“Tené cuidado Venancia, si te agarran te torturan, y tu sonrisa, Venancia, es bandera en nuestra lucha. Ellos tienen un fusil, vos un hermano enterrado, que mataron los soldados, porque era del sindicato. Tené cuidado Venancia, compañera campesina, compañera maestra”.
Luis Enrique Mejía Godoy
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Una vez más asistimos a una movilización convocada, esta vez por el Movimiento del magisterio nacional, en la lucha que libra el pueblo porque no se privatice la educación. Muchas personas asistimos sin ser maestras o maestros porque más allá de nuestra ocupación y la teorización sobre nuestros derechos, somos madres y padres de familia, que aunque trabajamos, no tenemos cómo pagar la educación privada para nuestras hijas e hijos, entonces es el mero acto de sobrevivencia la que nos lleva a la calle.
Como a las 8 y media de la mañana no había mucha gente, no la suficiente como para tapar el doble carril de la calle principal de Plaza, sin embargo como a las 10 ya habíamos llegado más personas, poco después se fue poniendo tenso el ambiente, toda la gente buscaba su pañuelito, compraba su franela, su bolsa de agua, buscaban en sus mochilas sus botecitos de vinagre, repasábamos por dónde se podía salir, hacia la derecha, por Plaza habían militares, camiones grandes de “chepos”, hacía la izquierda, por la gasolinera después del Copenh habían muchisisisimos policías y soldados, hacia las Colinas era igual y las tanquetas grandes frente a Imprema, y otro grupo de soldados y policías. “No hay por dónde compas”, pero lo mejor era correr para abajo, alguien, como efectivamente sucedió, nos abrirá la puerta de su casa y nos dará resguardo, “corramos hasta donde podamos”. Era tenso, era terriblemente tenso, una no sabe si acercarse a quienes por su condición física podrían correr más o a la par de alguien con quien simplemente se hará compañía en la desgracia al paso que las libras y los años y la adrenalina nos permitan. No importa, de todas formas siempre te perdés, no se miraba nada, era un campo de batalla llenito de humo, perdidas entre angustias y la imposibilidad de pensar, de correr, de acompañar, de auxiliar.
En medio de esa carrera quedó atrás la Profesora Ilse Ivania Velásquez, podrá haber mil versiones, si la atropelló una tanqueta, un carro, si ya yacía en el suelo por un golpe de la bomba lacrimógena en su cabeza. A la Profe Ivania la mató la indolencia, la mató el golpe, la mató la traición al pueblo de quienes usurparon el poder el 28 de junio y continúan esta tenebrosa historia de muerte engañando al mundo diciendo que “acá no pasa nada y nos reconciliamos”. Gracias a las personas que abrieron sus casas y nos resguardaron exponiéndose tanto como quienes por decisión propia fuimos a manifestarnos y nos quedamos sabiendo que lo del desalojo era cuestión de tiempo.
Me duele el cuerpo pero no tanto como el alma porque de nuevo extrañaremos a una maestra y hay tres más, graves en el hospital, y desde ayer Edwin Espinal está preso acusado de “rapto” mientras lo que el compa hacía era rescatar a una niñita de los gases que también ayer pretendieron ahogar nuestra rebeldía. Me duele la vida porque otra niñita también fue llevada hoy en una ambulancia, su mamá no estaba en la movilización, sino que pasaba mientras los hombres de las tanquetas y los perros vestidos de policías y militares cumplían la orden de Pepe Lobo?, de Oscar Alvarez?, de Flores Facusse?, de Miguel Facusse?, de Ricardo Alvarez?, de Romeo Vásquez Velásquez que se disfraza de experto en espiar las comunicaciones cuando realmente manipula y sigue matando, dando órdenes.
A la memoria de la compañera Ilse Ivania, a todas y todos nuestros mártires, nuestro respeto y nuestro compromiso de seguir luchando, a su familia nuestro abrazo lleno de dolor sin ninguna palabra más porque no existe ninguna que nos reconforte.
Karla Lara, Tegucigalpa, 18 de marzo de 2011.
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