Cada vez somos más los que creemos que otro mundo es posible ! Las formas de comunicación son importantes en estos aciagos tiempos. Hagamos del ingenio y de la inteligencia un instrumento de lucha para construir un mundo nuevo.
Friday, May 18, 2007
Santiago Creel Miranda
René Zúñiga
¿ Quién no recuerda a Santiago Creel como Consejero Ciudadano del Instituto Federal Electoral ? de meteórica carrera política bajo la tutela del panismo, pasa a ser Secretario de Gobernación donde pudo observarse a un Santiago arrogante, poderoso, romántico; ya que en sus correrías junto al transa de Fernández de Cevallos echaban novio en parejas, claro, cada quién con la suya, incluso, fueron promotores de la carretera del amor, justo para acudir por aquellas tierras de Jalisco a visitar a unas respetables damitas que enamoradas de encumbrados azules solían aparecer en fotos elocuentes en páginas de la sociedad jalisquilla.
Su gestión como encargado del despacho de la política foxista fue más bien gris, ya que el prestigio obtenido en buena lid, se dilapidó en unos cuantos meses; como resultado de esta debacle, Creel Miranda fue derrotado por un Felipe Calderón en las internas panistas a pesar de contar con el apoyo del botudo presidente.
Senador de la República como premio de consolación, Santiago Creel volvió a los escenarios en recientes semanas manifestado su veldad, en relación a la ya tan mencionada ley televisa que con su dicho corroboró lo que todo mundo sabía, por convenir así a la nomenklatura panista y favorecer al espurio en pleno proceso electoral, se aprobó en la Cámara de Diputados por unanimidad y en el Senado bajo serios cuestionamientos de gentes como Javier Corral –activo ético del panismo-, y otros que promovieron ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación la inconstitucionalidad de dicha ley, sin embargo, hay un candente debate sobre la motivación del buen Santiago en la denuncia de que fueron presionados para la aprobación al vapor de dicha ley. No hay que olvidar que Creel Miranda firmó sin reparo alguno la ley que quitaba al gobierno el tiempo que tenía en radio y televisión para beneplácito de los monopolios que explotan los espectros de radio y tv. No hay de otra: sospechosismo puro.
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