* Selección de notas de Silvia M., activista incansable desde Veracruz a quién agradecemos el en-
vío a este libertario blog.
El Estado Debe Ser Laico Según la Constitución
Por Gonzalo Lara
Laico viene del griego “laikós”, que quiere decir algo así como “alguien del pueblo”, en oposición a quien pertenece a grupos que profesan alguna religión, especialmente la cristiana en sus diferentes ramificaciones (católicos, protestantes, etc.). Así, llamamos laico a lo que está separado de la religión y las iglesias. En la organización del Estado laico la fe y las creencias de la gente, así como su libertad para manifestarlas públicamente, quedan circunscritas a la vida privada de las personas, con lo que se busca garantizar que las religiones y sus instituciones, como las iglesias y sus respectivos funcionarios, no tomen las riendas de los asuntos públicos, como ya lo hicieron durante muchos siglos en el pasado.
Desde hace ya por lo menos tres sexenios y lo que va del actual, la iglesia católica tiene más y más presencia en el ambiente político y en los llamados medios de comunicación, electrónicos e impresos. Es muy común encontrar en éstos que, tras cualquier acontecimiento, sean asesinatos relacionados con el narco, madruguetes fiscales, asuntos de salud o educación, entre muchos otros temas, siempre se procura dar a conocer la posición de los altos funcionarios de la iglesia católica, llámese el nuncio, el cardenal, el arzobispo, etc. ¿Con qué fin?, ¿por qué tenemos que conocer lo que piensan estos administradores de una religión acerca -por ejemplo- de un movimiento armado, o del alza de la gasolina?
Vicente Fox hacía alarde de su-mi-sa fe cada que tenía oportunidad, poniendo simbólica y materialmente al país (o partes de él) en manos de los jerarcas de la Iglesia. Hace pocos meses supimos de la intolerancia de funcionarias de gobierno del estado de Guanajuato que, al mejor estilo inquisidor, se pusieron a quemar libros oficiales de secundaria de la SEP que promueven la educación sexual, bajo el argumento de que se salen de las costumbres católicas. Como si los comportamientos morales tuvieran que estar respaldados necesariamente por creencias religiosas.
Actualmente está en el aire la propuesta del PAN que da a conocer el legislador Alejandro Zapata Perogordo de reformar el artículo 24 de la Constitución, que trata sobre la libertad de culto, la cual debe ejercerse sin infringir la ley, es decir, sin mezclarla con los asuntos del Estado. En este nuevo ataque al Estado organizado al margen de las creencias religiosas, como lo está el actual México, se promueve la “objeción de conciencia” por motivos “morales ineludibles”. En otras palabras, quiere decir que la gente podrá cumplir o no la ley de acuerdo con sus creencias y no de acuerdo con las leyes mismas. Esto es abrir la puerta para que en actividades fundamentales para un país como la salud, la educación, la administración pública y hasta el entretenimiento de masas, tenga más valor la fe que las leyes constitucionales o la razón.
Si desenvolvemos más esta pretensión de la derecha, que incluye “la libertad de manifestar en público, practicar ceremonias, enseñar y difundir [la creencia religiosa]”, se nota claramente hacia dónde apunta. Al menos en lo inmediato podemos decir que pretenden formalizar constitucionalmente: 1) la negativa de un médico (autoridad, hospital, enfermera, etc.) a realizar abortos; 2) la educación de corte religioso en las aulas públicas (las arcas de la Iglesia se beneficiarían con infraestructura pública); 3) la participación de organizaciones pro católicas en la vida política con mayores poderes de los que ya tienen; 4) presencia abierta en los medios (un punto clave en la actual sociedad llena de tele y noticias con línea ).
Hay confianza en que la propuesta de reforma al texto constitucional no pase. Pero eso no significa que ahí muera el tema, pues los sexenios panistas que padecemos son persistentes en su fe, y especialmente en buscar imponerla en la Constitución, por ende, en la vida política de la República, a como dé lugar en la primera oportunidad y modalidad que se les presentan.
Ordenación Sacerdotal
Doce candidatos a sacerdotes iban a ser ordenados. La prueba final consistía en formarse en una línea recta, totalmente desnudos, en el jardín, mientras una sexy, hermosa y bien dotada bailarina exótica, totalmente desnuda, realizaría un excitante baile oriental.
A cada aspirante se le había amarrado una campanilla en el pene y se les advirtió que el que hiciera sonar la campanilla no se le ordenaría Sacerdote, ya que eso demostraría que no había llegado a alcanzar el estado de pureza espiritual que requerían.
Es así como la bella dama inicia su excitante baile delante del primer candidato.
El primer candidato soportó estoicamente, y no hubo reacción alguna y lo mismo sucedió con el segundo, y el tercero.... y el cuarto...
El prior estaba maravillado.
Cuando la bailarina llegó al último, la campanilla empezó a sonar y a saltar como loca, tanto así que se le salió y cayó al suelo.
El candidato, todo avergonzado. Se agachó a recogerla y entoncres...
¡... el resto de las campanillas empezaron a sonar como locas...!
15 razones para despenalizar el aborto
Por: Dana Martínez S.
“Mi madre es Doctora en Sociología. En ese entonces ya era Maestra, o sea que tuvo las herramientas necesarias para coger a su hija y llevarla a donde le salvaran la vida después de dos semanas de hemorragias intensas, soledad, dolores atroces y una infección que te cagas.
Muchas se quedan en el camino; la hija de una sirvienta de mi mamá se murió porque se metió unas agujas de tejer en la vagina.
Otras, con más recursos también abortan clandestinamente en el Hospital Angeles (yo tenía dos amigas ricas que abortaron en un consultorio del Angeles, todo muy higiénico)”
Hasta ahí la historia de Andrea.
Ahora, en palabras de Andrea, lee las razones por las que debes ir a este link y firmar una Petición de Aborto Federal. http://www.nosotrasenred.org/aborto/peticionfederal.php
“1. La que quiera o necesite abortar, lo va a hacer. La diferencia son las condiciones.
2. El aborto es un problema de salud pública.
3. Las que hemos abortado NO somos criminales, y no ha sido fácil hacerlo.
4. No me arrepiento. Si estuviera ahora en la misma situación, lo volvería a hacer.
5. La penalización del aborto promueve la violencia a la mujer, que en este mundo y en este país, ya es bastante.
6. La penalización del aborto genera culpa, silencio y criminal castigo.
7. Penalizar el aborto aumenta los riesgos de muerte entre las mujeres, multiplica las clínicas clandestinas y las muertes consecuentes.
8. Si se criminaliza a la mujer, el gobierno no tendrá ningún control sobre la salud pública femenina ni sobre la corrupción y clandestinaje.
9. La educación en el país está en un nivel tan deplorable, que los funcionarios públicos que atienden a las víctimas del delito son machistas y violentos de por sí. Yo he acompañado a más de una amiga violada o golpeada por su esposo y los del MP son unos patanes. Así, ¿Qué esperanzas de justicia tenemos?
10. Eliminar las causales, criminaliza absolutamente a la mujer. Los criterios pueden ser totalmente dispares. Ya está en la cárcel una muchacha que tuvo un aborto espontáneo por “asesinar a su hijo”
11. Las mujeres NO abortamos por diversión. NO es un hobbie. Lo pensamos mucho antes.. Decidimos como mejor podemos, como podemos.
12. No hay un verdadero y eficiente programa de educación sexual en este país (siguen quemando libros en donde se muestran los órganos reproductores) para evitar los embarazos no deseados.
13. La sociedad machista no castiga realmente a los hombres golpeadores, irresponsables, abandonadores. En el MP casi siempre dicen que la mujer fue la culpable de todo. El porcentaje de hogares mantenidos por las mujeres es cada vez más alto. Si no podemos ni exigir la pensión alimenticia sin pasar por un purgatorio de años ¿Por qué vamos a tener más hijos?
14. Las mujeres somos ciudadanas responsables, no somos adolescentes a las que hay que tratar como discapacitadas mentales y enviar a “rehabilitación por haber abortado”
15. Si permitimos la penalización constitucional del aborto, seguirán proponiendo leyes que involucionen los derechos de la mujer y de los ciudadanos en general. No se trata del aborto. Se trata del derecho a decidir.
Los asuntos de la conciencia son asuntos del individuo. Los derechos humanos deben ser iguales para todos.”
Gracias Andrea por relatarnos tu caso y tus motivos, pero sobretodo, gracias por ser una mujer valiente que lucha por sus derechos y por los derechos de las demás.
Si estás en contra de que la hipocresía de Beatriz Paredes, su PRI y el PAN, lleven a México al retroceso del laicismo y de las libertades civiles. Firma la petición federal para la despenalización del aborto en este link: http://www.nosotrasenred.org/aborto/peticionfederal.php
LAS NIÑAS EN EL PAIS DE LAS PESADILLAS
Patricia Karina Vergara Sánchez
C, quien tenía nueve años de edad, llegó en el 2007 a vivir al Distrito Federal e ingresó al cuarto año de primaria cuando el ciclo escolar ya estaba iniciado. A los cuatro días de haber llegado a su nueva escuela, dos niños de diez y once años le tocaron las nalgas. Ella los denunció de inmediato con su familia y en la escuela. Mientras la maestra les llamaba la atención, los agresores portaban un rostro de profundo arrepentimiento y tristeza. C, conmovida, preguntó a una de sus compañeritas de salón de clases, si había hecho bien o mal al denunciar. La respuesta fue: “Imagínate, tú los aguantaste cuatros días, nosotras llevábamos todo el año aguantándolos”.
Sin embargo, en la reunión mensual de madres de familia, cuando se tocó el tema, las voces de las madres de los varones justificaban: “Las niñas son unas llevadas, las niñas los provocan”.
A C no volvieron a tocarla, pero sí a susurrarle algunos insultos y apodos. La violencia en el salón fue creciendo al grado de que ya tres o cuatro chicos rodeaban a una niña para aislarla y le tocaban el cuerpo. Ninguna denunció.
Luego, vino una revista pornográfica, objeto con el cual se acercaban varios niños hacia las niñas, para preguntarles si sabían masturbarse. El tono de la pregunta era el mismo que si fuese utilizado de un hombre adulto a una mujer podría usarse para denunciar acoso sexual. Las madres de estos chicos hablaron de un natural período de curiosidad sexual, la agresión hacia las niñas era un tema muy secundario.
En el siguiente ciclo escolar hubo un cambio de maestra. Se dijo que era necesaria una mano más firme para tener controlados a muchachos tan problemáticos. La nueva maestra los llenó de trabajos y tareas, los mantenía ocupados todo el tiempo en la escuela y en la casa. Hojas y hojas llenas de trabajos para entregar. Los padres y madres de familia estaban contentos con los niños y niñas agotados todo el tiempo. Sin embargo, las agresiones a las niñas no se detuvieron. La práctica se extendió: “Mamá, no puedo decirle a la maestra, Oscar es el más aplicado del salón, el consentido y además ni van a decirle nada”. En efecto, la consigna continúo: La culpa es de la niñas, para qué se llevan, por qué no se dan a respetar.
¿Qué es darse a respetar? Es una obligación que el discurso actual asienta sobre los hombros de las niñas en donde se espera que en su interacción con los niños sean tranquilas, amables, que no empleen palabras inadecuadas, que no tengan juegos bruscos con ellos, que se sienten en forma adecuada, con la espalda erguida y con las piernas juntas; que vistan de determinada forma, no provocativa. Que sean pasivas, que sobre ellas recaiga el peso de evitar cualquier confrontación con los otros. Si una niña no es tranquila ni amable, dice groserías, si juega brusco, se sienta en forma inadecuada, viste de la manera en que su búsqueda de identidad se lo dicta o simplemente no es pasiva, o, por la razón que sea, no cumple con los parámetros marcados por este discurso, entonces se le culpabiliza de cualquier desavenencia que pueda ocurrir. Como si el hablar incorrectamente, sentarse o vestirse como le resulte más cómodo fuera justificación para ser violentada. Lo curioso aquí es que también aquellas que siguen la norma de lo preescrito de todas formas son maltratadas y escuchan el mismo discurso de la provocación. No hay modo de ganar para ellas. Cuando, en realidad, nadie tendría que ganar nada, nadie tendría que esforzarse por obtener un trato decoroso. El respeto es un principio fundamental de convivencia humana. No se trata de “merecerlo”, “conquistarlo”. A ningún joven varón se le mide con el mismo parámetro. Ningún niño es señalado por que usó una palabra inadecuada o vistió ropa corta, nadie lo descalifica con el argumento de que No supo darse a respetar. Ellas tendrían que poder esperar y exigir ser respetadas por el sólo hecho de ser humanas.
Recientemente, una investigación de la Universidad de Huelva, titulada Análisis de la violencia hacia las niñas en la escuela primaria, revela que la mayoría de los agresores son niños y la mayor parte de las víctimas, niñas. “En las entrevistas en profundidad se comprobó que ellas van asumiendo desde niñas el rol de víctimas, tienen que ser sumisas; mientras que los niños, ante un problema, responden: pego a quien sea”, explicó Emilia Moreno Sánchez, directora del trabajo[1].
Sobre los datos anteriores obtenidos en España, cabe acotar que, de acuerdo con la investigadora Carmen Castillo Rocha[2], los niveles de maltrato entre estudiantes –incluyendo a hombres y a mujeres -, comparados en un estudio realizado en Yucatán, México, presentan niveles más altos que en los estándares españoles.
C cambió de escuela este 2009 para su último ciclo escolar en la primaria. Sin embargo, no cambió de realidad. Como en todas las escuelas de hoy, está presente el bullyng, “un comportamiento prolongado de insulto verbal, rechazo social, intimidación psicológica o agresión física de uno o unos niños hacia otro que se convierte en víctima”[3]. Es un fenómeno duro que convive en un mismo tiempo y espacio con la falta de respeto hacia la diferencia, cualquiera que ésta sea, el color de piel, el peso, la talla, el usar lentes, aparatos ortopédicos o de ortodoncia, cualquier excusa pareciera válida.
Incluso, niñas que agreden a niñas, en un ambiente que constantemente las obliga a rivalizar por el aspecto físico, por calificaciones en asignaturas, por la ropa que portan, por quién resulta más agradable a los ojos de los otros, por quién opaca, por quién humilla, quién demuestra ser mejor que la otra.
No sólo está presente con diferentes matices en el alumnado si no en el propio cuerpo docente. Como el maestro de matemáticas aquel, que obligó al alumno a quitarse la pulsera que portaba porque “es de niñas” y amenazó a todo el grupo con cortarles con tijeras las pulseras a todo aquel niño que las portara, ignorando por completo las leyes en contra de la discriminación y el respeto a la integridad de los jóvenes. O, el que se permitió arrojar a un lado los pupitres para amedrentar a los alumnos. Es decir, el maltrato, la intolerancia sembrada desde las primeras experiencias de socialización para los hombres y mujeres que construirán la realidad más próxima.
A todo ello, es necesario sumar el ambiente general que rodea a las alumnas, camino a la escuela, dentro de la escuela y en el camino de vuelta a sus casas: Palabras obscenas murmuradas o gritadas a voz en cuello al paso de las niñas, por sus compañeros o por hombres de diversas edades que las acosan en las calles, en el transporte público. Palabras que aluden a su sexualidad, palabras que lastiman su autoestima, señalamientos sobre el aspecto de los cuerpos cambiantes de aquellas que apenas están aprendiendo a desenvolverse en la vida diaria. Lo peor, en ocasiones las palabras se tornan en tocamientos indeseables.
Para C, aún en el nuevo plantel, la violencia escolar no termina: el niño que le pidió ser su novia y al cual ella rechazó, la señala, la persigue, le ha puesto apodos. En dos ocasiones le ha hecho ofrecimientos: Dejará de llamarla con sobrenombres, si acepta ser su novia; dejará de hostigarla, si acepta ser su novia.
Situaciones muy parecidas viven otras compañeritas suyas. Las niñas saben ya bien a estas alturas que no pueden recurrir a las autoridades escolares porque, perciben, que no tomarán ninguna acción significativa y que probablemente les repetirán el discurso de que deben darse a respetar. Además, hay familias que todavía las culpabilizan a ellas, las sancionan, las violentan si denuncian lo que les ocurre. Entonces, toman las únicas acciones que están al alcance de niñas de diez, once y doce años: Ellas, a su vez, les gritan insultos, todas la palabras fuertes con que se les ocurre rechazarlos. Intentan patearlos o abofetearlos cuando se les acercan demasiado. También, optan por el correr, escapar, cuando ven aproximarse a quienes les hostilizan.
Las salidas que estas niñas encuentran no son sencillas ni completamente efectivas. Es injusto el que se vean obligadas a correr cuando va hacia ellas el agresor. Dejan la charla con sus amigas, el material de la escuela, el almuerzo para después. Muy probablemente, el vivir en la constante renuncia no es un camino que les siembre fortaleza. Qué elementos de autoconfianza, de supervivencia les estamos facilitando. Hay que preocuparse. Un estudio reciente avisa:"el número de suicidios femeninos se reduciría en un 10% si se eliminara la frecuente victimización escolar de las niñas”.[4]
Por otra parte, la respuesta física puede ser peligrosa. Un ejemplo de ello le ocurrió a V, que también acude a una escuela en el Distrito Federal, a quien en la aglomeración a la hora de la salida del salón de clases, un compañero suyo le tocó las nalgas y ella volteó para abofetearlo. Él la tomó por el cuello y la apretó contra la pared hasta cortarle la respiración. Sólo cuando se asustaron algunos compañeros y compañeras acudieron en la ayuda de V para que fuera liberada. V quedó con las marcas de los dedos del agresor por días.
Las niñas padecen la constante arbitrariedad de quien las violenta, pero además no deben responder porque a partir de ello, ante autoridades, ahí sí, el varoncito será escuchado: “Ella también me insultó, ella me gritó tal cosa, ella me pateó, me arañó”. ¿Ya ven, cómo son ellas las responsables? Generalmente, las autoridades se lavan las manos diciéndoles que se respeten mutuamente. No analizan el trasfondo de estos conflictos, en donde una jerarquía cultural de géneros está presente en estas relaciones agresivas, en estas imposiciones de modos de relacionarse. En donde ser niña o ser niño, todavía, implica distintos accesos al poder cotidiano a protegerse o no, a ceder o no, a ser respetadas o no. Entonces, si denuncian, si no denuncian, si toman su propia defensa verbal o física, si corren, las niñas llevan las de perder.
Aquí podemos citar las consideraciones de Emilia Moreno, junto al profesor Enrique Vélez González, en un artículo publicado por la Red de Investigación Acción Colaborativa.[5] “Educar para formar a la ciudadanía obliga a incluir la perspectiva de género en la educación y cuestionar las construcciones culturales, sociales e históricas que determinan lo masculino y lo femenino. Estas construcciones asimétricas establecen las relaciones de poder dando lugar a la subordinación y la discriminación de la población femenina”.
Es imprescindible tomar medidas, no para luego. Ya durante demasiado tiempo, el que un chico empuje a otro, los apodos, el que una niña insulte a otra, las burlas, o que estudiantes excluyan a otro, han sido vistos como hechos normales y los adultos no hemos intervenido. Igualmente, el que un niño tire del cabello a una niña, rompa o le arrebate un objeto, agreda desde la desigualdad entre hombres y mujeres, se ha naturalizado. El que suceda cotidianamente no lo justifica. Es necesario atajar la violencia antes de que alcance grados más altos. Un ejemplo de las consecuencias posibles: La violencia en nuestro país, cuando llega al nivel de la escuela secundaria, puede alcanzar extremos tales como el secuestro express, la violación y el asesinato[6].
Por supuesto, que no todo es responsabilidad del centro escolar, los niños, las niñas, los jóvenes al llegar a casa y encender la televisión muy probablemente se encontraran con la escena de un hombre que da malos tratos a una mujer y luego ambos se reconcilian porque se aman; al abrir una revista verán el anuncio comercial cuyas imágenes son una oda a la anorexia; prenderán el aparato de sonido y escucharan la música de moda, no sólo el reguetón, toda, con sus consignas misóginas. Más duro aún, quizá también estarán inmersos en familias que repiten y perpetúan modelos patriarcales, que violentan, que restringen.
En efecto, la cotidianidad está construida de violencia hacia las mujeres. Sin embargo, sí podemos incidir en la parte que nos toca. Este llamado es a los maestros y a las maestras frente al grupo, a las directoras, a las mujeres en el sistema educativo, es una invitación a preguntarnos sobre los abusos de poder cultural y social entre hombres y mujeres que estamos fomentando dentro del salón de clases en la educación básica y su relación con la existencia del hombre que nos acosó, que nos gritó insinuaciones sexuales por la calle en el camino para asistir a nuestros espacios laborales ¿Podría ser uno de nuestros alumnos dentro de unos años?
La profesora Emilia Moreno nos sugiere: “Para evitar situaciones violentas en los hombres, hay que empezar por educar a los niños y tratar de no relativizar situaciones conflictivas alegando que son cosas de niños. La violencia machista, desde luego, no lo es”[7].
Vamos a preguntarnos sobre las agresiones hacia las mujeres que ocurren en las calles, en las manzanas alrededor del centro de enseñanza y la permisividad con la que se está fomentando que estos jóvenes maltraten a las jovenas. Teniendo en cuenta que en unos meses, un par de años quizá, estarán fuera del centro educativo, podemos visualizar que la violencia se repetirá afuera. ¿Cuántos casos habrá ante el Ministerio Público que se presentan en una localidad, cuando pudieron haberse detenido tiempo antes por las autoridades escolares que podrían haber mostrado al niño o al joven lo inaceptable de este tipo de violencia?
Qué estamos sembrando al responsabilizar a las niñas que han padecido violencia escolar hacia las mujeres con el discurso de Las llevadas, las que no se dan a respetar que termina en la impunidad hacia el agresor. Un problema que señala la investigadora Carmen Castillo, es la violencia institucional: “las autoridades escolares que, cuando finalmente los estudiantes y familiares exponen sus quejas por abuso, niegan el problema, protegen a los agresores y exponen a la víctima”[8].
Dos testimonios de madres de familia sobre violencia institucional ocurrida en escuelas del D.F., señalan:
“Cuando después de mucho esforzarse, mi hija, que es muy tímida, logró decir qué le estaba pasando, la maestra la regañó por no haberle avisado de inmediato. Por eso, mi hija ya nunca les dice nada de lo que le pasa, la hicieron sentir como si hubiera sido su culpa.”
“Cuando la niña dijo que estaba siendo molestada, la maestra le respondió que primero tenía que escuchar la versión del niño para saber qué cartas tomar en el asunto ¿Te das cuenta? Ni una palabra de confianza a la niña. Ni una palabra de aliento. No dijo que lo resolvería, o le ofreció alternativas. Lo primero es poner en duda la palabra de la niña. Primero preguntarle al niño y ni modo que el niño diga: Sí, yo fui. Por qué no decirle al niño que deje de molestarla. Punto, sería todo. No, primero protegerlo a él, no sea que la niña lo acuse sólo por no tener nada mejor que hacer. Así es la justicia de las maestras”.
Hay un efecto dominó entre la impunidad y la violencia sistémica que resulta en los violadores, golpeadores y asesinos de mujeres y el discurso todavía vigente de “Ellas lo provocaron”…por usar falda, por usar pantalón, por dirigirles la palabra, por no dirigirles la palabra, por estar en la calle de día, por estar en la calle de noche, porque decidió salir a trabajar, porque decidió no salir a trabajar, porque la sopa estaba fría, porque la sopa estaba caliente…porque sí. Son ellas las que lo provocan. Oswaldo Morgan que asesinó a su novia con 25 puñaladas dice que ella lo provocó, ¿Quién provoca recibir 25 puñaladas? El niño que tomó por sorpresa la hoja en donde C estaba anotando el teléfono de otro niño y la rompió en pedazos, dijo que estaba jugando, que así se llevan, aún cuando ella lo negó El niño que besó a O a la fuerza dijo que ella lo había provocado ¿Es tan alejado un camino de otro, o son consecutivos?
Hablar de la educación primaria es recurrir sólo a un ejemplo, la educación en todos sus grados presenta distintas formas de maltrato hacia las niñas y mujeres. Sin embargo, hay un común: Se trata de uno de los espacios donde se asientan con más fuerza las raíces de la violencia hacia las mujeres.
Por supuesto, hacen falta políticas por parte de los Estados y el generar conciencia social sobre la problemática. A docentes y directivos, intervenir en la prevención, y contención de la violencia; enseñar a los y las alumnos a intervenir, a no permitir prácticas de abuso. Es necesario exigirlo, buscarlo y trabajarlo para cambiar los hechos. Sin embargo, mientras tanto, no podemos quedarnos con los brazos cruzados. Maestras, profesoras: Por solidaridad de género, por conciencia de ser mujeres, porque padecemos el mismo techo de cristal en donde, habiendo tantas mujeres preparadas, los puestos de dirección y reconocimiento se dan en mayoría a los varones; porque en nuestra labor cotidiana podemos vivir acoso de padres, trabajadores, otros funcionarios, y hasta de alumnos; por ser mujeres que vivimos en este país injusto para con las mujeres. Por una noción elemental de justicia, no repitamos discursos opresivos contra las nuestras, ni permitamos que las propias alumnas los repitan. Si por ahora las investigaciones sobre la violencia escolar en nuestro país son insuficientes, podemos comenzar a dialogar, a discutir a informarnos, a ensayar formas de construir conocimiento y vida no sexistas. No sembremos en nuestras aulas más tiranía contra las niñas, contra las mujeres, contra nuestras compañeras de hoy y de mañana.
[1] Carballar, Olivia. El ‘bullying’ también tiene género. Sevilla, 2008.
[2] Castillo Rocha Carmen y Pacheco, María Magdalena. Perfil del maltrato entre estudiantes de secundaria en la ciudad de Merida, Yucatán en Revista Mexicana de Investigación Educativa, año/Vol. 13, número 038. Consejo Mexicano de Investigación educativa. Distrito Federal, México. pp.825-842
[3] Matey, Patricia. Las niñas que ha sufrido acoso escolar tienen más riesgo de suicidio que los chicos. El Mundo. Madrid, 2009 http://argijokin.blogcindario.com/2009/03/10246-las-secuelas-del-bullying-tienen-genero.html
[4] Matey, Patricia. Las niñas que ha sufrido acoso escolar tienen más riesgo de suicidio que los chicos. El Mundo. Madrid, 2009 http://argijokin.blogcindario.com/2009/03/10246-las-secuelas-del-bullying-tienen-genero.html
[5] Carballar, Olivia. El ‘bullying’ también tiene género. Sevilla, 2008.
[6] Castillo Rocha Carmen y Pacheco, María Magdalena. Perfil del maltrato entre estudiantes de secundaria en la ciudad de Mérida, Yucatán en Revista Mexicana de Investigación Educativa, año/Vol. 13, número 038. Consejo Mexicano de Investigación educativa. Distrito Federal, México. pp.825-842
[7] Carballar, Olivia. El ‘bullying’ también tiene género. Sevilla, 2008.
[8] Castillo Rocha Carmen y Pacheco, María Magdalena. Perfil del maltrato entre estudiantes de secundaria en la ciudad de Mérida, Yucatán en Revista Mexicana de Investigación Educativa, año/Vol. 13, número 038. Consejo Mexicano de Investigación educativa
Distrito Federal, México. pp.825-842
La Luz del Mundo, en plena tierra cristera
La iglesia La Luz del Mundo construye un templo monumental justo a los pies del cerro del Cubilete, uno de los mayores centros de peregrinación católicos. La diócesis de León se muestra despreocupada, pero el antropólogo Luis Miguel Rionda Ramírez advierte el riesgo de que surjan expresiones de intolerancia en la tierra de los cristeros.
SILAO, GTO.- A 17 kilómetros de distancia del Cristo Rey de la Montaña, a los pies del cerro del Cubilete, asoman los cimientos que día a día, desde hace dos meses, una treintena de trabajadores convierten en la base que sostendrá un enorme santuario.
Sus dimensiones se anuncian en una imagen impresa en una lona que pende de la pared de una cocina que alimenta a los voluntarios provenientes de todos los rumbos del estado, pero también de Querétaro y Guadalajara.
Cambian turno a diario y cumplen su jornada sin cobrar.
En la foto se ve surgir de la amplia base una delgada torre, de la cual emerge una vara dorada que dará al edificio una altura total de 60 metros, similar a la de un edificio de al menos 28 pisos.
El edificio, todo azul, reflejará la luz del sol y contará con una iluminación especial en sus múltiples cristales, que lo hará visible a gran distancia. Luces de láser y sectorizadas coronarán el emblema escultórico de la vara de Aarón, según la descripción del proyecto.
La agrupación religiosa Iglesia del Dios Vivo, columna y apoyo de la verdad –conocida como Luz del Mundo– erige este templo, al que sus integrantes llaman “Torre Monumental de la Fe”.
Se calcula que costará unos 20 millones de pesos.
Así, desde hace dos meses el entorno del Cristo del Cubilete ha comenzado a modificarse en virtud del proyecto que sin duda cambiará la perspectiva de la arquitectura religiosa en esta área, hasta ahora defendida férreamente por la jerarquía católica entre los feligreses. Justo aquí, en el corazón del Bajío, el centro geográfico de México, marcado hasta ahora en la historia nacional como la zona más consolidada del catolicismo.
Pero el proyecto es mucho más que un mero templo: se trata de un complejo que incluye un fraccionamiento habitacional, escuelas, locales comerciales. Es una de las microciudades que Luz del Mundo llama “hermosas provincias”, similar a las que existen en Guadalajara –su sede principal en México– y en Fortín de las Flores, Veracruz.
Todo rodeará al proyecto central, la Torre de la Fe, otro de los imponentes edificios que la agrupación construye para expandirse por el territorio nacional.
Cada uno es muy diferente y resaltan en el paisaje de sus localidades, como el que fue inaugurado el año pasado en León, sobre el bulevar Vicente Valtierra, con sus torres y ventanales estilo morisco, y capacidad para 2 mil personas.
Aunque ninguno alcanza la espectacularidad arquitectónica de la sede principal en Guadalajara, se prevé que el de Silao tenga la misma altura que aquél.
Para el antropólogo Luis Miguel Rionda Ramírez –quien ha investigado la historia de la religión católica y su influencia en la zona del Bajío–, el desplazamiento de la religión católica en la zona había tardado en manifestarse abiertamente aun cuando, en este caso en particular, advierte del riesgo de que surjan manifestaciones de intolerancia o “defensa del territorio” del Cubilete por parte de la jerarquía o feligreses católicos..
“En un mundo que ha cambiado tanto, era natural la penetración de otras creencias y de otras sectas. Tenía que causar un efecto de rompimiento del monopolio católico –porque lo era en los hechos–, y sencillamente está sucediendo lo que tenía que suceder en un mundo tan comunicado como el actual. Esto va a ser la constante en los años por venir: veremos más alternativas religiosas”, refiere el investigador de la Universidad de Guanajuato, y añade:
“Lo negativo sería expresar una reacción de rechazo, intolerancia; aunque deberíamos irnos acostumbrando a entrar a este mundo cada vez más diverso, con las opciones religiosas al alcance de cualquiera… Hay aquí una tradición de violencia religiosa; hay que recordar nada más que la voladura de la primera estatua del Cristo Rey fue uno de los motivos de la rebelión cristera.”
No obstante, la construcción de este nuevo bastión de la iglesia Luz del Mundo para el centro del país parece tomar por sorpresa a las autoridades católicas de la zona.
Este es un extracto del reportaje que se publica en la edición 1728 de la revista Proceso que empezó a circular el domingo 13 de diciembre.
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