AI pide a Calderón abrir todos los archivos sobre la matanza
■ Necesaria, nueva investigación sobre el 2 de octubre de 1968, afirma
■ La reconciliación, imposible sin justicia y reparación de daños, indica
José Antonio Román
Amnistía Internacional (AI) instó al gobierno del presidente Felipe Calderón a abrir todos los archivos y registros pertinentes sobre la matanza de Tlatelolco; llevar a cabo una nueva investigación independiente, y eliminar los obstáculos que impiden llevar a la justicia a los responsables de este “terrible crimen”.
Kerrie Howard, directora adjunta del Programa para América de AI, lamentó que el gobierno del presidente Calderón guarde silencio sobre este “oscuro capítulo” de la historia de México.
“El hecho de que el gobierno mexicano no haya establecido la verdad de lo sucedido la noche del 2 de octubre de 1968 ha dejado en la sociedad mexicana una profunda herida que sólo se curará cuando los hechos se desvelen del todo, cuando se lleve a los responsables ante la justicia y cuando se proporcione reparación a las víctimas y sus familias”, declaró la funcionaria de AI.
La organización se refirió a lo ocurrido hace 40 años en Tlatelolco como “una de las matanzas más atroces” de la historia de México, y pidió al presidente Calderón que establezca, “de una vez por todas”, la verdad sobre esos acontecimientos ocurridos unos días antes del inicio de los Juegos Olímpicos de 1968.
Además, AI reprocha que, pese a todos los esfuerzos de las víctimas, familiares y miembros del movimiento estudiantil por establecer la verdad sobre lo sucedido aquella noche, los hechos completos nunca se han aclarado y los responsables tampoco han rendido cuentas.
Javier Zúñiga, ahora asesor especial del organismo y que en aquel entonces presenció desde un puente cercano a la Plaza de las Tres Culturas la llegada del Ejército a Tlatelolco, criticó que 40 años después de la matanza muchísimas preguntas inquietantes sigan sin respuesta.
“¿Quién ordenó la masacre? ¿Durante cuánto tiempo se había planeado? ¿Cuántos murieron? ¿A quién pertenecen esos cadáveres que aún no se han identificado?”, son sólo algunas de las muchísimas interrogantes que siguen pendientes después de cuatro décadas, manifestó Zúñiga.
Las estimaciones sobre el número de personas que murieron cuando el Ejército abrió fuego contra los estudiantes varían. La matanza se inició hacia las seis de la tarde, cuando policías, militares y hombres armados no identificados rodearon la plaza y abrieron fuego desde vehículos blindados y tanques, utilizando artillería pesada. Dispararon contra los estudiantes reunidos en la plaza y contra los edificios residenciales que la circundaban. El gobierno finalmente entregó 44 cadáveres, diez de los cuales aún no han sido identificados, explica en un comunicado AI.
Zúñiga, quien relató parte de su experiencia vivida aquel 2 de octubre, recuerda que los disparos se iniciaron cuando estaba oscureciendo, por lo que es difícil determinar con exactitud qué sucedió.
“Lo cierto –agregó– es que el Ejército ingresó a la plaza antes de que comenzaran los disparos y no a consecuencia de ellos, como muchas fuentes gubernamentales han dicho. Cundió el pánico y la gente empezó a correr en todas direcciones gritando: ‘¡Viene el Ejército! ¡Viene el Ejército!’ Poco después parecía que la plaza estaba llena de cadáveres.
“Volví a la mañana siguiente, temprano, y vi pilas de cinturones y zapatos. Seguía habiendo charcos de sangre en el suelo, pese a los evidentes esfuerzos por limpiarla. También vi grandes agujeros de bala en los pilares de cemento, a la altura de la cabeza de un adulto”.
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