Mesa de discusión con Ximena Peredo, Jorge del Bosque y Alfonso Teja.
Moderador: Luis Lauro Garza.
Luis Lauro Garza. Inicia la discusión en torno a Monterrey. La mesa se llama: Monterrey ¿quién te quiere, quién te odia? Y aquí tenemos una buena cantidad de voces que nos pueden dar cuenta de ello. A ver, Ximena, para iniciar la plática, ¿por qué escogiste Monterrey para vivir? ¿Qué fue lo que jaló tu presencia aquí en la ciudad?
Ximena Peredo. Bueno mis padres fueron los que inmigraron en el 91 por cuestiones educativas, porque vivíamos en una isla en Campeche, y mi hermana ya acababa la secundaria y había que buscar una ciudad con una buena prepa y se decidió Monterrey. A mí me ha correspondido no salir de aquí, ya independiente de mis padres. Y no he salido de aquí porque, es extraño, tengo una relación de odio amor con la ciudad. Me fascinan ciertos gestos de la ciudad.
LLG. ¿Cómo cuáles?
XP. Como los outsiders. Yo creo que lo mejor de esta ciudad son los rebeldes, que podemos ser todos, todos tenemos gestos marginales. Hay una fascinación en torno a la multitud también; de ver qué va a pasar y si vamos a ser testigos del fin el mundo (ríe), si nos va a tocar verlo. Pero hay de pronto, en las grandes ciudades como ésta, esquinas o rincones donde suceden milagros o maravillas. Por ejemplo a mi me encantan las señoras que siguen sacando su mecedora para recoger el día en la tarde, y esto es de los barrios de aquí del centro.
Alfonso Teja. ¿Cómo dijiste?
XP. A recoger el día. Así dicen: recojamos el día y así lo platican. Yo viví mucho tiempo en el poniente, en Cumbres, con mis papás. Era una chica de suburbios, pero de un tiempo para acá me vine a vivir al centro en el barrio de la Luz y ahí tuve mi segundo aire con Monterrey. Yo era de las que odiaba Monterrey, y a su gente y todo me parecía patético. Pero desde que me vine al barrio de la Luz le he encontrado un nuevo amor a la ciudad, porque la camino, porque la conozco, porque me sé sus calles, porque descubro sus cambios de pintura o de infraestructura, y eso me hace sentir como que es un ser que conozco. Y al fin la quiero, ¿no? Es muy difícil explicar el amor porque cuando tú amas a alguien conoces sus imperfecciones, pero ya valió. Ya valió porque ya lo quieres, el amor es incondicional. Eso me pasa con Monterrey y por eso estoy aquí.
LLG. Parecería que uno llega y por fatalidad ahí se queda, sobre todo si lo comparamos con el DF o Guadalajara. ¿Qué tiene Monterrey, de lo que hemos dicho, que no tienen Guadalajara o el DF, Jorge?
Jorge del Bosque. Creo que Ximena está centrando muy bien la conversación en torno a la pregunta inicial. Yo que viví en el centro toda mi vida, hasta que me casé hace veinte años, y que incluso he visto en el centro una transformación fabulosa, ¿no? Descubro también ese mismo sentimiento, porque mi mamá era de las que se sentaban en la banqueta con su mecedora, no? Incluso las mamás de mis amigos que aún viven, nos ven ahora de otra manera; ya no somos los güercos jodones de aquellos años, si no que nos ven bajo otra óptica. Ahora los datos duros. Entonces en el centro de Monterrey, hace veinte años, éramos 120 mil los habitantes, en números gruesos. Ahorita no pasan de diecisiete o dieciocho mil, de los cuales la gran mayoría son de fuera. El concepto de descentrificación de las grandes ciudades, sobre todo latinoamericanas, se da palpablemente en Monterrey.
A mí el Barrio Antiguo, por ejemplo, me provoca una dualidad de sentimientos, porque por un lado ves muy bonito el ambiente bohemio, pero por otro lado dices qué hicieron de mi barrio, las calles que yo recorría con los ojos cerrados desde niño, donde yo me formé, donde yo vivía esos dobles mundos de esta ciudad que son patentes prácticamente en todos los estratos sociales y habitacionales de la ciudad. Mira, por ejemplo, en mi barrio estuvieron las oficinas del club Monterrey durante muchos años, recordarán, en las calles de Abasolo y Diego. Y había mucha gente deportista, muy hecha al deporte, pero a cinco casas del barrio vivían “La Cuca” y “La Yuca”, que eran de la raza de los mariguanos, y “El Popeye” y “El Vampiro”, verdad? que a veces te hacían la vida imposible. Aparte, yo era de la Acción Católica de aquí de la Catedral, entonces éramos los niños buenos, los niños deportistas, y los malandros. Y entonces como niño bueno y deportista te tenías que tundir a golpes con estos cabrones porque si no, no te los ibas a quitar de encima durante toda la vida, y cómo se iba imponiendo finalmente esto contra lo otro, contra la raza mala. Ahora, en cuanto a qué tiene Monterrey, no lo sé, porque la vida social y cultural en la ciudad de México es fascinante. Yo disfruto cada vez que voy al DF, porque afortunadamente nunca me ha pasado nada, y siempre he disfrutado mis visitas enormemente, igual en Guadalajara. Pero el aire de esta ciudad quizá, no sé, aquello que iniciamos hace casi treinta años de la vida bohemia en la ciudad, con el Rincón de Albertico, el Mesón del Gallo, el Sapo Cancionero, aquellas primeras peñas que le dieron otro ambiente a la ciudad, que los jóvenes de aquellos años estábamos buscando y que no existía y que lo empezamos a crear.
LLG. ¿Comenzaba a echar raíces una nueva generación?
JDB. Yo creo que comenzó la gran transformación de esta ciudad.
LLG. A ver, Alfonso, tú que saliste de la ciudad, viviste fuera, percibiste esta diferencia no sólo de la oferta cultural, intelectual, en el DF, sino también una serie de limitaciones propias de Monterrey, es decir, la opresión de la burguesía, de las clases empresariales que es muy fuerte, comparada con la libertad que se percibe en el DF. ¿Qué podrías hablar al respecto?
AT. En el caso de mi familia ocurrió algo semejante a lo que cuenta Ximena. Mis padres llegaron a Monterrey en 1953. Yo acababa de cumplir tres años. Vivíamos en Las Mitras cuando la avenida Ruiz Cortines no estaba pavimentada, y Simón Bolívar a partir de ese punto hacia el norte, hasta el penal y más allá, parecía una ruta de pruebas para vehículos todo terreno, esos hoy tan populares y que por cierto en aquel tiempo no existían. A mis padres les gustó mucho Monterrey. Mi madre era de Baja California y mi padre del Distrito Federal. Mi papá era piloto aviador. Durante 14 años fue piloto para las farmacias Benavides. Y cuando los pilotos se reunían en la casa sucedía algo que me parecía chistoso. La cerveza que se tomaba en casa era la Superior. Pero cuando llegaban los pilotos de la cervecería a la carne asada, llegaban con sus cartones de Carta Blanca porque no podían tomar la marca de otra compañía. Y en casa esto era muy comentado, porque nos parecía muy dominante, impositiva, la presión que ejercía la Cervecería con sus empleados.
LLG. ¿Y ya no, verdad?... (risas).
AT. Bueno, hay matices... Por otro lado, luego algunos amigos nos invitaban los domingos a la Sociedad Cuauhtémoc y Famosa, y nos llamaban mucho la atención las instalaciones que disfrutaban y disfrutan todavía ahí; o, como en el caso del trabajo de mi papá, ellos contaban con ciertos planes de asistencia social como las despensas y otras prestaciones que se manejaban muy satisfactoriamente, incluso más allá de las disposiciones establecidas por la ley del Trabajo. Eso por un lado. Lo de la oferta educativa, ya en ese tiempo el Franco, el Instituto Regiomontano, desde luego el Tecnológico, e incluso la propia Universidad, ya empezaban a destacar como centros con muy buen nivel, muy por encima de lo que se ofrecía en los alrededores. Pero yo recuerdo que no había dónde divertirse. En aquél tiempo nosotros habíamos formado un grupo de rock, y no teníamos dónde tocar. Lo hacíamos en bodas o en quince años, o en el Aula Magna, donde la raza de prepa Uno nos invitaba a tocar cada rato. Pero había pocas alternativas de entretenimiento. Y a mí lo que me hace reflexionar es cómo pasamos de aquella sociedad austera, mesurada, sencilla, en donde la gente salía por las tardes a recoger el día –me encantó la expresión-, a esta sociedad que vivimos ahora, que es mucho más presuntuosa, ostentosa, en donde la gente se endeuda pero quiere salir con su BMW o su camioneta SUV. ¿Cómo hemos cambiado esa mentalidad en apenas treinta años? Entonces hay claroscuros, que puede parecer una frase hecha o un lugar común, pero sí ha habido un cambio, una apertura, hay más actividades, hay una cierta riqueza que es visible, palpable. De repente quieres asistir a los eventos que hay, de conferencias, presentaciones de libros, exposiciones, conciertos y no alcanzas, porque miércoles, jueves y viernes, y a veces desde lunes y martes, la ciudad está llena de eventos.
LLG. Dos cosas que se han mencionado aquí, que podríamos recuperar específicamente. Una, la que tiene que ver con las necesidades estrictamente más cercanas a lo económico, salarios, incluso las ofertas en términos educativos por las que muchos llegamos aquí a la ciudad. Y otra, la que tiene que ver con la forma de ser de la sociedad. ¿Hasta dónde una sociedad que ciertamente es una sociedad muy cerrada, muy impositiva, termina convirtiéndose en una sociedad abierta, si es que es abierta? ¿En qué sentido se es, o se ha sido una sociedad cerrada, no sólo por el presidencialismo, que eso esta presente en todo el país, sino por el dominio empresarial, que eso es muy exclusivo de Monterrey? ¿En qué medida esto ha evolucionado en una sociedad con alternancia, con lo que se ha conocido como transición democrática, y en qué medida ha existido un despertar ciudadano que dé cuenta ya de contrapesos?
- (AT) Yo ahí sería muy drástico y muy breve. Creo que el avance ha sido mínimo en ese sentido. El Forum que se realizó hace un año pareció que se nos vendía como una gran alternativa, o gran etapa de cambio y transformación en esto que estás mencionando, y terminó siendo, desgraciadamente, la feria cultural de Monterrey, como dijo Fox.
XP. En Monterrey pasó el fenómeno Eugenio Garza Sada que nos marcó profundamente. Era el padrino, el santo, el prócer, el todo, el rey, el tata, en fin. Yo creo que a partir de que el proletariado en este caso deja de sentirse orgulloso de ser proletariado y empieza a aspirar a ser patrón, porque éste es, como ves, el santo don Eugenio, y obviamente hay una gran admiración y hay un deseo de identificar y emular. Creo que es un quiebre en la idiosincrasia regiomontana, provinciana, tranquila, que recoge el día en las tardes, y a partir de este fenómeno social, empresarial, político, de don Eugenio, creo que ahí hay un quiebre en la conciencia del proletariado que definitivamente aspira a más, a parecerse a él, en lugar de sentirse orgulloso de ser la base de la economía. Ya se ha perdido ese orgullo de ser la base de la economía, porque finalmente son los que sostienen todo. Pero ellos ya no se sienten así. Se sienten los débiles, los pobres, los marginales, los faltos de oportunidades, porque quieren ser como su mayordomo. Finalmente todo se reduce igual a un sistema feudal o de hacienda. Yo creo que a partir de eso es que nos hemos vuelto una sociedad sumamente consumidora. El consumo es lo que nos hace parecernos más o menos a don Eugenio. Entonces esto es muy interesante en Monterrey. Yo tuve una experiencia de visitar centros comunitarios de desarrollo. En mi ingenuidad pensaba que me iba a encontrar con unas bases en resistencia; no como los chavos del TEC y de la UDEM a los que yo frecuentaba, que, bueno, ya estábamos todos metidos en un tren. Yo imaginaba que a la banda, lo popular, me los iba a encontrar más reacios a todo este bombardeo de consumo, y fue muy duro para mí darme cuenta de que los abonos chiquitos, para pagar toda la vida, tienen a todo el pueblo ya no jodido sino rejodido, porque es esta situación en donde también la señora que no tiene dinero y trabaja para vender chicles y le salen veinte o treinta pesos al día, se quiere pintar el pelo. Monterrey es realmente una ciudad de personas no libres; el regiomontano no es un ser libre.
LLG. ¿Alguna vez lo fue?
XP. Yo creo que sí. Yo creo que justamente esos ratos en que a Monterrey le sale lo provinciano son sus mejores ratos; pero Monterrey quiere tapar eso, se siente avergonzado de ser provincia y eso es lo mejor que tiene para mi gusto. Lo mejor es el contacto humano. Estamos muy deshumanizados, muy tribalizados de nuevo. Las cúpulas, a mero arriba, son muy tribales, son grupos pequeños, entre ellos se protegen, en familias. Y los de abajo no les queda otro remedio que ser tribales porque es la única manera de sobrevivir. Y los de en medio, que cada vez somos menos, pues también, porque es la única manera de no bajar. Entonces nos hemos vuelto una sociedad en lo privado desvinculada de lo público. Cuando llegué a la ciudad un fenómeno me llamaba muchísimo la atención. Amigas que vivían en huevitos de casa con grandes carrazos. Compadres estresadísimos porque tenían que pagar el carro y la casa. Compran carros que no pueden pagar. Y en la escala nos vamos proporcionalmente. Las bases populares compran celulares que no pueden pagar. Es el show off, es el vamos a parecernos a don Eugenio, todos tenemos que aparentar.
LLG. ¿Cómo son los amigos en Monterrey, a diferencia de los que han conocido en otros lugares, aparte de lo que se dice, de que somos francos? ¿Son solidarios?
XP. Son competitivos, muy competitivos.
JDB. Sí, competitivos, más que solidarios.
XP. Agresivos.
JDB. Incluso llegó un punto, algo que señalaba Ximena: el objetivo era crear riqueza, ¿cómo? ya no importa. Por eso se han generado las cosas que se han generado en torno, por ejemplo, al narcotráfico o a la delincuencia.
LLG. ¿Pero no estamos idealizando mucho al pasado y cuestionando demasiado al presente en ese escenario?
XP. No. Bueno, el ser humano es el mismo siempre. Aquí también hay claros y oscuros. Yo siempre digo que soy regiomontana, pero ahora me voy a tratar de poner la cachucha campechana. Y es que el regio es como una cebolla, le tienes que ir quitando capas y capas. AT. Sí, y con cada six se va cayendo una capa… (risas).
XP. Exacto. Tienes toda la razón, pero al final del día son seres muy nostálgicos y muy tiernos. Al final del día, son gente con miedo, con preocupación, porque obviamente vienen cargando un peso por toda su vida, por una educación muy hegemónica y opresora; y claro, hombres y mujeres están cansados de aparentar que son exitosos y que todo esta bien, cuando sabemos que en la noche toman cantidad de pastillas y que tienen que drogarse o emborracharse y ponerse hasta el queque. Todo eso es la realidad regiomontana. Pero cuando un regio es amigo yo creo que es de los amigos más afortunados que podrías tener. En realidad todo esto es muy de seres humanos.
LLG. ¿Cuál es el valor del regiomontano? ¿Cómo poder transmitirlo, o percibirlo, con respecto a lo que podrían ser los valores que a veces se contraponen con el defeño?
AT. Te lo iba a contestar por contraste. Alguien me lo dijo allá, alguna vez, de una manera muy sencilla. La diferencia es que allá en Monterrey alguien gana ocho mil pesos y vive como si ganara cuatro; y acá en el DF ganan cuatro mil pesos, y viven como si ganaran ocho. O sea el DF es una sociedad de blof. Nosotros estamos ahora avanzando en esa dirección. Pero en el DF, tú sabes, allá si no tienes dos trabajos, si no eres burócrata, si no tienes una prestación, no eres nadie. Eres carne del Metro. Porque la ciudad de México es la ciudad de los guaruras, de los grandes convoyes de seguridad y ese tipo de cosas.
LLG. De las jerarquías y las caravanas, cosas que a veces nos enemistan con los chilangos, de quienes luego se habla despectivamente porque son muy ostentosos.
JDB. Bueno, acuérdate que somos los chilangos light.
LLG. Los chilangos del norte, un poco esto.
AT. O chileños.
LLG. Ahora, ¿la relación con Estados Unidos hace que seamos más nacionalistas, o somos más entreguistas?
AT. Yo creo que el factor cultural local es muy importante porque la frontera es un tercer país. Hay otra comida, hay otro lenguaje, hay otra música. Es distinto. Entonces no estás ni plenamente incorporado a la cultura norteamericana, ni estás plenamente en la cultura mexicana. Es una ambigüedad. Tenemos tacos aquí, pero también comemos chili dog.
JDB. Y Luis Lauro mencionaba algo al inicio del efecto regional de todo esto, y el factor que ha jugado Monterrey en toda la región. Incluso me gusta poner de ejemplo el caso de mi familia. Aunque mi abuelo vivió en Monterrey, y mi abuela estudió en la Normal. Ella se recibió de maestra en 1900, lo que era un mérito enorme en esa época. El caso es que mi mamá nació en Texas, mi papá en Coahuila, mi esposa en Tamaulipas, y mis hijas y yo en Monterrey. Entonces eso te da una idea del fenómeno de regionalización y el factor que ha jugado Monterrey. Culturalmente, Monterrey es más importante que Dallas, que Houston, que Austin, que San Antonio, aunque haya quizá más capital ahí.
LLG. ¿Se puede afirmar eso?
JDB. Yo creo que sí. La cultura es la que sale de aquí. El famoso fray Antonio Margil de Jesús que funda San Antonio, sale de Monterrey. El mismo padre Ballí, al que se le debe el nombre de la Isla del Padre, sale de Monterrey o estaba vinculado con Monterrey. Entonces el efecto regional de la ciudad es muy claro. ¿Cuánta gente de la región no ha venido a esta ciudad atraída por este centro de atracción tan importante? Es un polo de desarrollo regional muy importante. Y lo que dice Alfonso creo que también es para destacar. Hay teorías muy fuertes, incluso en este momento, donde se habla de un tercer país. Y no es el concepto aquel de la Aridoamérica, o el país de en medio, como le llaman. Pero el hecho es que vas tú al otro lado -al otro lado, que es una expresión muy castiza, de nosotros-, y pues
nomás porque sabes que hay ahí una garita que te va a pedir los documentos, y pasas, pero para mí es lo mismo. Y al revés. Y luego incluso hay amigos de la frontera del lado americano que les dices oye, ¿qué prefieres tú ir a Houston, a Dallas, o ir a Monterrey? Y con los ojos cerrados prefieren mil veces venir a Monterrey. Y te dicen que las otras ciudades son aburridas. En Monterrey hay muchas cosas para ver o hacer. Y no quiero con esto poner a Monterrey en un lugar que no es, porque lo que hemos comentado es bien claro. Es decir, la lectura que se hizo de la ciudad en los 1800 cuando transita, de una producción enfocada a la tierra y la ganadería, a una industrial, pues fue una lectura apropiada, pero conservó algo que ahorita yo creo que es un elemento importante que estamos quitando, que fueron esas hegemonías.
LLG. ¿Y siguen existiendo las hegemonías encubiertas?; es decir, cosas que se dicen y cosas que se hacen. Hoy, hay una nueva trampa. Vemos el asunto del consumo, vemos la manera en que se nos quiere vender el discurso de la democracia, vemos la transparencia, porque hay nuevos conceptos ya: la transparencia, la participación de las ONG’s, los consejos ciudadanos, en fin. Como que estaríamos acumulando una serie virtudes como sociedad; por ejemplo, lo que decíamos de la idea del progreso de hace cincuenta años, parecería que estamos progresando y, a la vez parece, comparados con otras sociedades, que no estamos progresando tanto. Alguien me ponía el ejemplo de Saltillo. Mientras aquí hacemos pasos a desnivel tras pasos a desnivel, allá hacen sus distribuidores viales completos. Nada como aquí, que llegas a Gonzalitos y tienes que hacer una curva porque no quieres afectar al dueño de la Volkswagen. O porque acá te faltaron cien millones de pesos, y Benjamín no quiso hacer una vuelta en el paso que hizo por allá. En fin, están haciendo las cosas medio mochas. Y nos están vendiendo el discurso de la modernidad, el paseo Santa Lucía, cosa aparentemente loable, pero por otro luego estás vendiendo los terrenos. ¿Hasta dónde este tipo de dobles discursos, el engaño presente, con nuevas modalidades desde luego?
XP. Todo, todo es así.
JDB. Total, total.
XP. Es la manera de sobrevivir. Porque si ésa es la neta, vas a ser castigado
LLG. ¿Eso es propiamente regiomontano, o ya es una fatalidad de la globalización y de las fuerzas del mercado?
XP. No. Hay cosas de Monterrey, por ejemplo, la famosa lista negra. Existe.
LLG. ¿Todavía?
JDB. Existió, y yo creo que todavía existe. Sí, yo tuve un amigo que manejó esa lista negra en los últimos años de Dinámica él llego a manejar eso.
LLG. El veto a los trabajadores, a la gente que tenía ideas comunistas…
JDB. Era un sistema no de inteligencia, sino de espionaje, ¿verdad? Inteligencia sería muy pretencioso, pero espionaje. Y me acuerdo muy bien una vez que estábamos platicando y me pregunta ¿cómo se llama tu hermano? – No pues así; oye ¿y dónde está? –Pues en tal parte. Y oigo cómo está teclee y teclee, y me dije ¡ah cabrón! Y luego ya en lo personal le pregunté qué onda, si andaba en esas, y bueno… ¿qué te digo? Finalmente este cuate ya no pudo. Renunció a eso. Te estoy hablando del noventa, mil novecientos noventa.
Sí hay hegemonías. Tenemos frases como esa de “empresas ricas y empresarios pobres”. Esto se daba en Monterrey. Ahorita esto se ha invertido totalmente; son empresas muy pobres con empresarios espantosamente ricos
LLG. Eso se aplica a toda la clase empresarial mexicana, ¿no?
JDB. Sí, pero se supone que los empresarios de Monterrey eran los más decentes. Y no dudo que lo sean, pero entonces cómo estarán los demás.
AT. Bueno, acabamos de tener el día mundial de la competencia aquí en Monterrey…
XP. ¡Qué increíble que exista un día mundial de la competencia!
AT. ...y lo que se dijo fue impresionante. Y habiéndose dicho lo que ahí se dijo sobre corrupción, lo más impresionante es que casi no se reprodujo en los medios.
Por otro lado, me llama la atención cómo la calle que aquí se llama Padre Mier, en el DF tiene un equivalente que es Fray Servando. Es decir, allá, la figura histórica corresponde al diputado constituyente, al político; aquí, la misma figura se percibe como no como el político, sino como el religioso. Me parece que en provincia la iglesia católica tiene demasiada fuerza, mayor a la que muestra en la capital de la república.
LLG. Pero al mismo tiempo aquí no hay el fervor de otras ciudades.
JDB. Allá existe un sincretismo muy curioso.
XP. Yo estaría en desacuerdo con lo que dice Alfonso.
JDB. Sí, yo también, de alguna manera.
XP. Yo creo que regio es práctico y liberal. La verdad. Aquí lo que le mueve su corazón, o nuestro corazón, es el money. Y si el arzobispo además…
LLG. ¡Y en inglés, además!
XP. ¡Sí claro! el money.
AT. Sí, pero fíjate cómo precisamente la forma en que le tapan el ojo al macho asistiendo…
XP. Bueno, en eso sí estamos de acuerdo. Se utiliza la actitud del feligrés para expiar culpas, o lo que sea. Pero no es de ninguna manera el arzobispo el que dictamina.
AT. Mira, déjame ponerlo de otra manera. ¿Dónde se celebra un día de la comunicación como en Monterrey y se llena de reporteros y conductores? ¿En dónde, en qué ciudad de la república? Esto no sucede ni en León.
XP. ¿El día de la comunicación?
JDB. Sí, de la iglesia. La iglesia celebró eso. Mira, esto de la iglesia ha sido muy curioso en la ciudad. Sí se ha visto ese papel de la iglesia como justificante, y lo vemos en las altas esferas. Creo que incluso la historia de la iglesia en Monterrey no ha sido como en otros lados. Nuestros últimos arzobispos particularmente Suárez y Robles manejan una ideología cristiana más ecuánime, más centrada que la que manejan el propio Norberto Rivera y ya no digamos Sandoval en Guadalajara. La iglesia de Monterrey esta considerada más del centro y hacia una izquierda muy moderada, mientras que la del DF y la de Guadalajara, de Puebla, o León, como mencionabas, son iglesias más hacia las derechas recalcitrantes.
AT. Estoy de acuerdo, con una observación. En el DF la iglesia sí esta más acotada.
JDB. Sí, porque el DF tiene aires de diferencias que aquí casi no vemos. A los regios, bien nos dicen: en mi grupo de amigos de unos diez, como cinco o seis estamos casados con mujeres que no son de aquí, que se vinieron a estudiar aquí, y por eso siempre sale la broma siempre: “te viniste a pescar un regio, ¿verdad?”
XP. ¡Hijos, cómo son! ¡Qué bárbaro!
JDB. Y al revés, ellas nos echan mosca que con su expresión, todos los regios están cortaditos con la misma tijera; para comer, para comportarse, para actuar, porque es lo típico. Y lo que decías de hace rato de la cebolla. Ya nomás se echan sus cheves y les sale lo cariñoso y lo alegre y etcétera y luego las comidas; por ejemplo, la típica, que el día recién casados mi esposa me sirve puras hierbas, y oye ¿y carne? No, pues ya eso es todo. No, ¿cómo no hay carne? pues en Monterrey sin carne no puedes vivir… Son cosas que van más allá de una ideología, como esta de comer carne, obviamente con las consabidas consecuencias en la salud a estas edades, como diabetes, gota, obesidad, cosas muy características incluso del regiomontano, enfermedades muy características en Monterrey.
LLG. ¿Y en cuánto a sectores más joviales…?
XP. ¡Gracias!
LLG. ¿Hasta dónde podríamos estar asistiendo al surgimiento de otra forma de ser de los regiomontanos?
XP. Sí, yo creo que desde hace unos añitos se está gestando un fenómeno muy interesante con la migración que ha tenido la ciudad. Migración que tiene que ver mucho con globalización también de ideas. No nada más personas, sino también han sido atraídos estilos de vida. Y a resultado interesante ver cómo ya hay en la ciudad punks, darks, emos, gruvis, muy orgullosos de su mota y la defienden, en fin. Vallenatos, y muchos grupos indígenas que hablan su lengua. Yo veo en el ambiente juvenil una transgresión a este estilo de vida competitivo y de deber ser. Pero es gente que salta y que siempre la ha habido en el mundo, pues siempre hay un grupo de gente que son los outsiders, que son los que no van a correr tras de la zanahoria, pero yo veo últimamente en Monterrey cada vez más, siendo minoría por supuesto, jóvenes que están buscando un estilo de vida muy distinto. Son vegetarianos, viven al día, no acumulan, están por las causas ecologistas, son anarquistas, son muy unidos, viven en comunidad y se ve en el barrio antiguo, en el paseo Morelos, cada vez más. Al principio parecían los bichos raros. Ahora hay antros para darks, hombres maquillados como mujeres pero que se reconocen completamente masculinos.
LLG. Pero, ¿no es un poco como se decía en tiempo de los hippies, que eran modas que influían desde el extranjero?
AT. También es parte de una búsqueda, natural para los jóvenes a esa edad.
XP. Yo tengo 27 años, y cuando tenía 23, que es como la edad que tiene esta banda, no había estos grupos, yo no los encontré. Es algo nuevo. Yo creo que es un boom. Ahora hay otro orgullo. Va más allá. O sea, no son los hippies del Tec, lo que gastan lo que sea y compran sus camisetas del Che Guevara. Es gente que esta otra vez retomando esa lucha inconclusa.
LLG. Pero más allá de lo que dice Alfonso, de la idea de la búsqueda, que es algo natural y loable, a nivel local, ¿esto para dónde iría?
XP. Lo que ocurre es, me parece, un fenómeno muy natural en una sociedad que se encuentra como una olla express a punto de sacar a estos individuos que son los que definitivamente no pueden y no quieren adaptarse a este medio ambiente. No. Ellos dicen no a la selección natural y están saliendo. Últimamente ha habido muchos casos entre papás de amigos, hombres, que algo les pasó. Se rompieron. O sea, este sistema de competencia, de deber ser, de apariencias, no va a durar mucho, o no va a durar mucho en cada uno de nosotros. Yo siento que hay un quiebre psicológico importante en la ciudad de gente que ha venido manteniendo (una posición). Y que jóvenes lo han visto en sus padres, y lo han vivido con unos padres autoritarios, alocados con la competencia, con la lana, y que ellos están saliéndose del él, algunos, y que son una minoría, porque hay esa opción. Porque algunos no estamos por la acumulación de lana. No nos interesa, la verdad. No es esa nuestra intención, hay otras.
LLG. ¿Y cómo visualizan la ciudad, idealmente?
XP. Quisiera pensar en una ciudadanía en una comunidad más metida a lo público, menos a lo privado. Que la calle recuperara su espíritu público. Que hubiera espacios de encuentro no comerciales como los mols, ¿no? sino que pudiéramos convivir y encontrarnos cada vez más la sociedad que ahora somos, que ya ni siquiera somos regiomontanos; hoy somos de todas partes, incorpora gente de muy distintos orígenes, pero ahora los que somos pues vamos a reencontrarnos. Yo extraño eso de esta ciudad, ahora que todo es velocidad y automóviles, y estancias dentro de cristales, y no fuera. Me gustaría más que nos encontráramos en espacios libres propios públicos. Creo que tuvimos una experiencia interesante en Fórum, que fue esta experiencia de vernos desde lo público, encontrarnos ahí y disfrutar cosas, aunque tiene, como todo, cosas criticables, eso yo lo rescato. Y ahora creo que el paseo Santa Lucía también nos esta cambiando a los que habitamos la urbe. Yo ahí le veo toda la esperanza. En que la ciudadanía recupere el orgullo de formar parte de una comunidad, todo este espíritu comunitario puede salvar a los habitantes de esta ciudad de perecer, de quedar sepultados entre todas las capas de cebolla que tenemos.
AT. Pienso que aquí es más posible, más fácil y viable resolver los problemas que se tienen que hacerlo en una megalópolis como la ciudad de México. Entonces veo más opciones y posibilidades, mucha esperanza para Monterrey; aunque desde luego, todo esto hay que circunscribirlo a los tiempos globales, estamos en tiempos de explosión demográfica, de problemas de equilibrio sustentable, etcétera, de los que Monterrey y su región no están exentos.
JDB. Sólo diría que este estilo clasista que ha pervivido en la ciudad durante ciento cincuenta o doscientos años necesita empezar a transformarse. Y yo espero que las mismas altas esferas de la sociedad o los capitanes de industria entiendan que en la medida en que hagan más democrática toda esta cuestión de los dineros ellos van a ser los más beneficiados, puesto que se va a hacer un mercado más grande, simple y sencillamente. Y eso va a generar una situación de justicia social en esta ciudad, que a pesar de todas sus virtudes mantiene ahí reales esos graves problemas de diferencia social.
* Texto tomado de La Quincena N° 59, septiembre de 2008
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