Hugo Gutiérrez Vega
¡Esos machos de Jalisco, que bonitos! Sí, que bonita forma tienen de hacer política y de convertir a sus adversarios en enemigos a los que se trata a puras mentadas de madre. Este desgobernador de dar vergüenza y su tutor, el cardenal Sandoval, han colocado a Jalisco en un estado de crispación que tuvo su catarsis en la marcha de varios miles de ciudadanos que gritaban una consigna muy ingeniosa: “¡Aleluya, aleluya, chingas a la tuya!” Para fortuna de la racionalidad, y como un acto civilizatorio, los manifestantes repudiaron a la vez a Etilio, al Cavernal y a Telemisa, englobando así en su protesta a tres de las instancias del aparato de coherencia interna del zarandeado Jalisco: el gobierno estatal, el trentino cardenal homofóbico y los medios que están a su servicio, y que, como el perrito clásico de la rca Víctor, responden presurosos a la voz de su amo. Fue incluido en la protesta el señor rector de la universidad, personaje singular al que se le ocurrió invitar a su insípido informe al señor Cavernal y al gober precioso de todas las pueblas –debería haber invitado a los espíritus de Lola la Chata y de Sobera de la Flor para completar el cuadro delictivo.
Así anda Jalisco, entre mentadas de madre, homofobia galopante y exacciones al erario público para construir el Valle de los Caídos en la “Santa Cruzada” (caudillo de España por la gracia de Dios dixit). Los excesos etílicos del señor gobernador y la torpeza prepotente del cardenal han sumido al estado en una siniestra feria de integrismos, mentadas de madre, valemadrismos, tontería y prepotencia. Sólo la marcha de dos mil jalisciences, en su mayoría jóvenes, rescató al estado de la ignorancia sin fisuras.
El pan ha dado a Jalisco tres gobernadores francamente esperpénticos: el analfabeto funcional conocido con el cariñoso mote de Bebeto, el troglodita Ramírez Acuña, y el actual mentador de madres y gritón desaforado de palenque de rancho. Me pregunto cuál sería la reacción de don Efraín González Luna frente a tales excesos antidemocráticos y rebosantes de vulgaridad de piquera de los rumbos de San Juan de Dios (barrio conocido por los tapatíos como Taiwan de Dios). Eso y más nos merecemos los jalisquillos por dejados y apáticos. Volver a votar por el pan después de Bebeto y de Acuña demuestra una crisis de la inteligencia y de la sensibilidad política en los electores de un estado que, en épocas pasadas, poseía una mediana dosis de sensatez y de buen criterio.
Ya pasan de 400 los millones de pesos del erario público entregados a la Iglesia que está más cerca del corazoncito del mentador valemadrista. Esto no sólo viola la Constitución, sino que ofende al espíritu de justicia y hace mofa de las otras Iglesias legalmente registradas.
Todo esto significa que Jalisco sigue trepado en su cuaco cristero, asolando ranchos, colgando a los “enemigos de la causa”, e imponiendo con prepotencia su visión del mundo a una sociedad en la que, sin duda, hay otras cosmovisiones y otra manera de vivir los credos religiosos.
Como jalisquillo y crítico de las acciones políticas del gobernador y sus esbirros (supongo que se reúnen “en torno de una mesa de cantina” para homenajear a sus madres y mentárselas a los que no piensan como ellos), me siento ofendido y agraviado por un exabrupto que refleja lo que en el pozo del alma integrista trae escondido el desgobernador. Nunca pensé que en mi tierra pudiera ofenderse tan impunemente al buen gusto, a la justicia, a la libertad de pensamiento y de expresión y, sobre todo, a la inteligencia.
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