Aplaude el obispo el acuerdo para crear una comunidad regional
Carolina Gómez Mena
Periódico La Jornada
Jueves 25 de febrero de 2010, p. 8
Jueves 25 de febrero de 2010, p. 8
El acuerdo para crear la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños –sin Canadá y Estados Unidos–, asumido por los mandatarios de la región, fue celebrado por el obispo de San Cristóbal de las Casas, Felipe Arizmendi, quien afirmó que desde hace años la Iglesia católica ha insistido en que debía existir mayor acercamiento entre las naciones de la zona, pues comparten no sólo una identidad cultural, sino también necesidades y retos.
Indicó que se requiere
aprender a mirar no sólo hacia el norte y Europa, sino más hacia el sur, porque los estados de Latinoamérica y el Caribe
somos no sólo vecinos, sino hermanos en muchos aspectos. Europa se levantó cuando sus países se unieron. Sólo unidos nosotros seremos la patria grande que soñamos y necesitamos.
El obispo remarcó que mientras existen enormes semejanzas entre las naciones de Latinoamérica, entre ellas la identidad cultural y la lucha contra la pobreza,
hay distancias considerablescon Estados Unidos y Canadá, cuyos
intereses políticos y económicos no permiten un crecimiento justo de los restantes países del continente.
El prelado celebró que esta comunidad intente ser una
instancia que dé identidad a esta coalición de países, con principios y valores comunes, como la igualdad, la democracia, los derechos humanos, la protección del medio ambiente y la cooperación internacional.
Añadió que en la nueva comunidad prevalecerá
la unidad, el diálogo por la paz y seguridad regionales, el no uso de la fuerza para resolver conflictos y el interés por el desarrollo sustentable, así como atenderá el fenómeno de la migración.
Recordó que en 1979, en la tercera Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, se planteó que dado que las naciones del área comparten identidades, necesidades y esperanzas, se debía promover una
legítima integración.
En la cuarta conferencia, celebrada en 1992 –añadió–, los obispos expusieron que ninguna nación podía desarrollarse de manera sólida en forma aislada, y en 2007, en Aparecida, Brasil, el clero insistió en que la aspiración era contar con una América Latina y caribeña
unida e integrada.
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