■ Autor de unos 540 scores, estará mañana en el Auditorio Nacional; las localidades, agotadas
Juan José Olivares
“Llámenme genio cuando haya muerto, o al menos cuando hayan pasado muchos años más; aunque siempre se agradece que a uno lo nombren así”, dijo a través del auricular Ennio Morricone, quien para muchos representa el “sonido de las imágenes, al Mozart de la música para cine”, debido a que, sin contar decenas de sus composiciones de música de cámara y orquesta –la que denomina absoluta–, ha escrito alrededor de 540 bandas sonoras cinematográficas.
Ennio Morricone (Roma, 1928) recibió el año pasado un Óscar honorífico; antes había sido postulado cinco veces a ese galardón, que entrega la academia estadunidense de cine, por la música de Malena, Bugsy, Los Intocables, La Misión y Días del cielo. Ahora, partituras de películas como El bueno, el malo y el feo, Cinema paradiso, Érase una vez en América o La batalla de Argel, por mencionar algunas, podrán ser conducto para que el cinematógrafo de nuestra imaginación proyecte esas 24 fotos por segundo, este 27 de mayo, en el Auditorio Nacional. La batuta de Morricone dirigirá la Orquesta Roma Sinfonietta y al Coro de México, en Musica per il cinema.
Estudioso de la trompeta y la composición
Morricone se forjó en el Conservatorio Santa Cecilia, de Roma. A los nueve años comenzó a estudiar trompeta y composición. Ingresó después al Conservatorio de Italia en plena Segunda Guerra Mundial.
Tocó la trompeta con algunos grupos de jazz, hasta su incursión en la realización de bandas sonoras. Alla scoperta dell’America (para la tv), de Sergio Giordani, e Il federale, de Luciano Salce (con quien trabajaría en varias ocasiones), son sus primeros trabajos.
Su narración acústica, de extraordinario manejo del silencio, le abrió las puertas de la incipiente industria italiana, sobre todo en el peyorativamente llamado spaghetti western. Muchos de estos proyectos eran de su ex compañero de escuela Sergio Leone, realizador de El bueno, el malo y el feo. A partir del éxito de estas cintas, otros realizadores como Pier Paolo Pasolini, Bernardo Bertolucci, Gilo Pontecorvo y Giuseppe Tornatore, requirieron de su trabajo.
Ecléctico de palabras concisas
Morricone, personaje ecléctico, de pocas pero concisas palabras, aseguró que el cine sería lo mismo sin la música, que puede vivir sin ésta, aunque “parece que es bastante necesaria para lograr la expresividad de la obra cinematográfica”.
El autor aseguró que antes de componer su primer score, ya trabajaba “en algo parecido: laboraba con una orquesta que musicalizaba cintas, por eso fue un acercamiento natural”.
Se le preguntó si hoy día el cine y la música son artes complementarias.
“No”, afirmó, más bien “la música es adjunta al cine cuando se compone ex profeso. Cuando un músico crea una pieza que no es para el arte visual… es hablar de otra cosa, la música absoluta”.
–¿El trabajo del compositor de cine ha sido valorado?
–Creo que bastante en mi caso. Ahora la música se considera casi necesaria para el cine, tanto que a los compositores se les reconoce como autores.
La incursión de Morricone en la sonorización de los 24 cuadros por segundo fue permeada en sus inicios por su clasicismo y la influencia que el italiano tenía de otros músicos vanguardistas, como Luciano Berio. Parte esencial y característica de sus trabajos es la experimentación, pero “no siempre es posible, porque conlleva a exigir del público cierta capacidad para entenderla, pero cada vez que puedo, la utilizo”.
Una pregunta común para este creador es: ¿qué elementos debe tener algún proyecto de cine para que lo musicalice?
Morricone respondió: “Antes de aceptar tengo que ver el corte final. Es necesario que el director me garantice calidad en el filme”.
–¿Cree que en la sonorización de un filme llegue un momento en el cual la música ya no le pertenezca al autor, sino a la película?
–Efectivamente sigue siendo del autor, pero cuando se fusiona, pertenece más a la historia.
–¿Cómo explicaría las diferencias entre la música para cine y sus composiciones de música absoluta?
–El score está condicionado por la historia, por el director, el guionista o la ubicación histórica, mientras la otra música está condicionada por la voluntad del autor.
En una de sus presentaciones en los mejores escenarios del mundo, hace unos años, dijo: “prefería interpretar la mitad del repertorio de música absoluta y la otra parte de piezas de scores”, pero en la actualidad, la narración de cintas a través del cuaderno pautado es lo que más lo llena, precisó.
“No es importante haber visto antes las películas, las piezas para el cine bien se pueden disfrutar en una sala de conciertos.”
Pareciera una maquila de creación de bandas sonoras, pero para el italiano representa su “vida, mi musicalidad, mi técnica, todo lo que he amado en el pasado, el pragmatismo, lo que me gusta de mis autores preferidos”.
Ennio Morricone, este 27 en el Auditorio Nacional. El 29 en la Arena Monterrey, y el 31 en el Auditorio Telmex de Guadalajara.
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