Monday, June 29, 2009

José Emilio, un referente de vida

El titular de la SEP entregó la medalla del instituto al escritor, por su 70 aniversario

En cálida ceremonia, Bellas Artes distinguió a José Emilio Pacheco

El mérito no es mío, sino de los lectores y lo que encuentran en mis libros, dijo el poeta

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En la imagen, atrás, Elena Poniatowska, Margo Glantz, Vicente Quirarte, quien moderó el acto, y Carlos Monsiváis; al frente, el poeta Enrique González Rojo; Consuelo Sáizar, presidenta del CNCA; el titular de la SEP, Alonso Lujambio, y José Emilio Pacheco, quien muestra al público el diploma que recibióFoto María Luisa Severiano
Merry MacMasters

Los festejos por los 70 años de José Emilio Pacheco –los cumplirá el martes 30– vivieron ayer una de sus más emotivas jornadas con un par de actividades, entre ellas un acto en donde el poeta, narrador, ensayista, periodista, guionista y traductor recibió la medalla Bellas Artes de manos del titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), Alonso Lujambio, en presencia de Consuelo Sáizar, presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA), y Teresa Vicencio, titular del Instituto Nacional de Bellas Artes.

Cuando se anunció la presencia de Lujambio se oyó una leve protesta en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. Al tomar la palabra, el funcionario dijo: si los jóvenes alemanes tenían a Herman Hesse, los jóvenes mexicanos teníamos a José Emilio Pacheco para iniciarnos en la lectura de la novela. En su caso personal, dijo, de adolescente, un amigo le prestó el libro de poemas No me preguntes cómo pasa el tiempo, del homenajeado.

En referencia a los honores recibidos, Pacheco llamó una gran paradoja que en estas semanas de violencia y odio haya habido un despliegue de generosidad como nunca había visto en México. Insistió, no obstante, que el mérito no es de mi persona, sino de los libros y lo que sus lectoras y lectores han visto en ellos, muchas veces para asombro de su autor. A veces, uno olvida que todo esto es posible gracias a que los libros existen en una materialidad que los sustenta. En mi caso, estoy aquí gracias a Editorial Era, que durante casi medio siglo me ha permitido seguir existiendo en la página impresa.

Amigos, colegas y admiradores

Para el acto al mediodía, el público empezó a formarse afuera del Palacio de Bellas Artes antes de que abriera sus puertas, a las 11. Era de imaginar que la Sala Manuel M. Ponce se vería rebasada en su cupo, de modo que en el primer piso se instaló una pantalla grande y sillas. El homenaje también se transmitió por el sistema electrónico permanente del recinto.

Fue un público de amigos, colegas y admiradores: Vicente Rojo, Bárbara Jacobs, Eduardo Lizaldi, Fernando González Gortázar, José de la Colina, Marie José Paz, Enrique González Rojo y Federico Campbell, entre otros. Carlos Monsiváis, inclusive, comenzó su intervención con un saludo enviado por Sergio Pitol, quien “está en favor de los homenajes a nuestra generación. Dice: ‘que nos despidan bien’. Espero que falte para esta despedida”.

Éste, dijo Monsiváis, es un homenaje a un escritor que sin protagonismos, aunque no sin personaje poético, ha sostenido por más de medio siglo su compromiso con la literatura. Al referirse a la relación de Pacheco con las tradiciones: la nacional, las internacionales, los variantes, los cambios de la nacional y de las internacionales, y su decisión que sea también la ruptura, como insistió Octavio Paz, otra tradición, y el placer por la memoria, al recitar versos, poemas y fragmentos.

Monsiváis relató el día que conoció a Pacheco, que fue notable por la cantidad de versos que emitimos, desde luego los aprendidos en educación primaria, que supongo ya no circulan. La educación primaria, sí, esos versos, no, señor secretario.

Cuando Monsiváis dijo no he conocido a nadie que tenga esta retentiva, Pacheco lo interrumpió: ¿la mía? Su colega le recordó: Este es un homenaje, no una sesión de autocrítica. Para entonces las risas estaban a flor de boca, se había roto la solemnidad del acto.

De acuerdo con Monsiváis, la devoción por la poesía luego entró ya en cierta desesperanza, al ver primero cómo se extinguía la memorización en las escuelas. El licenciado Echeverría decidió que en lugar de la memorización que estupidizaba, procedía la gramática transformacional, que no he llegado a entender todavía, pero que supongo los maestros y los alumnos de esa etapa habrán gozado y les permitirá su actitud binaria ante la política.

La periodista y narradora Elena Poniatowska habló de lo que significa el homenajeado para la juventud: Los jóvenes se arrodillan ante José Emilio Pacheco. Los jóvenes lo quieren porque es uno de ellos: es la voz de la tribu. Es asombroso que un hombre que no sale, que no hace vida social, que rechaza figurar, tenga esta respuesta multitudinaria. También, porque no está satisfecho, no se cree, al referirse al afán de Pacheco por rescribir sus textos, ya que no puede dejarlos como están.

Humildad legítima

Los jóvenes lo quieren porque es un poeta con vocación de servicio. Después de conocerlo desde hace 50 años he comprobado que su humildad y modestia son verdaderos. Desde el fondo del alma, José Emilio es un niño bueno, expresó Poniatowska.

Margo Glantz hizo votos por que se haga una edición de la columna Simpatías y diferencias de Pacheco, publicada en la Revista de la Universidad, que José Emilio no les vuelva a meter mano, y que se la entreguen en este mismo Palacio de Bellas Artes dentro de cinco años en que gloriosamente cumplirá sus 75, él o los volúmenes editados, junto con otra medalla de oro.

La estudiosa española Francisca Noguerol, quien tiene a su cuidado hacer una antología de la poesía de Pacheco para la entrega del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, explicó por qué tardó tanto en recibirlo si estaba postulado por lo menos desde hace 12 años: Era demasiado joven y sigue siendo de los autores más jóvenes que lo han recibido, porque es un premio a la trayectoria de toda una vida.

Al terminar el acto, varios de los presentes le cantaron Las Mañanitas.

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