Sunday, June 07, 2009

¡Tengan su democracia!

A la Mitad del Foro

¡Tengan su democracia!

León García Soler
Foto
Conferencia de prensa de Germán Martínez, presidente del CEN del PAN, sujeto de efímera fama y vanidad perdurable en el edificio central del partido, en noviembre de 2008Foto Luis Humberto González

En elegante salón de Palacio Nacional se reunieron los integrantes del Consejo Nacional de Seguridad Pública. Ausentes los representantes del Poder Legislativo, prueba de la sutil diferencia entre separación y división de poderes. Protestó alguno de los fugaces presidentes pro tempore del hoy tripartita, intemporal cuerpo de gobierno de las cámaras del Congreso de la Unión. Ausente, ostensiblemente ausente, el espíritu federalista del Constituyente. De pactos, ni hablar. Trastocado el poder constituido, el del viejo cesarismo vuelve por sus fueros empuñando las armas y ondeando fascios de falangista talante.

Al otro lado del espejo y a pesar del denso ambiente, ríspido y con el desaliento adornado por la desconfianza, los sedicentes asesores del vuelco siembran tempestades a modo de denuncias filtradas y operativos ejecutados para poner bajo arraigo a los poderes recién restaurados de los gobernadores de estados libres y soberanos que a duras penas han saboreado el señorío de poderes reales sobre espacios reales. En Guanajuato, en la hacienda de San Felipe, se yergue el monumento a la estulticia bajo el nombre de Centro Fox, donde los expertos en la transustanciación de democracia en oligarquía, de la razón de Estado en oligofrenia, capacitan operadores electorales, y los modernos cibernautas diseñan campañas para poner patas arriba la exigencia de sufragio efectivo y promover el voto nulo.

Con razón resuena en el salón de plenos de Donceles la corta, tajante, definitoria frase de Fernando Amilpa en respuesta al entusiasmo panista con las elecciones democráticas celebradas en Cuba: Señores del PAN: ¡Tengan su democracia! Y la mano izquierda abierta resonó con el golpe de la diestra con el puño cerrado y el índice enhiesto en el signo lépero de indudable eficacia. Eran los años del medio siglo XX y el PRI era tierno engendro del PRM, hijo de Cronos en trance de devorar a su progenitor. Años idos, negados por el alto vacío y, paradójicamente, por el panismo que pedía democracia entonces y siguió tozudamente la búsqueda del poder por la vía legal. Hasta que se hizo de él. En estas elecciones de medio sexenio, los propagandistas de la reconquista presentan una joven abuela que habla del pasado como Germán Martínez: No, hija, en mis tiempos las mujeres no votábamos.

Más de 100 años de edad debería tener la abuela del espot. Porque en 1953 se aprobó la reforma de ley que otorgaba a las mujeres mexicanas el derecho a votar y ser votadas. Despachaba en Palacio Nacional Adolfo Ruiz Cortines, el viejito, según sus adversarios, quien tenía 60 años cuando tomó posesión del cargo de presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. Ni modo, eran del PRI los que hicieron posible que votaran la no tan viejita abuela del espot y el resto de las mexicanas. Años antes de que pudieran hacerlo las mujeres de Suiza, la tierra de Guillermo Tell y de los duendes de Zurich. En 1997, Porfirio ensayó el pluralismo mayestático; el año 2000 vino el vuelco, y con el impulso del patético voto útil vino Fox y el sufragio efectivo alumbró nuestra marcha de la locura.

Los del voto útil promueven hoy el voto nulo. Los demandantes de democracia electoral hoy la ponen en cuarentena para no contaminar ni con el asomo de una tímida disidencia el mando unipersonal y la manu militari empeñada en la guerra contra el crimen organizado, mientras la siembra de muertos en batalla y del pánico en los tres niveles de gobierno, particularmente en los del Ejecutivo de los estados de esta república laica y federal. En el salón revestido de finas maderas, los buenos modales brillaron por su ausencia. Afuera compiten las proclamas de víctimas de asaltos, secuestros y todo género de delitos del fuero común, que se multiplican geométricamente, en alto contraste con los escuetos manifiestos de anónimos ciudadanos que piden, demandan: Siga valiente, señor Presidente. Sin signos de admiración. No hacen falta.

Por cierto, mientras está en cuarentena la democracia y en cuidados intensivos el debate político, la discusión de la recesión económica, el desempleo, la proletarización de la clase media, y la hambruna como fatalidad de los millones de mexicanos en pobreza extrema, el gesticulador del PAN que no se come impone la agenda del vacío a la nación: no hay más tema que el del combate al narcotráfico, y quien no esté incondicionalmente, admirativa y mayestáticamente con el señor Presidente, está con el enemigo, está contra el bien de la patria. Y piedra a piedra levantamos la Torre de Babel de la democracia sin adjetivos, la política sin objetivos, los arribistas y los chaqueteros que van de partido en partido, tartajeando discursos en lenguas que apenas mal hablan, y ni ellos ni el resto de los mexicanos entienden.

Quedan los arúspices, la lectura de las entrañas de las aves y la recitación de cifras y gráficas resultantes de encuestas que van de las llamadas telefónicas a unos cuantos electores representativos, a las entrevistas a domicilio, en el mejor de los casos a miles de ciudadanos con credencial de elector que han decidido votar, a pesar del llamado a ir a las urnas y depositar un voto nulo que exprese el desprecio por los políticos y los partidos de la pluralidad que tanto le cuestan al erario. Y al descifrar los datos salta a la vista el viejo adagio: toda política es local; pasa de municipio a municipio, de un distrito electoral a otro y, finalmente, a cada estado integrante del pacto federal, la visión persistente de los aparatos políticos y la tarea central, irremplazable, de los operadores y conductores locales: sacar el voto; llevar a los suyos a votar.

Y la terca realidad: es la economía, estúpido. Van a votar los estómagos vacíos, el amargo sabor del empleo perdido, el futuro cancelado o pospuesto porque no se crean nuevos empleos; por el pasmo ante más de medio millón de empleos formales perdidos desde que se desplomó la locura del mercado financiero libre de toda regulación. Y no fluye la inversión comprometida por el Estado, a querer o no, rector de la economía, responsable del crecimiento sustentable, pero también equitativo. Y la Auditoría Superior de la Federación informa que 120 mil millones de pesos del gasto de 2007 se dejaron de invertir en seguridad pública, desarrollo social y obras de infraestructura. Subejercicio del gasto y, sobre todo, de la responsabilidad de gobernar.

No la del priato tardío cuyos crímenes imaginarios y ciertos invoca y evoca Germán Martínez en su papel de agitador fascistoide, promotor del poder mayestático de la derecha que cree en el verdugo de Joseph Le Maistre y en los fueros clericales. La responsabilidad que elude la mitad del gabinete y pone la otra mitad al servicio de los dueños del dinero; la que cede al ciego dogmatismo de Carstens y Carstens, de José Ángel Gurría, de Ernesto Zedillo. La de las izquierdas asustadas y maniatadas por el presidente legítimo que responde con firmeza inconmovible: Yo ya tomé mi decisión. La del priísmo que se torna timorato y pone la otra mejilla cuando es hora del combate de las ideas.

Conmemoramos a Galileo Galilei: como de la Tierra, de la política hay que repetir: y sin embargo se mueve. Los votantes van a pasar la cuenta de lo hecho y dejado de hacer hoy. Lo nulo es repetir: ¿Y yo, por qué? ¡Tengan su democracia!

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