Sunday, February 14, 2010

Oaxaca en tiempos de Ulises Ruiz Ortiz


La dictadura de los “políticos”

en San Juan Lalana

Considerado uno de los municipios con mayor marginación, San Juan Lalana, en la región de la Chinantla baja al norte del estado de Oaxaca y en colindancia con Veracruz, ha sido escenario de numerosos conflictos por las tierras comunales en su confrontación con los pequeños propietarios de otros estados dentro de la jurisdicción comunal.
La migración a Estados Unidos es uno de los principales fenómenos que ha desarticulado nuestras estructuras comunitarias. Los usos y costumbres cada vez pierden fuerza y sólo quedan en el discurso político. Y así, lentamente el “problema de las tierras” pasó a segundo termino, cediendo  su lugar a “los problemas del municipio“.
El problema agrario se transformó en un asunto político-partidista, donde en un principio los líderes de las comunidades fueron coptados por el partido oficial.
En los últimos años se han dado una serie de imposiciones, antes ajenas al municipio. Lo que algunos llaman aquí “una dictadura“, provocando un descontento generalizado entre los chinantecos.
A fines de 2007 fueron pisoteados por el gobierno estatal los usos y costumbres al imponer un presidente municipal ajeno y sobre todo ajeno a las prácticas culturales del pueblo chinanteco, desde el uso de la lengua materna hasta el cumplimiento del sistema de cargos que rige la vida comunitaria.
Esta imposición provocó que en las comunidades indígenas y en la actual sede municipal (que cambia cada trienio) haya más personas ajenas al municipio que sólo muestran interés económico, obteniendo jugosas ganancias a costa de la administración municipal y dejando a un lado las necesidades de la colectividad.
Aquí es posible ver en los caminos de terracería circular un vehículo hummer de reciente modelo, propiedad del licenciado José Esteban Medina Casanova, presidente municipal constitucional de San Juan Lalana, y una docena de vehículos de lujo que lucen los mestizos de su grupo político. Los periódicos locales, a cambio de favores económicos, se encargan de limpiar la imagen de este impostor que habla en nombre de los chinantecos en estos medios impresos.
Los indígenas protestan contra estos atropellos que violan el derecho de organizarse según su cultura y  su historia. Sienten que su dignidad ha sido pisoteada cuando hacen falta escuelas, clínicas y apoyo a los campesinos —muchos apenas pueden mantener sus hogares, sin recibir atención médica ni brindar educación a los jóvenes.
En una reunión de autoridades ocurrió otra acción reprobable: el presidente municipal llamó a las autoridades y sus comunidades a participar en el mitin organizado para recibir al gobernador Ulises Ruiz Ortiz, amenazando con castigar a las autoridades y las comunidades que se resistieran a colaborar. La amenaza principal fue retener los recursos que pudieran recibir el año próximo y suspender obras en curso (que ni siquiera benefician y no toman en cuenta la cultura local, como la pavimentación o la construcción de salones de fiesta). La amenaza fue tomada por muchos como la voz de un dictador, el cual condiciona al pueblo para obtener beneficios personales y partidistas.
Esto es tan sólo una muestra de lo que se vive en Oaxaca, donde el abuso de poder y la impunidad son cosas cotidianas. El próximo año “será el bueno“, pues es de sucesión del gobierno. Desde luego la corrupción y las amenazas alcanzarán mayor intensidad mientras San Juan Lalana seguirá en un retroceso que la clase política local y estatal han favorecido para que esto se siga reproduciendo.
Armando Hernández

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