Sunday, November 22, 2009

Lila Downs en Monterrey




                                                                                    Para Alma Ramírez


Rene Zúñiga

Dicen que todos los 21 de Noviembre son iguales, parece que no, mientras la euforia futbolera allá por Garza Sada, donde los globos blancos y el luto conjugan distintas realidades, , Monterrey adormilado, ajeno a las tragedias nacionales La democrática muerte todo lo puede. Un viento frío para las cálidas conciencias regimontanas, la fuerte presencia y violencia del crimen organizado ha obrado el milagro en algunos sectores de la población, mientras unos se divierten a rabiar, como si no hubiera crisis, los sectores populares padecen la escalada de precios, el desempleo y sus anhelos los depositan en un posible campeonato rayado y esperando que el dos mil diez sea mejor, será que no han escuchado o ignoraron que los impuestos dispararán los precios de todo y quienes serán los más afectados, justamente serán los asalariados, el comercio informal y la arrogante clase media que viaja un mes si y otro también a la Isla del Padre o de a perdis a comprar cositas a McAllen.
Son las siete de la tarde-noche y presuroso me enfilo hacia la carretera nacional, pienso en Oaxaca, en la riqueza cultural de los pueblos indígenas, en el hecho que no hay pueblo o caserío donde los lugareños no tengan una numerosa o pequeña orquesta, talleres alfareros, de talla de madera, de fabricación de textiles con diseños propios y bellos, exuberantes de líneas, formas y color que surgen de esas manos prodigiosas. Recuerdo que en Oaxaca es posible ver las nubes hacia abajo y con sólo alzar la mano, alcanzar la estrella más brillante. Así, pronto me vi en el arroyo de la carretera nacional, ya todo área urbana, negocios, grandes construcciones; la modernidad manifiesta en las evidentes millonarias inversiones y al fondo, como parte de la sierra del cerro de la silla, la popular colonia La Estanzuela, donde se puede observar que la opulencia y bienestar social, no es parejo, casas a medio construir, unas regularizadas, otras con el deseo solamente que tendrá que esperar, pues los programas sociales del gobierno priísta de Natividad y el entrante de Rodrigo Medina, no tiene contemplado regularizar terrenos, ya que es redituante tener cautivos a miles de electores necesitados y otros, los menos, agradecidos por las limitadas políticas sociales. En menos de media hora aparecen majestuosos anuncios de neón con el mítico nombre Woodstock. Con grandes dificultades vislumbro pequeñas luces que sugieren: si, aquí es, y uno acostumbrado a los códigos de la cultura dominante, respondo de inmediato y me estaciono en el acotamiento, apareciendo de la nada una rolliza trabajadora que con una sonrisa espectacular y la ventaja de la vulnerabilidad de los despistados, dice con autoridad: son cincuenta pesos, ah cabrón, bueno. Quiero vivir, quiero viviiiir, llegar temprano, conseguir una buena localidad y ver aparecer entre niebla y oscuridad sugerente a Lila Downs, el sacrificio debe valer la pena.
Y si, entusiasta ví con ojos festivos, a unas nenitas que vestidas a la usanza de los sesentas, frescas, risueñas, con flores en el pelo y con luminosidad propia de la edad, arropaban el evento. Filas, expectativas, donde hay buenos lugares ¿? Donde ? y la respuesta no se hace esperar: a la derecha, casi zona vip, asegura un sujeto con playera roja, rostro maquillado de fastidio y la necesidad de vender muchas bebidas a cuestas. Me dirijo a la zona y compruebo que efectivamente se ve bien, casi podré tocar a Lila con el alma me digo y me siento en una incómoda silla, cuando súbitamente aparece la playera roja que ofrece con una sonrisa estudiada: bebidas nacionales y extranjeras - de exportación -, acota, pero tenemos cheve: indio, carta, de bote a solamente treinta y cinco pesillos, baratísimas, y veo como en unas mesas más adelante las cubetas refrescan la enardecida garganta y todos felices y tolerantes. Vendría un grupo buenísimo, no supe el nombre, después un cantaautor, de esos que amenizan con palabras graves y verdades agudas. Acto seguido un mariachi acompañando a una cantante vernácula que no se sintió ajena a ese ambiente donde es lo mismo Chana que Juana, pero alarmado y molesto observé que el concierto estaba programado para las nueve de la noche y ya eran casi las diez con veinte y nada de concierto de Lila, por lo que inicié una protesta a chiflidos, nadie me siguió, unas cuantas palabras altisonantes para los oídos castos y me di cuenta de la indiferencia lacerante de la gente. Me sumí en el consumo lento, pero efectivo, de dos cerbatanas heladísimas, más el viento suave y frío para esperar pacientemente a la Downs y prontamente caí en la cuenta que la admiración y amor que siento por ella es sobrenatural, muy alejado de las frivolidades del mundo.
El concierto inició, algunos ni cuenta se dieron, otros como yo, tarareábamos las canciones y festejábamos el virtuosismo de sus músicos, que en democrática presentación Lila luna, mencionó el nombre de todos ellos. El ambiente gélido pronto se convirtió en una romería, en un mercado, en la guelaguetza misma, donde la tradición oral de nuestro pueblo se hizo presente con Lila sol, agua, tierra, fuego… aire. Andrés Henestrosa estuvo presente, su palabra y su mirada posada en un público que se convirtió en receptáculo de los poderes de la tierra: Niña, cuando yo muera, no llores sobre mi tumba; toca sones alegres, mi vida, cántame La Zandunga.
Lila nace el 19 de septiembre de 1968, unos días antes de la masacre de Tlaltelolco en el corazón de la mixteca, en Tlaxiaco, Oax., una de las ocho regiones geográficas que integran el estado, siendo relevante destacar que conviven 16 grupos etnolenguísticos, donde la riqueza cultural de los pueblos es proverbial.
Su discografía está compuesta de diez obras: Ofrenda en 1994, Azuláo en 1996, La Sandunga en el 99; Árbol de vida en el 2000, La L{inea en el 2001, La Sangre en el 2004, La Cantina del 2006; La lotería cantada en el 2006, The Very best of El Alma en el 2008 y Ojo de Culebra en el 2008.
Finalmente pude constatar que los días nunca son iguales, como tampoco será igual, desde ahora, oír a la Downs, cantar con la Downs, soñar con la Downs. Escuchar esa potente, prolija y bella voz: No me llores, no, no me llores no: porque si lloras yo peno, en cambio si tú me cantas, mi vida, yo siempre vivo, yo…nunca muero.

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