RADIO TIERRA Y LIBERTAD: SÍNTOMA DE ALGO MAYOR
Alfonso Teja
El cierre de las instalaciones de la estación de radio comunitaria de Tierra y Libertad el viernes 6 de junio es un atentado contra la libertad de expresión tan significativo como absurdo.
No fue suficiente que durante casi siete años la comunidad encabezada por Héctor Camero lograra generar, pese a sus limitaciones económicas, opciones de contenido útiles y variados; tampoco fue suficiente que durante prácticamente todo ese lapso (casi siete años) se solicitara el permiso requerido para transmitir legalmente; y ni siquiera han servido de algo, hasta ahora, las firmas que México estampó en acuerdos y convenciones internacionales sobre derechos humanos, que reconocen explícitamente la importancia de estimular la radio comunitaria como una forma positiva de asegurar la libertad de expresión para grupos vulnerables y garantizar su acceso a la información.
En medio de la madre de todas las batallas mediáticas que actualmente se libra en el país, con las reformas a las Leyes Federales de Telecomunicaciones y de Radio y Televisión, el problema de las radios comunitarias pareciera ser un asunto menor. La verdad es todo lo contrario.
Anular lo popular
Pocos días después de los hechos invité a Héctor Camero para que me acompañara en vivo en el estudio de Frecuencia TEC, en el programa que ahí realizo todos los jueves. El doctor, amablemente aceptó. Para complementar la conversación, me puse en contacto con Ximena Peredo, quien acababa de publicar un vibrante editorial en las páginas de El Norte, que finalizaba así: “…temo a una sociedad que permite que el gobierno viole su derecho a la libertad de expresión. En este país se castiga doblemente a las radios comunitarias; primero se les niega legalmente su derecho, luego se les castiga por estar fuera de la ley”.
Ya al aire, durante “La revista universal”, el diálogo muy rápidamente entró en materia. A petición de Héctor, Ximena presenta el panorama general.
- Creo que el problema aquí es la privatización de las ondas radioélectricas. Creo yo que el Estado deliberadamente tiene la intención de ahorcar a los medios comunitarios.
· ¿Tanto así?, intervengo.
· Creo que sí. A juzgar prácticamente por la omisión legislativa que se hace en la última reforma a la Ley Federal de Radio y Televisión, en donde no existen las radios comunitarias. Las radios comunitarias son una herramienta muy importante de medio de información popular, que ni siquiera ameritó para los legisladores una mención.
· ¿Ni siquiera la mencionan?
· No. No se menciona la radio comunitaria. Se mencionan la radio experimental, la radio cultural, radio de otras especificaciones o categorías, pero la radio comunitaria no existe. Y esto cuando muchas comunidades indígenas, entre otras, que como la gente sabrá, padecen un alta marginación porque su lengua no forma parte de las lenguas que se escuchan en los medios de comunicación masivos institucionales. Entonces las radios comunitarias han suplido toda esta falta o ausencia de un medio que los acoja, donde se representen, donde su identidad cultural sea significativa. Entonces yo creo que sí hay un afán de privatizar las ondas radiales. Yo creo que esto nos habla de una intención de anular lo popular y lo público, que lo podemos ver en otros ámbitos. Creo que es clara una intención de anular todo lo público, lo que el pueblo siente propio, donde se comunica, donde se siente dueño, está siendo abandonado deliberadamente para que manos privadas salgan al quite y digan esto está funcionando fatal, si me lo dejan a mí, si me lo rentan, si me lo conceden, yo podría mejorarlo, ¿no? Entonces está muy claro cómo el Estado está violentando el derecho a la libertad de expresión que todos tenemos. Y sobre todo, en el caso de Radio Tierra y Libertad, yo escuché la estación en el poniente de la ciudad y sé que servía muchísimo como medio de comunicación no nada más entre los vecinos de Tierra y Libertad, sino entre otras personas; y la voz que salía de esa estación era totalmente distinta porque tenía una lógica desde lo público, desde lo popular. Yo todavía alcancé a escuchar el viernes, horas antes de que se cerrara la estación, bueno, antes de que la cerraran, un programa muy interesante sobre consumo responsable, cosa que jamás se va a escuchar, o en muy pocas estaciones. Apenas tal vez en estaciones como ésta y otras universitarias, pero es una radio muy difícil de escuchar. Los ciudadanos tenemos cada vez menos acceso a la voz pública, a la voz popular. En esa ocasión escuchaba en el programa que hablaban sobre la importancia de que nosotros como consumidores podamos asumir un rol responsable para proteger la ecología, para proteger nuestro bolsillo, para en fin, crear redes más solidarias económicamente hablando. Entonces se extraña muchísimo la voz de Tierra y Libertad hoy en la radio comunitaria. Creo que es un síntoma de que algo mucho mayor está pasando en el país”.
Letra muerta
La conversación deriva entonces a los requisitos que exigen las leyes para obtener ya sea la concesión, que permite la explotación comercial de la estación, o el permiso, que autoriza la radiodifusión de las estaciones llamadas culturales o no comerciales.
“Están atoradas las radios comunitarias en el amplio bache de la discrecionalidad en este país, y entonces queda muy claro lo que es mi tesis. Hay una deliberada intención de anular lo popular y de volvernos a los ciudadanos más que ciudadanos, consumidores. Porque el hecho de quitar estaciones como Radio Tierra y Libertad nos está forzosamente empujando a la radio comercial. Sabemos que las estaciones culturales o universitarias como ésta son tres, tres en la ciudad. Después de eso es sólo radio comercial. Por eso la importancia de que Radio Tierra y Libertad siguiera al aire; porque sigue representando, seguía siendo la voz del pueblo”, sentencia Ximena Peredo.
Pido a Héctor Camero su perspectiva:
“Nosotros entendemos que el problema del acceso a un medio como la radio es parte de la lucha de la ciudadanía por tener oportunidad de manifestar su libre expresión. Entendemos que las radios comunitarias son un movimiento mundial, de los pueblos del mundo, que reclaman ese derecho, que reclaman facilidades para utilizar lo que es un bien nacional como se declara el espacio a través del cual se transmiten las ondas electromagnéticas, y que por lo tanto las autoridades debían hacer ese acceso fácil; de tal manera que cumpliendo una serie de requisitos administrativos, mínimos, comprobables, transparentes, pudiera facilitarse este medio. Este movimiento ha tenido éxito en una serie de países, creo que desgraciadamente en México vamos rezagados. La radio comunitaria existe producto del esfuerzo de ciudadanos que seguramente han pasado lo que nosotros hemos pasado, que les han atropellado, los han violentado, han ido a la cárcel, o cosas peores, como acaba de pasar con dos locutoras triquis.
“Se pudo llegar a plasmar por ejemplo en la Declaración Universal de los Derechos Humanos ese artículo que habla de la Libertad de Expresión sin cortapísas, a través de los medios que la ciudadanía considere más idóneos, y que se plasmó también en el artículo 13 de la Convención Americana de Derechos Humanos, conocido como Pacto de San José. Esos son principios generales que apoyan o complementa al artículo 6º de la Constitución Política de México. Para nosotros esas son leyes superiores. Y el problema, como suele ocurrir, es que lo que una ley superior aprueba, la reglamentación lo limita y deja a la discrecionalidad de las autoridades esto”.
En el repaso, Héctor Camero recuerda cómo pudieron contar con un mejor transmisor, de cien watts de potencia, gracias al apoyo del CGH de la UNAM ; igualmente recorre las infructuosas andanzas iniciales para tratar de conseguir el permiso. Y así, con el proceso “en trámite” iniciaron transmisiones. Recibieron entonces un apercibimiento de la Secretaría de Comunicaciones. Fueron a ver al delegado de SCT, en noviembre de 2002. Antes de entrevistarse con él tuvieron un roce con algunos asistentes quienes, airados, reclamaban cómo podía Radio Tierra y Libertad mantenerse al aire “violentando la ley”. Camero y su gente respondieron con grabaciones de programas radiofónicos locales, de esos cada vez más abundantes en los que se humilla al público, se alburea y se violan todas normas y reglas. La aguda mirada de Héctor Camero se vuelve más penetrante cuando recuerda su reclamo a los técnicos burócratas de la SCT. “Esto es lo que se oye en la radio comercial. Esta basura es lo que le llega a la gente. ¿Cómo permiten ustedes esto? ¿Porqué aquí no se preocupan ustedes de aplicar la ley, y a nosotros, que prestamos un servicio social aprovechando las cualidades pedagógicas de la radio nos dicen que estamos fuera de la ley, y a quienes hacen esto que intoxica no se les dice nada?”
Nos queda claro a todos que el artículo 5º de la Ley Federal de Radio y Televisión, ese que habla de la función social de estos medios, es letra muerta.
La voz que rompe el silencio
Hay mucho qué decir. Ximena Peredo retoma la palabra:
-El problema es también el monopolio de la voz. El monopolio de la voz al que el pueblo no puede contestar. Sólo se escucha un solo discurso. Eso nos afecta tremendamente en nuestra vida, porque entonces sólo se escucha el monopolio del poder, del poder económico o del poder político. Pensemos, el pueblo, nosotros ciudadanos, en el artículo 6º constitucional tenemos garantizada nuestra libertad de expresión, pero si no tenemos medios para expresarnos, entonces se queda claramente el monopolio de la voz, una sola voz, que es la del poder político o el poder económico. Pensemos: ¿Dónde nos podemos expresar? Los medios de comunicación están privatizados y el pueblo ahí no tiene cabida. Algunas personas pueden ser representantes de una voz popular, y se abraza y se saludan esos esfuerzos, pero en general no hay un medio.
- Bueno, el pueblo tiene cabida, pero sólo como cliente o consumidor, apunto.
- Exactamente. Entonces es increíble, es absurdo, que siendo las ondas electromagnéticas como son, bien de la nación, sea el propio pueblo el que no tenga facultades para acceder a eso. Así de grave esta la cosa, así de grave. Entonces, nosotros súbditos ciudadanos, tenemos que nos quitan nuestros instrumentos como nuestra consola, como nuestros micrófonos, tan sólo por el simple hecho de utilizar ese bien de la nación, sin querer ser ilegales, sino que la propia ley completamente anula nuestra figura de radios comunitarias. Entonces, primero nos obligan a estar fuera de la ley, y luego nos castigan por estar fuera de la ley, cuando nosotros ciudadanos somos dueños legítimos de ese espacio de ondas electromagnéticas ¿qué está pasando?
- La discrecionalidad de los funcionarios, comento.
- La discrecionalidad y las bondades de tener un monopolio de la voz, en este país y en otros países, concluye Ximena.
Ya transcurrió media hora de programa. Antes de salir a corte hacemos mención del triste caso ocurrido en la zona triqui de Oaxaca, en donde a principios de abril Felícitas Martínez y Teresa Bautista, locutoras de Radio Copala, la estación comunitaria local conocida como “La voz que rompe el silencio”, fueron emboscadas y asesinadas con disparos de “cuerno de chivo”. Crimen que, hasta el momento, permanece impune.
Tras la pausa, regresamos al aire; habla Camero.
- Héctor, al llenar sus horas de transmisión ¿qué les preocupaba?
- Tenemos muchos motivos, es decir, nos consideramos despojados; tenemos motivos para ocupar ese espacio. Nosotros nos asombramos del desperdicio que hace, que permite la autoridad, al dejar que tantas estaciones llenen el cuadrante con esos contenidos. A nosotros nos faltaba espacio. Transmitíamos de ocho de la mañana a once de la noche. Y ahí nos dábamos oportunidad para tratar los asuntos que corresponden a tantos problemas que afectan a comunidades urbanas.
Somos como indígenas dentro de la población
El dirigente de la asociación civil Tierra y Libertad hace un puntual recuento de intereses populares, y una comparación singular: “Nosotros convivimos mucho con compañeros de estaciones de radios comunitarias indígenas, y ellos por el aislamiento, por lo alejado le sacan mucho provecho. Nosotros vivimos una situación distinta, pero les hacíamos ver a ellos cómo las colonias urbanas somos una especie de indígenas dentro de la población”.
Héctor Camero ejemplifica la situación de los trabajadores de la construcción “que son mayoría en la colonia”. Ellos no tienen segura la vida, dice. Y como no existe una ley de protección de riesgos, que obligue a los patrones a cuidar y compartir responsabilidades con el trabajador vemos cómo en este sector se tiene primer lugar en siniestrabilidad laboral, es decir, el más alto número de accidentes. El doctor Camero cuestiona con filo: “¿y porqué los accidentes y los cuadros estadísticos sobre tragedias en la construcción, que son tan frecuentes, sólo ocupan un pequeño espacio en la página roja, y nunca un seguimiento en las páginas o secciones económicas y empresariales?”
De esta manera, los intereses colectivos se veían atendidos en Radio Tierra y Libertad con programas como “Mundo obrero”, “Mucha mujer” o “Pequeños locutores”. Cada uno dirigido a los problemas específicos que tienen que enfrentar los obreros, las madres de familia y los niños y jóvenes.
Déficit de periodismo
Camero refiere que hace años comenzó a germinar cierta esperanza entre las radios comunitarias (que entonces eran ya cerca de medio centenar en el país), pues se hablaba de que se reformaría, por fin, la Ley Federal de Radio y Televisión. “Pero resultó peor. Desaparecieron prácticamente los contenidos sociales que había en los artículos de la antigua ley y lo que quedó destacado fue la licitación por subasta. Eso fue terrible”, dice Camero, “¿qué oportunidad teníamos nosotros, y todos los demás? ¿Cómo podíamos o podemos mostrar el carácter de apoyo a las comunidades?”
Tercia Ximena: “Tenemos un déficit de periodismo en el país que nos está impactando. Aquí la situación es cómo (los medios) se están convirtiendo en negocios y están eludiendo su compromiso social como comunicadores. No olvidemos, todas esas empresas tienen una concesión, dada desde el Estado, pero ¿qué está pasando con el Estado? pues que el estado está debilitado, esta adelgazado ¿porqué? porque estamos volviendo a la época feudal, donde son los empresario quienes están dominando las disposiciones que se toman desde el propio Estado. ¿Y entonces qué pasa con los ciudadanos? Pues que estamos en despoblado, porque estamos sin un Estado que supuestamente es el garante de nuestros derechos, frente a enormes monstruos, como son algunos de los medios de comunicación más importantes y donde nosotros, los ciudadanos, no tenemos voz.
“Me parece muy interesante este tema porque los medios de comunicación masivos fueron los principales beneficiarios de este aliento democrático que viene desde el 68, especialmente desde el 88, el 94 y el 2000. Gracias a la ciudadanía muchos de los medios son fuertes hoy, pero olvidan los contextos; y ahora los medios de comunicación nos están dejando solos a la ciudadanía, claro, muchos de ellos, no todos. Ellos son los beneficiarios y los traidores en esta situación”.
- Otro punto que no podemos dejar pasar es que no somos clandestinos, como dicen por ahí, reclama el doctor Camero. Clandestino es lo que se oculta, lo que se esconde para no cumplir la ley. Nosotros no trabajábamos así. Siempre dimos nuestra dirección, todos sabían bien en dónde estábamos, y dábamos nuestros nombres. Nunca estuvimos ocultos. Estamos por la transparencia, que es uno de los valores que se promueven en la radio comunitaria.
· ¿Ahora qué va a pasar?
· Muchas estaciones están pendientes sobre lo que va a pasar con nosotros. Ya no es igual que hace siete años. Estamos haciendo todo el esfuerzo porque queremos ser reconocidos, queremos volver al aire legalmente reconocidos.
En las versiones periodísticas que circularon tras la irrupción de las fuerzas de la PFP en las instalaciones de Radio Tierra y Libertad, se ventiló que el “activista social” (sic), tendría que acudir el viernes 13 de junio como presentado ante el Ministerio Público Federal, pero hasta el día en que esto se escribe (24 de junio) Héctor Camero desconoce en cuál agencia, pues no le han notificado ni tampoco le entregaron el acta levantada por las autoridades por el retiro de equipo. Reconoce que en programas recientes habían abordado el problema de Valle de Reyes, donde señalaban al gobernador Natividad González Parás y a su hermano, Luis Francisco, como involucrados en el proyecto.
Si la autoridad impone, advierte Héctor Camero, aquel viejo criterio de los virreyes: “Habéis nacido para callar y obedecer y no opinar en asuntos de Estado”, pues entonces naturalmente sí pudieran haberse sentido ofendidos.
· Nosotros ocupamos mucho tiempo en defender el asunto de la Huasteca en contra de la depredación; criticamos a las autoridades, en lo que llamamos no accidentes sino crímenes laborales; son temas que tocamos porque nos parece que todo eso se puede corregir, y pues tal vez alguien se pueda ofender, pero entonces deberían decir los reprimimos por eso, no por la falta de un permiso.
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Ese jueves 12 de junio confirmamos el gran valor de los espacios universitarios. Mientras estábamos al aire recibimos en cabina la llamada de jóvenes productores de Radio UDEM para decirnos que al día siguiente tocarían el mismo asunto, y el lunes también se abordó el tema en Radio UANL. Por otra parte, las reacciones solidarias tras la embestida contra la radio comunitaria de Tierra y Libertad han llegado de muchas partes, locales, nacionales y de más allá de las fronteras. Pero todavía hace falta hacer más, y regresar al papel activo ciudadano, pues como señaló Ximena Peredo: “Necesitamos manifestarnos, necesitamos hacerlo por el bien de todos. No sólo les violaron sus derechos a los compañeros de Tierra y Libertad, sino a todos”.
Necesitamos estar muy alertas. Muy alertas para evitar que nos vendan noticias sesgadas, de esas que afirman que “para cuidar el estado de derecho fue reventada una radio clandestina al norponiente de Monterrey”. Nosotros sabemos que la historia es otra.
alfonsoteja@hotmail.com
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