Claro, claro…

–En la historia usted da varios mensajes, don Ángel, por ejemplo, que todo llega a su tiempo, ¿por qué lo mencionó?

–Cuando surgen algunas cosas malas, hay que tener paciencia para esperar lo bueno.

–¿Le han ofrecido otra película?

–Todavía no. Sí me gustaría hacer otra.

Sonriente, finaliza con otro chascarrillo:

“A ver si doy el ancho…” (Proceso

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