redacción / Apro
México, D.F., 5 de junio- La noche del 1 de junio, Adán Abel Esparza Parra logró sobrevivir al ataque de un grupo de soldados en las inmediaciones del poblado La Joya de los Martínez, en Sinaloa, no así su esposa, tres hijos y una hermana, quienes perdieron la vida durante la balacera. Convaleciente, Esparza Parra narró al Diario Noroeste de Culiacán, los instantes en que él y su familia fueron blanco de las balas. A continuación, el texto íntegro del relato, firmado sólo con las iniciales IONSA:
Adán Abel Esparza Parra sufre de heridas más profundas que las que tiene en los dos brazos. Perdió a su esposa, tres hijos y una hermana en un eterno instante.
Regresaban a casa, se toparon con militares y, sin esperarlo, recibieron una lluvia de balas.
"Les levantaba la otra mano y les decía a los soldados: ¡no tiren, por favor! ¿Por qué tiran? ¡Vienen mujeres y niños! No me hicieron caso, me tumbaron de un balazo en la otra mano, y... aquella balacera", así empieza la historia del infierno que vivió Adán, uno de los sobrevivientes de la matanza del 1 de junio ocurrida en la zona serrana del municipio de Sinaloa.
El joven de 29 años, internado en el segundo piso del área de Traumatología del Hospital General de esta ciudad, tiene los brazos vendados, el ojo derecho amoratado y en sus hombros se observan todavía pequeñas manchas de sangre.
Su voz apenas es audible, pero cuenta la tragedia de ese día.
"Ese viernes en la mañana, a mí me tocaba, como padre de familia, llevar a las maestras de primaria y preescolar a una reunión a la comunidad de Ocorahui.
"Como mi esposa es de allá, pues la llevé a ella y a mis hijos, para que visitaran a su familia. También iba un sobrino mío. Todo iba bien", relata.
Fue a la mitad del camino, cuando ya regresaban a la Joya de los Martínez, su pueblo, cuenta el conductor de la camioneta, que de la oscuridad de la sierra salieron soldados del Ejército y uno de ellos les marcó el alto.
Dice que él no esperaba que hubiera un retén en el lugar, pues no había ninguna señalización que así lo indicara y se detuvo más adelante, y es en ese momento un soldado le disparó en un brazo.
"Todavía me bajé del carro, mi sobrino y mi hijo viajaban en la caja. Abrí la puerta, les levantaba la otra mano y les pedía que no tiraran por favor. No me hicieron caso, me tumbaron de un balazo en la otra mano", relata.
"Como no alcancé a detener el carro, me di cuenta que la camioneta, despacito se estaba yendo al barranco. Me levanté. Quise subirme para frenarlo, pero no pude, cómo iba a poder, me ganó el carro, se fue al barranco, con todo y mi familia".
A como pudo, narra, se arrastró hacia el punto donde cayó la unidad en busca de un radio portátil para pedirle a su familia que los rescatara.
"Les pedía auxilio (a los soldados), pero no me ayudaban, yo traía un radio y les daba el radio para que se comunicaran con mi familia, pero nada, no me hacían caso, no me ayudaron con los heridos", recuerda.
"Como pude, ahí en el suelo, me acerqué el radio a la boca y así les hablé hasta que me contestaron mis hermanos, y llegaron de inmediato al lugar. Los soldados decían que ya venía la ambulancia, que ya venía un helicóptero, pero eran puras mentiras, nunca llegó el boludo".
Hace una pausa y prosigue. Cuenta que después que su familia encaró a los militares, es cuando permiten después de varias horas que trasladen a los heridos a recibir ayuda.
--¿Qué pides para los militares que asesinaron a tu familia?
--Que los castiguen, que les hagan lo mismo, para que vean lo que se siente perder a tu familia, que los castiguen de verdad.
"Nada repara el daño que me hicieron, perdí a toda mi familia, ni con la muerte pagan todo el daño que hicieron al matar a gente inocente. A mujeres y niños."
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