Rubén Durán Cachón
(Publicado el 17 dic.09 en “Por Esto de Quintana Roo)
Si alguna duda quedaba en relación a los señalamientos de incontables intelectuales, escritores y politólogos, nacionales e internacionales, que en los últimos años han insistido en calificar a México como un Estado fallido, con la renuncia total de las autoridades del Cabildo de Tancítaro, Michoacán, por miedo a la delincuencia organizada, la duda se despeja totalmente: México transita en la terrible condición de sobrevivir sin gobierno ni instituciones que garanticen la certeza mínima de libertad, equidad y justicia para sus habitantes.
Es importante puntualizar lo que debe entenderse por Estado fallido. De acuerdo a diversas opiniones de especialistas sobre el tema se puede concluir que:
“ Un Estado Fallido es aquel que se ha hecho ineficaz y no puede hacer cumplir sus leyes uniformemente, debido a las altas tasas de criminalidad, corrupción extrema, un extenso mercado informal, burocracia excesiva, ineficacia judicial, interferencia militar en la política o en asuntos fuera del área para la que originalmente fueron proyectadas las fuerzas armadas”.
Con toda honestidad, y haciendo a un lado sentimientos y afinidades partidistas, creo que cualquier ciudadano con mínima capacidad de comprensión puede entender que esta definición se apega puntualmente a la condición que impera en nuestro país. Quien diga lo contrario o miente o pretende defender la postura oficial del gobierno de Felipe Calderón que insiste absurda y perversamente en sostener que el país, bajo su gobierno, le va ganando la guerra a la delincuencia organizada, que el crecimiento económico va en aumento, que las cifras de desempleo decrecen, y que la aplicación de la justicia es práctica común para todos los mexicanos.
Sinceramente, estas expresiones de Calderón, que se repiten en spots de radio y televisión de manera patética, y que resultan intolerables y ofensivos para un pueblo que soporta la peor crisis de su historia, nos señala una disyuntiva: que el presidente constitucional es un mentiroso o simplemente vive dominado “por lo humos y el licor” (como dice una canción de la inolvidable Sonora Santaneca), o bajo el influjo de alguna droga estimulante o alucinógena.
Pero volviendo al tema que nos ocupa, en Tancícuaro hubo señales catastróficas de inseguridad desde septiembre de 2008, cuando 7 policías municipales fueron asesinados por un comando armado. Una semana después, 28 agentes policiales presentaron su renuncia para salvaguardar sus vidas. En el mismo mes, el secretario del ayuntamiento fue secuestrado y asesinado. En octubre del presente año, en un solo día fueron asesinadas siete personas en este municipio agrícola de tan sólo 27,000 habitantes, y no obstante las peticiones que hizo entonces el alcalde José Meza Sánchez a la presidencia de la república en el programa televisivo “punto de Partida” conducido por la excelente periodista Denise Maerker, solicitando apoyo de la federación, sus peticiones fueron ignoradas, lo que motivó que, para salvaguardar sus vidas, el 4 de diciembre del presente renunciara el cabildo en masa.
Esto es lo más grave que nos ha pasado en México, la renuncia de ayuntamientos enteros por amenazas de la delincuencia organizada. Si a esto añadimos la grave crisis económica que como nunca se está viviendo, el aumento de la población en pobreza extrema, los casi 50 millones de habitantes que sufren desnutrición crónica, el desempleo galopante y la falta de legitimidad en la aplicación de la justicia, son elementos mas que suficientes para declara a México como un Estado fallido.
Todo esto nos lleva a la conclusión de que en México es ya urgente una revolución de conciencias que nos permita modificar la dirección política de su gobierno. Después de 100 años de última revolución armada los gobierno de la derecha (entiéndase PAN y PRI) nos están conduciendo a una situación peor que en el porfiriato, porque si bien durante la dictadura se vivía en un régimen de pobreza, esclavitud e injusticia, al menos la inseguridad no era tan temible como en los tiempos actuales.
La verdad es que lo que nos decían nuestros abuelos, nuestros padres y los líderes sociales y políticos hasta hace unos 30 años (y que quizá fuera válido en aquella época), de que el gobierno del PRI, con todos sus errores y raterías, al menos nos garantizaba “la estabilidad y seguridad social” ha dejado de tener validez, pues el “nuevo PRI” con todas sus refundaciones a resultado mucho peor que el viejo partido. Y del PAN qué podemos decir: han bastado tan sólo la presidencia de Vicente Fox y lo que va del sexenio de Calderón para demostrar, no su ineptitud, sino su perversidad y sus ambiciones sin escrúpulos.
Para concluir, la renuncia del Cabildo de Tancítaro, más los incontables asesinatos, secuestros y extorsiones que a diario se dan se la república mexicana no dejan la menor duda de que vivimos en un Estado fallido, del que no podremos salir y el cual tenderá a empeorar mientras continúen en el poder gobiernos de la derecha.
Y por favor, si alguien que lea el presente artículo tiene amistad con Felipe Calderón, que le diga que ya no nos siga torturando con sus spots en el que hace alarde de sus victorias en contra de la delincuencia organizada:
¿Acaso cree que los mexicanos somos tan estúpidos como él?
---------- Mensaje reenviado ----------
De:
Fecha: 19 de diciembre de 2009 13:38
Asunto: FW: A la mitad de la decadencia - [Proceso.com.mx]
Para:
A la mitad de la decadencia - [Proceso.com.mx] A la mitad de la decadencia
Axel Didriksson
Navegando a la deriva durante los tres años que lleva este sexenio, con un proyecto empantanado, sumido en pugnas y bajas negociaciones, con recursos escasos y mal repartidos, el sistema educativo nacional está en su ocaso.
Mientras en otros países la educación y la ciencia son consideradas vitales para alcanzar mayores tasas de desarrollo y enfrentar las crisis económicas, en México estos componentes no importan mucho, más allá de lo que se dice y se proclama en los discursos políticos. En Estados Unidos, por ejemplo, debaten en estado de alerta el declive educativo y científico, y buscan remontarlo a través de reformas legales, con incrementos importantes en el financiamiento público y privado, y con la promoción de programas sustantivos de mejoramiento de la calidad de la educación (confróntese National Center on Education and the Economy, Tough Choices, Tough Times, Washington, 2008; Discurso de Barack Obama, febrero de 2009).
En esas referencias, las cifras dan cuenta de que la capacidad de innovación y la competitividad de EU están bajando de manera ostensible, sobre todo frente a algunos de sus principales competidores –como Singapur, Corea del Sur, Japón, India, Suecia y Brasil– en áreas tan importantes como los semiconductores, las patentes farmacéuticas con sus aplicaciones (véase de dónde vienen las vacunas para la influenza que estamos comprando a costos millonarios) y las fuentes alternas de energía, pero sobre todo en lo relacionado con la calidad de su “capital intelectual” (Newsweek, 23 de noviembre de 2009).
En respuesta, el gobierno estadunidense está planteando elevar los esquemas salariales, las compensaciones y los niveles de formación universitaria de los profesores, así como mejorar las condiciones de inversión en ciencia y tecnología. En Brasil la preocupación es la misma. En un reciente artículo (Folha de Sao Paulo, del 22 de noviembre último), Fernando Haddad, actual ministro de Educación, señala algunas de las principales enmiendas constitucionales que ha impulsado el gobierno de Lula en este campo: a) la obligatoriedad de ofrecer educación al grupo de edad de cuatro a 17 años; b) la obligatoriedad de aplicar en el sector ciertos montos de recursos públicos como proporción del PIB; c) el establecimiento de un piso salarial para el magisterio que empezará a operar a escala nacional desde el 1 de enero de 2010; d) la elevación de la inversión por alumn o, desde la educación infantil hasta la media, incluyendo a jóvenes y adultos; e) la inclusión educativa de todos los hijos de familias pobres hasta completar nueve años, y f) la extensión de los programas de libros didácticos, alimentación, transporte y salud escolar para todos los estudiantes de los niveles básico y medio. Lo mismo está ocurriendo en otros países donde las prioridades son la educación, la ciencia y los conocimientos, procurando incidir de forma integral en la inclusión educativa, la calidad de la investigación y la innovación.
En contraste, en nuestro país se va para atrás con la reducción de los recursos para la educación y la investigación científica, al igual que con la promoción de medidas vergonzosas que sólo conducen a la ignorancia (como las leyes contra el aborto y las expresiones de incultura nostálgica del secretario de Gobernación al referirse al ciclo reproductivo), y sin hacer nada a favor de la equidad, la inclusión y la calidad social del servicio educativo.
Así, las prioridades del actual gobierno se concentran en: favorecer política y financieramente a los gobiernos estatales proclives a su partido; no emitir opinión alguna frente a los embates contra la laicidad que de manera increíble están ocurriendo; insistir en que deben modificarse los mecanismos de otorgamiento de las plazas para reclutar a los maestros de educación básica, sólo como una manera de transmutar el control que se tenía de parte del SNTE en beneficio del mismo SNTE; y proclamar como lo máximo el enfoque de “competencias” y las evaluaciones, cuando en el mundo dejaron de ser moda hace muchos años.
Todo, en un panorama donde el secretario de Educación afirma que su único interés está en dar continuidad a las bibliotecas de aula y propiciar la participación de los padres de familia (¿se ha reunido alguna vez con ellos?), a la vez que promueve su libro sobre la historia del PAN y sigue “bailando con la más fea” (Líderes, octubre de 2009, página 46). Así andaba el titular de la SEP en tanto se discutía el presupuesto para el sector, al grado de que el mismo secretario general del SNTE le reclamó su escaso trabajo en las negociaciones que se dieron en la Cámara de Diputados, y el director de la revista az y presidente de la Fundación para la Cultura del Maestro –instancias vinculadas a la cúpula del SNTE– lo increpó por su falta de liderazgo y de “quehacer político y de coordinación” en lo relacionado con el ret raso que se presenta en los acuerdos de la denominada Alianza para la Educación (Reforma, 29 de noviembre).
Así se vive el estancamiento en el sistema educativo, primero sumido en las pugnas, rabietas y desplantes cotidianos entre la anterior secretaria de Educación y la dirigente del SNTE, y ahora en medio del ensimismamiento e irrelevancia del secretario de Educación, con una SEP que no sale de sus conflictos y sin que hagan mella las cifras que dan muestra del mayor empantanamiento que se haya conocido en la historia del sistema educativo nacional: en 2010 el gasto total federal para educación será, en términos reales, equivalente al 3.8% del PIB, mientras que a educación superior le corresponderá el 0.6%, y a ciencia y tecnología el 0.3%. Lo demás es demagogia o es pura vergüenza.
Windows Live y Samsung equipan tu casa. Participa y gana!
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Axel Didriksson
Navegando a la deriva durante los tres años que lleva este sexenio, con un proyecto empantanado, sumido en pugnas y bajas negociaciones, con recursos escasos y mal repartidos, el sistema educativo nacional está en su ocaso.
Mientras en otros países la educación y la ciencia son consideradas vitales para alcanzar mayores tasas de desarrollo y enfrentar las crisis económicas, en México estos componentes no importan mucho, más allá de lo que se dice y se proclama en los discursos políticos. En Estados Unidos, por ejemplo, debaten en estado de alerta el declive educativo y científico, y buscan remontarlo a través de reformas legales, con incrementos importantes en el financiamiento público y privado, y con la promoción de programas sustantivos de mejoramiento de la calidad de la educación (confróntese National Center on Education and the Economy, Tough Choices, Tough Times, Washington, 2008; Discurso de Barack Obama, febrero de 2009).
En esas referencias, las cifras dan cuenta de que la capacidad de innovación y la competitividad de EU están bajando de manera ostensible, sobre todo frente a algunos de sus principales competidores –como Singapur, Corea del Sur, Japón, India, Suecia y Brasil– en áreas tan importantes como los semiconductores, las patentes farmacéuticas con sus aplicaciones (véase de dónde vienen las vacunas para la influenza que estamos comprando a costos millonarios) y las fuentes alternas de energía, pero sobre todo en lo relacionado con la calidad de su “capital intelectual” (Newsweek, 23 de noviembre de 2009).
En respuesta, el gobierno estadunidense está planteando elevar los esquemas salariales, las compensaciones y los niveles de formación universitaria de los profesores, así como mejorar las condiciones de inversión en ciencia y tecnología. En Brasil la preocupación es la misma. En un reciente artículo (Folha de Sao Paulo, del 22 de noviembre último), Fernando Haddad, actual ministro de Educación, señala algunas de las principales enmiendas constitucionales que ha impulsado el gobierno de Lula en este campo: a) la obligatoriedad de ofrecer educación al grupo de edad de cuatro a 17 años; b) la obligatoriedad de aplicar en el sector ciertos montos de recursos públicos como proporción del PIB; c) el establecimiento de un piso salarial para el magisterio que empezará a operar a escala nacional desde el 1 de enero de 2010; d) la elevación de la inversión por alumn o, desde la educación infantil hasta la media, incluyendo a jóvenes y adultos; e) la inclusión educativa de todos los hijos de familias pobres hasta completar nueve años, y f) la extensión de los programas de libros didácticos, alimentación, transporte y salud escolar para todos los estudiantes de los niveles básico y medio. Lo mismo está ocurriendo en otros países donde las prioridades son la educación, la ciencia y los conocimientos, procurando incidir de forma integral en la inclusión educativa, la calidad de la investigación y la innovación.
En contraste, en nuestro país se va para atrás con la reducción de los recursos para la educación y la investigación científica, al igual que con la promoción de medidas vergonzosas que sólo conducen a la ignorancia (como las leyes contra el aborto y las expresiones de incultura nostálgica del secretario de Gobernación al referirse al ciclo reproductivo), y sin hacer nada a favor de la equidad, la inclusión y la calidad social del servicio educativo.
Así, las prioridades del actual gobierno se concentran en: favorecer política y financieramente a los gobiernos estatales proclives a su partido; no emitir opinión alguna frente a los embates contra la laicidad que de manera increíble están ocurriendo; insistir en que deben modificarse los mecanismos de otorgamiento de las plazas para reclutar a los maestros de educación básica, sólo como una manera de transmutar el control que se tenía de parte del SNTE en beneficio del mismo SNTE; y proclamar como lo máximo el enfoque de “competencias” y las evaluaciones, cuando en el mundo dejaron de ser moda hace muchos años.
Todo, en un panorama donde el secretario de Educación afirma que su único interés está en dar continuidad a las bibliotecas de aula y propiciar la participación de los padres de familia (¿se ha reunido alguna vez con ellos?), a la vez que promueve su libro sobre la historia del PAN y sigue “bailando con la más fea” (Líderes, octubre de 2009, página 46). Así andaba el titular de la SEP en tanto se discutía el presupuesto para el sector, al grado de que el mismo secretario general del SNTE le reclamó su escaso trabajo en las negociaciones que se dieron en la Cámara de Diputados, y el director de la revista az y presidente de la Fundación para la Cultura del Maestro –instancias vinculadas a la cúpula del SNTE– lo increpó por su falta de liderazgo y de “quehacer político y de coordinación” en lo relacionado con el ret raso que se presenta en los acuerdos de la denominada Alianza para la Educación (Reforma, 29 de noviembre).
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