John M. Ackerman
Columnista Invitado
Académicos y políticos debaten en Yale si la democracia mexicana avanza o retrocede
Reforma/Enfoque
Cuando hace dos años, en marzo de 2005, mi padre y yo publicamos un artículo en el New York Times dando a conocer al mundo la torpe aventura política del desafuero, una colega de la institución donde en ese entonces laboraba me paró en seco en el pasillo para acusarme de haberme vendido a López Obrador. Tiempo después en septiembre de 2006, Irma Eréndira Sandoval y un servidor criticamos desde la tribuna de Los Angeles Times la negativa del Instituto Federal Electoral para permitir acceso a las boletas utilizadas en las pasadas elecciones presidenciales. Nos preguntábamos sobre lo que estaría escondiéndose realmente dentro de esos paquetes como para ameritar una violación tan evidente a la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública. "Irresponsable", "pejista", "ridículo" y "ocurrente" fueron algunos de los calificativos que en esta ocasión algunos colegas me dispensaron.
Pareciera que en el México de hoy el liberalismo convencido, la defensa de la igualdad ante la ley y la lucha por la justicia social son atributos partidarios e irresponsables. ¿En qué mundo vivimos cuando la denuncia de la utilización política de la ley y la exigencia de un régimen de transparencia y rendición de cuentas ameritan descalificaciones de tan fácil factura? Este no es sino un síntoma más del grave estado del debate político e intelectual en nuestro país.
Como bien lo ha señalado Ian Shapiro, la esencia de la democracia es la competencia y la conflictividad pacífica. No hay nada más peligroso que un consenso falso impuesto por la fuerza o el engaño. Tales situaciones únicamente maquillan durante un tiempo las divisiones reales que existen en cualquier sociedad y terminan por empeorar a la política.
La histórica reforma electoral de 1996 no emergió espontáneamente desde la tranquilidad de una serie de reuniones entre tecnócratas y académicos, sino que se forjó al calor de conflictos sociales de diverso signo como el levantamiento zapatista, la crisis económica y el movimiento cívico de los deudores. Si hoy una nueva reforma electoral de la magnitud como la ocurrida en 1996 se sucediera, sería sin duda consecuencia de la gran efervescencia social que caracteriza nuestro país en la actualidad.
Dado que estamos convencidos de que el debate público es la sangre vital de la democracia, la doctora Susan Stokes y un servidor, representando la Universidad de Yale y el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, respectivamente, hemos organizado este próximo 1o. de mayo un debate histórico con algunos de los analistas políticos y actores públicos más importantes de México. El seminario internacional "The State of Mexico´s Democracy: Obstacles to Consolidation" tendrá lugar en el Luce Auditorium de la Universidad de Yale en New Haven, CT, USA desde las 13:00 hasta las 19:00 horas. El seminario entero se proyectará vía internet desde las 13:00 horas en México en el sitio www.yale.edu/macmillan/mexicosdemocracy.
En la primera mesa, sobre "Certezas, dudas y aprendizajes de las elecciones del 2006" tendremos tanto la intervención del ex magistrado Jesús Orozco, quien participó en la calificación de la elección presidencial, como las opiniones de Sergio Aguayo, Gustavo Vega y un servidor. En la segunda mesa, sobre "Los primeros meses de Calderón y el futuro de la oposición política" contaremos con la participación del doctor Héctor Fix-Fierro, Director del Instituto de Investigaciones Jurídicas, así como de Irma Eréndira Sandoval, Denise Dresser, Lorenzo Meyer y Leo Zuckermann. En la tercera mesa John Coatsworth de la Universidad de Harvard, discutirá "El Estado de la Democracia en México" junto con Manuel Camacho Solís, Esteban Moctezuma y Demetrio Sodi.
La preguntas que les hemos planteado a todos los participantes son: ¿La democracia en México sigue avanzando o ha tomado un paso definitivo hacia atrás? ¿Las instituciones y los actores políticos están cumpliendo con sus roles dentro de un sistema democrático de derecho o por el contrario los han estado saboteado deslealmente? ¿Hasta qué punto hay continuidad con prácticas del pasado autoritario? ¿Como se podría romper esta continuidad? Cada participante ofrecerá su propia lectura de los acontecimientos del 2006, la coyuntura actual y las perspectivas futuras. En la diversidad y el debate permanente encontramos la riqueza de nuestra joven democracia, felizmente todavía viva, vigorosa y vibrante.
El autor es investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas, doctor en Sociología Política por la Universidad de California-Santa Cruz y presidente adjunto de la Asociación Internacional de Derecho Administrativo.
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