Resulta patético que la ciudadanía tenga que enfrascarse en discusiones de índole ética con el Gobierno para defender el medio ambiente. Qué vergonzosa es su voracidad, su ambición y su ansiedad en éste, su último año de administración. Ha peleado por la autorización del Arco Vial Sureste -en área natural protegida- con la pasión del inversionista, del desarrollador y del corredor de bienes raíces. Pero las cosas se pueden poner más siniestras: una legión de porros amenaza y golpea al ciudadano inconforme. Hay que cuidarnos de la rapacidad del "Estado de Progreso".El 11 de abril, a las 19:00 horas, el biólogo Antonio Hernández fue interceptado en medio de la Sierra del Cerro de la Silla, a la altura de San Roque, por una camioneta con placas texanas, de la que descendieron tres individuos: lo amenazaron con "chin..." si no dejaba de poner denuncias; además de llevarle este mensaje, le robaron una radio portátil, 400 pesos y una caja de herramientas con la que lo golpearon en la cabeza. Todo esto consta en la denuncia que interpusiera el afectado ante el Ministerio Público y de la cual tengo copia.
¿Qué está haciendo Antonio Hernández? Este biólogo, egresado de la UANL, demandó, con fotografías en mano, ante la Profepa la obra clandestina de desmonte y excavaciones que la Coordinación había comenzado sin autorización de la Semarnat; la cual es imprescindible para la construcción de este proyecto Arco Vial Sureste, que afectaría a 70 mil 337 hectáreas del área natural protegida la Sierra de la Silla.
Tal vez se pregunte por qué tal empecinamiento en construir una carretera de menos de 20 kilómetros y un túnel de 2 kilómetros que atraviese el cañón de Santa Ana, para conectar a los municipios de Juárez y Monterrey, a la altura de Los Cristales, cuando la delegación de Nuevo León de Semarnat ha manifestado en reiteradas ocasiones su rechazo tajante al proyecto. Una nota del 9 de septiembre del 2007 de EL NORTE nos saca de dudas: "Disparará túnel valor de predios".
El reportero Rafael Garza nos refiere una reunión organizada nada más y nada menos que por la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción, en la que Abel Guerra anunció que con el Arco Vial Sureste se dispararía hasta 14 veces el valor de los predios aledaños a su proyecto. ¡Todos invitados a construir en un área natural protegida!
EL NORTE publicó el 25 de abril una nota firmada por César Cepeda en la que se asegura que la Semarnat federal dará la autorización que Abel y sus amigos esperan ansiosos para depredar la zona a diestra y siniestra. Es probable que la consigan, estoy de acuerdo, pero su aval será tan esquizoide como el que concediera el Departamento de Ingeniera Ambiental de la UANL que, en su Manifestación de Impacto Ambiental del proyecto, luego de mencionar los daños irreversibles al suelo, al agua, a la flora, a la fauna (hay especies endémicas y en peligro de extinción en la zona) y al paisaje, dentro del área natural protegida, falló a favor del proyecto. Con ambientalistas como ésos, no necesitamos depredadores.
El caso es sumamente complicado. Tenemos que enseñar al Gobierno del Estado lo que significa el bienestar común; la importancia de no vender el patrimonio del pueblo, inculcarle el amor a la naturaleza y a la vida, y en fin, explicarle por qué se protegen ciertas zonas de la depredación; todo esto cuidándonos de no ser amenazados, golpeados y asaltados.
Adendo: Hoy esta columna cumple 10 años. Recuerdo con enorme emoción aquel 27 de abril de 1998, cuando un amigo me recibió en la prepa con el recorte de mi primer artículo. Gracias a EL NORTE por este privilegio, y a todas las personas que han nutrido este espacio con su amistad, su solidaridad y apoyo.
ximenaperedo@yahoo.com.mx
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